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Nueva era en la política local: giro pro-mercado y apertura a la sociedad civil
Davico: “Alfombra roja para todos los que vengan a invertir y a generar trabajo genuino”
A pocos días de asumir, el intendente electo de Gualeguaychú, en diálogo con Semanario, se pronunció fuertemente a favor de la inversión privada como motor del desarrollo local. Al mismo tiempo, Mauricio Davico anticipó que su gestión buscará marcar un punto de inflexión en el trato con los vecinos y las entidades intermedias.
Por Rubén Skubij y Marcelo Lorenzo
¿Qué piensa el intendente electo sobre el desarrollo de Gualeguaychú y qué tiene en mente para la ciudad? ¿Por dónde pasarán los ejes de la nueva gestión?
Estos interrogantes dominaron la entrevista que tuvo lugar el 17 de noviembre último, en la casa de calle Montevideo donde Mauricio “Palito” Davico suele hacer reuniones periódicas con gente de su equipo, al tiempo que recibe la visita de vecinos de la ciudad.
En medio de reuniones y en el frenesí de una agenda cargada con vista a la asunción como jefe comunal, programada para los primeros días de diciembre, el nuevo intendente de Juntos por el Cambio-Juntos por Entre Ríos se hizo un lugar para hablar con Semanario sobre varios tópicos de interés.
Según dijo, es consciente del carácter disruptivo del triunfo electoral de octubre, tras 36 años de hegemonía peronista en la intendencia local. “Hay una gran expectativa en la ciudad y nosotros queremos estar a la altura de esa demanda”, dijo.
– Nos gustaría conocer cuál es su mirada general sobre Gualeguaychú. ¿Qué es lo primero que le viene a la mente pensando en la función como intendente?
Mauricio Davico:- Creo que tiene todo para ser una de las ciudades con mayor desarrollo del país. Sus condiciones geopolíticas, económicas y culturales son extraordinarias. Yo veo que, si se hacen bien las cosas, se convertirá en una ciudad de oportunidades gracias a la inversión privada. Esa es mi visión. En nuestro concepto, desde el municipio hay que generar las condiciones para que el privado invierta, y esto sin menoscabar la función indelegable del Estado, como por ejemplo, realizar la obra pública necesaria. Una ciudad se desarrolla con reglas clara, con seguridad jurídica, incentivando todo el tiempo la radicación de emprendimientos privados, no aumentando tasas e impuestos en forma irracional. Entonces, queremos poner alfombra roja para todos los que vengan a invertir y a generar trabajo genuino.
– Escuchándolo, inferimos que para usted Gualeguaychú está para más. O, en otros términos, que su desempeño, sobre todo económico, está por debajo de sus reales posibilidades…
– Totalmente. Tenemos que liberar su potencial y ése será nuestro desafío. Se habla del “Estado presente”, un concepto que puede entenderse de distinta manera. En mi opinión, el eje del desarrollo no pasa por el Estado, sino por la fuerza que emana de los individuos y grupos sociales que crean cosas. El Estado, en todo caso, tiene que generar las condiciones, sin perder la función de orientación, para un desarrollo de abajo hacia arriba. Creo que este es el modelo histórico de Gualeguaychú, el que la ha hecho una sociedad dinámica y abierta.
– ¿Y cómo se hace operativa esa liberación de las energías sociales y económicas?
– Con cosas concretas desde el aparato estatal como es el caso de las habilitaciones comerciales. No puede ser que para abrir un negocio haya que esperar 8 o 10 meses por falta de permiso municipal. Esto es una traba que conspira contra la inversión, no importa lo chica que sea y si es local o de afuera. Perdemos de vista que esta es gente que arriesga su dinero y viene a generar riqueza. Entonces, tenemos que acortar los plazos y facilitar la radicación de emprendimientos privados. Queremos que los funcionarios municipales tengan un plazo para contestar las presentaciones, por ejemplo. Necesitamos también otro enfoque impositivo que aliente la inversión, no que la espante. Tenemos planeada, por otro lado, una reformulación del Programa de Ordenamiento Territorial, y para eso vamos a convocar a los distintos actores, como las entidades profesionales y empresarias, cuya opinión debe tenerse en cuenta (…)
Giro en el trato con los actores de la sociedad civil
– ¿Cree, por tanto, que hay que reformular la relación del gobierno municipal con la sociedad civil nativa? ¿Cuál es su percepción del asunto?
– Claro, eso es lo que venimos proponiendo desde la campaña electoral. Tenemos otra filosofía del poder, que para nosotros se construye desde los vecinos y desde la sociedad civil. No nos olvidemos que Gualeguaychú tiene ahí una de sus grandes fortalezas: el dinamismo de sus entidades intermedias, tanto empresariales, como sociales y culturales. Tengo la impresión que gracias a esta fuerza, que tracciona positivamente, Gualeguaychú crece a pesar de las crisis y de los gobiernos. Tenemos que ser capaces de producir una sinergia positiva entre el sector público y el sector privado. No antagonizar sino sumar. Y de hecho no vamos a salir como “Papá Estado” a competir con sectores que saben hacer lo suyo y mejor que nadie. Queremos un municipio de puertas abiertas. Cuento una anécdota de campaña: el principal reclamo de los vecinos y las entidades, en las distintas reuniones que hacíamos, era la necesidad de ser escuchados por el poder político municipal. Nos preguntaban: “¿Nos vas a atender al menos una vez al año?” (…) Tengo mucha expectativa en la sociedad civil de la ciudad. Hay mucha gente valiosa que quiere aportar. Tenemos que hacer que se involucre más en la cosa pública. Con esas personas tenemos que pensar y decidir juntos lo mejor para Gualeguaychú (…)
– Usted habla mucho de la inversión privada. Pero debe admitir que esta expresión no viene gozando de predicamento en el discurso público. Y de hecho ha pasado a ser una “mala palabra”.
– Mi padre era peronista y siempre creyó en la producción y en el trabajo. Fue empleado y llegó a incursionar en el rubro comercio. De alguna manera él me transmitió la importancia del capital para que haya trabajo. Pero resulta que la marcha peronista habla de “combatir al capital”. Creo que esta afirmación, que quizá pudo ser parte de un contexto histórico, es un error en el presente. Puedo nombrarte diez países capitalistas, incluso en la región, donde la gente tiene mucha mejor calidad de vida que cualquier país comunista, como Cuba o Venezuela.
– Tenemos la percepción de que la ciudad, que hasta no hace mucho se enorgullecía de no tener las asimetrías sociales de otras como Concordia, por ejemplo, hoy sin embargo muestra una lacerante disparada de la pobreza. ¿Coincide con esto?
– La pobreza viene en aumento, este es un dato de la realidad. Y efectivamente es posible ver una profunda fractura producida por una gran asimetría social. Y tengo que decir que lamentablemente hay un alto porcentaje de la sociedad nativa, más del centro y con más recursos, que no sabe lo que está pasando en la periferia, donde hay vecinos que la están pasando muy mal. Esta realidad, obviamente, está dentro de nuestra agenda. Aunque creo que las causas de la pobreza se resuelven cuando hay más oportunidades económicas, más inversión y trabajo. Y soy un convencido que, en el largo plazo, el mejor antídoto contra la pobreza es una educación de calidad y cuando mejora la cultura en general de la comunidad. Muchos problemas urbanos, como la cuestión del cuidado de los espacios público, responden a patrones culturales. Tenemos que tener mirada solidaria con la población vulnerable. Pero mi idea, en términos generales, es que tenemos que salir del asistencialismo -por ejemplo, darles mercadería todos los meses- ofrecerles en cambio herramientas con que puedan mejorar su situación por ellos mismos…
¿Cuál es situación real del municipio?
– ¿Cómo se imagina que será su relación con los empleados municipales? Por lo pronto, ¿tiene noción exacta de cuántos son?
– Todavía (al momento de la entrevista) no tenemos la cifra exacta de la plantilla municipal. De los contactos verbales con los actuales funcionarios no hemos podido sacar aún un cuadro real de situación. Al respecto, nos sorprende que ni el sindicato cuenta con esta información esencial. Nosotros queremos saber lo antes posible el número de empleados que hay, en qué área se desempeñan, hace cuánto están. O cuándo fueron pasados a planta permanente, que es un gran tema. Cuando me tocó gobernar Pueblo Belgrano, durante 7 años y medio de gestión (porque el último tramo tomé licencia, sin goce de sueldo, como corresponde, para presentarme como candidato a intendente en Gualeguaychú) no puse ningún empleado en planta permanente. Y esto no es estar en contra del empleado. Lo que pasa es que cuando ellos se jubilaban, no los reemplazábamos, sino que preferíamos pagarles más a los que ya estaban.
– ¿Qué le contesta a aquellos que le objetan que no es lo mismo administrar el municipio de Pueblo Belgrano que el de Gualeguaychú, por la magnitud y la complejidad de este último?
– Ése es un prejuicio, que voy a tener que desmentir con los hechos. Pero debo decir que las reglas de las buenas prácticas de gestión se aplican igual sin importa el tamaño del Estado. Con respecto, a la relación que habrá con los municipales de Gualeguaychú, yo soy un hombre de consenso. Creo firmemente que todo se puede arreglar mediante el diálogo franco y abierto, sin mentiras, con la verdad en la mesa. Debo decir que el sindicato de Gualeguaychú es el mismo que está en Pueblo Belgrano y con él no he tenido nunca una sola confrontación. Siempre mi mensaje fue: “defiendan a los trabajadores, no a los vagos”.
– ¿Sigue con la idea de impulsar una auditoría municipal, es decir un examen sistemático e independiente para determinar cómo recibe el aparato estatal local?
– En efecto. Nos interesa, por ejemplo, una auditoria de inventario. Porque en muchos traspasos quedan deudas dudosas. Hay que determinar cuáles corresponden a préstamos y cuáles son obligaciones financieras contraídas con proveedores. Además, no es lo mismo recibir 10 camiones funcionando, que sólo funcionen 2. También hay que determinar cuánto costaría el arreglo de los 8 restantes. Y esta información debemos luego hacerla pública para que el vecino se entere dónde estamos parados (…) En Pueblo Belgrano tuve la experiencia de recibir un parque vehicular detonado, lo que supuso hacer una inversión importante en los primeros meses, para después empezar a trabajar.
– En los Estados municipales, y Gualeguaychú no es la excepción, suele haber opacidad en la información pública. Ésta baja desde el poder a cuenta gotas y en forma sesgada, pese al derecho que tienen los vecinos de saber en qué se gastan sus dineros. De hecho, usted reconoció que se está en el limbo con respecto a la plantilla de empleados. ¿Qué piensa?
– Pues que esto está mal. Acá no hay que ocultar nada y hay que decir la verdad en todo. Con la verdad se llega más lejos, aunque algunos se enojen. También hay que reconocer que, en un contexto de alta inflación, se pierde referencia en los precios y esto no ayuda a transparentar los costos. Los proveedores del Estado suelen cubrirse, con lógica, frente a la inflación. Un insumo que costaba la semana pasada equis valor, ahora tiene un precio mayor…
– ¿Planean cambios en la gestión de cobro de las tasas municipales?
– Trataremos de perfeccionarlo. Es un tema sensible. Porque la gente está muy cansada de los políticos, a los que se suele asociar con cosas negativas. Esto se potencia con la crisis económica de las familias, a las que les cuesta llegar a fin de mes. Pero nosotros tenemos que predicar con el ejemplo. Tenemos que ser celosos con el gasto, porque administramos recursos ajenos. Obviamente el municipio tiene la responsabilidad de cobrar lo que la normativa dispone. Cuando yo asumí en Pueblo Belgrano, el 8% del total de la recaudación provenía del cobro de tasas, es decir ese era el porcentaje de los recursos propios. Y ahora ese porcentaje supera el 40%. Creo que cuando la gente ve que las cosas se hacen, es decir cuando percibe que esos recursos no se dilapidan y se aplican en provecho de la ciudad, entonces no discute el pago de contribuciones al fisco. El problema surge cuando ve que se gasta mal y eso afecta la base de legitimación del cobro de tasas e impuestos.
La salud y la seguridad, en la agenda del intendente
Mauricio Davico se mostró partidario de actuar decididamente, como intendente, en dos temas sensibles, como son la salud pública y la seguridad, pese a que son temáticas que se gestionan a nivel provincial o nacional.
Según dijo, un jefe comunal, como autoridad política de la ciudad, no puede desentenderse de dos aspectos claves que hacen a la calidad de vida de los vecinos y al perfil de la ciudad.
En materia de salud y seguridad, dijo, hay que buscar una coordinación de los actores que intervienen en ambas esferas, haciendo un aprovechamiento integral de los recursos humanos y materiales existentes.
“Un intendente no puede hacer la vista gorda en aspectos de la realidad en los que no opera primariamente, pero afectan a la sociedad. En el tema de seguridad, no puede interferir en la acción policial o en la justicia. Pero sí puede generar ámbitos donde confluyan esas partes para hacer un seguimiento de la situación. Lo mismo pasa con la salud, donde hay distintos efectores públicos y privados que deben coordinarse”, reflexionó.
Al respecto, anticipó que se armará una “agencia de seguridad” a nivel local, donde confluirán la policía, la gendarmería, la prefectura, y sectores de la justicia local.
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