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Vivir alquilando: el efecto social y psíquico

Más de 13 millones de argentinos viven en propiedades que no son de ellos, una cifra que va en aumento. A la imposibilidad de contar con la vivienda propia, se suma la escalada de los precios de los alquileres.

El deterioro del poder adquisitivo de los ingresos de la mayoría de la población vuelve cada vez más dramática la situación habitacional en la Argentina.

Para construir una vivienda de 100 m2 de calidad media (3 dormitorios, estar, cocina, comedor, baño, cochera), por ejemplo, se necesitan ahorrar por completo 12 años de salarios. O, 25 años si se ahorra el 50% del ingreso. El punto es que los salarios deprimidos van detrás de los aumentos constantes del costo de vida y el de la construcción.

Al respecto, una familia tipo necesitó en octubre $345.295 para no ser pobre, según el Indec, mientras que para ser considerada de clase media debió contar con $537.400.

Es decir, comprar una vivienda es una meta que para la mayoría de las personas en Argentina es imposible, esto a causa del deterioro en el poder adquisitivo de los bolsillos y las elevadas cuotas de los créditos hipotecarios.

Esto fuerza a mucha gente a tener que alquilar. Pero ¿cuántas personas viven en esta situación? De acuerdo al último informe de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec más de 13 millones de personas habitan en viviendas alquiladas, ocupadas o de familiares.

En específico, dentro de la figura “inquilino-arrendatario”, se estima en 8,3 millones de personas las que “deben pagar por el uso de una propiedad un monto determinado en concepto de alquiler”.

Por su parte, los llamados “ocupantes”, comprende a un universo proyectado de poco más de 4,4 millones de personas.

Este grupo está conformado por los no propietarios que pagan los impuestos y expensas del inmueble y, en ocasiones, pueden llegar a obtener el título de dominio por el régimen de usucapión (término jurídico que indica un modo de adquirir la propiedad por el transcurso del tiempo).

Pero también figuran, por fuera de la clasificación oficial, los “usurpadores” de tierras, fenómeno que adquirió notoriedad en los últimos años, y que se calcula que involucraría a 1 millón de personas.

Al mismo tiempo, en los últimos años, poder arrendar también se ha convertido en un drama, por la escalada de los precios de los alquileres, que se actualizan de acuerdo a una imparable inflación.

La Ley de Alquileres vigente, pensada para un escenario de baja inflación y sostenida recuperación de los ingresos reales de la población, generó incertidumbre para celebrar los contratos entre propietarios e inquilinos y se tradujo en un cuadro inquietante de repliegue de la oferta de esas unidades.

Pagar alquiler es algo estresante, sobre todo en un país inflacionario como la Argentina. De hecho, en el mundo hay estudios que han establecido vínculos entre la presión generada por los precios de los alquileres y la pérdida de la salud.

Un estudio británico, por caso, descubrió que el alquiler lleva a envejecer más rápido que fumar o la obesidad. Según investigadoras de las universidades de Essex y Adelaida, vivir pagando alquiler hace que se envejezca más rápido a nivel biológico.

“Nuestros resultados sugieren que unas circunstancias desafiantes en la vivienda afectan de forma negativa a la salud mediante un proceso de más rápido envejecimiento”, escriben.

La escalada de precios de los alquileres no ayuda a que las cosas mejoren. A medida que los costos de vida suben -pero no lo hacen también los ingresos- el estrés sobre quienes alquilan aumenta a su vez, afectando así su salud mental.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 20/11/2023 en Uncategorized

 

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Precios distorsionados o el valor ridículo de las cosas

Es el otro problema bajo la alfombra de la economía argentina: la “distorsión de precios relativos”, según la expresión de los economistas.

En países con alta inflación se suele perder referencia sobre el valor de las cosas, no se sabe qué es caro y qué barato, de suerte que a veces resultan desopilantes algunas comparaciones.

Por ejemplo, hay zapatillas de marca que cuestan hasta $130.000. Es decir, el valor de este calzado equivale al salario mínimo, vital y móvil de octubre de este año, establecido en $132.000.

A mismo tiempo casi emparda los $148.000 de ingresos que se necesitan para no ser considerado indigente.

Por otra parte, las zapatillas representan el valor del alquiler de un departamento con un dormitorio en Gualeguaychú, que oscila entre $100.000 y $150.000.

En otro orden, una heladera con freezer está en $326.000, un valor que supera los $320.000 del salario promedio de un empleo privado registrado y bastante por encima del salario inicial docente a nivel nacional, establecido en $220.000.

Con ese salario de la actividad privada ($320.000) apenas alcanza para comprar una bicicleta para adulto ($200.000) y pagar el alquiler de un departamentito.

En tanto, el trabajador de la actividad privada, aunque no le alcance para comprar una heladera con freezer, sí podrá adquirir tres celulares gama baja/media, que están entre $70.000 y $120.000.

Y no hay que perder de vista que ese salario emparda el costo de la Canasta Básica Total (sin alquiler), que marca la línea de pobreza.

Otra comparación que atormenta a la clase media argentina: ¿cuántos salarios pesificados se necesitan para comprar una casa o un auto, bienes dolarizados?

Por ejemplo, para construir una vivienda de 100 m2 se necesitan ahorrar por completo 12 años de salarios. O, 25 años si se ahorra el 50% del ingreso.

A la relación entre el precio de un bien con respecto a otro bien se le llama en la literatura económica “precio relativo”.

El gran problema de la inflación es que los precios de los distintos bienes no aumentan todos de la misma manera sino que algunos aumentan más que otros, produciéndose una distorsión de esos precios.

De hecho, los precios relativos en la Argentina están desequilibrados con respecto a los otros países de la región, fenómeno que se echa de ver con el arribo masivo de compradores desde el Uruguay.

Además de la alta inflación, esta situación es producida por una economía signada por controles y regulaciones de todo tipo. Al punto que en Argentina se distinguen varios precios: los “no regulados”, los “protegidos” y los “regulados” (entre estos últimos los mentados Precios Justos).

Es decir, para tener una “distorsión”, el gobierno tiene que estar pisando un precio o el tipo de cambio, o un sector tiene que verse impactado en su dinámica, o ser afectado por regulaciones o impuestos.

En estas pampas, una de las medidas más populares, en un escenario de alta inflación, es “pisar” precios de la economía como las tarifas del transporte y la energía o los combustibles.

Esto genera una “inflación reprimida” que tiene dos efectos dañinos. Por un lado, al retener aumentos de precios por debajo de la inflación, no se generan incentivos para desarrollar dicho sector (se cae el servicio o se genera desabastecimiento).

Por otro, este atraso de precios esenciales de la economía genera una “olla” a presión que obliga a posteriores correcciones al alza, que pulverizan el poder adquisitivo de los ingresos.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 17/11/2023 en Uncategorized

 

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El temor a que la inflación escale a niveles explosivos

Mientras la inflación esmerila a diario el bolsillo de los argentinos se ha instalado una gran incertidumbre respecto a una aceleración de los precios a partir del plan electoral de inyectar más pesos al mercado.

El llamado “Plan Platita”, una combinación de menor recaudación y mayor gasto, orientado a mejorar las chances electorales del candidato presidencial oficialista, Sergio Massa, podría tener un “efecto búmeran”.

Dicho plan derramará sobre el consumo más de 2 billones de pesos en apenas dos meses. “No me vayan a comprar dólares”, imploró con una sonrisa el ministro de Economía y candidato oficialista, al dejar inaugurada la estrategia ante miembros de la CGT, la central obrera que impulsa su candidatura.

“En lugar de ir al dólar, compren un autito”, dijo, sugiriendo que el propio Massa es consciente de los riegos que se corren al inyectar más billete en el actual contexto súper inflacionario.

¿Qué destino tendrá parte del ingreso extra que tendrán millones de personas gracias al Plan Platita? Según los analistas, parte de este monto será destinado a pagar deudas, de las tarjetas de crédito sobre todo (el gran negocio de los bancos).

Pero se cree que una buena porción podría ser destinada al ahorro por parte de los beneficiados con el dinero extra, ante la incertidumbre creciente a medida que se acercan las presidenciales.

El problema es que las alternativas de ahorro en la Argentina se circunscriben al dólar, dado que el plazo fijo rinde menos que la inflación. Existe la chance, por tanto, que una parte de la fuerte inyección de pesos termine presionando en los dólares financieros y el blue, agravando la inflación futura.

Si así fuera, intentar mejorar el resultado eleccionario del oficialismo en el corto plazo se hará al precio de un descontrol inflacionario más tarde. Aquí la diferencia la marcarían los tiempos, ya que quizá Massa coseche rédito electoral el 22 de octubre, aunque el descontrol de precios tendrá lugar en los meses subsiguientes.

La inflación está entre las principales preocupaciones de los argentinos, según todas las encuestas. Si se toman los principales productos de la canasta básica en todo el período de gobierno de Alberto Fernández (diciembre 2019 – agosto 2023), las subas son impactantes, señala el economista Damián di Pace.

Se puede ver que la papa aumentó 1.855%, el azúcar 1.622%, la naranja 1.342%, el tomate 1.212%, los huevos 1.055%, entre otros. Es decir, en 45 meses se produjeron aumentos de más del 1.000%.

El punto dramático es que los salarios fueron a la zaga de la canasta básica, según Di Pache, toda vez que, en el mismo período de tiempo, los salarios privados no registrados aumentaron 380%, los salarios privados registrados 504%, y los salarios del sector público 520%.

“Mientras los productos de la canasta básica suben por el ascensor en un 639%, los ingresos de los trabajadores van por las escaleras, siendo los más perjudicados los que tienen empleos no registrados”, concluye el economista.

Es inevitable que en la Argentina de hoy surjan los fantasmas hiperinflacionarios del pasado. Los episodios traumáticos domésticos de 1989 y 1990, cuando los precios se reajustaban varias veces por día y el peso argentino perdió totalmente su valor, están en la memoria de mucha gente.

Tampoco es casual que este contexto de precios por las nubes impulse hoy la candidatura presidencial de Javier Milei, que lidera una suerte de neo- menemismo del siglo XXI, el cual promete que cortará la inflación con la dolarización formal de la economía.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/10/2023 en Uncategorized

 

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La Argentina inflacionaria sólo fabrica más pobres

El proceso inflacionario afecta especialmente a las familias de menores recursos, a las que les cuesta hacerse de los productos de primera necesidad para vivir. De tal manera que cuando suben los precios, lo hace también la pobreza.

Hay gente que cree, con buenas razones, que las mediciones de pobreza que realiza el Indec no reflejan la realidad sino el deseo de los burócratas de maquillar la realidad.

La trampa estaría en la metodología con que se calcula la composición de la “canasta básica”, a partir de la cual se “construyen” los índices, de tal manera que habría más pobres que los que reconoce el gobierno.

Como sea, más allá de la duda que generan los datos oficiales, el propio Indec acaba de publicar que la mentada canasta registró un alarmante salto interanual de casi 140%, cuando la inflación para el mismo período se situó en 124%.

Al informar la suba de la Canasta de Pobreza de agosto, ese organismo dice que la suba fue del 14,3%, dos puntos por encima de la inflación de ese mes (12,4%).

En cuanto a la Canasta de Indigencia, se disparó un 17% (casi 5 puntos por encima de la inflación de agosto), totalizando en todo el año un incremento del 146,4%, es decir bastante más que la inflación anual (124%).

Según el INDEC, una familia tipo necesitó $284.687 en agosto para no ser pobre y $130.590 para no ser indigente.

El dato es que ambas canastas (de pobreza y de indigencia) crecieron muy por encima del costo de vida, como consecuencia del impacto de la fuerte alza en los precios de alimentos y bebidas.

Esto confirma que el salto inflacionario golpea básicamente a los de menores recursos, de suerte que la inflación es un mecanismo gravoso, silencioso y regresivo.

Si bien se lee, es en realidad un impuesto a los pobres, porque los hogares que tienen menos ingresos no cuentan con ahorro para amortiguar el golpe de la suba de precios.

Mientras el aumento de impuestos explícitos genera resistencias en el público afectado, el impuesto inflacionario no es percibido como tal por la población que no lo atribuye al verdadero causante (el gobierno, que emite dinero a mansalva para financiar su gasto incontrolado).

En este escenario de fuerte escalada de precios, la cifra oficial de pobreza se conocerá recién el 27 de septiembre próximo. Corresponderá al primer semestre, por lo que no incluirán la fuerte suba de agosto, y tampoco la de julio.

Igual, se estima que la medición arrojará un aumento de la pobreza (a más del 40%) con relación a la primera mitad de 2022 (cuando fue del 36,5%), y del segundo semestre del año pasado (39,2%).

Según un estudio de la Universidad Di Tella (UTDT), la pobreza alcanzó un pico del 43,2% en la Argentina en agosto 2023 por la aceleración inflacionaria y la devaluación instrumentada por el ministro Sergio Massa.

A todo esto, una familia tipo en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) necesitó en agosto pasado tener ingresos de por lo menos $435.394 para ser considerada de clase media y de $282.452 para no quedar bajo la línea de pobreza.

En tanto que, para no ser indigente, fueron necesarios por lo menos $158.668 mensuales, según los datos que surgen del relevamiento difundido por la Dirección General de Estadística y Censos porteña.

De acuerdo a esta estadística, para ser de clase media, una familia tipo necesita al menos $14.513 diarios, y eso sin contar los costos de alquiler.

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Publicado por en 06/10/2023 en Uncategorized

 

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El salto inflacionario ya pasó de castaño a oscuro

La inflación de agosto alcanzó el 12,4% y registró el ritmo mensual más elevado en más de 32 años, pese al control de precios. Para los analistas, la Argentina coquetea peligrosamente con la hiperinflación.

Los argentinos están exhaustos de tanto correr detrás de una inflación que gana velocidad. Los precios se aceleraron tras la devaluación del tipo de cambio oficial que aplicó semanas atrás el ministro Sergio Massa, candidato a presidente por el oficialismo.

El dramático número del índice de inflación de agosto difundido este miércoles implica el aumento de precios más alto en un mes desde febrero de 1991, cuando el país dejaba atrás la última hiperinflación de su historia.

Más acá en el tiempo, para encontrar un costo de vida mensual de dos dígitos, hay que remontarse a abril del 2002, cuando la Argentina buscaba salir de la enorme crisis del 2001, ya que aquel mes fue 10,4%.

En tanto en los últimos 12 meses, en que las riendas de la política económica han estado en manos de Massa, la inflación interanual ha escalado hasta el 124,4%, una cifra récord en los últimos 30 años.

La Argentina ostentó en agosto pasado la tercera inflación anual más alta del mundo después de Venezuela y El Líbano. El registro anual del 124% solo fue superado por el 422% de la nación gobernada por Nicolás Maduro y por el 252% del país de Medio Oriente, hundido en un fuerte conflicto civil y político

Los alimentos han liderado las subidas, con tres puntos por arriba de la media, situándose en 15,6%. Entre ellos destaca el aumento de la carne, más del 30% en sólo un mes. El kilo de la tira de asado ronda los 3.000 pesos (unos 8 dólares), cuando hace un año costaba menos de la mitad.

Desde hace meses, la inflación argentina se movía en valores que oscilaban entre el 6% y el 8% mensual (en sí mismo una enormidad), pero la brusca devaluación del peso dispuesta por Massa empujó la cifra un escalón más arriba.

Para la mayoría de los analistas, la aceleración de los precios del mes pasado ya preanuncia un arrastre importante para la inflación de septiembre, que también estaría en dos dígitos.

Hasta el momento, las consultoras privadas ya estiman un piso de 10% para septiembre, por el impacto residual de la devaluación del 22% y el salto de los dólares financieros.

“Dado que la devaluación se produjo a mitad de mes (de agosto), deja cierto arrastre estadístico para septiembre, porque queda cierto componente ‘inercial’ o ‘piso’ para la medición para este mes”, dijo Matías de Luca, economista de LCG.

De hecho, en materia inflacionaria, la primera semana de septiembre fue peor a lo esperado. Eco Go, la consultora dirigida por los economistas Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi, estimó que la suba de los precios de la primera semana del mes fue del 2,1%, por arriba del 1,3% de la última semana de agosto.

Según Eco Go, la inflación de septiembre se mantendrá en los dos dígitos. En el caso de los alimentos, prevé un alza promedio del 12,8%. Y un IPC del 11%. Es decir, otra vez, indicadores que no se veían desde hace más de 30 años.

Tras el 12,4% de inflación en agosto: ¿puede haber una nueva devaluación o una híper-inflación? Ésta es una de las preguntas que se hacen los analistas, algunos de los cuales visualizan una espiralización de los precios tras las elecciones del 22 de octubre próximo, una suerte de “híper-devaluación y estallido inflacionario”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/09/2023 en Uncategorized

 

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¿Qué sucedería si los precios congelados se liberaran?

Para evitar una mayor disparada de la inflación, que en agosto se situaría en dos dígitos, el ministro de Economía, Sergio Massa, congeló precios en combustibles, transporte público, gas, luz y medicamentos.

Este el plan “freezer” busca, con un mayor aumento del gasto público, mejorar las chances electorales de Massa, que es el candidato presidencial por el peronismo.

Frenar aumento hasta las elecciones parece la carta con la que Massa pretende enamorar al electorado, tras la derrota del oficialismo en las PASO y la devaluación que impulsó el propio ministro.

Entre los precios que están “pisados” por la política económica para que no se desmadre la inflación, están también los Precios Justos, el programa que impulsa la Secretaría de Comercio para contener las subas de algunos productos básicos de la canasta alimentaria.

Lo concreto, es que el dato mensual del Índice de Precios (IPC), que ya es altísimo, podría ser solo la punta del iceberg del problema ya que la inflación “reprimida” por el atraso de los precios regulados, está ocultando el alcance real de los aumentos de precios.

Sucede que, en los últimos tres años, se vienen acumulando atrasos en tarifas de servicios públicos, en el transporte, y en otros rubros que tienen precios regulados por el gobierno.

Si esos precios se hubiesen ajustado según el ritmo de la inflación real, los datos informados por el INDEC serían muchísimo más altos.

El ingreso monetario de la mayoría de los argentinos pierde frente a la inflación, que persiste pese a la recesión y al congelamiento de precios determinado por el Estado. Pero el punto es que el deterioro de los bolsillos sería brutal si se “sinceraran” los precios pisados por el gobierno.

Inflación contenida o reprimida es cuando el congelamiento de precios y tarifas claves de la economía logra disminuir o desacelerar la suba de los precios sin revertir las tendencias inflacionarias subyacentes.

En lenguaje económico este fenómeno significa que los precios de muchos bienes y servicios están artificialmente fijados a un nivel bajo.

Los que siguen la marcha de la economía argentina ven aquí su gran talón de Aquiles. El sistema de control de precios –la manipulación estatal a la baja de los mismos- reprime inflación, pero no la combate.

Esta estrategia es pan para hoy y hambre para mañana, porque se genera una “olla a presión”, que en algún momento deberá comenzar a descomprimirse con el consecuente incremento de los precios.

Según los expertos, la situación actual de la economía argentina tiene rasgos comunes con la que precedió al fenómeno que la historia económica denominó “Rodrigazo”, ocurrido en los ‘70.

El ministro José Ber Gelbard aplicó por entonces una política de represión de precios (vía congelamiento), que generó fuertes desequilibrios macro-económicos y de precios relativos que recién se pusieron de manifiesto luego de la muerte de Perón.

Este experimento terminó en un estallido económico desatado en 1975 tras la llegada de Celestino Rodrigo, el ministro de Economía del gobierno de Isabel Perón designado por José López Rega.

Para hacer frente a la “distorsión” de precios relativos, y ante la presión del mercado, Rodrigo impulsó una serie de medidas de shock, que incluyeron una fuerte devaluación del peso, aumento de los servicios públicos, transporte y combustibles de hasta el 180%.

El efecto más importante de este severo ajuste fue una enorme caída en los ingresos de la población, los cuales nunca volvieron a ser lo que fueron.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 08/09/2023 en Uncategorized

 

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Escenario incierto para una economía que está crujiendo

En los últimos días (7 al 9 de agosto) Argentina viene siendo sacudida por saltos inquietantes del dólar, al tiempo que ha vuelto a acelerarse la inflación. Es una incógnita lo que pueda pasar en materia económica tras las elecciones del domingo.

De acuerdo al relevamiento de Eco Go, la consultora dirigida por Marina Dal Poggetto y que semanalmente monitorea la evolución de los precios, la inflación de la última semana marcó un nuevo pico.

La proyección de inflación para agosto, para Eco Go, trepa al 8,5%, bien por encima del 6% de junio y del estimado de 7% para julio.

A pocas horas de las PASO, el ministro de Economía y candidato presidencial por el oficialismo, Sergio Massa tuvo que reconocer la impotencia del gobierno. “No tuvimos la capacidad de poder resolver la inflación”, se despachó.

Aunque el ministro justificó el aumento de precios por el impacto de la sequía y la pandemia, es un hecho empírico que el gobierno peronista, en estos casi cuatro años, se anota una inflación acumulada de 469%.

Se trata del registro más alto desde la hiperinflación, que alcanzó un incremento anual superior al 20.000% en marzo de 1990.

El recalentamiento de la inflación en los últimos días refleja el impacto de la “evaluación fiscal” que instrumentó recientemente Massa, que encareció tanto las exportaciones como las importaciones.

Haber establecido un “dólar agro” a $340 por dólar, tuvo impacto por ejemplo sobre el maíz. El encarecimiento de este grano, que se utiliza como uno de los principales alimentos de aves, cerdos y vacunos, encareció a su vez las carnes.

La carne vacuna mostró en la primera semana de agosto una suba del 20%, lo que tiene un fuerte impacto sobre el índice de inflación pero especialmente en la composición de la canasta básica.

Por lo demás el fuerte salto del dólar libre, que ya roza los $600 por dólar, provocó comportamientos acostumbrados en las empresas, como remarcaciones, freno de ventas e incrementos en las listas de precios.

Pero el gran interrogante es qué va a pasar la semana que viene, una vez que se conozcan los resultados de las elecciones primarias en todo el país. ¿Cómo reaccionará el mercado de acuerdo a los datos que arroje el escrutinio definitivo?

Por otro lado, el gobierno debe encaminar el preacuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que quedó pendiente de resolución en la parte final de la campaña electoral.

Se especula que, para convertir ese acercamiento en la realidad de un acuerdo, que le habilite al país un desembolso de US$7.500 millones, Economía debe tomar medidas adicionales.

Aunque la palabra “devaluación” está prohibida en el manual político, trascendió que Massa le prometió al FMI dejar de atrasar el tipo de cambio oficial y apreciar el dólar en línea con el costo de vida.

Esta estrategia de microdevaluaciones es aplicada por el gobierno desde hace tiempo, aunque ahora es más elevado el ritmo de depreciación diaria del peso (crawling peg).

Mientras tanto, por estas horas el Wall Street Journal advirtió sobre un posible colapso del peso, al tiempo que habló de la Argentina “incobrable”.

El artículo del diario estadounidense, titulado “El Día de la Marmota”, que lleva la firma de Mary Anastasia O’Grady, asegura que los argentinos, al ahorrar en dólares, se han convertido en los “especuladores de divisas más sofisticados del mundo”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 17/08/2023 en Uncategorized

 

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Dinámica: el dólar y la inflación se retroalimentan

La inflación hace subir el dólar blue, y el alza de la divisa empuja los precios. A este tipo de fenómeno circular, que hoy afecta a la economía argentina, los griegos le llamaban “dialelo”.

La propia evolución de los precios acelera decisiones de compra por parte de los agentes económicos (ahorristas o importadores, por caso) que, sin acceso al mercado oficial, buscan hacerse de dólares financieros o del blue.

La demanda empuja la cotización del dólar blue y ese valor que hoy orilla los $560, en muchas ocasiones, es trasladado al precio final de los productos, avivando el fuego de la inflación.

En esta dinámica dólar-inflación tiene lugar el dialelo, expresión griega que significa “recíproco” o “círculo vicioso”, por el cual hay dos circunstancias que son a la vez causa y efecto una de la otra y que actúan de manera recíproca, retroalimentándose.

La suba del dólar informal de estas últimas semanas tiene varias explicaciones en el mercado. Van desde la “clásica” corrida preelectoral hacia la divisa, o la incertidumbre política sobre quién ganará, pasando por la “expectativa devaluacionista” en un contexto donde el dólar oficial luce muy atrasado, hasta la certeza de que el Banco Central (BCRA) está quebrado, prácticamente sin reservas para atender elementales importaciones.

Sin embargo, los analistas de mercado llaman la atención sobre el hecho de que, más allá de los factores que empujan la divisa extranjera en el mercado marginal, lo cierto es que el dólar blue venía quedando atrás respecto de la inflación acumulada en los últimos meses.

Es decir, el aumento acumulado del IPC que mide el Indec era hasta acá mayor que el incremento que había tenido la divisa, que recién ahora corrige hacia arriba, en un movimiento de indexación “lógico” que replica la de otros precios de la economía (salarios, tasas de interés, alquileres, bienes, etc.).

El dato es que con el salto de $56 que pegó el mes pasado, y la suba de este martes, el dólar blue logró, después de meses de mucha calma, “empatarle” a la inflación 2023. Confirmando así aquello de que el dólar cuando se mantiene sin alteración por un tiempo es porque “se agacha”, para después saltar.

Pero, como si fuera un perro que se muerde la cola, y de acuerdo al efecto “dialelo”, los cimbronazos en el tipo de cambio también impactan en los precios de la economía, lo que luego le aporta más presión al tipo de cambio.

Ya hubo remarcaciones en productos electrónicos y electrodomésticos, muy sensibles a la variación del blue, y se vienen actualizando precios en la industria automotriz, juguetería, indumentaria y perfumería.

Pero la retroalimentación no para allí. La devaluación encubierta que realizó por estos días el ministro de Economía Sergio Massa, poniendo un dólar diferencial para el campo y aumentando los impuestos a las importaciones, está acelerando ahora mismo la inflación, al punto que se calcula que se situará en torno al 8% en agosto y en los meses subsiguientes.

Objetivamente esto significa que habrá que esperar que el dólar blue siga subiendo en función de la inflación esperada, es decir en su carrera por alinearse con el IPC que mide el Indec.

Esto es parte del dialelo de la economía argentina, un problema circular del que no se encuentra la puerta de salida.

Según el diccionario enciclopédico McGraw Hill ilustrado, un “círculo vicioso” es una situación que no se puede solucionar al existir dos circunstancias que son a la vez causa y efecto.

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Publicado por en 17/08/2023 en Uncategorized

 

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Medidas antipáticas para que el FMI destrabe fondos

El gobierno peronista encareció dólares para la exportación y para la importación, que tienen impacto recesivo e inflacionista, con el propósito de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) libere más fondos.

El ministro de Economía y precandidato presidencial por el oficialismo, Sergio Massa, pretendía que el organismo internacional destrabara fondos para fortalecer las reservas del Banco Central (BCRA), hoy virtualmente quebrado.

Pero chocó con la intransigencia de los directivos del FMI, que venían pidiendo una devaluación por el atraso que tiene el tipo de cambio oficial. Al parecer querían evitar que se sigan subsidiando a los importadores con un dólar barato o se usaran las divisas para contener el valor del dólar blue ante eventuales corridas cambiarias.

La tesitura de Massa era no devaluar en los meses previos a la elección porque la suerte en las urnas le sería esquiva a priori, dado el impacto inflacionario que ese proceso generaría.

Así, el ministro de Economía realizó una devaluación, pero de forma indirecta y por la vía fiscal. De esta manera, estableció un dólar diferencial para algunas exportaciones de productos del campo, al tiempo que gravó con impuestos a las importaciones.

Las medidas conllevan a una devaluación de facto, ya que tienen una contrapartida inevitable en una remarcación casi automática de precios, algo que ya se está verificando en el mercado interno.

“Hay medidas transitorias que pueden ser más o menos agradables o más o menos cuestionables, pero que tienen que ver con la realidad del momento y no se las puede analizar sin tener en cuenta la coyuntura”, justificó Massa, al exponer en una presentación de precandidatos presidenciales en la 135° edición de la Exposición Rural.

El analista económico Daniel Fernández Canedo, del diario Clarín, describe los acontecimientos en estos términos: “Massa va al Fondo a pedirle dólares y que sean de libre disponibilidad, el Fondo le dice que primero devalúe y tome medidas para bajar el déficit fiscal, el ministro aplica nuevos impuestos”.

En una comunicación informal, el FMI dijo que las medidas iban en la dirección correcta. Con lo cual en teoría deberían venir ahora los desembolsos de ese organismo internacional para fortalecer las reservas del BCRA.

Por lo pronto, la suba de los dólares del mercado cambiario lleva necesariamente a una suba de la inflación que los primeros cálculos de las consultoras ubican entre 2 y 3 puntos adicionales por el contexto de incertidumbre.

Mientras tanto, los referentes económicos de la oposición nucleada en Juntos por el Cambio (JxC) salieron a criticar las medidas. Hernán Lacunza, exministro de Hacienda, dijo que los anuncios de Massa implican una “devaluación vía impuestos”.

“Es la peor forma de devaluar. Que el sector privado haga el ajuste para que no lo haga el público. O sea, cobran más impuestos, que es medio punto del producto. Eso es aumentar impuestos para no hacer un esfuerzo fiscal”, puntualizó Lacunza.

En paralelo, advirtió sobre las complicaciones que genera la existencia de múltiples tipos de cambio. “¡Ahora tenemos veinte! Le están agregando más ingredientes a una ensalada insufrible para evitar un título en un diario”, opinó el exfuncionario. Y remató: “Están haciendo un desastre; un desparramo en el comercio y las finanzas”.

Por su parte, el economista Luciano Laspina remarcó que el FMI, ante la mala praxis del gobierno peronista, busca evitar que la Argentina caiga en una hiperinflación o entre en atrasos en los pagos de la deuda.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 30/07/2023 en Uncategorized

 

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País caro para los propios, barato para los extranjeros

Mientras para el bolsillo promedio de los argentinos la vida es cada vez más cara, el país se ha puesto a precio de remate para los extranjeros que llegan con dólares en la mano.

La destrucción de la moneda nacional, por efecto de una inflación imparable, viene corroyendo el poder adquisitivo de la población, a la mayoría de la cual se le hace cuesta arriba enfrentar los gastos para vivir.

El “modelo” argentino cuenta con múltiples tipos de cambio, 130% de inflación esperada para 2023 y con alrededor de la mitad de sus habitantes por debajo de la línea de pobreza.

Ahora bien, todo lo que a los argentinos les cuesta comprar, a los extranjeros les parece barato. A los de afuera no les afecta la inflación, más bien al revés porque en estas pampas muchos precios internos están alineados a un dólar subsidiado (el oficial).

Por eso los ciudadanos de los países limítrofes, por caso, intentan sacar provecho de una realidad local que les es favorable: sus dólares son tomados a dólar blue e incluso en varios comercios pueden hacer las compras directamente a cotización paralela con los billetes norteamericanos.

Varios estudios sobre competitividad muestran que la Argentina es uno de los destinos más accesibles para los viajeros extranjeros. Es el caso del realizado por la consultora especializada Singerman & Makón.

Según este relevamiento, el país se ubica en el 4º puesto entre las plazas más baratas para quienes llegan del exterior en un ranking de 24 lugares de todo el mundo.

A esa conclusión se arribó tomando como referencia a la ciudad de Bariloche, una de las más buscadas por los viajeros y reconocida en el ámbito nacional.

En el informe se realizó un análisis de competitividad a partir de la identificación de los costos que significan para un visitante extranjero realizar una experiencia turística en este destino.

Se analizaron precios de bienes y servicios en los rubros de Hotelería, Gastronomía, City Tours, Taxis, Indumentaria, Espectáculos y Museos, además de una canasta de productos básicos para el turismo.

Según el estudio, el costo diario de una canasta turística en Bariloche es de u$s143 al cambio paralelo, una bagatela para los bolsillos de los extranjeros, aunque una enormidad para los de los argentinos.

Por encima de Bariloche se ubican Lima (u$s166), San Pablo (u$s167), Santiago de Chile (u$s180) y Rio de Janeiro (u$s183).

En la otra punta, la ciudad más cara para hacer turismo es Londres con u$s536 diarios. Le siguen París (u$s483), Toronto (u$s472), Nueva York (u$s456) y Miami (u$s394).

Esto explica el crecimiento del turismo receptivo en los últimos meses, especialmente proveniente de países limítrofes.

Uruguayos, chilenos y brasileños, entre otros, aprovechan el tipo de cambio favorable para hacer compras en shoppings y también en supermercados de frontera.

Una ciudad fronteriza como Gualeguaychú ha sido testigo el último tiempo del boom de los uruguayos, quienes cruzan el río con sus vehículos o en tours de compras para adquirir bienes para una o varias familias.

Al respecto se espera la llegada de 1,5 millón de turistas extranjeros durante la temporada de invierno de julio y según un informe privado el 72% de ellos serán brasileños.

De acuerdo al estudio de Despegar, el destino más elegido por los turistas brasileños es Bariloche, seguido por Mendoza. Se indica que los chilenos se ubican en segundo lugar en el ranking de llegadas al país.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/07/2023 en Uncategorized

 

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