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La llegada del invierno en esta parte del globo

El solsticio de invierno de 2023 ocurrirá en Argentina este miércoles 21 de junio a las 11:58 de la mañana. De esta manera, en esta parte del mundo arranca la estación dominada por el frío y las pocas horas de luz solar.

El solsticio es un fenómeno astronómico que marca el comienzo de dos estaciones, que varían de acuerdo al lugar del planeta en el que nos encontremos.

Para el hemisferio sur empieza el invierno, por lo que también recibe el nombre de solsticio hiemal; mientras que en el hemisferio norte inicia el verano, en lo que también se denomina solsticio vernal.

En las regiones ubicadas al sur de la línea del Ecuador se produce el día más corto del año y, a su vez, la noche más larga.

El término solsticio proviene del latín “solstitium”, derivado de la unión de “sol”, “sistere” y el sufijo “ium”, que significa “Sol parado o detenido”. Se llama así a estos fenómenos anuales porque desde la óptica terrestre pareciera que el Sol estuviese parado o inmóvil.

En realidad, según los astrónomos, el eje de la Tierra tiene una inclinación de 23,4º y, al girar alrededor del Sol, el polo norte (en el solsticio de junio) o el polo sur (en el solsticio de diciembre) reciben mayor incidencia de los rayos solares.

La magnitud de este fenómeno en las vidas de las personas es evidente y, a lo largo de la historia de la humanidad, distintas civilizaciones han realizado rituales en honor de los solsticios.

Por ejemplo, el Inti Raymi (o Fiesta del Sol) es una ceremonia religiosa del Imperio inca en honor del dios sol Inti, la deidad más significativa de la mitología de este pueblo precolombino.

Una ceremonia realizada por los sacerdotes incas era la vinculación del Sol. En Machu Picchu aún hay una gran columna de piedra llamada Intihuatana, que significa ‘picota del Sol’ o, literalmente, ‘para atar al Sol’. El objetivo de la ceremonia de atar al Sol a la piedra era impedir que éste se escapara.

Por estos días, las bajas temperaturas, a partir de la irrupción de una masa de aire frío que se extiende por todo el país, nos anoticia de la llegada de la estación invernal, con sus días más cortos y noches más largas.

En Argentina, las zonas cordilleranas y regiones del sur patagónico se visten de blanco en esta época, donde el esquí y el turismo de aventura atraen a miles de visitantes, siendo Bariloche la capital de la nieve.

En líneas generales, la falta de luminosidad y el frío, característicos del invierno, evocan confusas sensaciones anímicas. En estos días grises, cuando las bajas temperaturas acobardan, no dan ganas de salir del hogar para trabajar o estudiar.

En esta época del año cuando el Sol baja su intensidad lumínica, cierta tristeza y melancolía afectan el alma, según describen muchos poetas y también los estudios empíricos.

“Los estudios muestran que la gente es más feliz, más enérgica y menos propensa a enfermar en los días largos y luminosos de verano, mientras que su humor tiende a rebajarse -y los estados de ansiedad y depresión a intensificarse- durante los días más cortos y grises del invierno”, explica Mayer Hillman, profesor emérito de la Universidad de Westminster (Reino Unido), en un artículo aparecido en la revista British Medical Journal.

La llegada anticipada de la noche también puede provocar, en personas susceptibles a los estados depresivos, una dolencia conocida como trastorno afectivo estacional (SAD, por sus siglas en inglés) o depresión de invierno.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 28/06/2023 en Uncategorized

 

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Ante un recargado año electoral en todo el país

El año 2023 se presenta como una larga discusión electoral, entre las primarias obligatorias (PASO), las elecciones desdobladas por las distintas provincias, y las elecciones presidenciales, que pueden incluir balotaje.

El camino a las elecciones nacionales será determinado por un calendario que, de acuerdo a las leyes vigentes, permiten anticipar que las PASO se llevarán a cabo el 13 de agosto y las generales, cuando se votará al nuevo presidente o presidenta que asumirá el 10 de diciembre, se realizarán el 22 de octubre.

Además de la Presidencia de la Nación, en los comicios de este año también se elegirán diputados y senadores nacionales (se renueva la mitad de la Cámara Baja y un tercio del Senado), a 21 gobernadores (con la excepción de Santiago del Estero y Corrientes, que los votaron en 2021) y al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Varias de las 21 provincias que irán a las urnas para elegir gobernador ya definieron un desdoblamiento electoral, es decir que votarán al mandatario provincial antes de la elección presidencial.

Además del Presidente y los miembros del Congreso, en cada distrito se elegirán también legisladores provinciales, intendentes, concejales y consejeros escolares a nivel municipal.

La Ley de Partidos Políticos (26.571) establece que las PASO deben celebrarse (si no hubiera una modificación por razones especiales) el segundo domingo de agosto, que este año será el día 13 de ese mes.

En tanto, el Código Electoral Nacional ordena en su artículo 53 que las elecciones generales se lleven a cabo el cuarto domingo de octubre, que en este caso será el día 22.

En tanto, la Constitución Nacional establece que la elección del presidente y vicepresidente debe realizarse dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente en ejercicio, que es el 10 de diciembre de este año.

En caso de que ninguna de las fórmulas alcance el 45% de los votos o el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo candidato más votado, de acuerdo a la Constitución, se debe llevar a cabo una segunda vuelta o balotaje “dentro de los treinta días de celebrada la anterior”, razón por la cual se realizará en noviembre.

En las elecciones generales de octubre los votantes de los 24 distritos del país elegirán 130 diputados nacionales, para renovar poco más de la mitad de las 257 bancas que conforman la Cámara de Diputados.

Al mismo tiempo, 8 provincias (Buenos Aires, Jujuy, Formosa, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz) tendrán que elegir 24 senadores nacionales a razón de 3 cada una (2 por la lista más votada y 1 por la segunda más votada) para renovar un tercio del Senado.

Respecto de las elecciones a gobernador, varias provincias se adelantan a los comicios nacionales. Entre ellas están La Pampa, Neuquén, Tucumán, Salta, San Juan, Jujuy, Misiones, Mendoza y Río Negro.

Entre Ríos se plegaría al lote de provincias que desdoblarán las elecciones para autoridades propias, según el proyecto que envió el gobernador Gustavo Bordet a la Legislatura. Allí se estipula que las primarias serían el 30 de julio y las generales el 24 de septiembre.

Uno de los interrogantes de este año es cómo se conciliará ese frondoso calendario electoral con el estado de ánimo de los argentinos, que según algunos sondeos expresan un sentimiento mayoritario de pesimismo y frustración.

Algunos encuestólogos, de hecho, se animan a vaticinar la irrupción de un “voto de enojo”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 16/01/2023 en Uncategorized

 

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«Prohibido sufrir» o la patologización del dolor

El manejo del sufrimiento, algo inseparable de la condición humana, ya no pasa como una cuestión metafísica y religiosa. Hace tiempo se ha convertido en un asunto susceptible de tratamiento a manos de la ciencia.

No se trata de la aceptación de lo inevitable, como enseña la sabiduría tradicional, sino de la creencia de que siempre existe una cura o remedio a las dolencias humanas, sean estas psicológicas o físicas.

No se puede negar que la ciencia ha conseguido conquistas notables en orden a mitigar los dolores. El hombre moderno ha logrado cotas de bienestar nunca antes alcanzadas gracias a la medicina.

¿Pero es posible erradicar el sufrimiento, una de las realidades más conflictivas de la experiencia humana, ya que desafía nuestro sentido de búsqueda de paz y felicidad?

De una u otra forma, el sufrimiento parece ser inseparable de la existencia terrena del hombre. La vida humana aparece impensable sin el sufrimiento. Y de hecho muchas filosofías y religiones ven en él un arma poderosa que lleva a los individuos a su proceso de humanización.

Recuperar actitudes vitales como la aceptación de lo inevitable y de los acontecimientos, el temple y la fuerza de ánimo son propuestas que se formulan desde posiciones metafísicas.

Las personas sufren más que los animales por la autoconciencia. Sufren y saben que sufren. Pueden hacer partícipes a amigos o familiares de sus sufrimientos y eso es ya un gran alivio, pero también son conscientes que el dolor es algo personal.

El sufrimiento es mucho más amplio que la enfermedad, más complejo y a la vez aún más profundamente enraizado en la humanidad misma, si se asume que el hombre es un ser psíquico y espiritual.

Por ejemplo, la muerte siempre ha sido una parte inexorable de la vida y en este sentido superar la pérdida de un ser querido siempre ha sido un reto psicológico complejo.

Al respecto, la Asociación Americana de Psiquiatría propone crear un nuevo trastorno mental: el de duelo prolongado. Se trata de una definición polémica toda vez que puede ser leída como una nueva “patologización” del sufrimiento humano.

En el ámbito de la salud mental la guía más utilizada es el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM, por sus siglas en inglés), que emite esa asociación americana, de ahí la importancia de ese pronunciamiento.

¿Pero puede categorizarse al duelo -hasta aquí una reacción normal ante la pérdida- como un trastorno mental? ¿Es el duelo una patología más que tratar o medicar?

La caracterización del DSM ha levantado polémica incluso entre psicólogos y psiquiatras, algunos de los cuales denuncia “patologización del sufrimiento humano”. Consideran que echar de menos a alguien, que se ha perdido quizá de forma inesperada o traumática, de ningún modo puede ser catalogado de “trastorno”.

Desde hace un tiempo empiezan a escucharse voces críticas, dentro de la misma psiquiatría, contra la tendencia a considerar como una enfermedad mental cualquier malestar, algo que lleva a la medicalización de las personas.

Es el caso del doctor Allen Frances, catedrático emérito de la Universidad de Duke, autor del libro “¿Somos todos enfermos mentales?”, donde denuncia que se ha “creado un sistema de diagnóstico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales”.

Según el catedrático esta ampliación de síndromes y patologías mentales ha contribuido a la “medicalización” de la vida, un proceso funcional a la industria farmacéutica.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 19/02/2022 en Uncategorized

 

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La angustia: tónica general de la humanidad

A la pandemia, con todos sus trastornos, se suman los conflictos crecientes y la crisis climática. La humanidad tendría motivos suficientes para sentirse angustiada, según la ONU.

Una vida acomodada ya no es garantía de tranquilidad. Antes de la aparición de la Covid-19, seis de cada siete personas en el mundo presentaban ansiedad e incertidumbre.

Este cuadro se ha agravado a partir de una creciente sensación de retroceso en los niveles de bienestar, provocado por la propia pandemia, y el miedo que generan tanto el calentamiento global como el incremento de los conflictos humanos.

Al parecer, el progreso experimentado en el siglo XX, sobre todo en el plano tecnológico, no fue suficiente para mitigar la sensación de incertidumbre e injusticia de la sociedad global.

Éste es el reciente diagnóstico elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que advierte que hoy la humanidad se siente particularmente angustiada por la marcha del mundo.

“El número de personas que huyen de sus hogares, ya sea como desplazados internos o refugiados, ha llegado a niveles récord. Hay indicios de que estamos quizás en un nivel de conflicto sin precedentes”, explica el administrador del PNUD, Achim Steiner.

“Quizás no sea una coincidencia que, en medio de una pandemia, a principios de 2022, no estemos viendo un mundo que se une, sino más y más ejemplos de tensiones y conflicto dentro de los países. Suenan tambores de guerra, una situación contraria de la que intuitivamente deberíamos estar”, alerta el funcionario.

“Los ciudadanos ya no confían en el futuro aunque, según los indicadores de desarrollo tradicionales, somos la generación más rica en la historia de la humanidad, disponemos de tecnologías extraordinarias y nuestros niveles de educación son más altos que nunca”, explica Steiner.

Nadie se siente seguro ni siquiera en la abundancia, de suerte que la vida acomodada está transida de intranquilidad, según se desprende del documento de marras.

“Países con algunos de los niveles más elevados de buena salud, riqueza y enseñanza muestran mayor grado de ansiedad incluso que hace diez años”, apunta el reporte de la ONU, que mide empíricamente lo que siente la población.

El PNUD subraya la elevada sensación de inseguridad humana en una sociedad global que ha sentido su fragilidad tras la pandemia, uno de cuyos efectos fue ampliar la brecha social.

Al respecto los autores del documento recuerdan que “la seguridad humana consiste en vivir libre de necesidades, del miedo y de la indignidad. Se trata de proteger lo que más nos importa a los humanos en nuestras vidas”.

El Programa de la ONU para el Desarrollo subraya además que crece la conciencia respecto de que cuanto sucede en el planeta, para bien o para mal, depende de las decisiones que toman las personas.

Esta percepción asociada a altos niveles de responsabilidad aumenta los niveles de angustia. Esto supone que el ser humano tiene en su poder la capacidad de destruir, pero también de transformar la vida en el planeta. De momento, los datos muestras un rumbo hacia un destino sombrío, según el PNUD.

“Estado de intranquilidad o inquietud muy intensas causado especialmente por algo desagradable o por la amenaza de una desgracia o un peligro”, así define el diccionario a la angustia, el cuadro psicológico dominante hoy en la sociedad global.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/02/2022 en Uncategorized

 

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Otoño, la estación signada por significativos cambios

A las 6:37 horas de hoy, 20 de marzo, se produjo el equinoccio de otoño (que marca el inicio de esta estación) en esta parte del globo terráqueo, el hemisferio sur.

Esto ocurre porque la Tierra tiene su eje de rotación inclinado, de suerte que al trasladarse en su órbita alrededor del Sol, queda más o menos expuesta a sus rayos, según el período del año, generándose así las estaciones.

El equinoccio -del latín “aequinoctium”, que significa “noche igual”- es el instante preciso en el que la duración del día y de la noche prácticamente coinciden en cualquier punto de la Tierra.

La palabra otoño viene del latín “autumnus” que significa “cambio”. Es así como durante esta estación la temperatura comienza a descender indicando la llegada del invierno.

A los que les gusta disfrutar del sol, del aire libre y del deporte la llegada del otoño es una mala noticia, porque cada día anochece un poco antes, aunque para mucha gente se trata de la estación que tiene un particular encanto.

“El otoño es un andante melancólico y gracioso, que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno”, señaló la escritora francesa Amantine-Aurore Dupin, más conocida como George Sand, al dar cuenta de esta transformación.

Con el cambio otoñal, las hojas de los árboles se tiñen de colores rojizos, amarillos y marrones y poco a poco van cayendo las hojas caducas. Su cambio de color alerta sobre la pérdida de follaje que se producirá en invierno.

“El otoño devuelve a la tierra las hojas que ella le prestó en verano”, dijo George Christoph Lechtenberg, sugiriendo que este es un buen momento para observar lo que ocurre en la naturaleza.

Para los filósofos orientales, cada estación tiene su simbología, de modo que si en primavera es cuando los árboles florecen y en verano es cuando dan fruto, el otoño representa la época del cambio, cuando los árboles se despojan de lo superfluo para descansar en invierno y volver a renacer en un nuevo ciclo.

El otoño es una estación que se suele asociar a la melancolía, a la madurez, a la quietud y a la reflexión. Pero pese a sus connotaciones negativas o de tristeza, se trata sin duda de una estación muy querida y admirada por un sinfín de escritores y artistas.

La temática estuvo muy presente en la obra de Leopoldo Lugones, quien cantaba al amor eterno usando el otoño como metáfora: “No temas al otoño, si ha venido./ aunque caiga la flor, queda la rama./La rama queda para hacer el nido”.

En “Rosa de otoño”, refiere el poeta argentino: “Abandonada al lánguido embeleso/ que alarga la otoñal melancolía, tiembla la última rosa que por eso /es más hermosa cuanto más tardía”. 

Dos poetas ingleses como Shelley o John Donne, aprecian en el otoño una belleza única, inexistente en otras estaciones. Así, John Donne, aseguraba que “No existe belleza primaveral, ni el verano tiene tanta gracia, como el que he visto en un rostro otoñal”.

Doscientos cincuenta años más tarde, Percy Shelley, escribió: “Hay una armonía en otoño, y un brillo en su cielo, que durante el verano no se escucha o se ve, como si no pudiera ser, como si no hubiera sido”.

Por lo demás, se ha descubierto que los cambios estacionales en la temperatura y la luz inciden sobre nuestro estado de ánimo y comportamiento.

Un reciente estudio afirma que el momento de la estación del año en el que nacemos afectará nuestra personalidad al llegar a la vida adulta. Se dice, por caso, que quien nació en otoño tiene una personalidad tranquila, romántica y creativa.

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Publicado por en 21/03/2021 en Uncategorized

 

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Los beneficios asociados a prácticas elegidas por gusto

Hobby es una palabra del inglés que se emplea para referirse a los pasatiempos o actividades que se practican por gusto y de forma recreativa en el tiempo libre y que son de gran importancia para la salud mental.

El anglicismo, que en español puede traducirse como “distracción predilecta”, remite a una actividad que se realiza más por interés personal, por entretenimiento o por distracción, que por una recompensa o ganancia económica.

Los hobbies consisten en esos espacios de “mini vacaciones” mentales para dedicar un tiempo a algunas prácticas interesantes como por ejemplo artes plásticas, baile, deportes, gastronomía, música, jardinería, decoración, manualidades, lecturas, entre otros.
Los psicólogos recomiendan vivamente estas aficiones porque permiten a la persona desconectarse de la rutina diaria, reduciendo los efectos de algunos trastornos frecuentes como el estrés, el sedentarismo, la soledad, el aislamiento, entre otros que suelen padecerse por las obligaciones de cada día.

Por definición un hobby no es una actividad laboral, sino una vía de escape para relajarse. En todo caso, puede contener cierto nivel de afinidad con la ocupación profesional de cada quien, pero siempre reporta alguna gratificación personal.

A veces puede compensar aquello que se tiene que hacer por obligación. Así, si el trabajo diario involucra mucho tiempo en estado de sedentarismo, el hobby puede incluir actividades de movimiento intenso. Cuando las obligaciones laborales conllevan altos niveles de estrés, se recomiendan relajantes como yoga, meditación, manualidades o jardinería. Si el trabajo es muy rutinario, lo ideal es buscar hobbies desafiantes como lectura, escritura o artes que permitan mayor creatividad.

En una primera clasificación los hobbies pueden ser prácticos o intelectuales. Algunos de los más populares son el coleccionismo, la jardinería, la fotografía, la pintura o el dibujo.

También se pueden mencionar actividades como tocar un instrumento, cantar, actuar, hacer magia, construir modelos a escala, cocinar, leer, practicar un deporte, caminar, escalar, pescar, etc.

Sea cual sea el trabajo, oficio o profesión, lo más importante es sentir un gran deseo por realizar otras actividades placenteras, gratificantes, que incluso con la práctica puedan hacer que cada quien se convierta en un verdadero experto en ellas.

Se asegura que cuando una persona está haciendo algo que le gusta o le entretiene, su cerebro segrega más endorfina y más serotonina, llamadas “hormonas de la felicidad”.

Eso significa que un hobby puede ser una extraordinaria manera de mejorar la salud mental, el estado anímico e inclusive el cuerpo.

Los psicólogos describen varios beneficios asociadas a estas distracciones predilectas: amplían y desarrollan nuestras capacidades; permiten conocer nuestras virtudes; ayudan a prevenir enfermedades como el Alzheimer;  eliminan pensamientos negativos.

Por otro lado promueven la disciplina, la creatividad y la sana competencia; son positivos para la salud; nos sirve para “desconectarnos” del estrés y la cotidianidad; mejoran la vida social y la calidad de vida; son una cura para la depresión, la ansiedad y el nerviosismo.

En otro orden, los hobbies favorecen al equilibrio mental y el autodominio; fomentan la salud física y emocional, al generar paz interior; al tiempo que evitan el sedentario, la soledad y el aislamiento.

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Publicado por en 17/01/2021 en Uncategorized

 

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Los múltiples beneficios de una buena digestión

“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. La célebre frase de Hipócrates, el padre de la medicina, tiene una actualidad formidable, a la luz de las nuevas investigaciones sobre la digestión.

Se conoce como “gula” ese mecanismo humano caracterizado por el apetito desmedido en el comer y el beber. Esa palabra deriva del latín “gluttire” que significa “tragar”, que a su vez proviene de “gula”, que significa “garganta”.

El exceso en comer es un “pecado capital”, según la moral tradicional. “Una serpiente se alberga en el hombre: su intestino. Ella lo tienta, lo traiciona y lo castiga”, escribió al respecto el escritor francés Víctor Hugo.
La gula es una de las protagonistas del famoso poema escrito por Dante Alighieri. En la “Divina Comedia”, en efecto, los penitentes que se encuentran en el Purgatorio son obligados a pararse entre dos árboles de los que cuelgan frutas a las que ellos no pueden alcanzar; es una forma de castigo para que puedan comprender lo dañino y distorsionado que es su deseo.

La idea de que se juega mucho en qué y cómo se come está presente, también, en el mítico filósofo Epicuro de Samos, para quien la búsqueda del placer era la máxima virtud de todo mortal.

Pero la búsqueda de placeres más duraderos que otros debía ser hecha con prudencia ya que si se busca saciar el hambre mediante una placentera comida pero se lo consigue mediante una gran comilona, se logra el objetivo opuesto, un dolor posterior. Por tanto la búsqueda del placer debe hacerse con cautela y razón.

La ciencia contemporánea, en línea con esta intuición, ha venido profundizando en la relación entre el cerebro y el aparato digestivo. La relación entre las neuronas del cerebro, las emociones y el aparato digestivo es tal, que muchos científicos se refieren al intestino como “segundo cerebro”.

El tubo digestivo contiene una red neuronal muy compleja con una función muy parecida a la actividad del cerebro. El dato es que el estado de ánimo se aloja allí, si se piensa que el estómago produce y almacena el 90% de la serotonina, la “hormona de la felicidad”.

“Hay mucha más serotonina en el intestino que en el cerebro”, reconoce el psiquiatra argentino Marcos Asade, especialista en gastropsicología, al conectar la sensación de bienestar con el sistema digestivo.

La serotonina se forma a partir de una sustancia que se llama triptófano, un aminoácido esencial, que sólo se obtiene a través de la alimentación, y aquí radica la importancia de la dieta.

Lo que se ha descubierto es que el intestino trabaja en conexión con el cerebro, en una interacción bidireccional (de ida y vuelta). Desde hace mucho se sabe que las alteraciones emocionales repercuten a nivel digestivo (el estrés produce distinto malestares en este aparato).

Pero en los últimos años se ha comprobado que la comunicación del intestino hacia el cerebro es mucho más intensa. Algunos estudios indican, por caso, que cambiar la flora intestinal puede determinar un cambio en la conducta.

Considerar al intestino, en suma, como un sistema que de alguna manera toma sus propias decisiones, cambia la visión sobre la relación mente-cuerpo.

En “Pensar con el estómago”, el libro del gastroenterólogo Emeran Mayer, se afirma que los microbios que existen en el intestino dictan en gran medida nuestra percepción e interpretación del mundo.

En ese sentido, Mayer revaloriza el fenómeno de la digestión proponiendo, fuera de toda gula, una dieta especial en pos de la salud y el estado de ánimo.

 

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Publicado por en 25/08/2020 en Uncategorized

 

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La llegada del invierno, la estación melancólica

Las bajas temperaturas, a partir de la irrupción de una masa de aire frío que se extiende por todo el país, nos anoticia de la llegada de la estación invernal, con sus días más cortos y noches más largas.

En el hemisferio sur el invierno se pone en marcha el 21 de junio y se extiende hasta el 20 de septiembre. Como todas las estaciones, es causado por la inclinación de 23,44 grados del eje terrestre sobre su plan orbital.

En Argentina, las zonas cordilleranas y regiones del sur patagónico se visten de blanco en esta época, donde el esquí y el turismo de aventura atraen a muchos extranjeros, siendo Bariloche la capital de la nieve.

En línea general la falta de luminosidad y el frío, característicos del invierno, evocan confusas sensaciones anímicas. En estos días grises, cuando las bajas temperaturas acobardan, no dan ganas de salir del hogar para trabajar o estudiar.

En la época del año cuando el sol baja su intensidad lumínica, cierta tristeza y melancolía afectan el alma, según describen muchos poetas y también los estudios empíricos.

“Los estudios muestran que la gente es más feliz, más enérgica y menos propensa a enfermar en los días largos y luminosos de verano, mientras que su humor tiende a rebajarse -y los estados de ansiedad y depresión a intensificarse- durante los días más cortos y grises del invierno”, explica Mayer Hillman, profesor emérito de la Universidad de Westminster (Reino Unido), en el último número de la revista ‘British Medical Journal’.

La llegada anticipada de la noche también puede provocar, en personas susceptibles a los estados depresivos, una dolencia conocida como trastorno afectivo estacional (SAD, por sus siglas en inglés) o depresión de invierno.

“En ausencia de luz, se segrega melatonina, un hormona que nos lleva la relajación y el sueño”, explica la psicóloga clínica Miren Larrazábal. Este proceso, combinado con otros factores, puede influir, a su vez, en otras hormonas como la serotonina, cuya carencia está íntimamente relacionada con la tristeza y, en grados patológicos, con la depresión.

El origen griego del término melancolía remite a “bilis negra”, es decir, al peor de los “humores”, según la interpretación científica que se hacía en la antigüedad del funcionamiento de nuestro cuerpo.

La melancolía era para Hipócrates (469-399 a.C.) uno de los cuatro humores que componían ese cuerpo humano. Y el médico griego, fundador de la medicina científica, habló de la melancolía invernal, sugiriendo que esta estación coincide con una pérdida de vitalidad. “Lo que causa más enfermedades es el cambio de estaciones”, sostenía al explicar cómo el clima condiciona el humor y la salud de las personas.

El tratamiento de la melancolía invernal varía. Algunas personas deciden mudarse a un clima más cálido durante esta época. Sin embargo el escritor alemán Ernst Jünger sostiene que necesitamos del invierno.

“La idea de pasar el invierno en costas soleadas entre los trópicos resulta agradable pero falsa –escribió-. Queremos que el árbol de la vida tenga flores durante todo el año. Pero también en los trópicos a los árboles se les caen las hojas. La noche del invierno no nos resulta menos necesaria que la noche del día. También por lo que respecta al corazón tenemos que prestar atención a la marea alta y a la marea baja. Quien sólo quiere tener marea alta se expone a la rotura del dique. No podemos estar siempre exentos de dolores, no podemos estar sin sombra, tenemos que aceptar la melancolía. También allí hay dioses”.

 

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Publicado por en 15/07/2019 en Uncategorized

 

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Dime qué comes y te diré qué sientes

Desde antiguo se sabe que la alimentación es más que cubrir una necesidad fisiológica elemental: incide y mucho en nuestros estados de ánimo.

La psicología moderna ha abundado en la temática según la cual nuestras emociones tienen un efecto poderoso sobre nuestra elección de los alimentos. Se ha observado, por ejemplo, que la vergüenza y la culpa pueden tener incidencia negativa en la dieta.

Pero en la actualidad se insiste que también existe una relación inversa: no sólo cómo sentimos afecta nuestra forma de comer, sino que lo que comemos afecta lo que sentimos.

Montse Bradford, nutricionista especializada en alimentación energética, postula que existe una causa-efecto entre lo que ingerimos y cómo nos sentimos después. “Lo que pensamos genera emociones, pero también lo que comemos”, refiere.

Su reflexión es la que sigue: “Si tomo un vaso de agua o de whisky mis emociones serán muy distintas. ¿Y por qué generarán distintas emociones? Porque atacarán a diferentes órganos. Si yo ingiero alimentos que me bloquean el hígado, o la vesícula biliar, tendré emociones de ira, cólera, agresividad, impaciencia… porque cada órgano, dependiendo de si funciona bien o mal, genera unas u otras emociones”.

En su libro “La alimentación y las emociones” Bradford sugiere que a través de la comida podemos generar nuestro propio estado de ánimo. Dice que hay alimentos que generan una sangre ácida, con la que construimos estrés, enfermedad y desequilibrio.

En tanto que los alimentos que alcalinizan la sangre, aportan energía, vitalidad y salud. Hay alimentos con energía yin (chocolate, alcohol, estimulantes, azúcares, levaduras artificiales, etc.) que conducen a la hipersensibilidad, mientras que hay otros, con energía yang (carne, jamón, embutidos, huevos, etc.) que nos ponen tensos y coléricos.

“El alcohol, los vinagres, los estimulantes, todos ellos estimulan al sistema nervioso generando una energía falsa. Cuando una persona, a media tarde, se siente fatigada, busca ingerir café, chocolate, beber una gaseosa, en definitiva, generar una energía que no tiene”, dijo Bradford en diálogo con la prensa.

En realidad los postulados de Bradford, respecto de que la comida induce las emociones, es algo que sabía la medicina antigua de muchos pueblos. Los griegos, por ejemplo, tenían claro que con respecto al físico la clave residía en una dieta sana.

Se atribuye a Hipócrates de Cos, considerado el padre de la medicina, esta impactante frase: “Deja que la comida sea tu medicina y la medicina, tu comida”.

En un texto griego antiguo, perteneciente a la escuela hipocrática, se sostiene que el problema no estriba en lo que el hombre es de por sí, sino en “lo que es en relación con lo que come y bebe y a cómo vive y a los efectos que todo esto produce en él”.

Ahora se sabe que los hábitos alimentarios, la frecuencia de la ingesta y la calidad de los productos que se consumen tienen indudable impacto en aquella zona de la personalidad donde residen la afectividad y el pensamiento.

Está comprobado, por ejemplo, que una dieta estricta puede estropear el carácter de una persona. Comer poco puede acarrear fastidio y malhumor. Por el contrario, el exceso rompe también el equilibrio, influyendo negativamente en el plano anímico. Quien tiene un vínculo adictivo con la comida, y emprende un plan contra el mismo, puede caer en una inquietud permanente.

En tanto, algunos estudios revelan que las personas que consumen más grasas trans son propensas a mostrar conductas negativas como impaciencia, irritabilidad y agresividad.

 

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Publicado por en 19/01/2019 en Uncategorized

 

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La risa, un remedio en tiempos de tensión

Desde antiguo se sabe del poder curativo del humor, de su capacidad por desdramatizar las situaciones de la vida. En la actualidad, en sociedades amenazadas por los males del estrés, se ha puesto de moda la risoterapia.

La historia cuenta que hace más de 4.000 años, en al antiguo imperio chino, había unos templos donde las personas se reunían para reír con la finalidad de equilibrar la salud.

En la Edad Media los bufones cumplían una función social en las cortes. Su actuación durante las comidas producía hilaridad en los comensales, facilitando la digestión.

Erasmo de Rotterdam, en “Elogio de la Locura”, cuenta que los reyes “aprecian a los tontos más que a los sabios austeros, teniendo la costumbre de mantener por ostentación a los bufones, y ellos, proporcionan lo que los príncipes buscan por todas partes y cueste lo que cueste: el entretenimiento, la sonrisa, la carcajada, el placer”.

Otro erudito de la época medieval y santo de la Iglesia Católica, Tomás Moro, escribió una Oración del Buen Humor, donde dice: “Dame, Señor, el sentido del humor. / Concédeme la gracia de comprender las bromas, / para que conozca en la vida un poco de alegría y / pueda comunicársela a los demás”.

Ya en épocas modernas Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar nuestro organismo de energía negativa. Decía que el efecto “catártico” que producía permitía vivir mejor.

En 1995, un médico de la India, Madam Kataria, fundó el “Yoga de la Risa”, un movimiento que ha inspirado a miles de “clubes” de la risa en todo el mundo.

En la actualidad existen las llamadas “clínicas de risoterapia”, en las que se practica una técnica destinada a mejorar el estado físico y psicológico a través de la risa.

Se cree que cuando una persona ríe, además de mejorar su estado de ánimo y de atemperar su estrés, genera una sustancia benéfica para su organismo de cara a diferentes patologías o enfermedades.

Algunos fisioterapeutas emplean la risoterapia para ayudar a adelgazar a sus pacientes, gracias a los efectos quemagrasas de la risa.

Se sabe que los niños se ríen mucho más que los adultos. Un bebé promedio se ríe unas 300 veces al día, mientras una persona mayor lo hace a razón de 20 veces. Al parecer la madurez provoca un cambio gradual caracterizado por la seriedad.

En España, durante 2013, el Colegio de Psicólogos de Madrid preparó unas jornadas sobre “El humor y el optimismo como herramientas terapéuticas”, como una ayuda para la población en tiempos de crisis económica.

La idea fue provocar una suerte de sismo social que cambiara la mentalidad de la gente, fuertemente deprimida por el desempleo. El psicólogo Juan Cruz, al explicar los motivos de la jornada, habló del poder “transformador” del humor.

“En la situación de crisis que hay en la actualidad –dijo- hay importantes niveles de tensión y estrés. Hay que tratar la incertidumbre desde una mirada positiva, un optimismo emocionalmente inteligente”.

Dicen que las personas que realizan risoterapia aprenden a tener una mejor visión de sí mismas, de su entorno y de sus posibilidades.

Aunque la sociedad enseña a reírse de los demás, se cree que la clave pasa por aprender a reírse de uno mismo, de las capacidades limitadas del ser humano y de la vida.

No tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos, y saber aceptar las bromas ajenas, es una vacuna contra la narcisista idea de creernos mejores que los demás, una actitud arrogante que nos vuelve ofensores seriales de los no opinan ni actúan como nosotros.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 25/03/2015 en Uncategorized

 

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