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Esas crecientes que están en la memoria

La relación entre el río Gualeguaychú y su gente

Esas crecientes que están en la memoria

La reciente inundación hizo volver la mirada al pasado. Desde la perspectiva retro, una serie de eventos naturales similares aparecen jalonando la relación de los vecinos con su río. Bajo modalidades distintas, dejaron experiencias comunitarias conmocionantes.

Por Marcelo Lorenzo

Los ecosistemas son constitutivos de la formación social. O de otro modo: el estilo de vida o de ser social está signado por la naturaleza circundante.

Y en esta región hay una característica que atraviesa no sólo todo el paisaje, sino también la cultura de un pueblo: el río. Al respecto se ha elaborado el concepto de “territorios hidrosociales”.

Con él se alude a las redes relacionadas con el agua, donde ésta y la sociedad se hacen y rehacen mutuamente en el tiempo y en el espacio.

El río Gualeguaychú ha sido testigo de acontecimientos históricos decisivos de la comunidad local, desde los orígenes, marcando así su derrotero existencial.

Por este curso de agua llegamos a entender a los pueblos originarios que habitaban aquí antes de la llegada de los españoles.

El río estuvo todo el tiempo en la mente del fundador Tomás de Rocamora. Y desde entonces la localidad adoptó la voz guaraní que lo nombra: Gualeguaychú, que significa “agua de andar despacio”.

Más acá en el tiempo fue uno de los ejes del pronunciamiento de Justo José de Urquiza frente a Juan Manuel de Rosas, inscribiéndose como hito geográfico dentro de la gesta de la Organización Nacional.

El río fue el eje vertebrador del ordenamiento urbano en los primeros tiempos. Por él, además, llegaron los inmigrantes, a fines del siglo XIX, que cambiarían sustancialmente el perfil sociológico de la comunidad.

Por el río también salía hacia el mundo el principal producto de exportación de Gualeguaychú durante décadas, desde su mítico Frigorífico.

El río sigue siendo hoy fuente proveedora de vida y de trabajo. No sólo del agua que consumimos. Sino como recurso económico estratégico. Es proveedor de bienestar futuro, ya que él y su paisaje son una atracción turística.

Además, ha sido, y sigue siendo, fuente de inspiración de los artistas y científicos locales. “Todo está como era entonces:/ La casa, la calle, el río”, reza la poesía de Olegario V. Andrade.

Pero también el río es la amenaza real que impacta impiadoso en la población por el desborde de sus aguas.

Cuando el río se enoja

Todo bien tiene su reverso, su contrapartida negativa. El río, aunque es fuente de vida, no deja de ser peligroso cada vez que se desborda, como ha pasado en los últimos días.

Se diría que la ocurrencia de las inundaciones son la contracara de la relación benéfica de la ciudad con el río. La sociedad nativa lleva las marcas de estos eventos traumáticos, que se han sucedido a lo largo de la historia  

Entre las diversas causas de inundaciones en Gualeguaychú se pueden destacar, sucintamente, las que siguen:

1) por incrementos importantes en la escorrentía, consecuencia de grandes lluvias en la cuenca;

2) debido a variaciones en el régimen del río Uruguay;

3) como resultado de la presencia del viento sudeste o “sudestada”;

4) por transformaciones humanas en el entorno, por ejemplo en los campos, que hacen que la tierra absorba menos el agua de lluvia;

5) por urbanizaciones indebidas en las superficies adyacentes del río, llamado valle de inundación;

6) porque hay más calles pavimentadas, que evitan la absorción del agua de lluvia y aceleran su escurrimiento.

Para evitar los desbordes fluviales la ciudad ha estado obsesionada buscando la manera de eliminar o mitigar este evento hídrico.

En el año 1936 y luego de contar ya con ocho inundaciones desde el inicio del siglo pasado, como la ocurrida en 1914, los gualeguaychuenses emprendieron la construcción de la Costanera, que actuó en adelante como defensa frente a las crecientes.

Si no existiese esta empalizada el agua entraría fácilmente cada vez que el río eleva su altura, como ocurre con el Parque Unzué, que se anega ante este tipo de contingencia.

Por otro lado, la ciudad optó por dos medidas: relocalizar la población situada en zonas inundables por un lado (sobre todo la que vivía en el Barrio Munilla), y hacer obras de desagües por otro.

Se ha aceptado, por lo demás, que la problemática hídrica está asociada estrechamente al destino ribereño de la localidad. Y dado el inevitable desarrollo urbano, no va a pasar mucho tiempo para que el Gualeguaychú deje de ser un río lateral y pase a ser central en la ciudad, como ocurre en otros sitios (el Sena en París o el Támesis en Londres).

La de 1978

Por estos días se recuerda una de las mayores inundaciones de la historia de la ciudad, ocurrida hace 46 años.

Entre la noche del 18 de marzo de 1978 y la madrugada del 19, las aguas irrumpieron con una velocidad inusitada, luego que se derrumbara el terraplén recién construido para la nueva traza de la ruta 14.

El desborde del río se trocó pronto en drama humano. Prácticamente un tercio de las manzanas de la ciudad quedó bajo agua. Según los datos estimativos oficiales, la inundación afectó alrededor de 305 manzanas, 2.500 viviendas y 10.000 personas.

La causa principal de la inundación fueron las grandes lluvias en el norte de la cuenca. El pico máximo de la crecida en el puerto local alcanzó los 7,28 metros de altura, superando todas las marcas anteriores. La velocidad de la inundación, en la noche, tomó por sorpresa a los vecinos y a las autoridades. Fue tan extrema que en una hora la altura del río se incrementó en un metro.

Sonaron las sirenas del Frigorífico y de los Bomberos Voluntarios, dando aviso a vecinos que no entendían que ocurría y que se vieron obligados a sacar todo lo que podían de sus casas.

Como si ello fuera poco, la ciudad se quedó sin el servicio de agua potable, debido a que los motores eléctricos del pozo de bombeo quedaron tapados por el agua.

Cómo fue la de 1959

La inundación de abril de 1959 ha marcado una huella profunda en la memoria colectiva local y también en la entrerriana.

Lluvias intensas durante semanas, crecidas extraordinarias de los ríos Uruguay y Paraná y una persistente sudestada por el lado del río de La Plata, conformaron un cuadro hídrico que cubrió 20.000 km² de tierras entrerrianas.

Fue una experiencia conmocionante para todo el sur de la provincia. Toda vez que supuso el despoblamiento de la zona de Islas -cuya economía quedó destruida- y en el caso de Gualeguaychú estuvo marcada por la tragedia humana.

El hundimiento de la draga MOP 2C en el canal de acceso al Gualeguaychú constituye una de las páginas negras de la historia local. De los 12 tripulantes sólo 3 salvaron sus vidas.

Pero allí fueron golpeados por los durmientes que se habían desprendido de un muelle en construcción en Fray Bentos. Los cuerpos de las víctimas fueron rescatados después.

“La inundación de 1959: sus efectos sobre el sur entrerriano”. Así se titula el artículo de la historiadora local Silvia Razzetto, donde se consigna que el 15 de abril el río Gualeguaychú registró la marca de 6,60 metros, doblando así la altura de alerta (3,50 m).

“La onda de creciente abarca la cuarta parte del casco urbano. Se corta el puente sobre el arroyo Gualeyán, principal tributo del Gualeguaychú, evitando el paso a proveedores de leche y hortalizas”, relata Razzetto.

“Escasean la carne, los combustibles, se corta el suministro de agua potable al inundarse la sala de motores de la toma de agua, se corta el teléfono, se racionaliza la energía eléctrica. Se suspenden los servicios ferroviarios y terrestres. La localidad queda aislada”, describe.

Además, se hicieron desesperados esfuerzos para proteger las instalaciones del Frigorífico Gualeguaychú, uno de los motores de la economía doméstica. Autoridades y empleados de la planta se lanzaron a sacar la carne de exportación que estaba en las bodegas.

La última grande

Más acá en el tiempo, el 29 de marzo de 2007, en la cuenca del Gualeyán llovieron, de golpe, alrededor de 200 milímetros. Y también en la ciudad. Cuando el agua de la cuenca llegó al Gualeguaychú, éste ya estaba crecido e hizo que el río llegara al nivel de 5,22 metros el 3 de abril, provocando serios problemas urbanos a través de los desagües.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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