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Los evangélicos locales buscan dar un paso al frente

El Registro Municipal de Cultos les daría una mayor visibilidad social

Los evangélicos locales buscan dar un paso el frente

Las iglesias protestantes conforman un grupo religioso activo en Gualeguaychú en el plano cultural y social. Han adquirido con el tiempo una identidad propia, más allá de sus denominaciones, convirtiéndose en un sujeto cívico que hoy busca un mayor reconocimiento institucional.

Por Marcelo Lorenzo

Los herederos de la Reforma protestante han sido una expresión religiosa minoritaria en Gualeguaychú, ciudad históricamente dominada por la Iglesia Católica, bajo cuyo patrocinio Tomás de Rocamora fundó la villa hispana a fines del siglo XVIII.

En épocas de unanimismo católico, rezar otro credo supuso colocarse al margen de muchas cosas, incluso sufrir discriminación. Esto si se piensa que quien consumó el cisma religioso en Occidente cinco siglos atrás, el monje Martín Lutero, fue conceptuado como “hereje”.

Pero con el paso del tiempo, y ante la emergencia de una ciudad más abierta y plural, el evangelismo local se ha ganado un lugar relevante como actor social dentro de la sociedad civil de Gualeguaychú.

Cabe consignar que casi todos los estudios de opinión pública dan cuenta, al respecto, que mientras la Iglesia Católica, hegemónica desde la época colonial, viene sufriendo una pérdida de fieles en el último tiempo, los hijos de la Reforma tienen cada vez más creyentes.

¿Cuál es la realidad sociológica e institucional del protestantismo local? ¿Puede haber más de 5.000 creyentes que asisten a una treintena de iglesias repartidas en la ciudad, según algunos cálculos? ¿Cómo reconocer estas congregaciones dentro de otros cultos religiosos no cristianos, como por ejemplo los espiritistas o el umbandismo? 

Dada la característica propia del sector, que se expresa a través de tantas iglesias particulares (bautistas, Hermanos Libres, pentecostales, Alianza Cristiana y Misionera, Unión de las Asambleas de Dios, etc.), la situación se presenta en este sentido algo anárquica. Pero un principio de ordenamiento lo daría un Registro Municipal de Cultos, gracias al cual se sabría quién es quién en este panorama.

Eso explicó a EL DÍA Julio Chanda, presidente del Consejo de Pastores de Gualeguaychú, entidad que nuclea a las distintas denominaciones evangélicas de la ciudad y desde donde se viene impulsando ese registro a nivel local.

La ordenanza de creación de este registro fue aprobada por el Concejo Deliberante el año pasado, pero todavía no ha sido reglamentada. Las nuevas autoridades y los concejales ya han dado el visto bueno para que se efectivice.

El mentado organismo se encargará de inscribir a los distintos cultos religiosos que actúen en Gualeguaychú, inscripción que debe ser consistente con el Registro Nacional de Cultos, creado por la Ley 21.745/78.

Según Chanda, esta creación tiene varias ventajas prácticas, una de las cuales es facilitar a nivel local los trámites de inscripción para las agrupaciones religiosas.

Aunque el registro estará abierto para todas las expresiones religiosas distintas de la Iglesia Católica, es decir para todas los grupos que puedan acreditar la existencia jurídica de un culto, en el caso del evangelismo local esto implica una “reconocimiento institucional” del sector, según explicó el entrevistado.

Chanda recordó que esta iniciativa es producto del esfuerzo de mucha gente: “Debo mencionar por ejemplo el trabajo del pastor Julio Herrera y en el mundo de la política la colaboración de Ricardo ‘Tachi’ Rodríguez”.

Un nuevo protagonismo

Con 25 años de actividad como pastor en Gualeguaychú, Chanda es el referente de la congregación bautista “Hay Vida en Jesús”, cuyo templo está situado en San Martín 1228.

Esta comunidad religiosa, que fue creada oficialmente a nivel local en 1974, también administra la radio FM Kairós 95.7, al tiempo que realiza una intensa labor social.

Según el pastor, décadas atrás la Iglesia Evangélica (considerada en bloque) era vista en Argentina prácticamente como una secta sobre la que pesaban varios “prejuicios”. Uno de ellos, muy fuerte, es que eran “fanáticos” enemigos del progreso.

“Este prejuicio se disuelve fácil, si pensamos que los países que lideraron la ilustración y la revolución científica en el mundo vienen de matrices culturales vinculadas al protestantismo”, refirió.

Según dijo, tras un período de hegemonía católica a nivel local, las iglesias protestantes han adquirido un protagonismo no sólo religioso sino también cívico. Y hoy quieren dar un paso adelante, sentándose en la mesa donde se discutan temas para la ciudad, de acuerdo a la convocatoria que ha realizado la actual gestión municipal.

Efectivamente, los evangélicos locales actúan en todos los frentes sociales, a través de una pastoral múltiple, que involucra desde la asistencia directa a través de merenderos, la acción educativa, pasando por la pastoral penitenciaria, hasta programas de atención a población vulnerable (por ejemplo, madres jóvenes embarazadas o víctimas de la drogadicción).

“Al principio, las denominaciones actuaban cada una por su lado, porque no era buena la relación entre ellas, ya que había muchas barreras. Pero hoy puedo decir que el evangelismo, más allá de nuestras particularidades, tiene una identidad propia”, afirmó el pastor Chanda.

“Hemos estado colaborando en todas las crisis sociales, como la del 2001 o durante la pandemia. Ahora mismo estamos reforzando nuestra acción ante la crisis económica, creando, por ejemplo, nuevos merenderos”, precisó.

Según dijo, la acción social de los evangélicos no es su objetivo primario sino que es un corolario de su “fe bíblica vivida en plenitud”. La labor social primero empieza en la propia congregación, donde se practica la ayuda mutua, y después se refleja en la actividad misionera que impacta en el resto de la sociedad de Gualeguaychú.

Chanda sostuvo que los evangélicos tienen una mirada especial vinculada a la preservación de valores. Al respecto, recordó que, en el debate sobre la legalización del aborto, el evangelismo adoptó una posición inequívoca en favor “de las dos vidas” (tanto la madre como el feto).

“Por otro lado, si bien es cierto que existen problemas económicos en muchas familias, que urge atender, creemos que hay una crisis espiritual y emocional más grave, que se refleja por ejemplo en la ocurrencia de suicidios. Y nuestras iglesias tiene una repuesta a estas carencias”, reflexionó.

En otro orden, el entrevistado indicó que las iglesias protestantes han sido convocadas por la política en varias ocasiones, por ejemplo, en el período preelectoral, circunstancia que revela la importancia social que ha adquirido el evangelismo doméstico.

“Estar registrados oficialmente nos dará una legitimidad institucional especial. Esto nos daría un marco jurídico para iniciar un diálogo fluido con el poder político y con los otros actores de la sociedad civil”, destacó el presidente del Consejo de Pastores de Gualeguaychú.

“Nuestras congregaciones son extremadamente horizontales, todo lo contrario de la Iglesia Católica. Esta horizontalidad es parte de la esencia de la Iglesia reformada. Se diría que cada una de nuestras iglesias sigue su ‘librito’. A lo que aspiramos es a que no se salga del Libro, que es la Biblia”, comentó en relación a la posibilidad de darle un cause a las distintas expresiones protestantes de la ciudad.

Diversidad religiosa

A mediados del siglo XIX Argentina recibió a grupos étnicos de todo tipo, ofreciéndoles un lugar para prosperar en libertad, dando un ejemplo de hospitalidad y de tolerancia, al respetar la identidad religiosa de los recién llegados.

Fue en este contexto político e institucional que muchos extranjeros que no eran católicos -más allá de que el Estado profesaba ese credo- se instalaron en distintos sitios geográficos, como los evangélicos.

Es bastante común la mención de un primer movimiento evangélico llegado a América a través de sucesivas olas migratorias desde Europa, al cual se da el nombre de “protestantismo de inmigración”, “iglesias de trasplante” o “iglesias étnicas”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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Brasil vira a la izquierda en un clima de fuerte polarización

Luiz Inacio Lula da Silva fue elegido nuevamente presidente del Brasil, por una ajustada diferencia de votos en el ballotage. De esta manera, el gran país sudamericano se suma a una ola de gobiernos de izquierda en la región.

La izquierda latinoamericana, en plena resurrección en los últimos años, recupera con esta victoria a su pieza más preciada: Brasil, la mayor economía de América Latina.

En su momento el líder del Partido de los Trabajadores (PT), hoy de 77 años, coincidió en el poder con otros líderes de izquierda más radicales, como el cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez, ambos ya fallecidos.

Ahora tendrá nuevos compañeros de viaje. Algunos ya conocidos y más cercanos a su generación, como el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el boliviano Luis Arce o el argentino Alberto Fernández.

También conocidos y muy cercanos a Lula son el venezolano Nicolás Maduro y el nicaragüense Daniel Ortega. El brasileño conecta ideológicamente también con el chileno Gabriel Boric, que a sus 36 años ha surgido como una voz renovadora en la izquierda latinoamericana.

“Han intentado enterrarme vivo y estoy aquí, de regreso”, ha resumido Lula su vuelta a la Presidencia evocando su paso por la cárcel, 580 días en prisión por corrupción antes de que el Tribunal Supremo declarara inválida la sentencia por incompetencia del juzgado que lo condenó.

Escrutado el 100% de los votos Lula se impuso a Jair Bolsonaro por un 50,87% frente al 49,13% de los sufragios. Es la diferencia más estrecha en una definición presidencial desde que la democracia brasileña comenzó a votar en 1989.

Bolsonaro, exmilitar de 67 años, buscaba la reelección presidencial apelando a los valores ultraconservadores de derecha, mientras que su rival fue sindicalista y es uno de los grandes representantes de la izquierda de América Latina.

Según los analistas, Lula deberá ahora gobernar en un entorno económico menos favorable que en sus presidencias anteriores y deberá gestionar en un clima muy polarizado, sin mayoría en el Congreso y con un país dividido en mitades, como lo demuestra la cerrada elección de este domingo.

“Nadie quiere vivir en un país dividido y en constante conflicto. Es hora de deponer las armas que nunca deberían de haberse alzad”, dijo al respecto.

Según los analistas, la primera razón de la victoria de Lula es la añoranza que buena parte de los brasileños tiene de los tiempos en que presidió Brasil. Pero además, el candidato se mostró menos radical en su propuesta.

Para ello, el izquierdista escogió como candidato a vicepresidente a Geraldo Alckmin, un ex rival suyo de centro derecha al que derrotó en las elecciones de 2006.

También recibió el respaldo del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, un socialdemócrata de 91 años que fue rival político de Lula en el pasado y es respetado en círculos intelectuales.

En un país como Brasil, donde los evangélicos están quitando fieles a la Iglesia católica al ritmo de 21 lugares de culto abiertos cada día en los últimos diez años, Lula debió mandar en los últimos días un mensaje a esa feligresía.

Al respecto, se apartó de uno de los temas clásicos de la agenda progresista, el aborto, el que le hubiera restado votos. En una “Carta Pública al Pueblo Evangelista”, Lula se manifestó contra el aborto “en forma personal”, aunque aclaró que la discusión para cambiar la legislación es un asunto a ser discutido por el Congreso y no por el presidente.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/11/2022 en Uncategorized

 

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La comunidad evangélica celebra la reforma de Lutero

La comunidad evangélica celebra hoy el Día de la Reforma Protestante, la revolución religiosa ecuménica lanzada el 31 de octubre de 1517 por el religioso alemán Martín Lutero.

Ese día el monje católico clavó un escrito de protesta en la puerta de la catedral de Wittenberg (Alemania), desencadenando un cisma que rompió definitivamente la hegemonía espiritual de la Iglesia Católica Romana en Occidente.

El protestantismo presenta hoy diversidad de formas (muchas denominaciones), aunque todas tienen en común el pensamiento que hizo posible la ruptura con el papado en el siglo XV.

Se identifican, en efecto, con aquella lista de las 95 tesis, como fue llamada, que contenía las objeciones de Lutero a la venta en Alemania de indulgencias, especie de perdón de los pecados.

En 1517, el Papa León X, empeñado en la construcción de la catedral de San Pedro en Roma, solicitó una ayuda extraordinaria a los fieles. Al mismo tiempo, por dichas limosnas se conmutaban los pecados cometidos.

La predicación de esta “indulgencia” en Alemania –a la que se le dio un carácter comercial- provocó el rechazo incluso de muchos clérigos. Entre ellos se destacó Lutero, quien lideró la protesta.

En sus escritos disidentes, en efecto, no sólo atacaba al sistema, sino al mismo derecho de la Iglesia Católica de imponer penas materiales para el perdón de los pecados.

Este acto que planteó un desafío público al Papa, marcó formalmente la aparición de la Reforma Protestante, y así lo viven sus creyentes. Lutero, por otro lado, puso en discusión ciertas verdades religiosas enseñadas tradicionalmente por el catolicismo.

Afirmó, por caso, que la fe en Cristo salva, sin necesidad de hacer actos de penitencia ni de buenas obras. Y postuló la fe basada en la Sagrada Escritura libremente interpretada, sin la intervención de la Iglesia.

Desconoció consecuentemente la primacía papal y entonces nació una definición luterana de Iglesia: “Sociedad formada por la comunidad de los santos, esencialmente invisible y cuya cabeza es Cristo”.

Según los historiadores, la irrupción del protestantismo, que consumó la ruptura de la unidad cristiana de la Europa feudal, se explica en buena medida por la coyuntura histórica.

Allá por el siglo XVI se vivía un período de agitación de los espíritus. La Iglesia estaba atravesando uno de sus peores momentos. El desprestigio de la jerarquía católica, acusada de corrupción, se vivía con mayor vigor en Alemania.

Fue en ese país, en plena Edad Media, donde justamente Martín Lutero lideró el cisma religioso, con la promesa de retornar a la “pureza” de la Iglesia Primitiva.

Es bastante común la mención de un primer movimiento evangélico llegado a América a través de sucesivas olas migratorias desde Europa, al cual se da el nombre de “protestantismo de inmigración”, “iglesias de trasplante”, “iglesias étnicas”.

Forman parte de esta clase algunos grupos de luteranos venidos de Alemania, anglicanos y metodistas llegados de Inglaterra y, en menor escala, menonitas de varias procedencias. Estos grupos fueron una expresión minoritaria de la población. Desde el punto de vista político, a fines del siglo XIX, debieron luchar por la libertad de conciencia.

En ese tiempo, Argentina recibió a grupos étnicos de todo tipo, ofreciéndoles un lugar para prosperar en libertad, dando un ejemplo de hospitalidad y de tolerancia, al respetar la identidad religiosa de los recién llegados.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/11/2022 en Uncategorized

 

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Los inmigrantes que trajeron la fe protestante al sur entrerriano

ENTREVISTA AL TEÓLOGO EVANGÉLICO RENÉ KRÜGER (PRIMERA PARTE)

Los inmigrantes que trajeron la fe protestante al sur entrerriano

Este año los evangélicos celebran los 500 años de la Reforma encabezada por Martín Lutero, una revolución religiosa de impacto mundial. Para conocer sobre los orígenes del protestantismo en Gualeguaychú, EL DIA entrevistó al teólogo René Krüger.

Por Marcelo Lorenzo

 

– ¿Quiénes trajeron a esta zona por primera vez la Reforma y bajo qué circunstancias?

René Krüger:- La presencia del protestantismo en Gualeguaychú tiene su historia y su prehistoria. Se remonta a Alemania, el país clásico de la Reforma protestante del siglo XVI; a Suiza, donde se produjo un movimiento prácticamente paralelo en el tiempo; pero de manera más directa a Rusia. Para mayor precisión, a la región del Volga, donde a partir de 1764 se instalaron familias evangélicas y católicas procedentes de tierras alemanas que respondieron a la invitación de la Emperatriz Catalina II, ella misma alemana y luterana de origen, a poblar las estepas a ambos lados del Río Volga y a formar colonias agrícolas. Cuando luego de un siglo de vida y trabajo comenzaron a caer medidas drásticas de rusificación y de quite de privilegios sobre el floreciente compacto sociocultural alemán del Volga, muchos colonos optaron por emigrar. Lo hicieron a los Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina. La primera colonia alemana del Volga fundada en la Argentina fue Hinojo, en enero de 1878; y poco tiempo después se fundaron las aldeas en la Colonia Alvear, departamento Diamante. Una década después, un grupo de inmigrantes evangélicos provenientes del Volga llegó a Aldea Protestante; pero como allí ya no había tierras en venta, los inmigrantes tomaron la decisión de seguir viaje. Adquirieron tierras de Juan Spangenberg y fundaron en 1889 las tres aldeas San Antonio, Santa Celia y San Juan. Estas tres aldeas eran netamente evangélicas en su origen.

 

– ¿Todos estos evangélicos del Volga profesaban la fe luterana?

– La mayoría, pero también había algunas pocas aldeas de evangélicos reformados (es la rama de la Reforma que se remonta a Ulrico Zuinglio en la Suiza alemana y a Juan Calvino en la Suiza francesa). Los pobladores de Aldea Santa Celia eran todos reformados; los de San Antonio, en su mayoría también; los de Aldea San Juan eran luteranos. La Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), en aquel momento con el nombre de Sínodo Evangélico Alemán del Río de la Plata, era una Iglesia unida de luteranos y reformados. Esta unión se había producido en Prusia en 1817, para posibilitar la celebración conjunta de estas dos corrientes en una sola Iglesia; la Iglesia Luterana en Rusia siguió con la misma modalidad y en el Río de la Plata también se produjo lo mismo. Fue la primera Iglesia que se hizo cargo de la atención pastoral de los alemanes del Volga evangélicos. Posteriormente llegaron varias familias evangélicas más desde Rusia y se instalaron en una región muy amplia al norte y al noreste de Gualeguaychú y a lo largo del Río Uruguay. Eran mayormente arrendatarios que formaban pequeñas comunidades evangélicas con capillas de barro y chapa. Pasado el tiempo del contrato de arrendamiento, muchas veces tenían que buscar otro campo donde trabajar como arrendatarios, y por eso esas comunidades no fueron estables sino “golondrinas”. Algunas tenían una vida algo más estable, pero finalmente también desaparecieron. De aquellos lugares solo quedan los hombres en los registros históricos: Villa Carlota, Estancia Selmira, Estancia Centella, El Moro, Campo Colorado. Posteriormente, una vez creada la Colonia El Potrero con el asentamiento de ex arrendatarios y ahora dueños de los campos adquiridos, se concentró toda la vida eclesiástica en una capilla en dicha colonia y a partir de 1967 en una iglesia de ladrillos y de hermosa arquitectura.

 

– ¿De qué manera se atendía espiritualmente a las comunidades locales?

– Las comunidades evangélicas formadas en esta región del sudeste entrerriano, incluyendo la comunidad de Urdinarrain, de Irazusta, las tres Aldeas y de todas las colonias de arrendatarios, fueron atendidas en un primer momento por pastores que venían de Santa Fe y de Aldea Protestante, y por otros más que hacían viajes periódicos a la zona. Era la institución del pastorado itinerante, creada por el Sínodo para la atención de miles de familias dispersas. En 1905, Alvino Matthesius, que había asumido temporariamente la atención pastoral de la zona de Urdinarrain, produjo una división en la membresía, originándose de esta manera otra Iglesia, que se constituyó como Iglesia Evangélica Luterana Argentina. En 1920 fue instalado el primer pastor estable del Sínodo en la zona, que atendía a los evangélicos alternadamente radicado en Urdinarrain y en Lucas González. En 1922 se produjo una segunda división, esta vez en San Antonio y por el maestro Jorge Geier, y que dio lugar a la Iglesia Evangélica Congregacional. Los alemanes del Volga evangélicos de Urdinarrain, Irazusta, las tres Aldeas, El Potrero, Perdices, El Alto, y pertenecientes a una de las tres Iglesias evangélicas, siempre tuvieron relaciones con Gualeguaychú, ya sea comerciales, bancarias, por razones de atención de la salud u otras. Con el tiempo, muchos de ellos, sobre todo de las colonias más cercanas, se radicaron en Gualeguaychú como resultado de las migraciones del campo a la ciudad, y así comenzó la vida eclesiástica evangélica de las tres Iglesias en esta ciudad. También hay alemanes del Volga católicos en Gualeguaychú, pero son menos que los evangélicos.

 

VINIERON A TRABAJAR LA TIERRA

– ¿Cómo hicieron los protestantes para adaptarse a un medio social mayormente católico?

– Los inmigrantes no vinieron como misioneros para convertir a personas de otro credo. Vinieron siendo agricultores y querían ser agricultores. Llegaron en busca de trabajo, pan y paz. La adaptación e integración fueron por la vía socioeconómica y posteriormente también educacional, y no hay que olvidar el factor decisivo que jugó el servicio militar obligatorio en la integración de todos los jóvenes de la enorme masa de inmigrantes que llegó a la Argentina. Al respecto, cabe recordar que los ideólogos del proyecto de inmigración de la Argentina, Sarmiento, Alberdi y José Ingenieros, querían “importar” a inmigrantes europeos para lograr el progreso del país; y Alberdi sostuvo que “traerlos sin su culto es traerlos sin el agente que les hacer ser lo que son” (según se lee en “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”). Con esto se refería nada menos que a la fe evangélica de buena parte de los inmigrantes. Estos ideólogos veían al Protestantismo como parte de la ofensiva contra el orden tradicional, considerándolo más abierto, crítico y liberal y relacionado con la democracia, la iniciativa privada y el trabajo. Así fue que se incluyó la libertad de conciencia y religión en la Constitución sancionada en 1853. Esto implicó que si bien el medio era mayormente católico, los protestantes podían ejercer su culto. Las congregaciones e Iglesias debían inscribirse como Personas Jurídicas y cumplir con los requisitos que marcaba la Ley para tales entidades.

 

– ¿Estos grupos sufrieron, acaso, algún tipo de discriminación?

– No me constan casos concretos de discriminación específicamente por la religión en Gualeguaychú y las aldeas. Dejo fuera de consideración las discriminaciones “habituales” en toda sociedad donde tienen que convivir personas de diferentes orígenes, hábitos, etnias, etc. El epíteto “ruso de m…” tenía su contraparte en “negro de m…” y otras expresiones de desprecio, pero esto no tenía nada que ver con la religión. En toda sociedad, por más integrada que sea, lamentablemente sigue habiendo discriminatorios. El bullying que sufren los chicos en la escuela y el acoso son actos de discriminación que existen también en las sociedades más desarrolladas y respetuosas del mundo, lo cual no los justifica de ninguna manera. En general, hay que decir que la sociedad argentina logró una integración mutua que no es habitual en todos los países con tanta inmigración dispar; y si bien no es perfecta y tiene hoy otros componentes problemáticos porque la atraviesan problemas socioeconómicos, es menos discriminatoria que otras. La legión de matrimonios mixtos es un testimonio fehaciente de que el amor puede más que el color, la religión o el nivel socioeconómico.

 

CULTURA IMPREGNADA DE FE

– ¿Cómo incidió la fe evangélica en el carácter y la vida de estos grupos humanos, es decir en su idiosincrasia?

– La fe evangélica que sostienen estos grupos no es un mero componente más de su idiosincrasia, sino que la ha moldeado esencialmente. Es su identidad. Siempre es difícil decir qué parte de la vida depende de qué herencia, pues la identidad de cada uno es formada en su familia, la escuela, la iglesia, el entorno social; y, además, está sujeta a constantes modificaciones a lo largo de la vida. Ahora bien, los alemanes del Volga que llegaron a la Argentina vinieron como cristianos conscientes, tanto los católicos como los evangélicos. La fe que sostenían le había dado forma esencial a su identidad. Vivían impregnados de ese espíritu que abarcaba prácticamente todos los aspectos de su vida. Era una cultura cristiana, según lo puede constatar todo investigador de la historia y la cultura alemanas del Volga hasta la emigración y luego en la Argentina (como también en los demás destinos a los que fueron a parar). Sus conceptos de matrimonio, familia, comunidad de fe, iglesia, libertad, responsabilidad, trabajo, compromiso, honestidad, respeto a las instituciones y a las autoridades, todo esto era sostenido por los valores de la fe cristiana ancestral. En algunos puntos, hoy pensamos y vivimos de manera distinta, y aquí pienso sobre todo en el esquema patriarcal que ha perdido su normatividad. Esto no es un juicio sobre el pasado ni sobre el presente, sino la constatación de cambios en la comprensión de modelos de vida. También hay que tomar en cuenta que al vivir hoy en una sociedad con gran interacción social, muchas instituciones, la influencia constante de los medios de comunicación y un proceso de secularización, la normatividad de lo cristiano ha perdido fuerza para muchas personas, para las cuales su fe ya no es EL dato fundamental de la vida, sino apenas uno más, y para otros, ya no tiene ningún valor.

 

– ¿Cómo practicaban estos creyentes su fe en la vida diaria o en los espacios de culto en el templo?

– La profunda fe de estos inmigrantes les permitió soportar y superar la miseria, la tristeza, el abandono por parte del Estado, el trabajo durísimo, las plagas (sequías, langostas), los precios bajísimos, la explotación por los dueños de las tierras, las enfermedades, la gran mortalidad infantil, la ausencia de una atención religiosa continua. En el pasado, muy pocos llegaron a perder la fe. A faltas de capillas y templos, se celebraban los cultos y actos religiosos en casas de familia, galpones o incluso al aire libre bajo un techo improvisado de lonas. Había muy pocos cultos por año con presencia de un pastor, que cuando llegaba, también realizaba bendiciones nupciales y confirmaciones. Los sepelios, devocionales y cultos leídos eran oficiados por maestros o personas preparadas. Esto se normalizó con la instalación de cargos pastorales en la zona. Desde la década del cuarenta, Gualeguaychú cuenta con un cargo pastoral de la IERP. También la Iglesia Luterana y la Congregacional tienen sus cargos pastorales en Gualeguaychú como también en Urdinarrain. La fe personal y familiar se nutría de la lectura asidua de la Biblia, oraciones y el canto de himnos religiosos en la rueda familiar. En ocasiones, las familias también leían semanalmente sermones de libros preparados para ese fin.

 

– ¿En qué lengua se oraba o se leían las Escrituras?

– Se leía la Biblia en alemán, en la traducción de Martín Lutero (es hasta hoy la versión oficial de la Biblia de la Iglesia Evangélica en Alemania). Oraciones, himnos, devocionales y sermones, como también los cultos y demás ceremonias, todo se hacía en alemán aproximadamente hasta mediados de la década del sesenta. Ahí empezó a crecer el empleo del castellano como idioma de la instrucción religiosa, ya que los niños y jóvenes entendían cada vez menos el idioma de sus abuelos y padres; y actualmente toda la vida religiosa en las tres Iglesias indicadas se realiza en castellano. Pero las personas de la tercera edad aún rezan en alemán y cantan canciones tradicionales en ese idioma en algunas comunidades.

 

FICHA TÉCNICA 

René Krüger es Pastor jubilado de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, y fue profesor de Teología del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDE), con sede en Buenos Aires, como también de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Tiene dos doctorados en Teología y uno en Historia, ha escrito ensayos y libros sobre sus especialidades. También investiga la historia y la cultura de los alemanes del Volga, produciendo libros como “La dignidad no se negocia” y una colección de chistes alemanes del Volga, publicados en dialecto juntamente con su esposa Zully.

Krüger es conferencista y colabora con estudios sobre Biblia, fe y economía con diversos organismos ecuménicos internacionales. Y los días 15, 16 y 17 de este mes brindará en Gualeguaychú conferencias sobre la Reforma Protestante.

 

© El Día de Gualeguaychú

Culto en una comunidad de arrendatarios – año 1927 (Fuente: Pastor Krüger)

Pastor René Krüger

 
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Publicado por en 15/08/2017 en Uncategorized

 

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Una residencia de ancianos que se ajusta a su estilo de vida

LA RESPUESTA SOCIAL DE UNA IGLESIA LOCAL AL DESAFÍO DE LA TERCERA EDAD

Una residencia de ancianos que se ajusta a su estilo de vida

La Colonia de Ancianos de San Antonio tiene dos peculiaridades: el hábitat de sus residentes es similar a aquel del cual provienen; y es una obra de misericordia de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP).

Por Marcelo Lorenzo

 

La colonia es probablemente el proyecto social de mayor impacto de la Congregación Evangélica San Antonio, una comunidad de creyentes protestantes identificados en sus orígenes con los alemanes del Volga que arribaron a esta zona hacia fines del siglo XIX.

Fundado en 1996 en esa aldea de inmigrantes, estrechamente vinculada a la vida rural, la residencia tuvo una doble inspiración. Una teológica, emanada del cuarto mandamiento bíblico, que exhorta honrar al padre y a la madre. Y otra social, que exigía ofrecer una respuesta original al problema de los ancianos de la comunidad.

Eso explicó a EL DIA el pastor Delcio Kälsten, miembro de la congregación, quien recordó que 20 años atrás se instaló con fuerza en la aldea una temática que hoy es uno de los grandes retos sociales: qué hacer con los padres ancianos que no pueden valerse por sí mismos y que por distintas razones no pueden vivir en casa de sus hijos.

La congregación, que es parte de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), decidió involucrarse de lleno en el tema y, junto con la comunidad, elaboraron una solución que, vista en perspectiva, no deja de ser creativa, toda vez que se ajusta a las necesidades de los abuelos.

La idea primaria fue construir una casa de acogida que respetase el estilo de vida y la idiosincrasia de los mayores de una comunidad rural como la de la aldea San Antonio y otras de su tipo en la región.

“Uno tiene que situarse en el modo de vida de las familias del campo, que es gente cuyo hogar está integrado estrechamente al cultivo de la tierra y a la cría de animales”, explicó el pastor

¿Cómo hacer, entonces, para que la colonia fuese de alguna manera una prolongación de ese entorno originario, pensando en el bienestar de residentes que habían pasado toda su vida en el ámbito rural?

No era aconsejable seguir por tanto la lógica institucional urbana del resto de las residencias, clínicas, hospitales y geriátricos, donde predomina el modelo de habitación típica de un internado.

En lugar de eso, se pensó reproducir el hábitat original a través de departamentos, articulados con espacios comunes, donde los abuelos pudiesen incluso cuidar sus propias plantas y algunas mascotas.

Los departamentos son de unos 27 metros cuadrados, compuestos por sala de estar, baño completo, dormitorio para 2 personas, kitchenette (pequeña cocina), galería y espacio para jardín. La cocina, el comedor comunitario y una sala de estar muy amplia están ubicados en un ala del edificio central.

En los departamentos o casitas, que están estructurados para ser habitados por dos personas, pueden vivir matrimonios de ancianos o uno de ellos con algunos de sus hijos o dos amigos.

De esta manera la Colonia de Ancianos de San Antonio, para cuya construcción ayudó en el inicio la Iglesia Evangélica de Alemania, tiene su propia impronta “personalista”, para decirlo de algún modo, toda vez que la residencia para mayores se ajusta a la idiosincrasia de sus habitantes.

“La idea, en la medida de lo posible, es replicar lo que es vivir en su propia casa”, apuntó Kälsten, sugiriendo que el modelo se aparta así de cualquier diseño que convalide hacinamiento.

Pero la preservación del propio espacio, aclaró el pastor, se articula con el aspecto comunitario de la colonia, ya que la vida social de los ancianos es parte esencial de su cuidado, y se expresa en infinidad de actividades (reuniones, festejos, celebraciones religiosas, encuentros artísticos, y demás).

De lo que se trata es de convivir con las otras personas mayores y al mismo tiempo seguir manteniendo los vínculos con los familiares. “La colonia en realidad es una ayuda a la familia misma, por la necesidad que pueden tener de cuidados especiales, sin que por ello se rompan las relaciones afectivas”, explicó el pastor.

 

PERFIL SOCIAL

Kälsten resaltó el carácter “social” de esta institución al explicar que los residentes pagan una mensualidad de acuerdo a los gastos, cuyo importe es fijado por la Comisión Directiva de la Colonia de Ancianos.

“Sabemos que el factor económico en muy importante y que en muchos hogares se vive con angustia. Hay que pensar que una pensión o jubilación normal suele estar por debajo de lo que se necesitaría para alojarse en una residencia, donde los costos aumentan según la complejidad médica del paciente”, sostuvo.

“Lo nuestro no es un emprendimiento comercial. La política es que lo que ingresa tiene que cubrir los gastos. Tengo que decir que la institución vive de la caridad de la comunidad. Una parte importante de las entradas monetarias se consiguen gracias a ofrendas y donaciones, y con el trabajo de un grupo de señoras que todas las semanas amasan kreppel y hacen ferias de platos”, destacó.

La Colonia de San Antonio es una obra de misericordia de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), una expresión del “compromiso social” de esa comunidad de creyentes cristianos.

Sin embargo, la casa está abierta a todas las personas sin distinción de religión, credo u origen. “Esto fue así desde el comienzo –explicó el pastor-. El espectro de procedencia de los residentes es variado. Desde el punto de vista de las creencias y desde los lugares de origen. Hay protestantes y católicos, por ejemplo. Así como abuelos procedentes de Buenos Aires, Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Basavilbaso, entre otros sitios”.

Actualmente en la Colonia San Antonio residen 40 personas mayores, que son cuidadas por 20 personas entre profesionales de la salud, cocineras y personal de maestranza.

“La mitad de los abuelos de la institución, aproximadamente, no se vale por sí mismo y por tanto este grupo necesita toda la atención. Hay que levantarlos, bañarlos, cambiarlos, darles de comer”, explicó Källsten, quien suele ir asiduamente al Asilo como parte de su tarea pastoral.

 

UNA MIRADA TEOLÓGICA AL RETO DE LA ANCIANIDAD

El cuidado de los padres ancianos es una exigencia del cuarto mandamiento del Dios de la Biblia. “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar”, se lee en el libro del Éxodo.

Para la tradición judeocristiana allí reside el fundamento teológico de la doctrina social hacia las personas mayores. Es decir, la obligación para con los ancianos emana de una exigencia divina, más allá del vínculo afectivo que hay entre padres e hijos, y que hace que estos últimos se preocupen por el bienestar de sus progenitores.

Según el pastor Källsten la calidad del trato que cada sociedad les da a los mayores expresa su calidad moral y humana. En su opinión, éste es uno de los grandes retos de la sociedad del siglo XXI, marcada por el individualismo y la pérdida de lazos familiares.

Cree, en este sentido, que los valores de la Biblia son una respuesta al tema de la ancianidad, sobre todo frente a una cultura que tiende a marginar a las personas mayores porque han dejado de “producir” y por tanto son visualizadas como una “carga”.

“En nuestras comunidades tenemos que abrirnos con sensibilidad a los dilemas que plantea esta etapa de la vida, en un contexto donde se asiste desde hace tiempo a la crisis del sistema familiar tradicional, junto con las formas de vida que exige la sociedad moderna”, destacó el pastor, al reivindicar la visión que tuvo en su momento su congregación, que pasó a la acción creando una colonia para ancianos en aldea San Antonio.

Y añadió: “Esta problemática interpela a las familias, a la sociedad en general y también al Estado. En el caso las residencias para mayores, los hijos deben preguntarse ¿quiénes son las personas que están con mi mamá y mi papá? ¿Qué trato les dan? ¿Son idóneas en lo que hacen?”.

La otra gran cuestión es la responsabilidad del Estado en lo que hace a la fiscalización de las instituciones de acogida de ancianos. “Las preguntas en estos casos empiezan con los criterios de habilitación de estas residencias y el control periódico que debería existir sobre su funcionamiento”, apuntó el entrevistado.

Källsten comentó que la experiencia de la Colonia de San Antonio muestra las dos caras de las familias. Mucha de ellas están  pendientes de sus abuelos y de sus padres, los visitan periódicamente y están preocupados porque no les falte nada.

“Pero hay otras, lamentablemente, que se ausentan por largo tiempo y muestran una actitud de indiferencia hacia los abuelos. Por ejemplo, hay veces que necesitamos la autorización de un familiar para determinadas intervenciones médicas fuera de la institución. Resulta que una vez tuvimos que acudir a un juez para que resuelva, porque no pudimos dar con ningún familiar”, relató.

Por último, el pastor explicó que desde la congregación y desde la Colonia son conscientes de la “tarea delicada” que implica cuidar a un anciano. “El amor con que se lo tiene que tratar, el respeto, el profesionalismo en la atención, son la base de todo”, afirmó.

 

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Publicado por en 26/03/2017 en Uncategorized

 

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La religiosidad latinoamericana

Quienes estudian la sociología de las creencias en América Latina dan cuenta de un avance de las iglesias evangélica sobre el catolicismo, aunque en un contexto general donde la religiosidad se vive como un asunto privado.

El sistema de creencias muta con la historia de las sociedades. La Europa Medieval, por caso, fue católica hasta que el cisma protestante, allá por el siglo XVI, dividiera el alma de los fieles cristianos en dos bandos.

Pero desde hace un tiempo largo el Viejo Continente se halla inmerso en un proceso de descristianización acelerado, y se diría irreversible, ante el avance de la incredulidad y el ateísmo.

El catolicismo es hoy minoría en una Europa que se ha hecho secularista. Secular equivale a siglo, mundo, por oposición a los divino o sagrado. La secularización, así, es el proceso que experimentan las sociedades a partir del momento en que la religión y sus instituciones pierden influencia sobre ellas.

“Es un hecho misterioso que un continente de tradición católica y cristiana viva un proceso tan radical de descristianización”, ha reconocido Guzmán Carriquiry, un laico católico uruguayo, vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Respecto a la región latinoamericana, aparece como el reservorio del catolicismo. En efecto, en esta geografía vive más del 44% de los católicos del mundo, según Guzmán Carriquiry.

Pero aquí el catolicismo, que llegó con los conquistadores españoles en el siglo XV, está resignando posiciones a manos del protestantismo por un lado, y del proceso de secularización por otro.

El secularismo crece en las grandes metrópolis, conectadas con la cultura global, que es básicamente relativista en materia ideológica. Las clases medias latinoamericanas, en crecimiento en las últimas décadas, son portadoras de un ethos individualista.

Estos sectores medios viven una espiritualidad a la carta, una tendencia que crece al margen de la institucionalidad de las religiones tradicionales.

Aquí no se trata de seguir un dogma ni de seguir los preceptos de determinada organización eclesial, sino de satisfacer una búsqueda personal. De hecho, en la cultura urbana posmoderna, se observa un estallido de una religiosidad sui géneris, de carácter alternativo, influenciada especialmente por el “orientalismo” y la filosofía teosófica.

Esta nueva espiritualidad, muy enfocada en la experiencia subjetiva de los estados de conciencia, plantea el “sentirse bien”, el “encuentro con sí mismo”, o la búsqueda excluyente del propio bienestar.

Se suelen englobar estas manifestaciones dentro del fenómeno conocido como Nueva Era (New Age) o Era de Acuario, que es presentado como una superación de la Era de Piscis, caracterizada por el dominio del cristianismo.

Por otro lado, las estadísticas revelan una creciente popularidad de las iglesias evangélicas en América Latina, que crecen a costa del catolicismo. Se observa, sobre todo en sectores populares, una sangría de fieles católicos al llamado movimiento pentecostal, una variante del protestantismo.

Los sociólogos refieren que el crecimiento del pentecostalismo es el fenómeno religioso latinoamericano de mayor importancia cuantitativa en las últimas décadas.

El movimiento pentecostal plantea que es posible experimentar los “dones del Espíritu Santo”, como la sanación divina, hablar lenguas o recibir revelaciones directas de Dios, sin la intervención de terceros. Y, a diferencia de la Iglesia Católica, no hay una autoridad de poder central.

 

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Publicado por en 26/06/2016 en Uncategorized

 

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Los protestantes de la provincia tienen su día

En Entre Ríos, territorio de inmigración, la comunidad protestante celebra el 31 de octubre como feriado religioso. Ese día, en la Alemania de 1571, Martín Lutero rompió con el sistema católico, con eje en el papado.

La Ley 10.224, promulgada en junio de este año por el Ejecutivo Provincial, establece el 31 de octubre como el “Día de la Reforma Protestante”. Eso significa que esa fecha no es laborable para los agentes de la administración pública que profesan los cultos protestante y evangélico.

La medida involucra, además, a los alumnos que practican esas religiones y asisten a escuelas públicas de niveles primario y medio. De esta manera, así como la Iglesia Católica, o las comunidades judía y musulmana tienen sus días feriados vinculados a fechas religiosas, los fieles protestantes también.

La iniciativa surgió en el departamento Diamante, donde hay una importante comunidad que vive en las aldeas de Alemanes del Volga. Esa etnia, arribada a suelo entrerriano desde Rusia a fines del siglo XIX, mantiene las creencias luteranas de sus ancestros de la Alemania continental.

Fue en ese país, en plena Edad Media, donde un monje agustino, Martín Lutero, lideró un movimiento religioso que llevó a un cisma con la Iglesia Católica.

Esto dio origen a varias iglesias y organizaciones agrupadas bajo la denominación de “protestantismo”. De esta manera, se consumó la ruptura de la unidad cristiana de la Europa feudal, cuya máxima autoridad era el Papa.

Allá por el siglo XVI se vivía un período de agitación de los espíritus. La Iglesia estaba atravesando uno de sus peores momentos. El desprestigio de la jerarquía católica, acusada de corrupción, se vivía con mayor vigor en Alemania.

Allí el sentimiento popular antirromano era antíquísimo y se unía al descontento provocado por los excesivos impuestos exigidos por los Papas y por el espectáculo de los cuantiosos bienes acumulados por ciertos prelados.

En 1517, el Papa León X, empeñado en la construcción de la catedral de San Pedro en Roma, solicitó una ayuda extraordinaria a los fieles. Al mismo tiempo, por dichas limosnas se conmutaban los pecados cometidos.

La predicación de esta “indulgencia” en Alemania –a la que se le dio un carácter comercial- provocó el rechazo incluso de muchos clérigos. Entre ellos se destacó Lutero, quien llegó a fijar, el 31 de octubre, en la puerta de la catedral de Wittenberg, una lista con 95 proposiciones.

En esas tesis no sólo atacaba al sistema, sino al mismo derecho de la Iglesia de imponer penas materiales y perdonarlas. Este acto marcó formalmente la aparición de la Reforma Protestante, y así lo viven sus creyentes.

Lutero puso en discusión ciertas verdades religiosas enseñadas tradicionalmente por el catolicismo. Afirmó, por caso, que la fe en Cristo salva, sin necesidad de hacer actos de penitencia ni de buenas obras. Y postuló la fe basada en la Sagrada Escritura libremente interpretada, sin la intervención de la Iglesia.

A mediados del siglo XIX Argentina recibió a grupos étnicos de todo tipo, ofreciéndoles un lugar para prosperar en libertad, dando un ejemplo de hospitalidad y de tolerancia, al respetar la identidad religiosa de los recién llegados.

Fue en este contexto político e institucional que muchos extranjeros que no eran católicos –más allá de que el Estado profesaba ese credo- se instalaron en distintos sitios geográficos, como los evangélicos y protestantes en Entre Ríos.

 

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Publicado por en 11/11/2013 en Uncategorized

 

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