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La impronta urbana de las logias

21 Mar

El ideario masónico y su impacto edilicio en Gualeguaychú

La impronta urbana de las logias

La iconografía masónica que se detecta, por ejemplo, en los elementos funerarios del cementerio Norte, testimonian no sólo la presencia de masones. El fenómeno debe entenderse en relación al estilo neoclásico de mitad del siglo XIX, expresión del ideario liberal de la época.

Por Marcelo Lorenzo

La sociedad colonial, española y católica, tuvo su correlato urbano. La villa de San José de Gualeguaychú, fundada por Tomás de Rocamora en 1783, reunía las característica propias de los emplazamientos en América de la corona de España.

El tránsito de villa a ciudad, producido a mediados del siglo XIX, fue mucho más que una elevación de categoría. La sociedad nativa, en virtud de los cambios políticos y económicos, se estaba haciendo más cosmopolita y liberal.

La edificación privada y pública abandonó progresivamente los cánones coloniales, para adoptar el estilo arquitectónico de moda en todo el mundo: el neoclasicismo.

Dicho estilo era un reflejo, en realidad, de la instauración en el país y en Entre Ríos de un proyecto político y cultural: el liberalismo de la Revolución Francesa, un producto ideológico de la masonería, triunfante en la batalla de Caseros (1852).

El “jacobinismo” de las logias, de las sociedades secretas y de los círculos conexos – periódicos o entidades de bien público, desprendimientos de su filosofía filantrópica- marcó así a fuego a la sociedad local, en los cincuenta años subsiguientes.

El culto por lo griego, la vuelta al período pre-cristiano, no sólo inspiró la cultura, sino también una estética urbana. La inmigración europea, la llegada de italianos y franceses imbuidos de la ideología republicana, consolidó el proceso.

Cambios de estilo

La edificación en la región litoral durante la colonia era muy primitiva. La vivienda dominante era el “rancho”. Primero hecho de barro y paja apisonada, para evolucionar luego con el uso del ladrillo, el mortero de cal y la teja española.

Más adelante irrumpe la azotea o techo plano. Tanto en áreas urbanas como rurales, hacia mediados de la década de 1840 se empieza a ver una segunda planta en forma de torre o altillo.

Se diría que ésa era la arquitectura de la sociedad tradicional, e incluía el período confederal rosista. La construcción en Entre Ríos, después, toma un giro en la segunda mitad del siglo XIX, a partir de la promoción de un nuevo cambio cultural y el arribo de inmigrantes europeos.

“El repertorio neoclásico, tributario de los ideales revolucionarios franceses, y la incorporación de nuevos materiales, como el hierro, la madera cepillada y el vidrio, aceleran el abandono de los cánones tradicionales”, se lee en el libro ‘Patrimonio Arquitectónico de Entre Ríos’, realizado por arquitectos de la provincia.

El neoclasicismo fue un movimiento de renovación artística producido en el siglo XVIII, y sus iniciadores fueron masones, según refiere la antropóloga María Carlota Sempé, que integró el grupo de trabajo que analizó el perfil urbano masónico de la ciudad de La Plata.

“Fue un estilo de fuerte énfasis conceptual, caracterizado por la racionalidad, la normatividad, la ciencia y el orden”, destacó durante una exposición en 2005, en la Cátedra de Librepensamiento de la UNLP.

“La masonería usó este estilo agregándole su simbolismo específico y resignificando los rasgos arquitectónicos propios del estilo”, afirmó.

Ola progresista

A fines del siglo XIX en Gualeguaychú tiene lugar un boom constructivo, motorizado por residentes extranjeros, quienes dan origen a centros y sociedades cuya finalidad era brindar protección y servicios a los connacionales.

Al adquirir poder financiero, por esas actividades, lograron montar construcciones de envergadura. Así nacieron los edificios de la Sociedad Italiana Unione e Benevolenza, de la Societè Unión Francaise, de la Sociedad Operari Italiana y de la Sociedad entre Argentinos y Orientales.

Miembros de esas entidades interactuaban estrechamente con las logias masónicas, más allá de que sus funciones fuesen diversas. Los unía el espíritu republicano, la filantropía y el sistema de creencias progresista y liberal.

Desde el punto de vista arquitectónico, los vinculaba el neoclasicismo, con su gran admiración por lo griego. Y, como dice Sempé, ese estilo arquitectónico fue inspirado por masones europeos.

Hay otro dato significativo: muchos extranjeros de la época eran artesanos de la construcción, quienes aplicaron sus técnicas y concepciones estilísticas en la ciudad (el término francés franc-maçon, significa “albañiles libres”).

En los edificios de las colectividades es factible reconocer símbolos clásicos masones, como manos entrelazadas, coronas de hojas, globo terráqueo, escuadra, compás, entre otros.

En tanto la profusión de simbología de ese origen se concentra en el edificio de calle Montevideo N°132, que perteneció a la Sociedad Operari Italiana, integrada por obreros y artesanos de ese país.

Simbología en el Cementerio

Los panteones y bóvedas de los cementerios urbanos del país, durante este período, reflejan el estilo neoclásico. Pero también muchas expresiones funerarias presentan una simbología masónica explícita.

El cementerio Norte de Gualeguaychú es un ejemplo de estas tendencias. Las marcas masónicas no necesariamente están relacionadas con el difunto, sino quizá con el estilo del constructor, que integraba alguna logia.

Es el caso de Américo Patriarca, autor de muchos de los panteones y bóvedas de la necrópolis local, y a la vez miembro de una de las sociedades secretas. Así dijeron a este diario Noelia Ochoa y Micaela Barrionuevo, quienes están a cargo del proyecto de rescate cultural de ese lugar.

Impacta visualmente el panteón de este constructor italiano, en cuya fachada se destacan esculturas de ancianos con calaveras en las manos, y en la parte inferior querubines (caras aladas de ángeles).

Según Ochoa y Barrionuevo, el ejemplo emblemático de la presencia masónica en el cementerio Norte es el panteón de Jacobo Spangenberg, un empresario de la época que participó activamente en la vida cívica de la ciudad, y llegó a ser en intendente en 1883.

En ese monumento funerario se visualiza, por caso, la fachada con dos columnas que sostienen el frontón triangular con el ‘ojo que todo lo ve’ (símbolo del Gran Arquitecto observando la creación) en su interior. En la puerta hay una clepsidra alada, una lanza y una antorcha unidas por un lazo, flores de nomeolvides, elementos agrupados de a 3, y en el interior el piso ajedrezado.

Otro miembro notable de la sociedad nativa de la época fue Luis Paulino Acosta. Era un influyente empresario casado con Isabel Méndez Casariego, hija de una familia tradicional de Gualeguaychú.

En el cementerio Norte puede verse una puerta de mármol con sus nombre tallado, encima del cual está el triangulo con el ‘ojo que todo lo ve’, en tanto debajo hay un querubín sosteniendo una antorcha que apunta hacia abajo (vida que se extingue).

El conjunto está adosado a la pared del panteón de Emilio Marchini. La causa de esto es que ese elemento fue traído desde el Cementerio Oeste o de La Loma, al cambiarse el emplazamiento a la necrópolis local.

En diversos panteones, bóvedas y placas, en tanto, se puede identificar simbología propia de la masonería (que acaso eran de uso común entre los constructores, más allá de la pertenencia o no del difunto a una logia).

Así se observan: lámparas votivas (que simboliza conocimiento divino), palma circular de hojas (triunfo sobre la muerte y trascendencia del individuo), antorchas hacia arriba (purificación por iluminación) y hacia abajo (extinción de la vida).

Otros elementos: clepsidra alada o reloj de arena con alas (el tiempo de la vida ha sido bien empleado y ha llegado a su fin), lazo (unión entre los hermanos masones), piso ajedrezado en blanco y negro (dualidad), flores de amapola (dos significados: regeneración y sueño eterno), hachas cruzadas (identifica a las logias de los carbonarios y los leñadores, muy usada en el rito escocés) y hojas de palma (victoria por las virtudes y los méritos). La masonería la asigna además un significado especial a los números, destacándose el  tres, el cinco y el siete.

Según Sempé, “la estructura de un diseño arquitectónico o decorativo es igual a un sistema cognitivo, los temas pueden parecer semejantes pero tener un significado diferente”.

En este sentido aclara que “la ideología masónica toma el simbolismo religioso cristiano o judío o egipcio (aunque) resignificando sus concepciones arquitectónicas”.

 

© El Día de Gualeguaychú

 

panteón spangenberg 1 Panteón de Jacobo Spangenberg, repleto de simbología masónica.

panteón Patriarca 1 Panteón de Américo Patriarca.

Montevideo 132 - detalle Ex edificio de la Operari Italiana (Montevideo N°132) -detalle-

 

 
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Publicado por en 21/03/2013 en Uncategorized

 

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