Las autoridades son muy populares en las fases de bonanza, pero la popularidad se desvanece en épocas de vacas flacas. La mutación la estarían sufriendo los llamados gobiernos progresistas de la región.
¿Qué hay detrás de la inestabilidad política en Brasil, Venezuela y Argentina, cuyos gobiernos provienen de la izquierda ideológica? ¿Hay algo más que la traída teoría conspirativa, que suelen invocar las autoridades?
Aunque cada país tiene su propia cultura, las sociedades y sus élites responden a patrones de conducta y pensamientos diversos, cabría preguntarse qué tienen en común las protestas en Caracas, San Pablo y Buenos Aires.
Para no pocos observadores se asiste a un agotamiento de un ciclo histórico en Latinoamérica, que hasta acá ha estado dominado por gobiernos que responden a un mismo paradigma ideológico.
Los economistas, propensos a ver en la “superestructura” política un reflejo de las condiciones materiales, casi que no tienen dudas: el malhumor social expresa desaceleración económica regional.
Cada época o tiempo histórico tiene su relato, esto es, un conjunto de ideas, valores y principios, que explican, y de alguna manera, conducen el devenir. Pero estos ciclos largos están estrechamente ligados a procesos económicos.
Vieja discusión sociológica: ¿es la realidad material la que evoluciona y las ideas acompañan, como creyó Carlos Marx, o es la ideología la que moldea la realidad?
Una lectura convencional de la historia latinoamericana sugiere que la región ha transitado desde el paradigma neoliberal de los ‘90, a otro estatal-populista en las últimas décadas.
Este último se asentó en la suba de los precios internacionales de los productos que tradicionalmente exportó la región, inaugurando un ciclo virtuoso de crecimiento y bienestar.
La mejora inédita de los términos del intercambio (relación de los precios de exportación y los de importación) arrancó con fuerza en 2002, a lo que se sumó una baja también inédita de las tasas de interés internacionales.
El poder de compra de las sociedades latinoamericanas mejoró y se verificó internamente lo que se conoce como “movilidad social ascendente”, haciendo que más gente se incorporara a la clase media.
Así el “chavismo” en Venezuela tuvo su época de apogeo cuando el valor del principal producto de exportación del país, el petróleo, fue altísimo. Brasil y Argentina, en tanto, disfrutaron de precios agrícolas que alcanzaron niveles históricos.
Pero este ciclo internacional favorable de los precios de las materias primas, que financió el gasto de la sociedad latinoamericana estos años, empezó a revertirse en 2012, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), bajando así el ritmo de crecimiento económico de la región.
Para el economista Ricardo Arriazu el deterioro gradual de la situación económica está detrás de las movilizaciones callejeras y de los cacerolazos masivos que aquejan a los gobiernos de Venezuela, Brasil y Argentina, entre otros.
“El ritmo de crecimiento de casi todas las economías latinoamericanas se está debilitando, y esta tendencia está afectando negativamente la popularidad de la mayoría de los gobiernos de la región, incluyendo a varios que mostraban elevados niveles de aprobación hasta hace muy poco tiempo y que están en el poder desde hace ya varios años”, refiere Arriazu.
En suma, el viraje económico que está experimentando toda la región, por caída en los precios de sus materias primas, tiene correlato político y social.
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