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La teocracia iraní tambalea ante la revuelta de las mujeres

Las protestas no se detienen en las calles de todo Irán tras el asesinato, por parte de la Policía, de una mujer kurda de 22 años durante su detención por no cumplir con las reglas del hiyab (velo).

Al menos 30 personas han muerto (algunas organizaciones elevan la cifra a 50) en las movilizaciones, que reflejan que una buena parte de los iraníes ya no toleran el gobierno de los clérigos integristas.

Miles de iraníes gritan en las calles “Mujeres, vida, libertad” y “Muerte al dictador”, en referencia al clérigo Alí Hoseiní Jamenei, actual líder supremo de Irán, cabeza de la clase dirigente clerical islámica del país.

Entre las medidas dispuestas por el régimen teocrático para atajar las protestas se encuentran la cancelación de las clases presenciales en las Universidades de Teherán, la detención de periodistas y las restricciones de Internet.

Las redes móviles están siendo cortadas por las tardes y noches para controlar las protestas, mientras que el Internet fijo se encuentra muy ralentizado.

Irán, oficialmente denominada República Islámica de Irán, es un Estado teocrático regido por la sharia (“el camino”), esto es, la ley islámica.

La sharia, sin embargo, no se reduce a un conjunto de normas legales, sino que se trata de un código moral cuyo objetivo es “guiar” la vida de los musulmanes tanto en la esfera pública como en la privada.

Está basada principalmente en el Corán, el libro sagrado del Islam, y en la Sunna, una compilación de textos sagrados con enseñanzas de Mahoma.

Cuando la Revolución Islámica de Irán de 1979 ganó, los clérigos impusieron el velo obligatorio, y crearon las Gasht-e Ershad, un cuerpo policial encargado de controlar el cumplimiento de la norma.

El asesinato de Jina Mahsa Amini, la joven kurda que fue brutalmente asesinada por esta “Policía Moral” ha desatado una rebelión de proporciones en todo el país, encabezada por las mujeres.

Amini era una joven de 22 años que fue asesinada a golpes el pasado martes luego de ser detenida cuando estaba con su hermano a la salida de una estación del metro por la llamada “Policía Moral” bajo el pretexto que no llevaba puesto correctamente su hiyab (velo).

Durante el fin de semana cientos de personas acudieron a su entierro al grito de “muerte al dictador”, refiriéndose al líder actual de la Revolución Islámica en Irán.

Las protestas y manifestaciones contra Alí Jamenei y en reclamo de justicia por Amini comenzaron a replicarse en Teherán y otras ciudades del país donde manifestantes destruyeron pancartas con el rostro del líder del régimen iraní.

Durante la represión de las manifestaciones que comenzaron el sábado, al menos 30 personas han muertos, y varios resultaron gravemente heridos.

En un comunicado de la Comunidad de Mujeres del Kurdistán (KJK) se asegura que el asesinato de Amini no es un caso aislado, sino que es parte de una masacre sistemática de mujeres que se da en el país.

“Las políticas de los Estados fascistas misóginos que tienen su caldo de cultivo en el sexismo, el fanatismo religioso, el sectarismo, el nacionalismo y la dominación en todas sus formas, continúan masacrando a las mujeres y sometiéndolas al disciplinamiento a través de la explotación y la expulsión de sus hogares, negándoles el acceso a trabajos y condiciones de vida dignas. Las mujeres son asesinadas sistemáticamente en el sistema de dominación masculina en todo el mundo”, refiere el escrito.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 09/10/2022 en Uncategorized

 

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La rebelión de las mujeres que jaquea al régimen iraní

En Irán se han producido protestas violentas por la muerte de una joven a manos del a “policía de la moral”. Se trata de movilizaciones que vienen creciendo día a día en todo ese país.

Todo comenzó con una convocatoria a las mujeres a quitarse el velo públicamente durante el “Día Nacional del Hiyab y la Castidad”, en abierto desafío al código de vestimenta islámico.

Mientras los gobernantes del país toman medidas contra el “comportamiento inmoral”, las mujeres salieron sin embargo a la calle.

La movilización terminó con la muerte bajo custodia policial de una joven de 22 años, Masha Amini, circunstancia que incendió la indignación de la población iraní.

En Teherán y otras localidades del país se produjeron violentos enfrentamientos entre manifestantes y policías. Los disturbios fueron reprimidos violentamente por los personeros del régimen teocrático.

Algunas de las mujeres incluso quemaron las prendas en público entre ovaciones de los manifestantes, tal y como se observa en las imágenes que han circulado ampliamente en las redes y los medios.

Los videos también muestran a centenares de jóvenes de ambos sexos en universidades y el céntrico boulevard Keshavarz de Teherán gritando “justicia, libertad, no al hiyab obligatorio”.

En ese y otros lugares del país también se escucharon cánticos de “muerte al dictador”, en referencia al líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.

¿Qué hay detrás de estas protestas contra la jerarquía religiosa islamista que gobierna el país? Según los analistas, obedece al hartazgo de las estudiantes y mujeres de clase media con la teocracia.

Estas no son las primeras protestas que sacuden a Irán. En los últimos dos años los ciudadanos han realizado manifestaciones por falta de agua por la mala gestión de los recursos hídricos y contra casos de corrupción en la construcción de edificios que se derrumbaron por problemas de infraestructura.

“En el pasado vimos que estas manifestaciones han sido reprimidas. No se ha logrado a partir de allí abrir instancias de diálogo. Todo indica que lo mismo va a suceder en este caso y se imponga finalmente una visión confrontativa”, dijo el investigador y docente universitario Paulo Botta, especialista del mundo iraní y de Medio Oriente.

Para Botta “la distancia entre la población y el sistema político es bastante clara. Y ahora las redes sociales permiten que la información circule más rápidamente. Además, el nuevo gobierno no ha logrado cumplir ninguna de las expectativas desde su asunción en agosto del año pasado. No ha mejorado la situación económica y social y no ha alcanzado un acuerdo nuclear con Estados Unidos”, añadió.

En 1979 se inauguró en Irán un régimen teocrático liderado por el ayatolá Ruhollah Khomeini, hecho que marcó un punto de inflexión en la historia y transformó profundamente al país y a la región.

La neutralidad religiosa del Estado (laicismo) es inaceptable para estos integristas musulmanes. Para ellos es una herejía vivir en un país donde se permite la libertad religiosa

La República Islámica de Irán es una teocracia gobernada por clérigos musulmanes, los ayatolás, cuyo régimen impone a las mujeres cubrirse el pelo y llevar ropa larga y holgada para disimular su figura.

Las infractoras se enfrentan a reprimendas públicas, multas o detenciones. Pero el dato es que las oleadas de protestas por el hiyab, motorizadas por mujeres, vienen golpeando al establishment clerical en los últimos años. 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 25/09/2022 en Uncategorized

 

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La instauración de un Estado que haga uso de la ley islámica

Los talibanes, que han retomado el control de Afganistán, son expresión del islamismo político que pretende crear un régimen teocrático regido bajo la máxima ortodoxia.

La idea es echar abajo el modelo pro-Occidental, con base en la democracia, para instaurar un Estado eminentemente islámico, que sustituya la figura del ciudadano, de corte occidental, por la del creyente.

Allí la religión y la política son una misma cosa. De tal forma que los talibanes se hacen del poder (política) para a partir de ahí islamizar (religión) a la sociedad afgana, lejos del modelo plural y politeísta que rige en Occidente.

El grupo armado de los talibanes, los “estudiantes”, según su traducción de la lengua pastún, nacidos en los seminarios religiosos fundamentalistas, son una de las expresiones en el mundo árabe de lo que se conoce como “islam político”.

El grupo no tiene como prioridad y fin promover una democracia, sino que prima el establecimiento de un nuevo sistema totalitario de valores musulmanes, condensados en la ley islámica conocida como Sharía.

Esta norma regula todos los aspectos de la vida individual y colectiva de los musulmanes, sin hacer distinción entre lo temporal y lo espiritual. Su fin es fijar las bases de un proyecto de vida junto con un orden social y se encarga de la gestión del gobierno en todos sus aspectos.

Algunos autores refieren que se trata de una “teocracia directa”, en el sentido de que no existe una iglesia que intermedie en la vida de las personas. En realidad, es la interpretación tradicional de la Sharía la que regula los asuntos de la vida

Dicha regulación va desde los ritos religiosos hasta los asuntos sociales, económicos, de administración, de derechos y deberes de los ciudadanos, del sistema judicial, de leyes, de guerra y paz y de relaciones internacionales.

Esto, unido a ciertas enseñanzas del Profeta Mahoma que regulan la vida personal como la higiene, el comportamiento social o las costumbres en la mesa, diseñan un proyecto de vida humana que se aleja de vicios y se construye, según el Islam, sobre la virtud.

Por esta razón, la Sharía define lo bueno y lo malo sin dejar ningún espacio de la vida exento de la aplicación universal y comprensiva de los principios del Islam.

Los islamistas consideran que la soberanía emana de Dios y no del pueblo; es en esta línea donde algunos expertos señalan que se encuentra una de las contradicciones respecto a la democracia.

En 1996, los talibanes declararon en Afganistán un Emirato Islámico e instauraron un régimen integrista sobre la interpretación rigurosa de la ley islámica. Entre otras medidas, impusieron castigos físicos, desde la pena capital en plaza pública a los latigazos o la amputación de miembros por delitos menores.

Además despojaron de cualquier derecho a las mujeres, a las que obligaron a cubrirse íntegramente con el burka, y a las niñas, a las que prohibieron ir al colegio a partir de los 10 años, y erradicaron cualquier expresión cultural (cine, música, televisión).

También dejaron en claro que no tolerarían ninguna práctica religiosa rival: a principios de 2001, los talibanes destruyeron estatuas de 800 años de antigüedad conocidas como los Grandes Budas de Bamiyán, objeto de admiración en todo el mundo.

Al musulmán integrista le repugnan menos las religiones cristiana o judía que el laicismo occidental, que ha separado al Estado de la iglesia, haciendo de la fe una cuestión de conciencia individual. A esa conclusión llegan muchos intelectuales europeos, como es el caso de Arturo Pérez-Reverte.

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Publicado por en 24/08/2021 en Uncategorized

 

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Irán: a 40 años de la Revolución Islámica

En 1979 se inauguró en Irán un régimen teocrático liderado por el ayatolá Ruhollah Khomeini, hecho que marcó un punto de inflexión en la historia y transformó profundamente al país y a la región

Los clérigos chiíes, de mucha ascendencia en Irán, fueron los que impulsaron la revolución que derrocó al shah Muhammad Reza Pahlevi, último representante de una monarquía que rigió durante 2.500 años en el territorio persa.

Se trató de una revolución popular ya que Reza Pahlevi era un autócrata que expresaba una dinastía decadente, una monarquía acusada de prooccidental, megalómana y elitista.

Los historiadores dicen que Pahlevi había intentado una modernización de Irán sobre la base del laicismo, pero era un individuo despiadado que eliminó físicamente a los opositores a su gobierno.

Los chiítas, que veían como negativa la influencia laicista en el Estado, y querían defender sus privilegios e intereses frente a la invasión del Occidente infiel, aprovecharon entonces el descontento popular e instauraron un régimen teocrático bajo la guía espiritual y el liderato político del ayatolá Ruhollah Khomeini.

El vuelco fue tan abrupto que alteró dramáticamente el escenario geopolítico en Medio Oriente, y cambió las relaciones internacionales, demostrando que la religión podía ser una poderosísima herramienta política en el siglo XX, especialmente en el mundo musulmán.

La neutralidad religiosa del Estado (laicismo) es inaceptable para estos integristas musulmanes. Para ellos es una herejía vivir en un país donde se permite la libertad religiosa, de suerte que en él la gente pueda practicar el culto de su preferencia.

El laicismo es condenado frecuentemente por los clérigos musulmanes radicales para quienes la religión del Islam debe inspirar y regular la esfera pública, de suerte que no haya separación entre mezquita y Estado.

Irán está lleno de escuelas teológicas donde se forma el numeroso clero chií. Los estudiantes ingresan a los 15 años de edad y estudian durante 10 años en promedio. Egresan como mullas (clérigos) en tanto que los que siguen estudiando y se destacan por su saber, se doctoran como ayatolás. Estos últimos son la élite del clero y la cantera de la que se nutren las altas instancias del Estado.

La República Islámica de Irán es un régimen teocrático gobernado por clérigos musulmanes, los ayatolás. “El líder se reserva potestades inusuales y prerrogativas ideológicas. Él y los clérigos subordinados sostienen que es infalible y que no se equivoca nunca, porque recibe la guía y la inspiración del profeta (Mahoma)”, refiere Misagh Parsa, profesor de sociología en el Dartmouth College (New Hampshire), y autor de “Democracia en Irán: por qué fracasó y cómo podría tener éxito” (Harvard University Press).

Y añade:”Algunos incluso afirman que todos deben someterse a su mando (líder religioso), y que la desobediencia es equivalente al politeísmo. Cualquiera que se opone es considerado un mohrab, o enemigo de Dios, y puede ser ejecutado”.

La toma del poder por parte de los islamistas en Irán inspiró en las últimas décadas la inquina de algunos grupos extremistas (Hezbollah y Hamas) hacia lo que llaman decadencia occidental, hacia Israel y hacia las políticas de Estados Unidos y sus aliados en Oriente Medio.

Irán es desde hace tiempo una de las máximas potencias de la región. Con una población de 81 millones de personas, la cuarta reserva de petróleo del mundo y la primera de gas, tiene la envergadura y los recursos para influir a nivel global.

 

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Publicado por en 20/02/2019 en Uncategorized

 

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Islam y laicismo, tensión interna

Al musulmán integrista le repugnan menos la religión cristiana o judía que el laicismo occidental, que ha separado al Estado de la iglesia, haciendo de la fe una cuestión de conciencia individual.

A esa conclusión llegan muchos intelectuales europeos, como es el caso de Arturo Pérez-Reverte, para quien los fundamentalistas árabes, como lo han venido intentando a lo largo de la historia, no renuncian al proyecto de instalar a sangre y fuego una teocracia global.

La escalada del integrismo islamita, cuyo grito de guerra contra los “infieles”, supone asumir el retorno del fanatismo medioeval en pleno siglo XXI.

La idea de matar personas en nombre de Dios no es monopolio del Islam. La Europa cristiana lanzó varias “cruzadas” contra Oriente entre 1095 y 1291. Y ella misma se ensangrentó en guerras internas entre católicos y protestantes, en el siglo XVI y XVII.

“A Europa  le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza”, opina Pérez-Reverte, al explicar el triunfo de la democracia laica moderna, que en Occidente supuso la separación entre iglesia y Estado.

Es esa libertad, sostiene el español, la que hoy está amenazada por un ejército de fanáticos que, desde una visión radical del Islam, quiere la destrucción de la civilización occidental.

Si en el pasado el Islam rechazaba en bloque a Occidente por ser cristiano, hoy es hostil al secularismo, a la idea laica según la cual la fe religiosa es un asunto de conciencia individual.

Los estudiosos del mundo árabe admiten que en él todavía no se ha saldado esta separación de materias civiles y de gobierno de la teocracia religiosa. El grupo terrorista Estado Islámico (ISIS), por caso, es esencialmente anti-laico al proponer un Califato, una suerte de teocracia o estado confesional musulmán.

La neutralidad religiosa del Estado es inaceptable para los integristas musulmanes. Para ellos es una herejía vivir en un país donde se practique la libertad religiosa, de suerte que en él la gente pueda practicar el culto de su preferencia.

El laicismo es condenado frecuentemente por los clérigos musulmanes radicales para quienes la religión del Islam debe inspirar y regular la esfera pública, de suerte que no hay separación entre mezquita y Estado.

Sharia, así se llama el cuerpo del derecho islámico, que el grupo yihadista  busca imponer no sólo en Irak y Siria, sino también en el norte de África y parte de Europa.

Ahora bien, querer imponer en Occidente la sharia, los usos y costumbre islamitas, es contrario al laicismo, colisiona con el principio de separación del Estado y la iglesia, es contrario al pluralismo de creencias y religiones.

Es como pretender hacer musulmanes a todos los habitantes del mundo, y esto a la fuerza. Es como querer que todos los miembros de una sociedad se conviertan en practicantes y creyentes de determinada secta religiosa.

La ley islámica no sólo constituye un código religioso de orientación vital (como puede ser la Biblia para los cristianos), sino que codifica específicamente la conducta y rige todos los aspectos de la vida.

La sharia denota un modo de vida islámico y abarca todos los aspectos, los que involucran el culto religioso, las prescripciones jurídicas y las bases enteras de la organización social.

Lo que produce más controversia en Occidente es el rol que tiene la mujer dentro de esta legislación. La sharia presenta restricciones relativas al matrimonio, a la vestimenta y a la educación, entre otras.

 

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Publicado por en 16/08/2016 en Uncategorized

 

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Mundo árabe: la interna religiosa

El avance militar de Estado Islámico (EI), que amplía su influencia en Medio Oriente, se enmarca dentro un mundo árabe tensionado por conflictos étnicos y religiosos de larga data.

La información da cuenta que la toma de la ciudad iraquí de Ramadi por parte de los yihadistas, podría derivar en una guerra étnica entre chiitas y sunitas en la región.

El régimen de Bagdad (Irak) pelea para detener el avance de EI en su territorio, y entonces recurrió a las fuerzas chiitas, apoyadas por Irán. Pero Estados Unidos, también interesado en frenar ese avance, teme que se desate un derramamiento sectario de sangre.

Para los occidentales, Medio Oriente es rompecabezas difícil de entender. Allí no sólo se dirimiría una puja política entre una ideología islamista, de cuño teocrático, y otra laica, modernista y pro-occidental.

Una de las grandes contradicciones del mundo islámico consiste en el conflicto entre sunitas y chiitas. Esta brecha que se originó hace más de 1.000 años determina las complejas relaciones en Oriente Medio, y según los expertos es una de las mayores amenazas para la seguridad planetaria.

Con 1.200 millones de creyentes el Islam están tensionado por estas dos ramas. La historia de esta división se remonta a la muerte del profeta Mahoma, ocurrida en el año 632 d.C., el cual no designó sucesor.

El problema que se planteó entonces fue determinar quién sucedería al profeta en el gobierno del califato islámico. Algunos argumentaban que el sucesor debía designarse por gracia divina y que un parentesco familiar con Mahoma era una señal para elegir el futuro líder.

Así, el grupo Shi’atu Alí, en árabe, o partidarios de Alí, creyeron que el elegido para ese puesto  era Alí ibn Talib, primo y yerno de Mahoma. De aquí surgió la rama de los “chiitas”.

Pero otros expresaron su desacuerdo con el privilegio exclusivo de los sucesores de sangre del Profeta. Según ellos, la cabeza del Califato debía ser elegida por la mayoría de los miembros de la comunidad musulmana.

Esta posición fue explicada con extractos de la Sunna, un libro que contiene las palabras de Mahoma y sus seguidores. Por esta apelación a la Sunna, el bando fue nombrado “sunitas”.

Los historiadores contemporáneos sostienen que esta división se convirtió en un conflicto de proporciones -después de varios siglos de disputa doctrinal- cuando en 1979 el ayatolá Rujolá Jomeini impuso el régimen teocrático chiita en Irán.

Aprovechando el descontento popular hacia la dictadura del último Sha de Irán-Persia, Mohammad Reza Pahlevi, que era aliado de Occidente, Jomeini alteró la historia contemporánea de Oriente Próximo.

Cuatro décadas después, Irán -único país chií del planeta- y Arabia Saudí  -principal reino suní- dirimen una contienda política que en los últimos años ha devenido en una cruenta guerra confesional de amplios y variados frentes.

Otro hecho clave de este conflicto religioso tuvo lugar con la guerra de Irak en 2003. La intervención de Occidente permitió a la mayoría chiita llegar al poder después de años del régimen sunita de Saddam Hussein (que se percibía como un “bastión” en el camino del Irán chiita).

Desde el punto de vista doctrinal, los chiitas creen que los Imanes, líderes espirituales, son infalibles en todos los asuntos y son los intermediarios entre el pueblo y Dios.

Los chiitas esperan la llegada del duodécimo Imán que se convertirá en líder musulmán, el Mesías. En cambio los sunitas sólo sostienen el concepto de adoración a Dios, sin intermediarios, siendo el Imán una figura ordinaria.

 

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Publicado por en 31/05/2015 en Uncategorized

 

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Extremismo islámico, la nueva confrontación

Entre un importante número de observadores internacionales prevalece la convicción que la irrupción del islamismo radical, como antagonista de Occidente, inaugura una nueva era de confrontación global, aunque con resabios medievales.

El avance del grupo extremista ISIS, con su pretensión mesiánica de imponer un estado teocrático global bajo la inspiración del Corán, echó por tierra la profecía según la cual vendría una era de paz y prosperidad tras la caída del comunismo.

Fue Francis Fukuyama, en efecto, quien se hizo célebre con su teoría del fin de la historia, tras la desaparición de la Unión Soviética en 1989, lo que equivalía a afirmar la aparición de un orden global sin guerras ni revoluciones sangrientas.

Pero el siglo XXI revela que la historia, con sus conflictos, sigue en pie y más bien muestra signos de retorno de antiquísimas beligerancias. ¿Cómo entender, pues, la nueva y más amplia “guerra santa” del Islam?

Desde el corazón de Medio Oriente ha surgido un poder antagónico a la modernidad Occidental, que abreva en una interpretación violenta y fanática del Corán, haciendo volver a la humanidad a la época de las Cruzadas, propias de los siglos XI y XII.

Los ultraislamitas que quieren crear un Estado Islámico (ISIS, según la sigla en inglés), asentado hoy en un amplio territorio de Irak y Siria, recuerdan por su vocación asesina a la secta de los hashashins, que seguían a fines del siglo XI a Hassan bin Sabbah, una especie de reformador religioso.

En el libro “Grandes Conspiraciones de la Historia”, el español Santiago Camacho cuenta que esa secta de la Edad Media fue la primera organización terrorista de origen islámico.

Sabbah contaba con alrededor de 40.000 hombre apostados en toda Asia Occidental y Egipto que pacientemente esperaban órdenes de su líder, dispuestos a dar la vida por él.

El grupo transformó el acto del asesinato en un sistema dirigido primero a los musulmanes que no comulgaban con su dogma y luego contra los “infieles” cristianos.

La Secta de los hashashins (fuente de la palabra “asesino”) se hizo famosa por su crueldad y de hecho cultivó deliberadamente su reputación aterrorizante.

Idéntico método emplea hoy ISIS, que no sólo se conforma con una campaña de exterminio de personas, sino que ahora está destruyendo ciudades y obras milenarias, en una cruzada oscurantista contra las idolatrías de “dioses paganos”.

Los sitios arqueológicos de Siria e Irak representan para estos fanáticos religiosos símbolos de la idolatría pagana, y por tanto merecen su destrucción, como quería el profeta Mahoma.

Según los analistas, esto actúa como una propaganda muy útil para reclutar nuevos adeptos. Y en otro plano los milicianos yihadistas (yihad significa en árabe “lucha”) se proponen así impresionar a sus enemigos, con la idea de esparcir globalmente el terror.

La Unesco ha salido a condenar la destrucción de rico patrimonio de la humanidad, advirtiendo que esta “limpieza cultural” es un verdadero acto de barbarie.

La furia destructiva de ISIS no tiene límites ni reconoce fronteras. No sólo está causando estragos en Medio Oriente, atacando las bases de los estados árabes laicos, sino que ha hecho pie en Occidente, donde cosecha adeptos entre los hijos de los inmigrantes musulmanes.

Contra los pronósticos optimistas que auguraban el fin de los conflictos, tras la clausura de la Guerra Fría, el siglo XXI asiste a una nueva agenda de confrontación global, sobre la base de los desafíos del extremismo islámico.

 

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Publicado por en 22/03/2015 en Uncategorized

 

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La «Guerra Santa» en pleno siglo XXI

La opinión pública mundial se estremece ante la escalada del integrismo islámico, cuyo grito de guerra contra los “infieles”, en pleno siglo XXI, resulta difícil de comprender.

“Es la guerra santa, idiotas”. Así encabeza un artículo visceral el escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte, alertando sobre  la amenaza que se cierne sobre Occidente.

El español, que durante años cubrió como corresponsal los conflictos armados en Medio Oriente, habla como quien sabe de la esencia del adversario que tiene enfrente.

Para él se trata de los seguidores del Corán que se sienten obligados  a dar muerte en guerra a los enemigos de su fe. Se trata de los fundamentalistas árabes que, como lo han venido intentando a lo largo de la historia, no renuncian al proyecto de instalar a sangre y fuego una teocracia global.

La fórmula es la Yihad, o guerra santa, que no tiene límites ni reconoce fronteras. Una especie de mandato divino que trasmitió el profeta Mahoma a los de su raza, cuando escribió en el Corán: “la guerra es permanente hasta el día del juicio”.

“Porque es la Yihad, idiotas. Es la guerra santa”, proclama Pérez-Reverte, queriendo sacudir la conciencia de aquellos a los que les resulta inverosímil asumir el retorno del fanatismo medieval en pleno siglo XXI.

“A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza”, opinó el periodista español, reconociendo que esta parte del mundo también debió superar el fanatismo religioso –la idea de matar personas en nombre de Dios- que hoy hace estragos en Oriente.

Es esa libertad occidental, alerta, la que hoy está amenazada por un ejército de fanáticos que, desde una visión radical del Islam, pretenden instalar un Califato musulmán global.

“Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio”, advierte Pérez- Reverte, sugiriendo que un Occidente burgués, esencialmente cobarde y condescendiente, corre riesgo de desaparecer.

El planteo del escritor español puede ser controversial -¿ve acaso fantasmas donde no los hay?- pero es sintomático del miedo que embarga a una parte de la sociedad europea (que además cobija en su seno a millones de inmigrantes musulmanes).

Y recuerda, sobre todo, la tesis de Samuel P. Huntington, profesor de la Universidad de Harvard, quien en 1993 planteó que los conflictos ya no serán entre Estados sino entre civilizaciones muy diferentes entre sí.

Para este politólogo estadounidense, en el siglo XXI ninguna frontera será más sangrienta que la que separa al Islam de Occidente. Ahora bien, la guerra santa, como la que hoy lidera la organización Estado Islámico (conocida como ISIS) ¿representa el sentir de todo el mundo musulmán?

Al respecto habría que precaverse de las visiones lineales y reduccionistas que identifican al Islam con el odio irrevocable a Occidente (las que acaso se descubren en planteos como los sostenidos por Pérez-Reverte).

En este sentido, más que hablar de una batalla entre el Islam y Occidente, habría que pensar en una interna en el propio bloque islamita. Se trataría en rigor de un conflicto entre una interpretación violenta y fanática del credo de Mahoma y aquella otra que asume la coexistencia pacífica de las religiones.

Si esto es así, a todo el mundo le debería importar qué teología vencerá en la lucha por la definición del Islam: la que predica la guerra a los infieles o la que cree en la paz de la familia humana.

 

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Publicado por en 20/09/2014 en Uncategorized

 

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