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Analogías con animales para caracterizar humanos

22 Jul

La utilización de las metáforas o términos zoológicos para designar a las personas o a determinados atributos de las mismas, forma parte de la tradición popular y revela la capacidad figurativa del idioma.

Aunque toda persona es única, inabarcable y cambiante, el “animalario” se trata de una operación semántica consistente en capturar rasgos comunes a partir de la diversidad humana.

La tradición popular recurre a las analogías con animales (en apodos, dichos, refranes y relatos breves) para subrayar algunos rasgos que distinguen, caracterizan o caricaturizan a las personas.

Por ejemplo, la construcción “qué bestia”, puede aludir a la persona ruda o ignorante o también puede reflejar admiración ante la capacidad de alguien para una tarea o ante alguna de sus cualidades: “¡Qué bestia, que rápido lo hiciste!”.

Ser un “águila” para algo es un elogio para aquella persona que es vista como lista o que ve detalles que otros no ven, en tanto que a quien se muestra astuto y sagaz se lo suele caracterizar como “zorro”.

A la persona trabajadora se la llama “hormiga”, al sujeto inepto e ignorante “burro”, al que sigue ciegamente la moda o la multitud “borrego”, y al que es algo rústico y atropellado “caballo”.

En México es un “cabrón” alguien al que le gusta molestar, un ser sádico. En tanto que en varios países ser un “gallo” es ser valiente, aunque decir “ése es mi gallo” implica celebrar al que puede enfrentarse a algo, y se utiliza “gallito” para designar al bravucón.

La expresión “puerco” suele reservarse a la persona grosera, descortés o malcriada, en tanto que “pulga” caracteriza a alguien pequeño de estatura.

La frase “está esperando a la cigüeña” es para quien está embarazada; “lágrimas de cocodrilo” sirve para describir actitudes fingidas; y “cotorrear” es conversar ociosamente.

La metáfora del “camaleón” en el mundo humano tiene connotaciones morales negativas, ya que sugiere hipocresía, aunque en algunos casos puede implicar la virtud para adaptarse a un medio cambiante.

En política, por ejemplo, “delfín” es el señalado como posible sucesor, “dinosaurio” es un político de otra época, “halcón” designa al partidario de estrategias más agresivas mientras que el más pacifista es “paloma”.

Sin importar el ámbito profesional, a la persona vil se la suele llamar “gusano”, a la intrigante y venenosa “serpiente”, al hombre sanguinario “chacal”, a la persona aprovechada y cruel “hiena”, y al tacaño “rata”.

En Argentina al que es hábil en las relaciones interpersonales o exitoso con las mujeres se lo llama “tigre”, en tanto a que la mujer calculadora y de ética cuestionable se le reserva el calificativo de “víbora”.

Hay metáforas zoológicas sexistas, que ensalzan al hombre y denigran a la mujer. Por ejemplo, mientras “zorro viejo” designa a un hombre astuto, se emplea “zorra” para señalar una mujer promiscua o bien que ejerce la prostitución

Mientras “toro” alude a un varón con vigor, fuerza física y buena salud, en oposición “vaca” alude a una mujer con sobrepeso, obesidad o incluso falta de atractivo.

Por otro lado, a la vecina mirona y chismosa se le dice “lechuza”, a la persona lenta y que no razona bien se la califica de “marmota”, y se le suele decir “perro” a la persona torpe o muy poco hábil para un deporte.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/07/2023 en Uncategorized

 

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