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Los evangélicos locales buscan dar un paso al frente

El Registro Municipal de Cultos les daría una mayor visibilidad social

Los evangélicos locales buscan dar un paso el frente

Las iglesias protestantes conforman un grupo religioso activo en Gualeguaychú en el plano cultural y social. Han adquirido con el tiempo una identidad propia, más allá de sus denominaciones, convirtiéndose en un sujeto cívico que hoy busca un mayor reconocimiento institucional.

Por Marcelo Lorenzo

Los herederos de la Reforma protestante han sido una expresión religiosa minoritaria en Gualeguaychú, ciudad históricamente dominada por la Iglesia Católica, bajo cuyo patrocinio Tomás de Rocamora fundó la villa hispana a fines del siglo XVIII.

En épocas de unanimismo católico, rezar otro credo supuso colocarse al margen de muchas cosas, incluso sufrir discriminación. Esto si se piensa que quien consumó el cisma religioso en Occidente cinco siglos atrás, el monje Martín Lutero, fue conceptuado como “hereje”.

Pero con el paso del tiempo, y ante la emergencia de una ciudad más abierta y plural, el evangelismo local se ha ganado un lugar relevante como actor social dentro de la sociedad civil de Gualeguaychú.

Cabe consignar que casi todos los estudios de opinión pública dan cuenta, al respecto, que mientras la Iglesia Católica, hegemónica desde la época colonial, viene sufriendo una pérdida de fieles en el último tiempo, los hijos de la Reforma tienen cada vez más creyentes.

¿Cuál es la realidad sociológica e institucional del protestantismo local? ¿Puede haber más de 5.000 creyentes que asisten a una treintena de iglesias repartidas en la ciudad, según algunos cálculos? ¿Cómo reconocer estas congregaciones dentro de otros cultos religiosos no cristianos, como por ejemplo los espiritistas o el umbandismo? 

Dada la característica propia del sector, que se expresa a través de tantas iglesias particulares (bautistas, Hermanos Libres, pentecostales, Alianza Cristiana y Misionera, Unión de las Asambleas de Dios, etc.), la situación se presenta en este sentido algo anárquica. Pero un principio de ordenamiento lo daría un Registro Municipal de Cultos, gracias al cual se sabría quién es quién en este panorama.

Eso explicó a EL DÍA Julio Chanda, presidente del Consejo de Pastores de Gualeguaychú, entidad que nuclea a las distintas denominaciones evangélicas de la ciudad y desde donde se viene impulsando ese registro a nivel local.

La ordenanza de creación de este registro fue aprobada por el Concejo Deliberante el año pasado, pero todavía no ha sido reglamentada. Las nuevas autoridades y los concejales ya han dado el visto bueno para que se efectivice.

El mentado organismo se encargará de inscribir a los distintos cultos religiosos que actúen en Gualeguaychú, inscripción que debe ser consistente con el Registro Nacional de Cultos, creado por la Ley 21.745/78.

Según Chanda, esta creación tiene varias ventajas prácticas, una de las cuales es facilitar a nivel local los trámites de inscripción para las agrupaciones religiosas.

Aunque el registro estará abierto para todas las expresiones religiosas distintas de la Iglesia Católica, es decir para todas los grupos que puedan acreditar la existencia jurídica de un culto, en el caso del evangelismo local esto implica una “reconocimiento institucional” del sector, según explicó el entrevistado.

Chanda recordó que esta iniciativa es producto del esfuerzo de mucha gente: “Debo mencionar por ejemplo el trabajo del pastor Julio Herrera y en el mundo de la política la colaboración de Ricardo ‘Tachi’ Rodríguez”.

Un nuevo protagonismo

Con 25 años de actividad como pastor en Gualeguaychú, Chanda es el referente de la congregación bautista “Hay Vida en Jesús”, cuyo templo está situado en San Martín 1228.

Esta comunidad religiosa, que fue creada oficialmente a nivel local en 1974, también administra la radio FM Kairós 95.7, al tiempo que realiza una intensa labor social.

Según el pastor, décadas atrás la Iglesia Evangélica (considerada en bloque) era vista en Argentina prácticamente como una secta sobre la que pesaban varios “prejuicios”. Uno de ellos, muy fuerte, es que eran “fanáticos” enemigos del progreso.

“Este prejuicio se disuelve fácil, si pensamos que los países que lideraron la ilustración y la revolución científica en el mundo vienen de matrices culturales vinculadas al protestantismo”, refirió.

Según dijo, tras un período de hegemonía católica a nivel local, las iglesias protestantes han adquirido un protagonismo no sólo religioso sino también cívico. Y hoy quieren dar un paso adelante, sentándose en la mesa donde se discutan temas para la ciudad, de acuerdo a la convocatoria que ha realizado la actual gestión municipal.

Efectivamente, los evangélicos locales actúan en todos los frentes sociales, a través de una pastoral múltiple, que involucra desde la asistencia directa a través de merenderos, la acción educativa, pasando por la pastoral penitenciaria, hasta programas de atención a población vulnerable (por ejemplo, madres jóvenes embarazadas o víctimas de la drogadicción).

“Al principio, las denominaciones actuaban cada una por su lado, porque no era buena la relación entre ellas, ya que había muchas barreras. Pero hoy puedo decir que el evangelismo, más allá de nuestras particularidades, tiene una identidad propia”, afirmó el pastor Chanda.

“Hemos estado colaborando en todas las crisis sociales, como la del 2001 o durante la pandemia. Ahora mismo estamos reforzando nuestra acción ante la crisis económica, creando, por ejemplo, nuevos merenderos”, precisó.

Según dijo, la acción social de los evangélicos no es su objetivo primario sino que es un corolario de su “fe bíblica vivida en plenitud”. La labor social primero empieza en la propia congregación, donde se practica la ayuda mutua, y después se refleja en la actividad misionera que impacta en el resto de la sociedad de Gualeguaychú.

Chanda sostuvo que los evangélicos tienen una mirada especial vinculada a la preservación de valores. Al respecto, recordó que, en el debate sobre la legalización del aborto, el evangelismo adoptó una posición inequívoca en favor “de las dos vidas” (tanto la madre como el feto).

“Por otro lado, si bien es cierto que existen problemas económicos en muchas familias, que urge atender, creemos que hay una crisis espiritual y emocional más grave, que se refleja por ejemplo en la ocurrencia de suicidios. Y nuestras iglesias tiene una repuesta a estas carencias”, reflexionó.

En otro orden, el entrevistado indicó que las iglesias protestantes han sido convocadas por la política en varias ocasiones, por ejemplo, en el período preelectoral, circunstancia que revela la importancia social que ha adquirido el evangelismo doméstico.

“Estar registrados oficialmente nos dará una legitimidad institucional especial. Esto nos daría un marco jurídico para iniciar un diálogo fluido con el poder político y con los otros actores de la sociedad civil”, destacó el presidente del Consejo de Pastores de Gualeguaychú.

“Nuestras congregaciones son extremadamente horizontales, todo lo contrario de la Iglesia Católica. Esta horizontalidad es parte de la esencia de la Iglesia reformada. Se diría que cada una de nuestras iglesias sigue su ‘librito’. A lo que aspiramos es a que no se salga del Libro, que es la Biblia”, comentó en relación a la posibilidad de darle un cause a las distintas expresiones protestantes de la ciudad.

Diversidad religiosa

A mediados del siglo XIX Argentina recibió a grupos étnicos de todo tipo, ofreciéndoles un lugar para prosperar en libertad, dando un ejemplo de hospitalidad y de tolerancia, al respetar la identidad religiosa de los recién llegados.

Fue en este contexto político e institucional que muchos extranjeros que no eran católicos -más allá de que el Estado profesaba ese credo- se instalaron en distintos sitios geográficos, como los evangélicos.

Es bastante común la mención de un primer movimiento evangélico llegado a América a través de sucesivas olas migratorias desde Europa, al cual se da el nombre de “protestantismo de inmigración”, “iglesias de trasplante” o “iglesias étnicas”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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Los mitos políticos, sucedáneos de la religión

Con la modernidad, en realidad tras la Revolución Francesa, el principio político se volvió expansivo, totalitario, abarcando las cuestiones en torno al “sentido”, de las que antes respondía la religión.

Aspectos que anteriormente tenían cabida en la esfera privada y en el interior anímico: libertad, igualdad, fraternidad, felicidad, todo eso tenía que ser realizable por mediación de la política, aquí y ahora.

Si en el Antiguo Régimen monárquico la política estaba limitada a luchas de la élite, a partir de la edad moderna deviene en una empresa colectiva llamada a construir la vida desde cero.

Mediante un proceso de secularización, nace entonces el culto de la razón política, el cual viene a reemplazar a la religión, de forma que las llamadas “cuestiones últimas” se transforman en cuestiones socio-políticas (ya no importa el más allá sino el más acá).

El militante político, así, actúa como un “creyente” que, organizado en un partido (suerte de iglesia), viene a “redimir” a la sociedad proponiéndole un nuevo credo de salvación, es decir un “mito político”.

La politización de la vida en Occidente se traduce en mitologización a gran escala de la sociedad y en este sentido las grandes narrativas ideológicas en esta esfera -nacionalismo, liberalismo y socialismo- son grandes mitos.

Es decir, construcciones arbitrarias del genio humano, un mundo artificial formado por imágenes que es capaz de hacer pasar a las “masas” humanas de la teoría a la acción; una fuerza simbólica susceptible de transformar radicalmente la sociedad, haciendo realidad la Revolución.

El concepto de mito político nació a comienzos del siglo XX. Fue George Sorel (1847-1922) el primero en teorizarlo. Este filósofo francés y teórico del sindicalismo revolucionario habló de un “nuevo lenguaje” y el reconocimiento del “valor perenne del Mito en la formación de los grandes movimientos populares”.

Sorel describe el mito como la “creación de fantasía concreta que opera sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva”.

No es casual que los totalitarismos del siglo XX -comunismo, fascismo y nazismo- construyeron grandes mitos, ensalzando (o divinizando) las virtudes del proletariado, del Estado o de la raza.

Es interesante observar que aquí el mito denota fenómenos de “irracionalidad” en el ámbito de la política. Ya que detrás del concepto late una creencia superior, una esperanza super-humana que pone en marcha la historia, una suerte de utopía colectiva en acción (el paraíso comunista, el retorno a la Roma imperial de los fascistas, el dominio milenarista de la raza aria en el caso de los nazis).

De esta manera, las masas humanas descristianizadas dentro de las grandes urbes de Occidente, encontraron en los mitos políticos un sustituto o sucedáneo de la religión, disputándole la política el relato de sentido a las iglesias institucionalizadas.

En América Latina, el gran teórico de la mitología izquierdista en la región ha sido el marxista peruano José Carlos Mariátegui (1894-1939), para quien la crisis de la civilización occidental burguesa se debe a una falta de fe, de esperanza, de un mito.

En su ensayo “El hombre y el Mito” escribió: “Ni la razón ni la ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el hombre (…) La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia, está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/12/2023 en Uncategorized

 

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Los retos religiosos del Estado laico de Israel

El Estado de Israel aparece como el único país de Oriente Medio con valores democráticos y, por tanto, laico. Sin embargo, la religión tiene una gran presencia tanto en el ámbito público como en el privado.

El laicismo se identifica por la indiferencia o exclusión de la religión en los asuntos del Estado. Fue la base del sionismo político introducida por Theodor Herzl, que sentó las bases del Estado israelí en 1948, como respuesta a la ola antisemita que recorrió Europa en esos años.

Lo contrario del laicismo es el “Estado confesional”, como el que tiene Irán (enemigo histórico de Israel) donde gobiernan clérigos musulmanes, que aplican la sharía o ley islámica a todos los órdenes de la vida pública y privada.

En tanto el yihadismo de Hamas y otros grupos radicales que le hacen la guerra a Israel y se declaran pro palestinos, predican la yihad, o “guerra santa” en el nombre de Alá. Ideológicamente, por tanto, el yihadismo abreva un ideario teocrático totalitario de corte antiliberal, antioccidental y antilaicista.

¿Es Israel un estado absolutamente laico, como existen en Occidente?  En realidad, existe una profunda grieta en la sociedad israelí entre sectores seculares y religiosos, y es un hecho que algunos sectores religiosos ortodoxos abogan por una mayor influencia de la religión en la vida pública y en las instituciones estatales.

De hecho, ha surgido una combinación heterogénea en la cual, si bien el Estado no es teocrático, y se mantiene en principio laico, el judaísmo ortodoxo ha logrado imponer criterios religiosos a la vida civil.

Ello incluye elementos que reflejan la influencia de la tradición, como el calendario religioso que coexiste con el oficial; la observancia del sábado y las fiestas religiosas como día de descanso; la falta de transportes colectivos y de espectáculos públicos en sábado

A eso se le suma la definición de “judío” de acuerdo a la ley religiosa “halaja” como alguien nacido de madre judía o convertida al judaísmo; la existencia de sistemas educativos separados para laicos, para judíos ortodoxos y para judíos ortodoxos extremos.

Al mismo tiempo una proporción importante de los jóvenes se niega a participar en la defensa del país, no por motivos pacifistas, sino porque invocan su deseo de dedicarse enteramente al estudio de la ley religiosa.

Por otro lado, para formar un matrimonio legal en Israel, una pareja judía tiene que estar casada por un rabino y si una pareja desea divorciarse, deben buscar un consejo rabínico.

Además, toda la comida en las bases del ejército y cafeterías de los edificios del gobierno tienen que ser kosher a pesar de que la mayoría de los israelíes no siguen estas leyes en su dieta.

Una encuesta de la Oficina Central de Estadísticas de Israel, publicada en 2021, encontró que, entre los judíos israelíes mayores de 20 años, aproximadamente el 45% se identificó como laicista o no religioso, mientras que el 33% dijo que practicaba un culto religioso “tradicional”.

Los judíos ultraortodoxos, conocidos como “haredim” en hebreo —o “jaredíes” en español—, constituían el 10%. Éstos últimos adhieren a una interpretación estricta de la ley judía y a un código de conduta que lo rige todo, desde qué comer hasta qué ropa usar.

En el último tiempo aumentó la escalada de tensiones entre israelíes laicos y religiosos desde la llegada al poder de Benjamin Netanyahu, al que se acusa de haber empoderado a los grupos ultraortodoxos, propensos a una teocracia.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 17/11/2023 en Uncategorized

 

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Teatro, el antiquísimo arte de la actuación

El 27 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Teatro, arte de la actuación que han practicado todos los pueblos, aunque fue en la Antigua Grecia donde tuvo un particular florecimiento

El término “théatron”, de origen griego, significa “lugar para contemplar”. Es la rama de las artes escénicas en las que se representan historias actuadas frente a espectadores usando una combinación de discursos, gestos, escenografía, música y sonido.

Los orígenes del teatro se hallan en tiempos remotos. Deben buscarse en la evolución de los rituales mágicos relacionados con la caza, al igual que las pinturas rupestres, o la recolección agrícola.

Esas prácticas desembocaron en auténticas ceremonias dramáticas donde se rendía culto a los dioses y se expresaban los principios espirituales de la comunidad. Este carácter de manifestación sagrada resulta un factor común a la aparición del teatro en todas las civilizaciones.

En África, por caso, los ritos religiosos mezclaban el movimiento y la comunicación gestual con la música y la danza, y objetos identitarios como las máscaras, que servían para expresar roles o estados de ánimo.

En la América precolombina se desarrolló una forma de teatro en las culturas maya, inca y azteca. En el caso de los mayas estuvo relacionado con fiestas agrícolas, e ilustraba historias del Popol Vuh, el libro sagrado de ese pueblo.

En el Antiguo Egipto, en tanto, solían representarse dramas con la muerte y la resurrección en Osiris. Ya por entonces se utilizaban disfraces y máscaras en las dramatizaciones.

Sin embargo, fue en la Antigua Grecia, cuna de la civilización occidental, donde se desarrolló una sofisticada cultura teatral entre 550 a.C. y 220 a.C., época en que las polis griegas comenzaron a caer bajo dominio romano.

El espectáculo se presentaba en un espacio al aire libre, donde se ejecutaban danzas, recitados y piezas musicales, así como eventos cívicos y religiosos.

Fue a través del teatro griego que se presentaron, por primera vez, los géneros teatrales (drama, comedia y tragedia), inspirados, principalmente, en aspectos de la sociedad, como las guerras entre las polis, o el conjunto de creencias sobre la mitología griega y los dioses olímpicos.

Las presentaciones artísticas se llevaban a cabo sobre superficies planas y con estructuras que permitiesen la acústica que, a diferencia de los teatros actuales, permitían una visualización de más de 170º. Dicha disposición acústica y visual permitían la representación de cantos corales mixtos.

Las bases de la crítica dramática fueron establecidas por Aristóteles (384-322 a.C.) quien describió y catalogó el teatro de su época a través de su obra “La Poética”, donde sostiene que el teatro es esencialmente “mímesis” (imitación).

Los géneros fundacionales del teatro clásico griego son la tragedia y la comedia. Según Aristóteles, la tragedia representa el error humano, que no es perversidad o maldad, pero que de todas maneras queda definido fatalmente por el destino. Observamos la desgracia y el sufrimiento del héroe: de allí se deriva la compasión y el temor y se produce una descarga psíquica purificadora, una catarsis.

La comedia, dice el filósofo, imita lo risible y feo de hombres inferiores, de manera que en ella se representa “un defecto y una fealdad que no causa dolor ni ruina”, pero tiende a presentar los hombres peores de lo que son, a diferencia de la tragedia.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 04/04/2023 en Uncategorized

 

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El Gauchito Gil y el culto a los personajes populares

Hoy (8 de enero) se cumple un nuevo aniversario de la muerte del Gauchito Gil, el legendario personaje correntino que figura dentro del santoral alternativo, canonizado no por la Iglesia Católica sino por la fe popular.

Antonio Mamerto Gil Núñez habría nacido en 1840 y muerto en 1878. Fue un gaucho perseguido por la justicia que, al finalizar la guerra de la Triple Alianza, obró un “milagro” que benefició al militar que lo ejecutó, según la creencia popular surgida en Corrientes.

El “Gauchito” reproduce en el imaginario popular la figura atractiva de quien se alza contra la iniquidad social, según el prototipo anglosajón de Robin Hood, quien robó a los ricos para darles a los pobres.

La veneración del gaucho correntino no forma parte del santoral católico. Configura un culto popular pagano similar al que se les rinde a San La Muerte, la Difunta Correa, los cantantes Rodrigo, Gilda y Gardel, o a Evita y hasta a la joven catamarqueña María Soledad Morales.

Como sea la Iglesia debió encontrar un punto de concordancia con esta manifestación de fe popular, dado que hace tres años permite que sus sacerdotes realicen misas en el santuario del “Gauchito” cada 8 de enero.

El presbítero correntino Julián Zini ha dicho que la Iglesia reconoce al Gauchito Gil “como un difunto querido, muerto injustamente”, y en este sentido es visto como un hombre que puede acercar a Dios.

Estas “canonizaciones” populares  pueden ser leídas como una superstición, un término peyorativo para una creencia popular que se asienta en la fe de mucha gente.

Desde el punto de vista antropológico, estos fenómenos se vinculan al culto de los difuntos, en el que se mezclan aspectos del culto a los santos. También está presente el “martirio”, ya que el personaje en cuestión ha sufrido o ha tenido una muerte violenta (accidentes, asesinatos, muerte a manos de la policía).

El proceso de canonización popular suele ser el siguiente: una cruz señala el lugar de la muerte trágica. Los “pasantes” rezan por el ánima bendita, o le prenden velas, hasta que alguien le atribuye una gracia al difunto. Ahí comienzan el culto, los ruegos, las promesas, los votos, etc.

Son, casi todos ellos, santos de los caminos. Es decir aparecen como devociones al paso, cultos con oratorios improvisados sobre las banquinas de las rutas para venerarlos, al punto que se los ha denominado “santos ruteros”.

Todas las ermitas del Gauchito Gil, por caso, se caracterizan por las banderas rojas al costado del camino. Allí los fieles hacen ofrendas y dejan peticiones. En el caso de la Difunta Correa destacan las casitas revestidas de botellas.

Al parecer el atractivo de estos “santos populares” es que actúan como figuras milagrosas para tener a mano en las pequeñas o grandes necesidades de la vida pero, y sobre todo, para pedir su intervención cuando todos los otros recursos fallan.

“Los santos populares, como toda creación mítica, cumplen con la función psíquica de protegernos de todo aquello que el hombre entiende como fuera de su control”, explica al respecto el doctor Gustavo Corra, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), que investiga acerca de los mitos.

“Ante cualquier fenómeno en el que un grupo social pueda sentirse desamparado, recurrirá al pensamiento mágico para que cree y sustente creencias. Después de todo, la mente del hombre funciona en un continuo de amenazas y la manera de afrontarlas es la creencia”, refiere.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 10/01/2022 en Uncategorized

 

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Halloween, celebración de un antiguo ritual celta

En buena parte del mundo hoy (31 de octubre) se celebra la fiesta de Halloween o “noche de brujas”, vinculada a un antiguo ritual celta denominado Samhain, en el que los muertos regresaban al mundo de los vivos.

Los celtas creían que la línea que unía a este mundo con el “otro mundo” se estrechaba con la llegada del Samhain, permitiendo a los espíritus (tanto benévolos como malévolos) pasar a través.

Esta festividad era considerada como el momento de la comunión con los espíritus de los difuntos los cuales, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándole a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos.

Para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares, dejaban comida fuera, una tradición que se convirtió en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces.

Según la leyenda celta no solo los espíritus de los difuntos eran libres de vagar por la tierra la noche de Halloween, sino toda clase de entes procedentes de todos los reinos espirituales.

Entre ellos había uno terriblemente malévolo que deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa en casa pidiendo “truco o trato”. Lo mejor era hacer trato, sin importar el costo que éste tuviera, pues de lo contrario el ente maligno podía usar sus poderes para hacer “truco”, que consistía en maldecir la casa y a sus habitantes, dándoles toda clase de infortunios.

De aquí proviene que cada 31 de octubre los niños se disfracen para la ocasión y paseen por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta, pronunciando la frase “truco o trato”.

Si los adultos les dan caramelos, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, se interpreta que han aceptado el trato. Si por el contrario se niegan, los chicos les gastarán una broma, siendo la más común arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta.

Esta tradición pasó de los celtas a los irlandeses, quienes fueron los encargados de llevarla a Estados Unidos. Sin embargo, la fiesta no comenzó a celebrarse masivamente hasta 1921.

La internacionalización de Halloween se produjo a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 gracias al cine y a las series de televisión. En 1979, se estrenó en Estados Unidos y en el mundo la película “Halloween”, de John Carpenter.

La industria cultural hace un negocio extraordinario con la fiesta de Halloween, donde el mal y lo demoníaco es exaltado. Esta fascinación por el “lado oscuro” refuerza el llamado “género de terror” en el cine, de altísimo consumo popular.

Al parecer el público “disfruta” o encuentra placer con las historias de brujas, fantasmas y cosas relacionados con la maldad del trasmundo. De alguna manera satisface, así, la necesidad de sensaciones fuertes.

Desde hace algunas décadas, la industria del cine encontró una veta comercial en productos donde el demonio, el anticristo o los espíritus malignos son protagonistas. “El Exorcista”, “Demian”, “El bebé de Rosmary”, “Poltergeis””, “Carrie”, son algunos de ellos.

En Latinoamérica algunos rechazan esta fiesta catalogándola de pagana. En tanto que cierto nacionalismo cultural, afecto a las teorías conspirativas, la ataca por considerarla una forma de “imperialismo”.

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Publicado por en 06/11/2021 en Uncategorized

 

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Religiosidad popular: auge del afroumbandismo

Uno de los fenómenos de religiosidad popular actuales se vincula a la proliferación de los cultos afrobrasileños en Argentina, sobre todo en el conurbano bonaerense, donde mucha gente acude a prácticas rituales por necesidades diversas.

En el país existen dos variantes de este tipo de religiosidad: el Batuque (también llamado Nación o Africanismo), que mantiene más elementos africanos, y la Umbanda y la Quimbanda, con mayor influencia espiritista.

“La casi totalidad de los templos practican ambas variantes (Umbanda y Africanismo), que conforman distintas etapas en un mismo camino religioso que los practicantes llaman ‘la religión’”, refiere Alejandro Frigerio, doctor en Antropología de la Universidad de California.

Ya en Brasil la umbanda se ha fusionado con el catolicismo en un sincretismo de deidades y santos para sobrevivir las creencias afro en la clandestinidad. Cada deidad, cada orishá, tiene su correspondiente en el santoral católico. Por ejemplo, Lemanjá, la diosa del mar y madre de todos los orishás, es la Stella Maris; y Ogún, el dios de la guerra, es San Jorge.

Los templos son llamados casas o terreiros. En la mayoría de los casos se trata de pequeñas propiedades administradas por sus propios dueños, que son a su vez los sacerdotes: los padres o madres de santo (pai o mae de santo)

Los cultos afrobrasileños son cultos de “posesión”, pues en los ceremoniales sus adeptos son incorporados o poseídos por orishas (espíritus sobrenaturales), caboclos, pretos velhos, exús y otras entidades propias del culto.

Esas corporizaciones se ponen en evidencia en los estados de trance en que caen los médiums durante los ritos. La mayoría de las personas que participan de estas sesiones ocultan su práctica y creencias por temor a ser discriminados, no ser comprendidos o simplemente por temor a perder su trabajo.

A pesar de las acusaciones de practicar magia negra y las calificaciones de locos y brujos, estos creyentes dicen ser una religión de paz y niegan que utilicen seres vivos para ofrendar a sus dioses.

La existencia actual de religiones de origen afro en Argentina se debe a su introducción desde Brasil (y en menor medida desde Montevideo) a mediados de la década de 1960.

Los primeros templos fueron abiertos por ciudadanos argentinos y algunos inmigrantes uruguayos que en periplos iniciáticos que unían Buenos Aires con Porto Alegre y con Montevideo inauguraron una especie de Mercosur religioso y cultural mucho antes que el oficial.

Actualmente en la Secretaría de Culto de la Nación los inscriptos como templos en el registro de cultos no llegan a 400, pero una fuente del organismo estima que pueden ser muchos más.

Según los estudiosos de este fenómeno religioso, estos cultos se asentaron entre los sectores populares urbanos o entre los menos favorecidos de las clases medias, pero con el correr del tiempo se pueden encontrar terreiros, o casas de religión afro, en distintos sectores de la sociedad. Si bien su base de apoyo y crecimiento la tienen en Buenos Aires, se han diseminado por todo el país.

La gente acude a los terreiros para recibir de las deidades respuesta a sus perplejidades, consuelo en sus sufrimientos o ayuda en sus dolencias. Los expertos asocian la umbanda con la religiosidad popular donde es común que los creyentes pidan al médium trabajo, pareja o que elimine el “daño” de algún mal espíritu.

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Publicado por en 10/10/2021 en Uncategorized

 

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Maradona, de la condición de humano a la de ídolo

La conmoción en la opinión pública por la muerte de Diego Maradona –para muchos el mejor futbolista de todos los tiempos- confirman su condición de ídolo popular argentino.

Los ídolos deportivos son los héroes míticos de nuestro tiempo. Son producto de un proceso de mitificación social que los eleva de su condición humana a la de objeto de adoración.

Un ídolo es una persona o una imagen que genera devoción en un grupo social, por reconocérsele características especiales, mejores que las que poseen el resto de los mortales.

Tiene una indudable connotación religiosa, porque el ídolo es objeto de culto, deviniendo en una suerte de dios. Su existencia tiene anclaje psicológico, ya que surge como un modo de buscar modelos a imitar, en la necesidad de identificación.

Existen los ídolos, en suma, porque existen los idólatras, es decir las personas que envisten a ciertos humanos como superiores y diferentes al resto, elevándolos a una categoría divina.

“Idólatras por instinto, convertimos en incondicionados los objetos de nuestros sueños y de nuestros intereses”, recuerda el escritor rumano Emile Cioran, al hablar de de la condición humana.

Por tanto, al ídolo se lo respeta, se lo reverencia, se lo acepta sin discusión, pues en la mente de quien así lo considera, no tiene defectos. El sujeto se coloca en una posición subordinada con respecto a su ídolo, quien pasa a tener una categoría de divinidad.

La muerte de un ídolo o de quien lo encarna genera, por tanto, un complejo impacto psicológico entre sus adoradores, entre sus devotos, que sufren en carne propia esa caída.

“Un ídolo involucra recuerdos personales y en él depositamos los aspectos positivos que quisiéramos tener”, dice Flavio Calvo, licenciado en psicología.

Según el experto, al ser humano le cuesta aceptar su propia finitud, su propia muerte, y con el fallecimiento de un ídolo como Maradona queda expuesta esa debilidad. “El fallecimiento de Diego expone la realidad de que las cosas pueden tener un final, lo que nos involucra indefectiblemente con la propia muerte”, añade.

En palabras de Calvo, “un ídolo es un tótem donde proyectamos nuestros anhelos de éxito, nuestros deseos y vivencias más fuertes”. Y agrega que cuando un tótem muere, el impacto es profundo porque cae todo lo que proyectamos en él y se visualiza nuestra propia mortalidad.

“Aunque no los conozcamos en persona, ídolos de las talla de Maradona son parte de nuestra vida y el duelo que sentimos por ellos es real”, explica el psicólogo. Y añade que, como todo duelo, debemos transitarlo.

“Algunos van a necesitar llorarlo a él y a todo lo que depositamos en el ídolo. Y será necesario expresar esas emociones, aunque no lo hayamos conocido en persona, porque en los ídolos se vuelcan recuerdos de momentos vividos y emociones transitadas”, refiere.

Calvo explica que en nuestra memoria se hacen anclajes que generan una sensación de que “todo lo que se va con ese ídolo que ha muerto, tiene que ver con nuestra historia”. Y añade que “el ídolo deja recuerdos, una impronta y una trascendencia que más allá de sus elecciones de vida, de su historia”.

Según el especialista, solemos tener la creencia de que los ídolos van a estar siempre. “Más en el caso de Diego Maradona, que de alguna manera para muchos es Dios. Entonces, su muerte es la muerte de Dios, la muerte de un imposible. Y no se puede creer porque con su fallecimiento, estamos doliendo los ideales y los sueños que teníamos depositados en él”, concluye.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/11/2020 en Uncategorized

 

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Elogio de la belleza en una época convulsa

Hoy, 15 de abril, se celebra en todo el mundo el Día del Arte, que al menos en su versión clásica ha sido siervo de la Belleza, cuyo sentido se ha perdido en esta época utilitaria.

En su novela “El Idiota”, el gran escritor ruso Fiódor Dostoyevski deja una frase impactante, “Solo la belleza salvará el mundo”, con la cual parece sugerir que aquí se juega la redención del hombre.

“El hombre puede vivir sin ciencia, puede vivir sin pan, pero sin belleza no podría seguir viviendo, porque no habría nada más que hacer en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí”, dijo Dostoyevski.

En su discurso de aceptación del Premio Nobel, el escritor ruso Alexander Solzhenitsyn, ganador del premio por su estremecedor relato sobre los campos de concentración del régimen estalinista, apuntó:

“La sentencia de Dostoyevski ‘la belleza salvará al mundo’ no fue una frase descuidada sino una profecía. Después de todo, a él le fue otorgado ver tanto, un hombre de una iluminación fantástica. Y en ese caso, ¿el arte, la literatura realmente pueden ayudar al mundo hoy?”.

En realidad Dostoyevski tenía una concepción tradicional de la belleza, se diría platónica, entendida como revelación de la divinidad en el aquí y ahora.

Un concepto parecido al de la escritora francesa Simone Weil, quien escribió: “En todo lo que despierta en nosotros un sentido auténtico y puro de belleza, ahí se encuentra, en verdad, la presencia de Dios. Hay una especie de encarnación de Dios en el mundo, de la cual la belleza es señal”.

El filósofo inglés Sir Roger Scruton en un notable documental de la BBC titulado “Por qué la belleza importa”, recupera el sentido clásico de esta cualidad, tan necesaria como la bondad y la verdad, y se lamenta que el mundo moderno le haya dado la espalda.

“Creo que perder la belleza es peligroso, pues con ella perdemos el sentido de la vida. Y es que no estamos hablando de un capricho subjetivo, sino de una necesidad universal de los seres humanos. Sin ella, la vida es ciertamente un desierto espiritual”, refiere.

Scruton sostiene que en la actualidad el culto a la belleza, celebrado por la humanidad antigua, ha sido reemplazado por el culto a lo feo en las artes y por el culto a lo útil en la vida cotidiana.

El hombre contemporáneo, así, no sólo ha perdido el buen gusto sino que está incapacitado para contemplar lo sublime en el rostro del ser amado, en el paisaje, en el pensamiento, o en las cosas más simples e inesperadas de la vida, incluso en la muerte.

Vivimos en una época desencantada, despoetizada, cuyo rasgo estético es la fealdad en todos los planos, incluso en el llamado “arte contemporáneo”.

Frente a esto, el filósofo inglés afirma que la belleza es capaz de liberarnos de la “alienación”, satisfacer las necesidades más profundas del corazón humano, ser un consuelo ante el mal y convertir al mundo en un verdadero hogar.

Roger Scruton suscribe la concepción que el filósofo griego Platón (siglo V a.C.) tenía de la belleza como un llamado a otro mundo, una salida de la caverna a la luz verdadera, un puente entre el cielo y la tierra.

Vivimos inmersos en una sociedad de consumo que sólo halaga nuestros apetitos biológicos. Pero según Scruton esto ha aumentado la indigencia del hombre, que así como necesita del pan para alimentarse, necesita de la belleza como nutriente del alma.

La experiencia estética verdadera, dice, nos conecta con el último misterio del ser y nos pone en presencia de lo sagrado.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 24/04/2020 en Uncategorized

 

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La historia y el capricho de los megalómanos

¿Qué sería de la historia de la humanidad sin la actuación de tiranos, autócratas y jefes de sectas, de esos narcisistas con delirio de grandeza? ¿Acaso un relato anodino y falto de interés?

El politólogo Rodrigo Borja, en su Diccionario de Política, incluye la “magalomanía” como tópico, sabiendo que las luchas por el poder, que son el condimento de la historia, no se explican sin esta psicopatología.

La literatura política abunda en ensayos donde se describe a personajes de la historia universal devenidos en excéntricos megalómanos henchidos de  vanidad.

Dictadores, tiranos, autócratas, jefes de sectas configuran así una notable fauna humana y lo llamativo es que han sido ellos los que han movido en gran medida la historia y han estado detrás de los grandes crímenes.

¿Es la historia de la humanidad la historia de la megalomanía humana? ¿No es acaso el relato de esos sujetos cegados por la petulancia de creerse superhombres  providenciales llamados a cumplir grandes hazañas?

Muchos de estos sujetos –por ejemplo los emperadores romanos en la Antigüedad- se han proclamado dioses, llevando el narcisismo humano a niveles paroxísmicos.

Lo llamativo de todo es la idolatría de los pueblos y sociedades, los grupos humanos que suelen sucumbir al “culto a la personalidad”, y que enajenan su voluntad libre, en un acto de obediencia servil, a personajes afectados de delirios de grandeza.

“Pretender ser dios entre los hombres es un proyecto absurdo y una gran aventura existencial. Es la idea humana más temeraria y descabellada”, escribe el español Pedro Arturo Aguirre, autor del libro “Historia de la megalomanía”.

Allí Aguirre hace un repaso, en forma de minibiografías, de la vida de aquellos líderes políticos alrededor de los cuales se ha desatado el culto a la personalidad.

En el libro se encuentran clásicos como Calígula, Stalin, Mussolini o Hitler, y desconocidos para el público en general como los tiranuelos sudamericanos, soviéticos o africanos, entre otros.

La megalomanía es una palabra que deriva del griego “megalo” = grande, y “manía” = locura, frenesí. Se trata de una condición psicopatológica  caracterizada  por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una inflada autoestima.

En los regímenes políticos donde estos individuos tienen el control se suele dar una exagerada devoción hacia su persona. Es decir tiene lugar una aceptación sin crítica de su palabra y voluntad.

En estos regímenes la propaganda construye un “enemigo común” que justifica el rol histórico del líder como una potencia enemiga extranjera, un grupo económico o religioso, o un sistema político contrario al que se profesa.

Dicho enemigo común puede ser interno y externo a la vez, trabajando generalmente de forma coordinada contra el régimen y la integridad física del líder.

Además se mimetiza la figura del líder con el Estado. Si el líder es amenazado, pues la patria es amenazada. Si el líder dejase de gobernar, la patria sería ingobernable.

Por eso en estos regímenes se suele verificar una presencia exagerada de imágenes, fotografías y eslóganes en escuelas, edificios y en los medios de comunicación, dispositivos relacionados con el culto a la personalidad.

El poder del megalómano, según algunos análisis, finca en el pensamiento mágico, acrítico, de las personas que lo endiosan, quienes esperan que él les resuelva sus problemas en un pase de magia.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 01/10/2019 en Uncategorized

 

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