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Una versión letal del terrorismo

El ataque en Orlando (Florida, EE.UU.), en el club nocturno gay Pulse, podría haber sido cometido por un “lobo solitario”, un nuevo tipo de combatiente que ejecuta actos extremistas.

Omat Mateen, el estadounidense de 29 años y de origen afgano que desató el infierno en la discoteca, dejando 50 muertos y 53 heridos, y que fue abatido por la policía norteamericana, entraría dentro de esta nueva versión posmoderna del terrorismo yihadista.

Se trata de individuos locales que actúan en “nombre de”, conectados con otros que comparten su ideología, pero que parecen autocoordinados. Hay indicios de que Omar Mateen actuó por sí solo, aunque en nombre de Estado Islámico (EI).

Los llamados “lobos solitarios” representan actualmente una de las mayores amenazas dentro del terrorismo yihadista. De hecho, ellos son los responsables de las peores matanzas ocurridas en Occidente.

La aparición de estos terroristas que deciden a su antojo dónde y cuándo atentarán sin seguir órdenes específicas de la organización madre (EI), responde a un nuevo modelo de actuación de los grupos extremistas islámicos.

Los lobos solitarios se han convertido en una de las armas más letales del yihadismo en su empeño por acabar con los “infieles” de Occidente, y entre ellos hay que contar a los “sodomitas”.

De ahí que el grupo EI reivindicara la actuación de Mateen especificando que ese “soldado del califato” atacó un “club nocturno de los adeptos de Lot”, como se califica a los homosexuales en los textos sagrados del Islam.

Mateen parece responder a la tipología de los que en Occidente se auto-radicalizan a través de Internet, a partir del consumo de la ideología del islamismo extremista, diseminado globalmente a través de las nuevas tecnologías.

Se diría, entonces, que son solitarios desde el punto de vista operacional, pero no independientes, ya que se trata de sujetos infiltrados mentalmente, o captados ideológicamente, por las organizaciones extremistas.

Hay una generación joven de islamitas radicales –muchos de ellos incluso conversos- disconformes con las sociedades occidentales en las que están inmersos, y dispuestos a actuar en cualquier momento como lobos solitarios.

Milena Uhlmann, investigadora de la Universidad Humboldt de Berlín, experta en conversión y radicalización, sostiene que los yihadistas “son bastante exitosos en penetrar en la juventud y acentuar el proceso de radicalización”.

Algunos ven a estos sujetos como atacantes suicidas posmodernos. Linda Alzaghari, investigadora noruega de la problemática del extremismo islámico, suscribe la tesis de que son la versión contemporánea del combatiente suicida. “Saben que al final van a terminar muertos”, refiere.

Según su descripción, a diferencia de los antiguos, estos lobos solitarios y suicidas no necesariamente siguen el patrón de una organización o grupo ni le deben completa fidelidad.

Los ataques que protagonizan tienen un fuerte componente individualista. Y ya se sabe que un rasgo de la posmodernidad es que los individuos tratan de encontrar su propia manera sin estar integrados a un grupo más grande.

Según los especialistas, los lobos solitarios son un problema para las fuerzas de seguridad porque son casi imposibles de detectar, entre otras razones porque los ataques los planean ellos mismos.

Por otro lado, como son miembros de las comunidades musulmanas que viven en las sociedades occidentales, esto alimenta un rechazo en Occidente hacia el colectivo árabe y musulmán.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 07/07/2016 en Uncategorized

 

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Extremismos ante la cultura del malestar

Tanto en Estados Unidos como en Europa se percibe un auge del extremismo político, de propuestas populistas y xenófobas, como corolario de un sistema sociopolítico en crisis.

Los votantes europeos manifiestan su descontento frente a la crisis en la zona euro y buscan soluciones alternativas en las urnas. Las facciones radicales, tanto de derecha como de izquierda, se posicionan así en el contexto político.

El dato es que los partidos de ideología extrema consiguen el apoyo de los votantes conectándose con el descontento por la crisis económica, en el marco de un gran nerviosismo social y un sentimiento antiinmigrante generalizado.

La cultura del malestar es el caldo de cultivo para que un electorado desencantado con el sistema político tradicional premie en las urnas a las propuestas populistas anti-globalización y anti-inmigración.

En toda Europa, y eso incluye a la tolerante Escandinavia (Suecia y Noruega), está en crisis el multiculturalismo, que postula la coexistencia de diferentes culturas y razas en una sociedad o país.

Partidos diversos, que reivindican el nacionalismo racial y cultural, consiguen la adhesión de amplias franjas de votantes, a través de un llamamiento a luchar contra la multiculturalidad y sobre todo la “islamización” de Europa.

Los analistas internacionales coinciden en señalar que el extremismo islámico, a través de Isis, ha fomentado deliberadamente el radicalismo europeo, por aquella ley dialéctica según la cual los extremismos se necesitan y se retroalimentan.

Los terroristas de Estado Islámico, mediante asesinatos masivos, ya han logrado su primer objetivo: inocular miedo en las grandes ciudades occidentales. Y es en este contexto psicosocial que crecen propuestas alternativas radicales.

Es el caso en Francia del movimiento extremista de Marine Le Pen, que se presenta como “alternativa” a un sistema político que califica de agotado e incapaz de proponer soluciones que atraigan a los ciudadanos.

En Estados Unidos, en tanto, no se habla de otra cosa que del sorprendente auge de Donald Trump. El magnate inmobiliario encabeza las encuestas de los candidatos republicanos para las próximas elecciones de noviembre.

Trump es visto como un populista de nuevo cuño, gracias a su retórica polémica contra la inmigración, la globalización comercial y el establishment político.

Muchos ven una conexión entre el público más golpeado por el desmoronamiento de la clase media americana y los simpatizantes de Trump, quien ha sido descripto como un populista plutócrata, que propone defender las empresas y los empleos norteamericanos frente a la globalización, sinónimo de importación china y mexicana.

Como ha escrito un observador: con Trump el Partido Republicano “une a una extraña coalición de blancos pobres que creen que si las cosas no les van bien es porque el dinero del Estado se va para los negros y para los inmigrantes, son blancos de clase media-alta y alta que creen que serían mucho más ricos si el Estado no les quitara impuestos para darles el dinero a los blancos pobres, a los negros y a los hispanos. Es el partido que se ha envuelto en la bandera de Estados Unidos y que considera cualquier ataque partidista una agresión contra el país. Es el partido del nacionalismo”.

Las sociedades que atraviesan crisis económicas prolongadas son un caldo de cultivo para que prosperen grupos o partidos extremistas que tienen la habilidad de seducir a una parte del electorado.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 13/02/2016 en Uncategorized

 

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La sociedad abierta ante el fanatismo

El islamismo radical, que lanza una razzia global contra los infieles, pone en jaque a la civilización democrática, cuyo eje es el pluralismo ideológico y político.

Karl Popper, en su obra más famosa, “La sociedad abierta y sus enemigos” (1945), postula que la mejor tradición occidental reside en la libertad de pensamiento y el disenso.

La cultura de la libertad es la gran herencia de la democracia ateniense, un sistema de convivencia cuya esencia es el respeto a la opinión ajena, la tolerancia como condición sine qua non.

En una sociedad abierta cada ciudadano necesita involucrarse en la práctica del criticismo, en el ejercicio del espíritu crítico, con vistas al progreso de la ciencia y la sociedad.

El rasgo saliente de la sociedad democrática, por tanto, es su carácter abierto a la circulación de las ideas, en un marco de libertad.

El extremismo islámico, que pretende instalar un Califato mundial, para instaurar la ley de Mahoma a sangre y fuego, ha declarado la guerra a Occidente y por extensión a su estilo de vida.

Popper diría que los terroristas árabes, los yihadistas que ensangrentaron por estos días a Francia, en un ataque sin precedentes, que son representantes de la “sociedad tribal”, antagonista principal de la sociedad abierta.

Una sociedad tribal es una sociedad cerrada, donde sus miembros  actúan conforme a lo pétreos dictados de un credo único incuestionable. En estas estructuras sociales monolíticas, donde no se tolera la diversidad ideológica, crece el prototipo del fanático.

Occidente aparece, frente al fanático islamita, como una amenaza mortal y esto porque la sociedad abierta, el pluralismo cultural e ideológico, es contraria a la fe sumaria y cruel del yihadista.

La cultura de la libertad es incompatible con el fanatismo o con cualquier radicalismo ideológico. Por la sencilla razón que el fanático le tiene fobia a cualquier contexto donde se expresen opiniones o creencias contrarias.

El filósofo español Fernando Savater sostiene que una cosa es tener una creencia  (teológica, ideológica o la que fuere) y sostenerla con firmeza. Pero una cosa muy distinta es querer imponerla a los demás coactivamente.

“El fanático –dice– es quien considera que su creencia no es simplemente un derecho suyo, sino una obligación para él y para todos los demás. Y sobre todo está convencido de que su deber es obligar a los otros a creer en lo que él cree o a comportarse como si creyeran en ello”.

Y añade Sabater: “Con demasiada frecuencia, el fanático no se conforma simplemente con vociferar o lanzar inocuos anatemas, sino que aplica medios terroristas para imponer sus dogmas, sea desde el poder o desde la clandestinidad homicida”.
En las sociedades abiertas el fanático está incómodo, porque tiene que aceptar a gente que no piensa como él. En su intransigente postura no cuadra la perspectiva de la libertad de pensamiento.

Mientras en las sociedades dominadas por un solo credo, como el Estado Islámico, la política consiste en instaurar la unanimidad ideológica de la sociedad, si es necesario por la fuerza, en las sociedades abiertas, básicamente heterogéneas y plurales, la política consiste en cambio en gestionar la diversidad democrática.

Los yihadistas, quienes practican el terrorismo contra los “infieles” occidentales, llevan la mentalidad fanática al paroxismo. Están dispuestos, así, a imponer su creencia a sangre y fuego, eliminando la cordura y la existencia del otro.

 

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Publicado por en 30/11/2015 en Uncategorized

 

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Extremismo islámico, la nueva confrontación

Entre un importante número de observadores internacionales prevalece la convicción que la irrupción del islamismo radical, como antagonista de Occidente, inaugura una nueva era de confrontación global, aunque con resabios medievales.

El avance del grupo extremista ISIS, con su pretensión mesiánica de imponer un estado teocrático global bajo la inspiración del Corán, echó por tierra la profecía según la cual vendría una era de paz y prosperidad tras la caída del comunismo.

Fue Francis Fukuyama, en efecto, quien se hizo célebre con su teoría del fin de la historia, tras la desaparición de la Unión Soviética en 1989, lo que equivalía a afirmar la aparición de un orden global sin guerras ni revoluciones sangrientas.

Pero el siglo XXI revela que la historia, con sus conflictos, sigue en pie y más bien muestra signos de retorno de antiquísimas beligerancias. ¿Cómo entender, pues, la nueva y más amplia “guerra santa” del Islam?

Desde el corazón de Medio Oriente ha surgido un poder antagónico a la modernidad Occidental, que abreva en una interpretación violenta y fanática del Corán, haciendo volver a la humanidad a la época de las Cruzadas, propias de los siglos XI y XII.

Los ultraislamitas que quieren crear un Estado Islámico (ISIS, según la sigla en inglés), asentado hoy en un amplio territorio de Irak y Siria, recuerdan por su vocación asesina a la secta de los hashashins, que seguían a fines del siglo XI a Hassan bin Sabbah, una especie de reformador religioso.

En el libro “Grandes Conspiraciones de la Historia”, el español Santiago Camacho cuenta que esa secta de la Edad Media fue la primera organización terrorista de origen islámico.

Sabbah contaba con alrededor de 40.000 hombre apostados en toda Asia Occidental y Egipto que pacientemente esperaban órdenes de su líder, dispuestos a dar la vida por él.

El grupo transformó el acto del asesinato en un sistema dirigido primero a los musulmanes que no comulgaban con su dogma y luego contra los “infieles” cristianos.

La Secta de los hashashins (fuente de la palabra “asesino”) se hizo famosa por su crueldad y de hecho cultivó deliberadamente su reputación aterrorizante.

Idéntico método emplea hoy ISIS, que no sólo se conforma con una campaña de exterminio de personas, sino que ahora está destruyendo ciudades y obras milenarias, en una cruzada oscurantista contra las idolatrías de “dioses paganos”.

Los sitios arqueológicos de Siria e Irak representan para estos fanáticos religiosos símbolos de la idolatría pagana, y por tanto merecen su destrucción, como quería el profeta Mahoma.

Según los analistas, esto actúa como una propaganda muy útil para reclutar nuevos adeptos. Y en otro plano los milicianos yihadistas (yihad significa en árabe “lucha”) se proponen así impresionar a sus enemigos, con la idea de esparcir globalmente el terror.

La Unesco ha salido a condenar la destrucción de rico patrimonio de la humanidad, advirtiendo que esta “limpieza cultural” es un verdadero acto de barbarie.

La furia destructiva de ISIS no tiene límites ni reconoce fronteras. No sólo está causando estragos en Medio Oriente, atacando las bases de los estados árabes laicos, sino que ha hecho pie en Occidente, donde cosecha adeptos entre los hijos de los inmigrantes musulmanes.

Contra los pronósticos optimistas que auguraban el fin de los conflictos, tras la clausura de la Guerra Fría, el siglo XXI asiste a una nueva agenda de confrontación global, sobre la base de los desafíos del extremismo islámico.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/03/2015 en Uncategorized

 

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