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Archivos Mensuales: diciembre 2016

La apuesta por la innovación productiva

La experiencia enseña que el progreso está estrechamente ligado a la dinámica emprendedora. Los países que han alcanzado altas cotas de bienestar material son aquellos que han sabido crear riqueza a base de ingenio.

Ese no ha sido el caso de Argentina cuyo subdesarrollo ha estado asociado al parasitismo estatal, a la prebenda del “capitalismo de amigos”, a la cultura rentística de cierto empresariado “nacional”,  que no saben innovar ni mucho menos arriesgar.

Las sociedades más avanzadas y dinámicas se diferencian, entre otros factores, por su alta capacidad sistémica para innovar, incorporar nuevas tecnologías y sofisticar sus sistemas productivos.

Un factor indispensable en este proceso son los empresarios que crean y desarrollan nuevas empresas con alto potencial de crecimiento. Todo gira alrededor de la expresión “innovación productiva”.

¿Qué significa eso?  Pues es la aplicación práctica de conceptos, ideas, nuevos usos, propuestas e invenciones aplicadas con éxito comercial al mundo real.

Es decir estamos hablando de ideas que “funcionan”, que tienen capacidad real de producir valor económico. Los verdaderos emprendedores son aquellos, en suma, que tienen la vocación de dar un paso más allá de las zonas de confort productivo.

Son aquellos que salen de las prácticas conocidas para agregar valor, ensayan cosas nuevas, produciendo un cambio de paradigma en su rubro, mejorando así lo existente.

Ejemplo de innovación productiva son los ganadores del Premio a la Excelencia Agropecuaria, un evento organizado todos los años por el Banco Galicia y el diario La Nación.

Este año, sobre un universo de 41 candidatos, 16 de ellos fueron premiados por su capacidad de transformación, por haber introducido con éxito ideas y tecnologías avanzadas.

El grupo Puerto Las Palmas se llevó el Oro. En la localidad de La Leonesa (Chaco), esta empresa familiar integra la producción de arroz con la de pacú, al que procesan en su frigorífico y comercializan.

Finca La Carolina obtuvo el segundo premio por la constante innovación en la producción de papa semilla en los valles calchaquíes al oeste de Tucumán. Ha avanzado en un nuevo método de riego gravitacional presurizado con una represa y 40 kilómetros de cañerías para distribuir el agua en 400 hectáreas productivas.

El premio a la gestión ambiental se lo llevó La Moraleja, el mayor productor de limones del país. Las 4.000 hectáreas de producción tienen un sistema de riego localizado tipo gota a gota y función por fuerza gravitacional (usa la pendiente del terreno para trasladar el agua almacenada en dos represas alimentadas por fuentes naturales: el río y las precipitaciones). Es decir, el sistema no requiere energía externa, ni emplea combustible, por lo tanto la producción es amigable con el medio ambiente, no genera contaminación ni afecta las napas acuíferas.

En el rubro Agroturismo, el premio fue para Per Aqua, un establecimiento rural mendocino que desarrolló el primer spa herbal del país con un servicio de excelencia en el turismo del bienestar. Allí se fabrican productos de relax y gourmet (ajíes, hierbas, aliños, vinagres, sales, vinos, cafés, etc.) y servicios de salud fito-terapéutica.

Es lógico que las experiencias de innovación productiva se den en el sector más dinámico de la economía argentina, la agroindustria, que constituye el 25% de la industria manufacturera, representa el 40% de las exportaciones, al tiempo que da trabajo a 600.000 personas en todo el país.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/12/2016 en Uncategorized

 

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Corrupción, un mal que todo lo corroe

Hoy (9 de diciembre) se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Corrupción, una fecha establecida por las Naciones Unidas (ONU) para prevenir y luchar contra uno de los males de la sociedad global.

El objetivo principal se orienta a promover mensajes, campañas y acciones que resalten la importancia de prevenir y luchar contra este flagelo a nivel internacional

La corrupción es un tema que, paradójicamente, y por lo menos en Argentina, siempre vuelve. Tiene una omnipresencia que a veces enerva, porque al final nadie va preso.

Los expertos en el tema aseguran que las investigaciones sobre negociados tardan en promedio una década en llegar a juicio. Los procesos judiciales son tortuosos y se frenan por denuncias mal planteadas. Y además suele haber “prescripciones masivas”.

El Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (CIPCE) junto al Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), publicó hace un tiempo, un documento que repasaba las principales causas de corrupción de las últimas dos décadas de donde se desprende un denominador común: dilatados tiempos procesales que en varios casos terminaron incluso prescribiendo.

Las demoras en los procesos judiciales son extensas, y el “cajoneo” de los expedientes judiciales es una práctica non sancta habitual entre algunos jueces y fiscales, todo lo cual contribuye a crear una situación de ineficiencia estructural, según ese organismo.

Los gobernantes de turno, acaso por un instinto de conservación, siempre han querido ocultar los casos de corrupción. Los militares, por ejemplo, llegaron a prohibir el tango ‘Cambalache’.

La letra de Discépolo es subversiva. Se queja de un estado de cosas en el cual da lo mismo ser ignorante, sabio, chorro, generoso o estafador. “Cualquiera es un señor/ cualquiera es un ladrón”, dice.

En una sociedad donde “el que no llora no mama / y el que no afana es un gil”, parece claro que los “inmorales nos han igualao”, y de hecho “a nadie importa si naciste honrao”.

Además, “es lo mismo el que labura / noche y día como un buey, / que el que vive de las minas, / que el que roba, que el que mata / o está fuera de la ley”.

A poco que se observa el fenómeno, se cae en la cuenta que en estas pampas hay una amplia tolerancia social a la corrupción. Mientras la economía trae mejoras, es algo que no importa, al menos a amplias franjas de la población. La indignación moral sobreviene tras incomodidades materiales.

Por otro lado, la corrupción aquí es antiquísima. Basta echar un vistazo a la historia para corroborar el aserto. Hay una corriente historiográfica que asegura que el mal llegó con la Conquista: la codicia de los españoles nos ha sido inoculada.

A diferencia de los colonizadores del Norte de América que se trasladaron a las nuevas tierras con sus núcleos familiares e hicieron de su gesta una misión sagrada en la que imperaba el trabajo conjunto y solidario, más abajo del río Bravo, los europeos que bajaron de los barcos venían sin familia alguna, y fascinados por la leyenda de las riquezas fabulosas fueron devorados por el afán de rapiña.

En tanto Jorge Luis Borges llegó a escribir: “El Estado es impersonal: el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen. Compruebo un hecho; no lo justifico o excuso”.

 

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Publicado por en 29/12/2016 en Uncategorized

 

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Técnicas orientales para las escuelas

Cada vez más escuelas, en distintos países, incorporan a su oferta la meditación y la práctica del yoga, que ayudan a los estudiantes a mejorar la atención y a dominar las emociones violentas.

El yoga fue declarado hace poco “patrimonio inmaterial de la humanidad” por la Unesco, quien elogió esta milenaria practica de la India por su capacidad de traer bienestar mental, físico y espiritual a las personas.

Estos ejercicios gimnásticos, que nacieron en el valle del Indo hace unos 5.000 años como parte de una mística oriental, han sido adoptados en todo el planeta por sus beneficios para la salud psicofísica.

Uno de los focos de expansión del yoga es en las instituciones educativas. En Estados Unidos, por ejemplo, se imparte en distintos colegios. Los estudiantes acuden a estas sesiones para mejorar su atención, aliviar ansiedades y depresión y como forma de prevenir actos de violencia.

En Argentina este proceso es incipiente. Aquí la Federación Argentina de Yoga  impulsa la decisión de llevar el yoga a las escuelas de todo el país, una iniciativa que puede acelerarse a partir del pronunciamiento de la Unesco.

“Por el momento, se ha avanzado en la firma de convenios con los Ministerios de Educación de la Ciudad de Buenos Aires y de cuatro provincias: San Juan, Mendoza, Chubut, y Santa Fe”, dijo a Miriam Bieladinovich, secretaria general de la institución.

“Unas 85.000 personas toman clases en algunas de las asociaciones que la federación tiene en todo el país”, precisó la secretaria de la federación, quien auguró que en el futuro el yoga formará parte de la currícula escolar.

“Queremos propiciar la práctica de un yoga laico y lúdico para los alumnos de las primarias y secundarias de todo el país”, completó Bieladinovich.

Además del yoga, otra técnica oriental milenaria que está en boga en Occidente es el ejercicio de meditación conocido como Mindfulness o “atención plena”, que básicamente consiste en tomar conciencia del momento presente, atendiendo a las emociones.

En España, por ejemplo, unos 200 colegios públicos españoles han incorporado el mindfulness al horario escolar. En clases con alumnos cada vez más hiperestimulados, este técnica les permite parar 15 minutos al día.

Quien popularizó en Occidente esta práctica de meditación fue el médico Jon Kabat –Zinn, de la Universidad de Massachusetts, que en 1978 comenzó a aplicarla a pacientes con estrés crónico.

Estudios científicos aseguran que los meditadores tienen mayor densidad neuronal, son más felices y menos propensos a sufrir depresión. Empresas como Google, Target y General Mills dan formación específica a sus empleados en torno a esta práctica.

Varios estudios académicos recomiendan aplicar el mindfulness en colegios. Dicen que con él los alumnos ganan en concentración, empatía y autoestima y reducen el estrés y la fatiga.

La atención plena y el yoga aparecen, así, como técnicas que ayudan a mejorar el rendimiento de los escolares, y al mismo tiempo contribuyen a lograr un clima óptimo de convivencia en la institución educativa.

En el caso de los secundarios, son especialmente relevantes si se piensa que los adolescentes atraviesan un período duro en sus vidas, signados por cambios emocionales, hormonales y de fuerte presión social.

Muchos colegios, por otro lado, no saben cómo lidiar con los trastornos mentales y emocionales de sus estudiantes. En este sentido, la práctica del yoga y la meditación pueden ser una respuesta satisfactoria a todos estos problemas.

 

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Plebiscitos, ¿acaso armas de doble filo?

A los ciudadanos se los convoca para que opinen sobre tal o cual tema. Pero en la práctica son las gestiones gubernamentales las que se ponen en juego en los plebiscitos.

Los mandatarios europeos recurren cada vez más a la consulta popular, para abordar elementos espinosos de la sociedad. Pero ellos terminan siendo las principales víctimas del proceso.

En efecto, si la propuesta del gobierno pierde las elecciones, resulta que terminan renunciado a sus cargos, instalando una peligrosa inestabilidad política.

¿Pero por qué salen eyectados de los gobiernos, si el objeto del plebiscito, en teoría, no ponía en juego su cargo? En teoría no, pero sí en la práctica, ya que los plebiscitos devienen en juicios públicos sobre la gestión, como ocurre en las elecciones generales.

Así el referéndum británico, que puso en consideración del electorado la permanencia o no de Gran Bretaña en la Unión Europea, sacó del poder antes de lo previsto al primer ministro David Cameron.

Ahora le tocó al turno en Italia a Matteo Renzi, quien renunció al cargo de primer ministro al salir perdidoso el domingo en un plebiscito sobre reforma constitucional.

Según los analistas, para la mayoría de los italianos fue el factor bolsillo, más que el cambio de artículos de la carta magna italiana, el que los llevó a castigar a Renzi.

Tanto Cameron como Renzi, para proponer una línea de acción al electorado, se vieron llevados a supeditar su futuro político al resultado de los respectivos referéndums.

Hace poco en Colombia, otro plebiscito abrió un escenario inesperado. Allí ganó el “No” al pacto sellado entre el gobierno y el grupo guerrillero de las FARC, que en teoría ponía fin a la guerra civil en el país.

¿Qué llevó a la mayoría de los colombianos a rechazar ese acuerdo? Muchos analistas creen que la oposición política aprovechó la ocasión para hacer campaña contra el presidente Juan Manuel Santos, quedando en segundo lugar el acuerdo de paz.

Es decir, en todos los plebiscitos importaría menos la cuestión particular que  se pone en consideración a la ciudadanía, que el futuro del gobernante que los convoca.

Un componente nada desdeñable de oportunismo político se moviliza entre los partidos opositores, quienes aprovechan los mecanismos de consulta para esmerilar a los gobiernos.

En el caso de Renzi el referéndum habría sido una invitación a votar contra él, al margen de lo que se preguntaba. Así lo habría entendido la oposición política, un conglomerado disperso que logró juntarse para convertir la consulta en un plebiscito sobre la continuidad del primer ministro.

El procedimiento plebiscitario aparece en Europa de hoy como uno de los mecanismos destinados a desintegrar la unión continental y regresar a la época de Estados nacionales con políticas antagónicas entre sí.

Eso piensa el politólogo Tobías Montag, de la Fundación Konrad Adenauer, para quien las democracias estables europeas corren el riesgo de convertir los referéndums en plataformas para los grupos populistas.

Según Montag, estos grupos, bajo el pretexto de imitar a Suiza, donde el plebiscito es una forma rutinaria de ejercer la democracia, aprovecharían las consultas para desarrollar una campaña contra los regímenes parlamentarios.

Más de la mitad de los plebiscitos, a nivel mundial, se celebran en el país alpino, que tiene una larga tradición de democracia directa. Los suizos votan hasta cuatro veces al año para decidir sobre distintas cosas.

Por ejemplo hace poco (algo impensado en Argentina) rechazaron aumentar el salario mínimo.

 

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Publicado por en 29/12/2016 en Uncategorized

 

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Cuando lo nuevo despierta aversión

“Neofobia”, así se llama al persistente, anormal e injustificado miedo a lo nuevo. Se trata de una aversión innata de la especie humana, pero también puede ser un trastorno individual.

En los últimos 600 años las sociedades humanas se han opuesto a la llegada del café, la imprenta, la agricultura mecanizada, la música grabada, y  últimamente hay rechazo a la inteligencia artificial, la edición genómica y la impresión en 3D.

“Es una reacción que está en nuestro ADN, en la forma en la que está organizada nuestra mente”. Eso explica Calestous Juma, experto en innovación y cooperación internacional de la Universidad de Harvard (EE UU.).

Juma es autor del libro “Innovación y sus enemigos” (“Innovation and its Enemies”, Oxford University Press), donde analiza retrospectivamente algunos de los casos de oposición a nuevas ideas y tecnologías que tenían el potencial de transformar el mundo.

La tecnofobia, efectivamente, puede ser vista como una forma especial de neofobia, debido a que se teme la nueva tecnología. En la segunda mitad del siglo XIX, por ejemplo, fue muy resistida en Estados Unidos la margarina.

Inventada por Hippolyte Mège-Mouriés, ese alimento surgió en Europa para encontrar una fuerte de proteínas alternativa a la mantequilla que fuera más barata.

En Estados Unidos provocó el nacimiento del lobby de la industria láctea, que emprendió una guerra abierta contra el nuevo producto, diciendo que era “antiamericano” porque contenía un insumo importado, el aceite de coco, al tiempo que logró que varios Estados prohibieran a través de leyes su consumo.

Los productores de margarina reaccionaron sustituyendo el aceite de coco por el derivado de plantas más “americanas” como el algodón y la soja y establecieron alianzas con los productores nacionales de esos vegetales.

La demanda de margarina creció hasta que su consumo rebasó al de la mantequilla en la década de 1950. Este “es uno de los mejores ejemplos de cómo la industria afectada, usando instrumentos legales, puede dañar e eliminar nuevas tecnologías”, escribe Juma.

El experto traza paralelismos entre las tácticas y argumentos usados en el pasado y los que dominan polémicas actuales como la de los transgénicos, el rechazo a las vacunas o a la inteligencia artificial.

A los transgénicos se les llama “comidas Frankenstein”. Al café se le tildó de “alcohol juvenil” en India, y en Inglaterra, Francia y Alemania alertaban de que producía esterilidad. Las comidas refrigeradas eran “alimentos embalsamados”, el teléfono, “instrumento del demonio” y la margarina “mantequilla de toro”.

En 1942, el sindicato de músicos más importante de Estados Unidos prohibió a sus miembros hacer discos y llamó a sus miembros a una huelga contra la industria discográfica.

Pensaban que la grabación de canciones acabaría con la música en directo. En parte tenían razón al predecir la pérdida de empleos, aclara Juma, pero la llegada de los discos transformó la industria haciendo que más artistas alcanzaran éxito y generaran más riqueza.

En psicología, la neofobia es un trastorno que experimentan las personas que tienen miedo ante las cosas o experiencias nuevas. Algunos grupos conservadores son descriptos como neofóbicos, debido a sus intentos por aferrarse al pasado.

El autor Robert Antón Wilson, en su libro “Prometheus Rising”, teoriza que la neofobia es instintiva en las personas luego de que se convierten en padres y comienzan a criar a sus hijos.

Según Wilson, las ideas nuevas sólo se implementan y son aceptadas en las sociedades cuando las generaciones que las rechazan mueren.

 

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Publicado por en 29/12/2016 en Uncategorized

 

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Cómo piensa ahora la primera potencia

Con la llegada de los republicanos al gobierno de Estado Unidos se instala una nueva visión del mundo y del rol que debe asumir ese país que ostenta el primer lugar en poderío militar, riqueza económica y desarrollo tecnológico.

Desde que los norteamericanos decidieron encumbrar a Donald Trump al frente de la Casa Blanca el mundo ya no es el mismo.  Se ha operado, así, un cambio en los paradigmas políticos de Washington.

¿Quo vadis, Estados Unidos?  ¿Hacia dónde se dirige la primera potencia mundial, con capacidad para reconfigurar el orden mundial? ¿Qué piensa hoy Tump y la élite republicana que lo acompaña?

EE UU es un país donde la política es indisociable de las ideas: a fin de cuentas, se fundó sobre la base de la filosofía de la Ilustración. Algunas de las iniciativas que más huella han dejado se gestaron en círculos de intelectuales y economistas.

Ahora llega el turno de la derecha republicana cuya agenda ideológica ha ido perfilando durante la campaña el propio Trump. La llamada Alternative Right, Alt-Right: derecha alternativa (DA), se presenta nacionalista, antiglobalizadora y defensora de una América blanca.

Quienes siguen de cerca la política norteamericana refieren que la nueva derecha abreva mucho en la visión  que ha expuesto Samuel Phillips Huntington (1927 – 2008), quien fuera director del Instituto  Internacional para Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard.

Dos libros de Huntington son fundamentales, “El choque de civilizaciones” (1993) y “¿Quiénes somos nosotros?” (2004), cuyos contenidos marcarían una influencia doctrinal y estratégica en el nuevo gobierno norteamericano.

Seguir el pensamiento de Huntington, por tanto, daría una pista firme para saber hacia dónde se moverá la administración republicana,  en su política interior y sobre todo exterior.

Según él, las guerras del siglo XXI no se darán entre principados, naciones o ideologías como en el pasado, sino que se darán entre civilizaciones, algunas de ellas antagónicas entre sí.

Huntington identifica siete u ocho civilizaciones: occidental, que comprende a Estados Unidos y Europa occidental; confuciana, japonesa, islámica, hindú, eslavaortodoxa, latinoamericana y, posiblemente, africana. Algunas de éstas se podrán incorporar a la civilización occidental.

«La cortina de terciopelo de las civilizaciones -escribe Huntington- va a reemplazar la cortina de hierro de las ideologías», sostiene este politólogo para quien la civilización islámica es inasimilable.

En este sentido, postuló que el Islam y Occidente constituyen bloques culturales contrapuestos, en inevitable conflicto, tesis que explicaría la aparición de Estado Islámico.

Según esta lectura, la guerra contra el terrorismo declarada por Estados Unidos, es parte de un conflicto profundo e histórico entre la civilización occidental y la civilización islámica, cuyas raíces se remontan a los tiempos de las Cruzadas en el siglo VIII.

Por otro lado, en el libro “¿Quiénes somos nosotros?”, Huntington ahonda en la cuestión de la “identidad nacional”, tópico de todas las ideologías nacionalistas o filofascistas.

La tesis del libro es que Estados Unidos es una expresión de los protestantes reformistas ingleses que colonizaron al país y le imprimieron su sesgo civilizador.

Esta población resume la esencia del país, es el sustrato antropológico que debe seguir dirigiendo los destinos de la potencia mundial, frente al cual deben subordinarse los otros grupos étnicos (hispanos, asiáticos, afroamericanos)

 

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Publicado por en 24/12/2016 en Uncategorized

 

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Política y modelos culturales televisivos

El triunfo de los republicanos en Estados Unidos supone el reingreso al discurso público de los valores sociales conservadores. Algunos analistas hablan de la llegada al poder de la “familia Ingalls”.

“Somos lo que vemos”, repetían los teóricos de la comunicación en la década del ‘70, al evaluar la capacidad de “modelaje” de la televisión, considerada entonces el dispositivo de mayor capacidad de influencia social.

Desde este punto de vista, las ficciones televisivas dejaron de ser neutras y asexuadas, para ser evaluadas como mecanismos de penetración ideológica sobre las audiencias.

Los espectadores, al consumir esa narración, no se entretenían sino que introyectaban (incorporaban o internalizaban) valores y normas sociales determinados.

Dada la altísima hegemonía que ejercía la TV se hicieron famosos los análisis mediáticos, porque se presumía que las audiencias adquirían valores a través del tipo de programas que consumían.

“Dime qué vez en televisión y te diré quién eres”, sería el axioma que presidía este tipo de análisis, como si las audiencias fuesen un puro reflejo de los estímulos televisivos.

Teóricos neomarxistas como Theodor Adorno, representante de la Escuela de Frankfurt, dijeron que la “industria cultural” como Hollywood, cumplía la función de reproducción ideológica y social del sistema.

Al margen de esta denuncia política, en el mundo académico se aceptó que hay una relación entre las ficciones populares y la construcción de imaginarios sociales.

La televisión, así, genera y articula narraciones sobre lo social. Es el lugar desde el cual un porcentaje de la población construye una imagen de la realidad y hace suyo un determinado sentido común, entendido como sustrato de creencias y afirmaciones compartidas.

Quienes estudian el simbolismo del triunfo electoral republicano refieren que con Donald Trump llegan al poder los valores sociales conservadores, típicos de la ideología republicana.

Esos valores conectan con el estilo de vida de “La familia Ingalls”, una serie televisiva emitida en 1974 y ambientada en el siglo XIX, en las praderas del interior de Estados Unidos.

La serie gira alrededor de Charles Ingalls, un hombre casero y patriarcal que tiene problemas para asentarse con su familia en Plum Creek, Minnesota.  Él y su esposa Caroline se trasladan a Walnut Grove, en busca de una comunidad mejor y de prosperidad. Juntos crían a sus tres hijas: Mary, Laura y Carrie.

“La familia Ingalls” es una ficción que reproduce la familia tradicional norteamericana,  y que se asimila a la figura de los “pioneros”, quienes entraron en territorio inexplorado en busca de una nueva vida, tratando de establecer un asentamiento permanente.

Esta narrativa televisiva empalma con la promesa de Trump de restaurar los valores  de los pioneros anglosajones protestantes que hicieron el país.

Pero el propio Trump no aparece como un típico conservador, su vida privada no se ajusta a los requisitos de este patrón.  Quien en cambio encarnaría el modelo tradicional es el electo vicepresidente, Mike Pence.

Pence es lo más parecido al personaje de Charles Ingalls (protagonizado en la célebre serie por Michel Landon). El ex gobernador de Indiana, de 57 años, lleva casado 31 años con su esposa, Karen, tiene tres hijos y no se le conoce ningún escándalo personal.

Antiguo ahijado político y favorito de Ronald Reagan, Pence es un evangelista militante que en la función pública ha defendido una agenda social rigurosamente conservadora.

 

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Una lectura sobre el éxito en el tenis

¿Qué significado colectivo tiene la conquista de la copa Davis por parte de un grupo de tenistas argentinos? ¿Reflejan caracteres de la sociedad argentina o son en cambio su contracara?

Cabría postular como ley sociológica general que los éxitos obtenidos por los ciudadanos de un país en determinados campos, en este caso deportivo, expresan de algún modo las condiciones de éste.

Esto es cierto en un punto: hay un evidente logro del tenis argentino, un deporte que se practica de forma masiva en el país desde 1960, y que ha dado jugadores destacados como Guillermo Vilas, Gabriela Sabatini, Gastón Gaudio, David Nalbandian, entre otros.

¿Cómo llegó a la Argentina el tenis, un deporte inventado por los escoceses? Como otros juegos (el fútbol o el rugby) lo trajeron los ingleses. En 1892 se creó, así, el Buenos Aires Lawn Tennis Club, alrededor del cual se organizó este deporte.

Eso significa que el tenis argentino tiene arraigo social e histórico y en este sentido el triunfo obtenido por el equipo nacional, liderado por Juan Martín Del Potro, se apoyo en credenciales sociológicas.

Por otro lado, el mensaje que bajó a sus deportistas el capital Daniel Orsanic, “Un equipo. Un país. Un sueño”, insinúa que lo que triunfó fue una idea colectiva, por encima de los egos personales.

Un grupo compacto, que saca fuerza de la adversidad, que prioriza el compañerismo en la cancha, que postula el principio de que el talento individual debe estar puesto al servicio de una causa común.

“Es un éxito de todos. La Davis no la ganó sólo este equipo, la ganamos entre todos”, remarcó Orsanic subrayando la idea de que las metas se alcanzan cuando empujan todos  para el mismo lado, y dando cada uno lo mejor de sí mismo.

¿Pero reflejan los éxitos deportivos como éste la idiosincrasia del país? Se habla de las grandes hazañas del deporte nacional, en las distintas disciplinas (fútbol, hockey, rugby, voleibol, polo y demás) como si se pudiese inferir que lo conquistado en este plano expresase el verdadero desempeño de la sociedad argentina.

¿Acaso el sentido de pertenencia que exhibieron los tenistas argentinos es el que existe en la sociedad nativa? ¿Refleja exactamente el carácter de sus habitantes? Aquí se instala la controversia.

En efecto, se diría que hay una disonancia entre el desempeño de los equipos argentinos y la actuación de la Argentina como país. Mientras en el primer caso cada tanto se consiguen logros importantes, la sociedad argentina, colectivamente considerada, es una decepción.

En el pelotón de las naciones, en materia de desarrollo económico, tecnológico y cultural, el país no está a la altura de sus posibilidades. Cuando se habla de la excepcionalidad argentina, justamente, se marca su fracaso.

Otra paradoja: no hay correspondencia entre este pobre desempeño colectivo y las grandes individualidades argentinas en el campo de la ciencia, el arte, la literatura y el pensamiento.

¿Es que acaso los argentinos somos buenos sólo individualmente, mientras fracasamos fatalmente a la hora de asociarnos?

¿Por qué esa energía creadora no ha logrado cuajar en una construcción colectiva, en el plano científico, educativo y de desarrollo económico-social? Este tópico, en realidad, suele ser muy debatido públicamente y en la sobremesa de los hogares nativos.

Hay quienes ven aquí, en esta diferencia neta entre los talentos individuales y la configuración colectiva, la gran paradoja de un país que encima ha sido bendecido con magníficos recursos naturales de todo tipo.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Mirar los cementerios con otros ojos

JORNADAS SOBRE PATRIMONIO FUNERARIO EN GUALEGUAYCHÚ

Mirar los cementerios con otros ojos

Lugares reservados para enterrar a los muertos, son también bienes culturales que merecen conservarse, explicaron especialistas que expusieron en las VI jornadas sobre patrimonio funerario que tuvieron lugar en Gualeguaychú.

Por Marcelo Lorenzo

 

Las cosas son según como las percibimos, de suerte que todo pasa por la mirada. El cementerio, así, es un objeto polisémico, que entraña por tanto distintos significados.

Tiene en principio una relación directa con el dolor por la pérdida de un ser querido. Y eso acompañado, quizá, de una mirada esquiva que se tenga sobre la muerte.

Con distancia objetiva, desde un punto de vista funcional y hasta higiénico, puede ser visto como un lugar donde simplemente se depositan los restos mortales o cadáveres.

Pero también estos espacios pueden connotar algo que trasciende su funcionalidad primaria y devenir en elemento semiótico, un portador de sentido histórico, cultural y arquitectónico.

En ese caso estaríamos en presencia de un patrimonio que refleja la herencia propia del pasado de una comunidad. Algo, por tanto, que debe ser preservado por su valor simbólico colectivo ante los embates del deterioro causado por el paso del tiempo.

Alrededor de este eje temático de fondo giraron las VI Jornadas de la Red Argentina de Valoración y Gestión Patrimonial de Cementerios y I Jornadas Binacionales Argentino Uruguayas de Cementerios Patrimoniales, que se desarrollaron en Gualeguaychú el 18 y 19 de noviembre pasado.

El evento, organizado por la municipalidad de Gualeguaychú, a través de Micaela Barrionuevo y Noelia Ochoa, responsables del archivo histórico de la necrópolis local, convocó a distintos especialistas locales, nacionales y extranjeros, que se reunieron para exponer y debatir sobre la importancia de defender y revalorizar el patrimonio funerario.

Las conferencia inaugural estuvo a cargo de la museóloga Ester Lucia Camarasa, presidenta de la Red Argentina de Valoración y Gestión Patrimonial de Cementerios, oportunidad en la que habló de la necesidad de educar la mirada para ver la “riqueza que encierran” estos refugios.

Durante mucho tiempo, apuntó, los cementerios fueron una zona tabú que muchas personas evitaban. La gente que visitaba una ciudad, los turistas por caso, concurrían a palacios, iglesias y otros edificios representativos del lugar.

A nadie se le ocurría concurrir al camposanto y de hecho estos sitios no figuraban en ninguna guía turística. Pero de un tiempo a esta parte, gracias al trabajo pedagógico de los agentes defensores del patrimonio funerario, ha venido cambiando esta conducta social.

Hoy los cementerios no solo son lugares de recordación para los familiares de los muertos, sino que se han transformado en destinos turísticos, porque allí no sólo están enterradas personalidades ilustres sino que se guarda la memoria y la identidad de un pueblo.

“Nosotros estamos dedicados a custodiar este patrimonio cultural. Y necesitamos que la sociedad, los propietarios de las tumbas, y los gobiernos también se comprometan en esto. Creemos que la educación juega un papel preponderante y es fundamental para llegar a través de los jóvenes que visitan los cementerios. Tarea que sé que están haciendo bien en Gualeguaychú, a través del trabajo de Noelia y Micaela”, refirió Camarasa.

Y añadió: “Hay que despertar el entusiasmo y es necesario promover una nueva mirada para el cementerio. Verlo con otros ojos, valorar la riqueza que encierran. Hay que apelar a la memoria y a la identidad para frenar la destrucción material de este patrimonio”.

La experta defendió el concepto del cementerio como “museo a cielo abierto”, es decir como un espacio de recreación histórica, artística y cultural, que invita al público local y foráneo a un recuerdo de personajes y vivencias pasadas valoradas por la comunidad.

Según Camarasa, cuando se habla de “puesta en valor” de estos sitios se trata, justamente, de restaurar los elementos funerarios que tienen un significado histórico, cultural y arquitectónico.

Panteones, tumbas, bóvedas, templetes, así como el conjunto de inscripciones en los diversos sepulcros, sobre lápidas, placas conmemorativas, más los elementos ornamentales que acompañan a las mismas, son testimonios del pasado de una comunidad.

Surgidos como una necesidad de los grupos humanos para conservar objetos recordatorios, los museos son un apoyo a la memoria colectiva y en esta categoría entran también los cementerios.

De forma concomitante estos sitios tienen un alto valor pedagógico, aclaró Camarasa, ya que están dirigidos a un público amplio y heterogéneo, deseoso de aprender sobre el pasado.

Cabe consignar que el cementerio municipal de San Nicolás de los Arroyos, en provincia de Buenos Aires, y los de la Recoleta y de la Chacarita, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, están catalogados formalmente como “museos a cielo abierto”.

 

PUENTE DE UNIDAD ENTRE LOS PUEBLOS

El gestor cultural del Cementerio Británico de Montevideo, el arquitecto uruguayo Eduardo Montemuiño, que en las jornadas de Gualeguaychú expuso sobre las especies vegetales de ese enclave, un jardín urbano del siglo XIX, habló con este diario sobre la  importancia que tienen los camposantos para unir a las sociedades, como la argentina y la uruguaya.

“El patrimonio, según el diccionario, refiere al legado de los pueblos, a lo que nos viene del pasado. Y este legado va más allá de los límites políticos. En este sentido, uruguayos y argentinos tenemos una historia común. De uno y otro lado del río se han cruzado vidas. ¡Cuántos hechos históricos, batallas y héroes compartidos! Los cementerios dan testimonio, justamente, de este pasado común”, refirió.

Este es uno de los propósitos, dijo, de las Jornadas Binacionales Argentino Uruguayas de Cementerios Patrimoniales: que estos refugios sean un recuerdo permanente de las cosas que unen a unos y otros, a argentinos y uruguayos.

Según Montemuiño, los cementerios son un testimonio, en uno y otro lado del río Uruguay, de que nuestras sociedades han sido formadas en gran medida bajo el influjo de la inmigración europea.

“Hay un proceso histórico común asociado a las personas que venían de Europa. ¿Pero en los hechos donde nos reúne toda esa historia? Pues en los cementerios. Nos pasa de un lado y del otro del río. Nos encontramos con familias unidas a través de estos enclaves. Esas familias, por ejemplo, recurrían a las mismas piezas funerarias, muchas de ellas encargadas en Europa”, relató.

Los cementerios son sitios que testifican un proceso histórico común en tumbas de personajes o héroes del pasado. Al respecto, Montemuiño mencionó que en el Cementerio Británico de Montevideo descasan los restos de Leandro Gómez, militar uruguayo conocido por su heroica defensa de Paysandú de 1864, un antecedente bélico inmediato a la guerra de la Triple Alianza

El ataque a esa plaza, que implicó el fusilamiento de Gómez y otros oficiales, provocó la indignación de los entrerrianos (entre ellos de Olegario Víctor Andrade). Pero la historia de Leandro Gómez, que era un artiguista, es la de muchos que en aquella época guerreaban tanto del lado argentino como del lado uruguayo.

 

TEMA UNIVERSAL

La cuestión de la muerte, la certeza de la pérdida irrevocable de la propia vida, acompaña al ser humano desde siempre, acaso desde que tomó conciencia de sí mismo

Desde el momento en que sabe de su condición de ser vivo cuyo destino es “ser para la muerte”, al decir del filósofo Martín Heidegger, y se convierte por ello en tema clave de todas las culturas.

En efecto, la muerte es un tópico que aparece invariablemente en distintas sociedades, a lo largo de la historia. Y ha sido el fundamento de las distintas creencias, filosofías, religiones o mitos.

Todas estas ideaciones han intentado responder a cuestiones capitales ligadas a la finitud humana. Por ejemplo, ¿qué pasa después de la separación del cuerpo y el alma? ¿En qué medida se puede seguir hablando de supervivencia después de eso?

Las tumbas, los sepulcros, los cementerios atestiguan, desde épocas remotas, la atención que el hombre le ha prestado a la muerte. Pero no existe un significado unívoco, según explicó Montemuiño, y de ahí los diferentes ritos funerarios.

“De los sepulcros de las culturas arcaicas podemos comprender, por ejemplo, en qué cosas creían, qué valoraban, cómo entendían la religiosidad. En este sentido, no hay que dejar de entender los cementerios como un lugar sacro”, explicó.

En los elementos funerarios está implicado el sentimiento de lo sagrado. El simbolismo en torno al pasaje de las almas de los difuntos al más allá apunta, efectivamente, a la religación con el misterio o las fuerzas sobrenaturales.

Con la llegada de la revolución industrial, que dio lugar al proceso de urbanización, se planteó el problema de qué hacer con los muertos, explicó el entrevistado.

“Ya no se enterraba en el campo o en las iglesias. Había que buscar algún otro lugar. Y ahí nace el camposanto moderno. Acompaña este proceso el higienismo, una corriente del siglo XIX que buscaba mantener determinadas condiciones de salubridad en el ambiente, para evitar epidemias, mediante la instalación de lugares especiales de entierro”, explicó Montemuiño.

 

© El Día de Gualeguaychú

cementerio-norte-acceso Entrada del Cementerio Norte de Gualeguaychú

panteón Patriarca 1 Panteón del constructor Américo Patriarca en Gualeguaychú

 
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Publicado por en 24/12/2016 en Uncategorized

 

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Cuando el problema es la policía corrupta

Ocho ex jefes policiales de la provincia de Buenos Aires han sido encarcelados por cobrar sobornos. La noticia sugiere que, en el combate contra el crimen, las fuerzas de seguridad no serían parte de la solución sino del problema.

Los jerarcas de la Policía Bonaerense (la más desprestigiada del país), fueron detenidos en el marco de una investigación en la que están acusados de recaudar dinero ilegal de la droga, el juego clandestino y la prostitución.

Aparentemente los imputados, aprovechando su poder en la estructura policial, cobraban coimas para hacer la vista gorda ante los delitos. Según trascendió, el ex titular de la Jefatura Departamental (unidad a cargo de las investigaciones) de la Plata recaudaba alrededor de 200.000 pesos por mes de sobornos.

Los jueces imputaron a los jefes policiales por el delito de “asociación ilícita”. Uno de los magistrados, Alejandro Villordo, sostuvo que  se trata de “una organización con permanencia y estructura jerarquizada”.

El grupo policial, dijo, actuaba “con férreas normas de funcionamiento interno, donde el poder decisorio recae en la cúpula, quién además posee una multitud de medios y sujetos dispuestos para llevar a cabo sus fines”.

A todo eso, Cristian Ritondo, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, afirmó que el gobierno de Cambiemos ya despidió de la fuerza a 4.000 hombres y advirtió que “no habrá paraguas oficial” para los corruptos.

La percepción que existe en la Argentina, desde hace tiempo, es que hay una conducción policial atravesada por la corrupción y el delito, y esto no sería un fenómeno exclusivo de Buenos Aires, donde viven más de 15.000.000 de personas, sino también de otros distritos provinciales.

La idea de que jefes policiales sean capaces de montar una red para recaudar dinero de la droga, el juego clandestino y la prostitución, es particularmente preocupante.

En principio porque cuestiona la idea benigna de que la delincuencia policial se limita a conductas individuales –la tesis de la “manzana podrida” o del “mal policía”- a favor de la hipótesis sombría de que el delito policial remite a una estructura organizacional, de alcance sistémico.

Se parte del supuesto de que muchos de los que participan en la labor policial están dedicados a la causa de un servicio público honorable y competente, y hacen gala de integridad personal y profesional.

Pero este sector que quiere hacer las cosas bien no puede y no logra imponer su tónica a la Policía, que estaría capturada por una cultura de la ilegalidad. ¿Cuál sería la fuente de la corrupción policial?

Al respecto hay varias respuestas. Algunos apuntan a las condiciones de trabajo de los hombres de las fuerzas de seguridad. Tendría que ver con el régimen de carrera, con los mecanismos de evaluación, con una cultura institucional.

En esta cultura, se sostiene, el buen policía, el honesto y el profesional, no logra progresar en la fuerza y de hecho el sistema lo termina marginando. Otros expertos afirman que el modelo policial argentino está politizado, desde el momento que responde el poder político.

Al respecto se reflexiona que es improbable que la policía tenga niveles de integridad y de ética altos cuando los del sistema político del país son bajos. ¿Puede la fuerza policial ser honesta si el sistema político que la rige es corrupto?

Según una encuesta reciente realizada de la Fundación UADE, el 78% de los argentinos no confía en las fuerzas policiales. Para el grueso de los consultados los aspectos más preocupantes son los policías deshonestos.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 24/12/2016 en Uncategorized

 

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