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Esas crecientes que están en la memoria

La relación entre el río Gualeguaychú y su gente

Esas crecientes que están en la memoria

La reciente inundación hizo volver la mirada al pasado. Desde la perspectiva retro, una serie de eventos naturales similares aparecen jalonando la relación de los vecinos con su río. Bajo modalidades distintas, dejaron experiencias comunitarias conmocionantes.

Por Marcelo Lorenzo

Los ecosistemas son constitutivos de la formación social. O de otro modo: el estilo de vida o de ser social está signado por la naturaleza circundante.

Y en esta región hay una característica que atraviesa no sólo todo el paisaje, sino también la cultura de un pueblo: el río. Al respecto se ha elaborado el concepto de “territorios hidrosociales”.

Con él se alude a las redes relacionadas con el agua, donde ésta y la sociedad se hacen y rehacen mutuamente en el tiempo y en el espacio.

El río Gualeguaychú ha sido testigo de acontecimientos históricos decisivos de la comunidad local, desde los orígenes, marcando así su derrotero existencial.

Por este curso de agua llegamos a entender a los pueblos originarios que habitaban aquí antes de la llegada de los españoles.

El río estuvo todo el tiempo en la mente del fundador Tomás de Rocamora. Y desde entonces la localidad adoptó la voz guaraní que lo nombra: Gualeguaychú, que significa “agua de andar despacio”.

Más acá en el tiempo fue uno de los ejes del pronunciamiento de Justo José de Urquiza frente a Juan Manuel de Rosas, inscribiéndose como hito geográfico dentro de la gesta de la Organización Nacional.

El río fue el eje vertebrador del ordenamiento urbano en los primeros tiempos. Por él, además, llegaron los inmigrantes, a fines del siglo XIX, que cambiarían sustancialmente el perfil sociológico de la comunidad.

Por el río también salía hacia el mundo el principal producto de exportación de Gualeguaychú durante décadas, desde su mítico Frigorífico.

El río sigue siendo hoy fuente proveedora de vida y de trabajo. No sólo del agua que consumimos. Sino como recurso económico estratégico. Es proveedor de bienestar futuro, ya que él y su paisaje son una atracción turística.

Además, ha sido, y sigue siendo, fuente de inspiración de los artistas y científicos locales. “Todo está como era entonces:/ La casa, la calle, el río”, reza la poesía de Olegario V. Andrade.

Pero también el río es la amenaza real que impacta impiadoso en la población por el desborde de sus aguas.

Cuando el río se enoja

Todo bien tiene su reverso, su contrapartida negativa. El río, aunque es fuente de vida, no deja de ser peligroso cada vez que se desborda, como ha pasado en los últimos días.

Se diría que la ocurrencia de las inundaciones son la contracara de la relación benéfica de la ciudad con el río. La sociedad nativa lleva las marcas de estos eventos traumáticos, que se han sucedido a lo largo de la historia  

Entre las diversas causas de inundaciones en Gualeguaychú se pueden destacar, sucintamente, las que siguen:

1) por incrementos importantes en la escorrentía, consecuencia de grandes lluvias en la cuenca;

2) debido a variaciones en el régimen del río Uruguay;

3) como resultado de la presencia del viento sudeste o “sudestada”;

4) por transformaciones humanas en el entorno, por ejemplo en los campos, que hacen que la tierra absorba menos el agua de lluvia;

5) por urbanizaciones indebidas en las superficies adyacentes del río, llamado valle de inundación;

6) porque hay más calles pavimentadas, que evitan la absorción del agua de lluvia y aceleran su escurrimiento.

Para evitar los desbordes fluviales la ciudad ha estado obsesionada buscando la manera de eliminar o mitigar este evento hídrico.

En el año 1936 y luego de contar ya con ocho inundaciones desde el inicio del siglo pasado, como la ocurrida en 1914, los gualeguaychuenses emprendieron la construcción de la Costanera, que actuó en adelante como defensa frente a las crecientes.

Si no existiese esta empalizada el agua entraría fácilmente cada vez que el río eleva su altura, como ocurre con el Parque Unzué, que se anega ante este tipo de contingencia.

Por otro lado, la ciudad optó por dos medidas: relocalizar la población situada en zonas inundables por un lado (sobre todo la que vivía en el Barrio Munilla), y hacer obras de desagües por otro.

Se ha aceptado, por lo demás, que la problemática hídrica está asociada estrechamente al destino ribereño de la localidad. Y dado el inevitable desarrollo urbano, no va a pasar mucho tiempo para que el Gualeguaychú deje de ser un río lateral y pase a ser central en la ciudad, como ocurre en otros sitios (el Sena en París o el Támesis en Londres).

La de 1978

Por estos días se recuerda una de las mayores inundaciones de la historia de la ciudad, ocurrida hace 46 años.

Entre la noche del 18 de marzo de 1978 y la madrugada del 19, las aguas irrumpieron con una velocidad inusitada, luego que se derrumbara el terraplén recién construido para la nueva traza de la ruta 14.

El desborde del río se trocó pronto en drama humano. Prácticamente un tercio de las manzanas de la ciudad quedó bajo agua. Según los datos estimativos oficiales, la inundación afectó alrededor de 305 manzanas, 2.500 viviendas y 10.000 personas.

La causa principal de la inundación fueron las grandes lluvias en el norte de la cuenca. El pico máximo de la crecida en el puerto local alcanzó los 7,28 metros de altura, superando todas las marcas anteriores. La velocidad de la inundación, en la noche, tomó por sorpresa a los vecinos y a las autoridades. Fue tan extrema que en una hora la altura del río se incrementó en un metro.

Sonaron las sirenas del Frigorífico y de los Bomberos Voluntarios, dando aviso a vecinos que no entendían que ocurría y que se vieron obligados a sacar todo lo que podían de sus casas.

Como si ello fuera poco, la ciudad se quedó sin el servicio de agua potable, debido a que los motores eléctricos del pozo de bombeo quedaron tapados por el agua.

Cómo fue la de 1959

La inundación de abril de 1959 ha marcado una huella profunda en la memoria colectiva local y también en la entrerriana.

Lluvias intensas durante semanas, crecidas extraordinarias de los ríos Uruguay y Paraná y una persistente sudestada por el lado del río de La Plata, conformaron un cuadro hídrico que cubrió 20.000 km² de tierras entrerrianas.

Fue una experiencia conmocionante para todo el sur de la provincia. Toda vez que supuso el despoblamiento de la zona de Islas -cuya economía quedó destruida- y en el caso de Gualeguaychú estuvo marcada por la tragedia humana.

El hundimiento de la draga MOP 2C en el canal de acceso al Gualeguaychú constituye una de las páginas negras de la historia local. De los 12 tripulantes sólo 3 salvaron sus vidas.

Pero allí fueron golpeados por los durmientes que se habían desprendido de un muelle en construcción en Fray Bentos. Los cuerpos de las víctimas fueron rescatados después.

“La inundación de 1959: sus efectos sobre el sur entrerriano”. Así se titula el artículo de la historiadora local Silvia Razzetto, donde se consigna que el 15 de abril el río Gualeguaychú registró la marca de 6,60 metros, doblando así la altura de alerta (3,50 m).

“La onda de creciente abarca la cuarta parte del casco urbano. Se corta el puente sobre el arroyo Gualeyán, principal tributo del Gualeguaychú, evitando el paso a proveedores de leche y hortalizas”, relata Razzetto.

“Escasean la carne, los combustibles, se corta el suministro de agua potable al inundarse la sala de motores de la toma de agua, se corta el teléfono, se racionaliza la energía eléctrica. Se suspenden los servicios ferroviarios y terrestres. La localidad queda aislada”, describe.

Además, se hicieron desesperados esfuerzos para proteger las instalaciones del Frigorífico Gualeguaychú, uno de los motores de la economía doméstica. Autoridades y empleados de la planta se lanzaron a sacar la carne de exportación que estaba en las bodegas.

La última grande

Más acá en el tiempo, el 29 de marzo de 2007, en la cuenca del Gualeyán llovieron, de golpe, alrededor de 200 milímetros. Y también en la ciudad. Cuando el agua de la cuenca llegó al Gualeguaychú, éste ya estaba crecido e hizo que el río llegara al nivel de 5,22 metros el 3 de abril, provocando serios problemas urbanos a través de los desagües.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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Los evangélicos locales buscan dar un paso al frente

El Registro Municipal de Cultos les daría una mayor visibilidad social

Los evangélicos locales buscan dar un paso el frente

Las iglesias protestantes conforman un grupo religioso activo en Gualeguaychú en el plano cultural y social. Han adquirido con el tiempo una identidad propia, más allá de sus denominaciones, convirtiéndose en un sujeto cívico que hoy busca un mayor reconocimiento institucional.

Por Marcelo Lorenzo

Los herederos de la Reforma protestante han sido una expresión religiosa minoritaria en Gualeguaychú, ciudad históricamente dominada por la Iglesia Católica, bajo cuyo patrocinio Tomás de Rocamora fundó la villa hispana a fines del siglo XVIII.

En épocas de unanimismo católico, rezar otro credo supuso colocarse al margen de muchas cosas, incluso sufrir discriminación. Esto si se piensa que quien consumó el cisma religioso en Occidente cinco siglos atrás, el monje Martín Lutero, fue conceptuado como “hereje”.

Pero con el paso del tiempo, y ante la emergencia de una ciudad más abierta y plural, el evangelismo local se ha ganado un lugar relevante como actor social dentro de la sociedad civil de Gualeguaychú.

Cabe consignar que casi todos los estudios de opinión pública dan cuenta, al respecto, que mientras la Iglesia Católica, hegemónica desde la época colonial, viene sufriendo una pérdida de fieles en el último tiempo, los hijos de la Reforma tienen cada vez más creyentes.

¿Cuál es la realidad sociológica e institucional del protestantismo local? ¿Puede haber más de 5.000 creyentes que asisten a una treintena de iglesias repartidas en la ciudad, según algunos cálculos? ¿Cómo reconocer estas congregaciones dentro de otros cultos religiosos no cristianos, como por ejemplo los espiritistas o el umbandismo? 

Dada la característica propia del sector, que se expresa a través de tantas iglesias particulares (bautistas, Hermanos Libres, pentecostales, Alianza Cristiana y Misionera, Unión de las Asambleas de Dios, etc.), la situación se presenta en este sentido algo anárquica. Pero un principio de ordenamiento lo daría un Registro Municipal de Cultos, gracias al cual se sabría quién es quién en este panorama.

Eso explicó a EL DÍA Julio Chanda, presidente del Consejo de Pastores de Gualeguaychú, entidad que nuclea a las distintas denominaciones evangélicas de la ciudad y desde donde se viene impulsando ese registro a nivel local.

La ordenanza de creación de este registro fue aprobada por el Concejo Deliberante el año pasado, pero todavía no ha sido reglamentada. Las nuevas autoridades y los concejales ya han dado el visto bueno para que se efectivice.

El mentado organismo se encargará de inscribir a los distintos cultos religiosos que actúen en Gualeguaychú, inscripción que debe ser consistente con el Registro Nacional de Cultos, creado por la Ley 21.745/78.

Según Chanda, esta creación tiene varias ventajas prácticas, una de las cuales es facilitar a nivel local los trámites de inscripción para las agrupaciones religiosas.

Aunque el registro estará abierto para todas las expresiones religiosas distintas de la Iglesia Católica, es decir para todas los grupos que puedan acreditar la existencia jurídica de un culto, en el caso del evangelismo local esto implica una “reconocimiento institucional” del sector, según explicó el entrevistado.

Chanda recordó que esta iniciativa es producto del esfuerzo de mucha gente: “Debo mencionar por ejemplo el trabajo del pastor Julio Herrera y en el mundo de la política la colaboración de Ricardo ‘Tachi’ Rodríguez”.

Un nuevo protagonismo

Con 25 años de actividad como pastor en Gualeguaychú, Chanda es el referente de la congregación bautista “Hay Vida en Jesús”, cuyo templo está situado en San Martín 1228.

Esta comunidad religiosa, que fue creada oficialmente a nivel local en 1974, también administra la radio FM Kairós 95.7, al tiempo que realiza una intensa labor social.

Según el pastor, décadas atrás la Iglesia Evangélica (considerada en bloque) era vista en Argentina prácticamente como una secta sobre la que pesaban varios “prejuicios”. Uno de ellos, muy fuerte, es que eran “fanáticos” enemigos del progreso.

“Este prejuicio se disuelve fácil, si pensamos que los países que lideraron la ilustración y la revolución científica en el mundo vienen de matrices culturales vinculadas al protestantismo”, refirió.

Según dijo, tras un período de hegemonía católica a nivel local, las iglesias protestantes han adquirido un protagonismo no sólo religioso sino también cívico. Y hoy quieren dar un paso adelante, sentándose en la mesa donde se discutan temas para la ciudad, de acuerdo a la convocatoria que ha realizado la actual gestión municipal.

Efectivamente, los evangélicos locales actúan en todos los frentes sociales, a través de una pastoral múltiple, que involucra desde la asistencia directa a través de merenderos, la acción educativa, pasando por la pastoral penitenciaria, hasta programas de atención a población vulnerable (por ejemplo, madres jóvenes embarazadas o víctimas de la drogadicción).

“Al principio, las denominaciones actuaban cada una por su lado, porque no era buena la relación entre ellas, ya que había muchas barreras. Pero hoy puedo decir que el evangelismo, más allá de nuestras particularidades, tiene una identidad propia”, afirmó el pastor Chanda.

“Hemos estado colaborando en todas las crisis sociales, como la del 2001 o durante la pandemia. Ahora mismo estamos reforzando nuestra acción ante la crisis económica, creando, por ejemplo, nuevos merenderos”, precisó.

Según dijo, la acción social de los evangélicos no es su objetivo primario sino que es un corolario de su “fe bíblica vivida en plenitud”. La labor social primero empieza en la propia congregación, donde se practica la ayuda mutua, y después se refleja en la actividad misionera que impacta en el resto de la sociedad de Gualeguaychú.

Chanda sostuvo que los evangélicos tienen una mirada especial vinculada a la preservación de valores. Al respecto, recordó que, en el debate sobre la legalización del aborto, el evangelismo adoptó una posición inequívoca en favor “de las dos vidas” (tanto la madre como el feto).

“Por otro lado, si bien es cierto que existen problemas económicos en muchas familias, que urge atender, creemos que hay una crisis espiritual y emocional más grave, que se refleja por ejemplo en la ocurrencia de suicidios. Y nuestras iglesias tiene una repuesta a estas carencias”, reflexionó.

En otro orden, el entrevistado indicó que las iglesias protestantes han sido convocadas por la política en varias ocasiones, por ejemplo, en el período preelectoral, circunstancia que revela la importancia social que ha adquirido el evangelismo doméstico.

“Estar registrados oficialmente nos dará una legitimidad institucional especial. Esto nos daría un marco jurídico para iniciar un diálogo fluido con el poder político y con los otros actores de la sociedad civil”, destacó el presidente del Consejo de Pastores de Gualeguaychú.

“Nuestras congregaciones son extremadamente horizontales, todo lo contrario de la Iglesia Católica. Esta horizontalidad es parte de la esencia de la Iglesia reformada. Se diría que cada una de nuestras iglesias sigue su ‘librito’. A lo que aspiramos es a que no se salga del Libro, que es la Biblia”, comentó en relación a la posibilidad de darle un cause a las distintas expresiones protestantes de la ciudad.

Diversidad religiosa

A mediados del siglo XIX Argentina recibió a grupos étnicos de todo tipo, ofreciéndoles un lugar para prosperar en libertad, dando un ejemplo de hospitalidad y de tolerancia, al respetar la identidad religiosa de los recién llegados.

Fue en este contexto político e institucional que muchos extranjeros que no eran católicos -más allá de que el Estado profesaba ese credo- se instalaron en distintos sitios geográficos, como los evangélicos.

Es bastante común la mención de un primer movimiento evangélico llegado a América a través de sucesivas olas migratorias desde Europa, al cual se da el nombre de “protestantismo de inmigración”, “iglesias de trasplante” o “iglesias étnicas”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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La tentación de demonizar al disidente

Hay razones para creer que la sociedad argentina es propensa a metabolizar sus fracasos y frustraciones mediante la construcción de enemigos, que se convierten en receptáculos de la agresión desplazada.

La explotación política de esta patología parece dar rédito, si se piensa que la tentación de transferir la culpa en algo o en otros se ha convertido en una verdadera patología en estas pampas.

La búsqueda del “chivo emisario”. Así se describe este mecanismo de echar culpas o de encontrar escapatorias mentales para lidiar con la frustración, mediante el expediente de demonizar al Otro.

La expresión alude a los rituales religiosos judíos de la antigüedad. En el Templo de Jerusalén, así, se solía sacrificar a un chivo (joven macho de la cabra) como una forma de expiar los pecados de la comunidad.

Lo cierto es que a lo largo de la historia argentina se han inventado distintos tipos de chivos emisarios para digerir la impotencia nacional (FMI, empresarios, sindicalistas, “sojeros”, grupos de derecha, grupos de izquierda, militares, piqueteros, “morochos” de clase baja, “blanquitos” de clase media, últimamente la “casta política” y la lista sigue).

Se ha escrito mucho sobre el papel de chivo expiatorio que cumplió el pueblo judío en la Alemania hitlerista. Aquí el chivo concentraba todos los odios y frustraciones de una colectividad que, herida en su orgullo, andaba buscando un blanco donde descargar su desdicha.

Existe, por lo demás, una vasta literatura que se nutre de la sociología y la psicología social de la persecución, que explica la tendencia ancestral de convertir a los “disidentes” en blanco de narrativas acusatorias falsas, práctica que suele terminar en grandes matanzas, es decir en grandes orgías de sangre.

Ya en la Antigüedad los griegos y los romanos desarrollaron contra los cristianos una fantasía consistente en señalarlos como una secta que, en la clandestinidad, minaba la existencia de la sociedad pagana de la época.

Se decía que este grupo era adicto a prácticas abominables, que lo convertían en algo repudiable para la especie humana. Estos infelices fueron acusados de celebrar reuniones donde se degollaban niños, y banquetes en los que los restos de las víctimas eran devorados ritualmente.

Se les acusaba también de celebrar orgías eróticas, en el curso de las cuales se mantenían toda clase de relaciones sexuales que incluían el incesto entre padres e hijos; y, por fin, de adorar a una extraña divinidad zoomorfa.

Resulta que cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio, las cosas se dieron vuelta. Las víctimas de ayer devinieron en los nuevos victimarios que se lanzaron a purificar el mundo aniquilando una determinada categoría de seres humanos concebida como agentes de corrupción y encarnación del mal.

Durante el medioevo cristiano, así, varios grupos disidentes o sectas herejes fueron acusados de prácticas ominosas, a las que se añadió toda clase de actos sacrílegos, como escupir y pisotear el crucifijo, adorar a Satanás en forma más o menos obscena, entre otras barbaridades.

Estos mitos persecutorios fueron elaborados por el establishment de la época, representados por monjes, obispos y papas, reyes y grandes señores, teólogos ortodoxos, inquisidores y magistrados.

El chivo expiatorio, en suma, es una (mala) costumbre milenaria de la humanidad que llega hasta nuestros días. Ninguna sociedad es inmune a esta tentación, que suele activarse ante crisis sociales severas como la que existe hoy en Argentina.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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La clase política que juega al caos

¿Qué puede salir mal en un país donde mientras el gobierno rompe lanzas con todo el mundo, alardeando de un espíritu ácrata, sectores de la oposición fantasean con un golpe institucional?

Se diría que todos juegan al caos en medio de una crisis económica profunda y que tiende a escalar. El gobierno central y los gobernadores, por caso, se han lanzado a una pelea irracional.

Resulta difícil en este juego patético de la política saber quién tiene razón. ¿La tienen los que, desde los poderes locales, dicen ser víctimas de la prepotencia centralista?

¿Se justifica, entonces, amenazar con no entregar recursos al resto del país, como los Estados patagónicos con el petróleo? ¿Estaría bien que cada distrito del país empleara este método? ¿Por ejemplo que otras provincias no entreguen energía o minerales, que se producen en sus territorios?

¿Qué tan legítimos son los planteos “federales” de los gerentes de burocracias provinciales quebradas? ¿Están defendiendo el federalismo o se escudan en él para no emprolijar las cuentas públicas propias, para tirarle el “costo político” del ajuste necesario a la Nación?

¿Y qué decir del gobierno central? ¿Lo asiste la razón cuando habla de la “casta política” de gobernadores y legisladores, un complejo de intereses que viene usufructuando de la “teta” del Estado?  

¿O más bien, creído de su propio discurso anarcocapitalista, sus personeros creen que están en una cruzada antiestatal, utilizando paradójicamente los resortes del Estado? ¿Es consistente despotricar contra el Estado mientras se lo pilotea o se hace “como que”?

Al margen de que dentro del mileísmo hay muchos políticos que califican como “casta”, decir que el Estado en sí mismo es una “asociación ilícita” no sólo es una aberración política y filosófica, sino que quien lo dice, desde la magistratura estatal, se autoincrimina.

Resulta increíble tener que explicar que el Estado es una necesidad histórica que emana de la naturaleza humana, que no existe la sociedad civilizada sin su organización política y jurídica, al punto que cuando esta estructura de dirección y coerción no existe es rápidamente sustituida por estructuras mafiosas.

En realidad, no se trata de eliminar al Estado sino de enmendar las cosas que están mal en el que existe. Y en este sentido, hay una parte de verdad en la teoría de Javier Milei sobre que el aparato estatal argentino ha sido colonizado por sectores políticos, empresariales y sindicales, que se vienen sirviendo de él, configurando una verdadera oligarquía estatal (la mentada “casta”).

Si esto es así, es loable la política que tienda a purgar el Estado (que por definición se justifica como organismo que sirve y defiende el “interés general”) de elementos e intereses oligárquicos.

Cosa muy distinta es querer eliminar algo porque funciona mal. Con ese concepto, y utilizando una metáfora odontológica, cada vez que nos duele una muela, en lugar de curar la caries, sacaríamos directamente esa pieza dental (y al cabo nos quedaríamos sin dentadura lo cual afectaría nuestra salud).

A lo sumo, para darle crédito a la filosofía libertaria, con su carga de utopismo a cuestas (también el marxismo postula el fin de la formación estatal) se podrá aceptar que el Estado es un “mal”, pero aclarando siempre a renglón seguido que es un mal “necesario”, en sí mismo inerradicable.

Por lo demás es curioso que el mileísmo, que despotrica indiscriminadamente contra el Estado, se identifique al mismo tiempo ideológicamente con Julio Argentina Roca, un liberal del siglo XIX que devino en el verdadero inventor del Estado argentino.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 11/04/2024 en Uncategorized

 

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El Estado como agencia de colocaciones

Un rasgo característico de la Argentina, y que refleja su subdesarrollo, es la primacía del Estado como empleador.

A falta de creación de empleo genuino, por parte de la economía privada, los gobiernos echan mano a los recursos públicos para meter gente en la administración.

Mediante este expediente se logra “disfrazar” el desempleo real, dibujándose así los índices del Indec, generando la equivoca impresión de que se “está generando empleo”.

La carga del Estado, que ha sido agrandado más de la cuenta, a costa del desarrollo de la economía privada -que paga impuestos desorbitantes para mantener la burocracia-, salta a la vista con las crisis sistémicas.

Crisis como la que está viviendo ahora el Estado argentino en todos sus niveles (nacional, provincial y municipal) cuyos déficits fiscales, propiciados justamente por la empleomanía estatal, se han venido financiando con emisión caótica de pesos, desatando una inflación descontrolada, que destruye todo a su paso.

El gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, tras pasar revista a la situación que recibió de la gestión peronista de Gustavo Bordet, dijo que revisará las designaciones “despóticas” en el Estado provincial en el último año, que involucra a amigos del poder.

En este sentido, anticipó que enviará un proyecto de ley a través del cual propone autolimitar designaciones en la planta permanente del Estado durante el último año de gestión.

En tanto, desde el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER), aseguran que la gestión Frigerio heredó casi 92.000 empleados públicos, una plantilla objetivamente sobredimensionada, sobre todo si se compara Entre Ríos con sus socias de la Región Centro (provincias con las cuales hay semejanzas sociales y productivas).

En efecto, a junio de 2023, el Estado de Entre Ríos tenía 64 empleados públicos por cada 1.000 habitantes, en tanto que esa ratio era de 40/1.000 para Santa Fe y 33/1.000 para la provincia de Córdoba.

Esto significa que la provincia se encuentra con un nivel de empleo público superior al de sus pares, en términos relativos, según el IIES. Al respecto, se calcula que Entre Ríos tendría que reducir su planta en 34.155 agentes para equipararse con Santa Fe y tener 44.117 empleados menos para igualarse con Córdoba.

A nivel local, los gastos en materia de contrataciones habrían llegado a niveles insospechados estos últimos años, a juzgar por los dichos de los nuevos gobernantes locales, quienes todavía no pueden conocer exactamente la dimensión de este rubro.

En declaraciones públicas, el intendente Davico se quejó: “Por ejemplo, en noviembre se pagaron 42.934 horas extras, que es el equivalente a más de 115 millones de pesos; y una planta de personal que tiene tantos vericuetos que el número real de trabajadores es indescifrable: planta permanente, contratos escalafonados, monto fijo, locaciones de servicios, subsidiados, pasantes, monotributistas y más 60 cooperativas de trabajo”.

La sociedad argentina se ha hecho adicta al gasto estatal, de suerte que 6 de cada 10 argentinos, en condiciones de trabajar, prefieren el empleo público, según un estudio de la Universidad Austral.

“A la hora de elegir entre un empleo público y uno privado en igualdad de condiciones, el 62% de los encuestados optó por el público, mientras que el 34% optaría por el empleo privado”, es la conclusión del relevamiento.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 10/02/2024 en Uncategorized

 

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Los mitos políticos, sucedáneos de la religión

Con la modernidad, en realidad tras la Revolución Francesa, el principio político se volvió expansivo, totalitario, abarcando las cuestiones en torno al “sentido”, de las que antes respondía la religión.

Aspectos que anteriormente tenían cabida en la esfera privada y en el interior anímico: libertad, igualdad, fraternidad, felicidad, todo eso tenía que ser realizable por mediación de la política, aquí y ahora.

Si en el Antiguo Régimen monárquico la política estaba limitada a luchas de la élite, a partir de la edad moderna deviene en una empresa colectiva llamada a construir la vida desde cero.

Mediante un proceso de secularización, nace entonces el culto de la razón política, el cual viene a reemplazar a la religión, de forma que las llamadas “cuestiones últimas” se transforman en cuestiones socio-políticas (ya no importa el más allá sino el más acá).

El militante político, así, actúa como un “creyente” que, organizado en un partido (suerte de iglesia), viene a “redimir” a la sociedad proponiéndole un nuevo credo de salvación, es decir un “mito político”.

La politización de la vida en Occidente se traduce en mitologización a gran escala de la sociedad y en este sentido las grandes narrativas ideológicas en esta esfera -nacionalismo, liberalismo y socialismo- son grandes mitos.

Es decir, construcciones arbitrarias del genio humano, un mundo artificial formado por imágenes que es capaz de hacer pasar a las “masas” humanas de la teoría a la acción; una fuerza simbólica susceptible de transformar radicalmente la sociedad, haciendo realidad la Revolución.

El concepto de mito político nació a comienzos del siglo XX. Fue George Sorel (1847-1922) el primero en teorizarlo. Este filósofo francés y teórico del sindicalismo revolucionario habló de un “nuevo lenguaje” y el reconocimiento del “valor perenne del Mito en la formación de los grandes movimientos populares”.

Sorel describe el mito como la “creación de fantasía concreta que opera sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva”.

No es casual que los totalitarismos del siglo XX -comunismo, fascismo y nazismo- construyeron grandes mitos, ensalzando (o divinizando) las virtudes del proletariado, del Estado o de la raza.

Es interesante observar que aquí el mito denota fenómenos de “irracionalidad” en el ámbito de la política. Ya que detrás del concepto late una creencia superior, una esperanza super-humana que pone en marcha la historia, una suerte de utopía colectiva en acción (el paraíso comunista, el retorno a la Roma imperial de los fascistas, el dominio milenarista de la raza aria en el caso de los nazis).

De esta manera, las masas humanas descristianizadas dentro de las grandes urbes de Occidente, encontraron en los mitos políticos un sustituto o sucedáneo de la religión, disputándole la política el relato de sentido a las iglesias institucionalizadas.

En América Latina, el gran teórico de la mitología izquierdista en la región ha sido el marxista peruano José Carlos Mariátegui (1894-1939), para quien la crisis de la civilización occidental burguesa se debe a una falta de fe, de esperanza, de un mito.

En su ensayo “El hombre y el Mito” escribió: “Ni la razón ni la ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el hombre (…) La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia, está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/12/2023 en Uncategorized

 

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Combatir el destrato hacia las personas con discapacidad

El 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad con el objetivo de promover sus derechos y bienestar en todos los ámbitos de la sociedad.

La discapacidad se refiere a una condición física, mental o sensorial que puede limitar la capacidad de una persona para realizar ciertas actividades cotidianas. Estas limitaciones pueden ser permanentes o temporales y afectar diversas áreas de la vida de una persona, como la movilidad, la comunicación, la cognición, la visión o la audición.

La discapacidad no es simplemente una característica de la persona, sino que también está influenciada por la interacción entre la persona y su entorno. La sociedad y el entorno físico pueden crear barreras que dificultan la participación plena de las personas con discapacidad en la vida cotidiana.

Existen diferentes tipos de discapacidades, que pueden clasificarse en discapacidades físicas, sensoriales, intelectuales o del desarrollo. Pueden ser presentes desde el nacimiento o adquirirse a lo largo de la vida debido a lesiones, enfermedades o condiciones médicas.

Las personas con discapacidad suelen sufrir una fuerte discriminación, entendido ésta como la acción de negarle a un individuo o grupo humano el acceso a ciertos derechos, bienes o servicios, sin tener una razón justa para ello.

Al respecto, a las personas con discapacidad se les generaliza como grupo, se subestiman sus capacidades y se asume que son personas dependientes, por ello se les suele rechazar en trabajos que sí podrían realizar y se les priva de oportunidades de desarrollo personal y social.

Entre los factores que contribuyen a la discriminación aparece la falta de conocimiento y comprensión sobre las discapacidades puede llevar a estereotipos y prejuicios. La falta de conciencia puede generar malentendidos y actitudes negativas hacia estas personas.

Además, la falta de accesibilidad en entornos físicos, tecnológicos y sociales puede limitar la participación plena de este grupo social. Esto puede contribuir a la exclusión y a la percepción errónea de que sus miembros menos capaces

Por otro lado, las normas sociales y culturales pueden influir en la percepción de la «normalidad» y contribuir a la discriminación. Las actitudes arraigadas en la sociedad sobre la diferencia y la diversidad pueden ser un obstáculo para la inclusión.

Las personas con discapacidad a menudo enfrentan desafíos para acceder a oportunidades educativas, empleo, servicios de salud y otros recursos. Esta falta de acceso puede perpetuar la desigualdad y la discriminación.

El estigma social asociado a ciertos tipos de discapacidad puede contribuir a la discriminación. A menudo los miembros de este grupo humano enfrentan juicios basados en estereotipos y creencias erróneas sobre sus capacidades.

La falta de representación de personas con discapacidad en diversos ámbitos, como los medios de comunicación, la cultura popular y la toma de decisiones, también puede contribuir a su marginación y a la perpetuación de estereotipos.

Según los especialistas, para abordar la discriminación, es esencial trabajar en múltiples frentes, incluyendo la educación, la sensibilización, la promoción de la accesibilidad, la creación de leyes y políticas inclusivas, y la promoción de la igualdad de oportunidades.

La diversidad y la inclusión son fundamentales para construir una sociedad justa y equitativa para todas las personas, independientemente de sus capacidades.

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Publicado por en 07/12/2023 en Uncategorized

 

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El péndulo argentino: un zigzagueo constante

Quienes estudian el proceso histórico del país, coinciden en que Argentina es inclasificable. No es capitalista ni comunista ni ha inventado ninguna tercera posición.

La Argentina es atípica, dicen los observadores extranjeros. Y no se equivocan. Es un país que deambula por el mundo sin saber lo que es o lo que quiere ser. No de ahora, desde siempre.

Hay razones para sospechar que el fenómeno argentino es idiosincrático. Filosóficamente, se podría decir que ser argentino es “no ser”. Nos define, en suma, la ambivalencia.

El fenómeno argentino –una categoría antropológica sui géneris– es esencialmente oscilante, responde en última instancia a la lógica del péndulo, que básicamente glorifica el zigzagueo.

El argentino puede ser, a la vez y bajo el mismo aspecto, creyente y ateo, capitalista y comunista, liberal y fascista. No cree, diría un aristotélico, en el principio de no contradicción.

Para el que no es argentino, esta postura puede parecer una tara esquizofrénica. Algo así como un caso psiquiátrico. Aunque culturalmente existe el expediente de la fanfarronería criolla, consistente en decir que todo, en realidad, es un rasgo de genialidad.

La condición pendular -esa que tanto desconcierta a los extranjeros, que se rigen por la lógica tradicional- se ha reflejado siempre en la política y en la economía.

De suerte que, en el plano propiamente político, puede abrazar un día la democracia y otra el autoritarismo; un día a la izquierda y otro, a la derecha.

En economía, el país se presentó campeón del libre mercado en la década de 1990, al privatizar todos los activos públicos vendibles. Pero después de un tiempo, tras las decepciones de rigor, descubrió las virtudes del Estado, y entonces se reguló todo, abusándose del remedio.

¿De qué lado del péndulo nos encontramos hoy? Pues del contrario, ya que se ha votado a un candidato que se proclama “anarcocapitalista”, y que reniega ferozmente del aparato estatal.

En materia de alineamiento internacional igual. Un día se apoyan los regímenes comunistas y socialistas de la región, como Cuba y Venezuela y se sitúa en el eje antioccidental pretendiendo ser la avanzada de la Rusia de Putin en el continente (último posicionamiento del gobierno peronista).

Pero este alineamiento es provisorio, ya que dura lo que un ciclo político y económico: ocho años o menos. Después de lo cual, la política exterior argentina da otro volantazo, y los que eran socios hasta ayer pasan a ser los indeseables en el concierto internacional.

El presidente electo Javier Milei, que durante la campaña electoral dijo que no iba a mantener relaciones con “gobiernos comunistas”, siempre expresó que sus dos principales aliados serán Israel y Estados Unidos.

Aunque según los analistas, tendrá forzosamente que encontrar la manera de vincularse y no dañar la relación con los gobiernos de dos países que están en las antípodas ideológicas del mileísmo: Brasil y China, adonde va un tercio del comercio exterior de la Argentina.

El péndulo, efectivamente, quizá sea la mejor metáfora que atraviesa la historia argentina. La figura, conectada con el eterno movimiento, ilustra las cambiantes dinámicas de una sociedad, sin saber qué quiere, se mueve rápidamente entre contrarios.

Todo lo cual hace prever que las opciones elegidas nunca son definitivas. Y sería un error creer que la orientación en un sentido viene para quedarse definitivamente. No hay que esperar mucho tiempo para que todo retorne a la posición contraria.

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Publicado por en 26/11/2023 en Uncategorized

 

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Ante un experimento político sin precedentes para el país

El impactante triunfo en el balotaje (19 de noviembre) del liberal Javier Milei sobre el peronismo unido gobernante ha abierto un panorama inédito para un país en crisis.

Por lo pronto La Libertad Avanza (LLA), el partido de Milei, no existía hace tres años. Sin estructura territorial, de repente se ha convertido en la fuerza política más votada en una elección presidencial.

Por lo visto Milei, que aparece como lo “nuevo”, es el que ha logrado capitalizar el hartazgo social, sobre todo de los jóvenes, ante el fracaso reiterado de la partidocracia tradicional.

Habrá que empezar a aceptar, además, que el discurso mileísta en favor del libre mercado y contra la “casta política”, logró calar en el hombre de a pie, atribulado por una crisis económica terminal.

Ha tenido efecto, en este sentido, su promesa de enfrentar decididamente la inflación. Es tal la magnitud de la destrucción inflacionaria en los sectores pobres y medios de la sociedad argentina que ha hecho, aparentemente, digerible el remedio extremo propuesto por el libertario: la instauración del dólar estadounidense como moneda y el cierre virtual del Banco Central.

Ahora todo el mundo se pregunta cómo hará Milei para llevar adelante su promesa de terminar con la “casta política” y reducir al mínimo el Estado, en un país con gran tradición de intervencionismo económico.

¿Cómo hará viables sus ideas que por sí solas generan enorme resistencia en las corporaciones, tanto en la sindical como en la empresarial? ¿Cómo lo hará teniendo enfrente al peronismo, que seguramente pasará a la “resistencia” en la calle y en el Congreso?

La definición electoral de este domingo fue el punto final a un proceso político que se inició con las primarias del 13 de agosto y continuó con las generales del 22 de octubre. En las primarias sorprendió Milei ganando con el 30% y relegando a la aparente favorita, la social-liberal Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio (JxC).

En octubre el que ganó inesperadamente fue Sergio Massa, el candidato oficialista, superando a Milei y dejando a Bullrich fuera de la segunda vuelta. Parecía que Massa tenía el camino despejado para la presidencia este domingo, ya que usufructuaría de la división en la oposición.

Pero entonces apareció el elemento inesperado 24 horas después de las generales de octubre: el explícito respaldo a Milei de los dos principales líderes de Juntos por el Cambio, Mauricio Macri y Patricia Bullrich.

Se trató de una decisión estratégica clave para explicar el triunfo del libertario en este balotaje, ya que casi íntegramente el votante cambiemista del PRO en todo el país se volcó en las urnas a favor de Milei.

Así las cosas, en perspectiva el 56 % de votos que sacó el domingo la Libertad Avanza muestra que la elección del 22 de octubre, que tanto entusiasmó a Massa y al peronismo, no fue sino una instancia en la que la oposición dirimió su liderazgo para acometer el balotaje.

Los analistas por estas horas evalúan la reconfiguración del mapa político. Algunos advierten como novedad que es la primera vez en la actual etapa democrática argentina, que cumple ya 40 años, que el peronismo y el radicalismo, los dos grandes partidos de la historia del país, quedan fuera del gobierno.

Otros anotan que la victoria de Milei sobre la máquina electoral más poderosa de Argentina, el peronismo, será un caso de estudio de la ciencia política.

Mientras tanto la crisis económica continúa y aquí la duda es qué pasará con una economía con fuertes distorsiones de precios. Con un gobierno peronista en retirada, ¿qué sucederá con la inflación y con el dólar?

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Publicado por en 26/11/2023 en Uncategorized

 

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Por qué fue importante la caída del Muro de Berlín

Alemania y toda Europa celebran hoy (9 de noviembre) un nuevo aniversario de la caída del Muro de Berlín, un hecho que cambió el curso de la historia mundial.

A los regímenes políticos los instalan las sociedades y son ellas, luego, las que los declaran fenecidos. Al sistema comunista, del cual fue símbolo el Muro de Berlín, le pasó algo semejante.

El 9 de noviembre de 1989, en efecto, los berlineses del Este comenzaron a pasar sin restricciones hacia el otro lado por los controles del muro, símbolo material de un modelo social que, inspirado en Carlos Marx, sedujo a buena parte de la humanidad, bajo la promesa de construir una sociedad igualitaria donde los medios de producción fueran de propiedad colectiva.

El evento supuso el derrumbe de la Unión Soviética y del “socialismo real”, del bloque comunista, aquel que fue antagonista durante más de 70 años del capitalismo occidental.

Se sabe que la “Muralla de protección antifascista”, levantada por el gobierno comunista del lado Este de Berlín, en realidad fue un intento para evitar las fugas hacia el Oeste capitalista.

Días antes de que esa barrera se perforara, cientos de alemanes orientales pedían asilo diario en la embajada de la República Federal de Alemania en Budapest para luego pasar desde allí a Occidente.

Esta presión “popular” revela inequívocamente que tanto los alemanes como los soviéticos y todos los socialistas de la Europa Central sentían –para decirlo en palabras de Mijail Gorbachov- que “el modelo estaba moral y políticamente agotado”.

Es decir, la caída del Muro fue el símbolo de una mutación ideológica al interior del bloque comunista, equivalente a una pérdida de fe en sus posibilidades.

Se verificó así una abjuración social al conjunto de ideas y creencias asumidas entusiastamente en torno a las promesas mesiánicas de la Revolución Bolchevique de 1917.

Hoy mucha gente se asombra de la velocidad y la aparente facilidad con que ocurrieron los cambios tras la caída del Muro. El proceso duró apenas dos años, porque el 26 de diciembre de 1991, se declaró la desaparición formal de la Unión Soviética.

Pero en realidad no se ve que estos eventos venían madurando desde hacía tiempo en la mentalidad de la sociedad comunista, la cual ya no creía en el dogma que profesaban los burócratas soviéticos. 

Según el lingüista e historiador búlgaro Tzvetan Todorov en los regímenes comunistas de Europa del Este “había una serie de protecciones del individuo que, en teoría, debían haberle permitido vivir sin sobresaltos”.

Pero con el tiempo todas estas protecciones estatales se fueron transformando en un experimento carcelario. “Los presos no se preocupan por saber si tendrán algo para comer”, apunta Todorov.

Pero vivir en prisión –que es adonde conducen los totalitarismos- reduce al mínimo las posibilidades humanas. Al final –reflexionó el historiador- “la ausencia de desafíos individuales, sumado al derrumbe de las estructuras estatales en los últimos años del comunismo, provocó la sensación de agobio en la gente, que condujo, inevitablemente, a la caída del Muro de Berlín”.

La ceguera de los burócratas soviéticos, obsesionados por perpetuarse en el poder y cuyo afán se reducía al control social, les impidió ver los cambios que ocurrían en la sociedad, debajo de ellos.

El poder, finalmente, fue tan discrepante con el deseo de la población, con su forma de pensar, que de hecho debió acudir al terror para imponerse, y así se hizo odioso. De ahí que el régimen comunista haya “implosionado”.

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Publicado por en 17/11/2023 en Uncategorized

 

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