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La religión detrás de los conflictos globales

¿La guerra y el conflicto político acaso no son la continuación de la lucha religiosa por otros medios? Para quienes miran los fenómenos mundiales bajo una óptica metahistórica, la religión sigue siendo el móvil último de la conducta humana.

Si esto es así, la lectura teológica tiene primacía a la hora de explicar la causa última de la marcha de la sociedad global. Los conflictos globales recientes, como la guerra Hamás-Israel, que se circunscribe en un enfrentamiento entre el Islam y Occidente, apuntan en esta dirección.

En Medio Oriente, en efecto, se observa un predominio público de grupos extremistas que fundamentan sus comportamientos bélicos en dogmas religiosos.

Tanto Hamás como Hezbolá, hoy en guerra contra Israel, promueven la Yihad, o guerra santa. Una especie de mandato divino que trasmitió el profeta Mahoma a los de su raza, cuando escribió en el Corán: “La guerra es permanente hasta el día del juicio”.

Se trata de fundamentalistas árabes que, como lo han venido intentando a lo largo de la historia, no renuncian al proyecto de instalar a sangre y fuego una teocracia global.

Del lado de Israel, en tanto, no han pasado desapercibidas las citas bíblicas que ha empleado el primer ministro Benjamin Netanyahu para justificar el actual ataque israelí contra Gaza.

“La Biblia dice que ‘hay un tiempo para la paz y un tiempo para la guerra’. Este es un momento de guerra”, aseguró en una conferencia de prensa. En otro encuentro, mencionó la teoría de los amalecitas, una tribu citada en la Torá, para justificar sus acciones en el asediado enclave palestino.

En otro lado del mundo, en tanto, la religión también funciona como motivación bélica. Es un hecho que el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill I, rocía con agua bendita los tanques y las armas del ejército de Vladimir Putin que invaden Ucrania y predica a las tropas que esta es una guerra santa.

En el pasado la Iglesia Católica blindaba ideológicamente la expansión de los reinos cristianos de Occidente, instándolos a lanzar “cruzadas” contra los infieles musulmanes o los herejes contrarios al dogma.

En forma idéntica, y en un sorprendente retorno al Medioevo en pleno siglo XXI, la Iglesia Ortodoxa Rusa legitima el expansionismo militar de Vladimir Putin, antiguo jerarca comunista del servicio secreto de la KGB, hoy devenido en una suerte de “nuevo zar” protector de la religión.

¿Acaso la política en Occidente, liberal y laica, está exenta de religión? No para los que creen que los conceptos centrales de la moderna teoría del Estado, y las ideologías hegemónicas de este bloque, en realidad son conceptos teológicos secularizados.

El utopismo revolucionario detrás de los movimientos comunistas, anarquistas y nacionalsocialistas del siglo XX, con sus promesas de salvación colectiva previo derrumbe del mundo conocido, resulta que es herencia directa del milenarismo religioso judeo-cristiano.

Ésta es la tesis provocativa del libro “En pos del milenio”, escrito en 1957 por el profesor británico Norman Cohn, donde se sostiene que las profecías apocalípticas judías primero, y después las cristianas (quienes se apropiaron de la idea de pueblo elegido por Dios) instalaron en Occidente la mentalidad de que este mundo está mal hecho y de que es inminente la llegada de un terrenal reinado mesiánico de 1.000 años.

De tal manera, los utopismos revolucionarios de nuevo cuño son apenas versiones seculares de sectas milenaristas que predican la llegada de un mesías salvador.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/02/2024 en Uncategorized

 

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Los mitos políticos, sucedáneos de la religión

Con la modernidad, en realidad tras la Revolución Francesa, el principio político se volvió expansivo, totalitario, abarcando las cuestiones en torno al “sentido”, de las que antes respondía la religión.

Aspectos que anteriormente tenían cabida en la esfera privada y en el interior anímico: libertad, igualdad, fraternidad, felicidad, todo eso tenía que ser realizable por mediación de la política, aquí y ahora.

Si en el Antiguo Régimen monárquico la política estaba limitada a luchas de la élite, a partir de la edad moderna deviene en una empresa colectiva llamada a construir la vida desde cero.

Mediante un proceso de secularización, nace entonces el culto de la razón política, el cual viene a reemplazar a la religión, de forma que las llamadas “cuestiones últimas” se transforman en cuestiones socio-políticas (ya no importa el más allá sino el más acá).

El militante político, así, actúa como un “creyente” que, organizado en un partido (suerte de iglesia), viene a “redimir” a la sociedad proponiéndole un nuevo credo de salvación, es decir un “mito político”.

La politización de la vida en Occidente se traduce en mitologización a gran escala de la sociedad y en este sentido las grandes narrativas ideológicas en esta esfera -nacionalismo, liberalismo y socialismo- son grandes mitos.

Es decir, construcciones arbitrarias del genio humano, un mundo artificial formado por imágenes que es capaz de hacer pasar a las “masas” humanas de la teoría a la acción; una fuerza simbólica susceptible de transformar radicalmente la sociedad, haciendo realidad la Revolución.

El concepto de mito político nació a comienzos del siglo XX. Fue George Sorel (1847-1922) el primero en teorizarlo. Este filósofo francés y teórico del sindicalismo revolucionario habló de un “nuevo lenguaje” y el reconocimiento del “valor perenne del Mito en la formación de los grandes movimientos populares”.

Sorel describe el mito como la “creación de fantasía concreta que opera sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva”.

No es casual que los totalitarismos del siglo XX -comunismo, fascismo y nazismo- construyeron grandes mitos, ensalzando (o divinizando) las virtudes del proletariado, del Estado o de la raza.

Es interesante observar que aquí el mito denota fenómenos de “irracionalidad” en el ámbito de la política. Ya que detrás del concepto late una creencia superior, una esperanza super-humana que pone en marcha la historia, una suerte de utopía colectiva en acción (el paraíso comunista, el retorno a la Roma imperial de los fascistas, el dominio milenarista de la raza aria en el caso de los nazis).

De esta manera, las masas humanas descristianizadas dentro de las grandes urbes de Occidente, encontraron en los mitos políticos un sustituto o sucedáneo de la religión, disputándole la política el relato de sentido a las iglesias institucionalizadas.

En América Latina, el gran teórico de la mitología izquierdista en la región ha sido el marxista peruano José Carlos Mariátegui (1894-1939), para quien la crisis de la civilización occidental burguesa se debe a una falta de fe, de esperanza, de un mito.

En su ensayo “El hombre y el Mito” escribió: “Ni la razón ni la ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el hombre (…) La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia, está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/12/2023 en Uncategorized

 

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Messismo: fenómeno de una generación futbolera mundial

Considerado el mejor jugador del mundo y uno de los mejores de todos los tiempos, el argentino Lionel Andrés Messi Cuccittini, ha revolucionado Miami (Estados Unidos), conocida como la capital no oficial de América Latina.

La fiebre por la llegada del jugado al Inter Miami, su nuevo equipo, no tiene precedentes en los Estados Unidos. El impacto “es único e histórico”, analizó el presidente de la liga norteamericana, Nelson Rodríguez.

Ya lo había reconocido Lionel Scaloni, entrenador del seleccionado argentino: “Messi es patrimonio del fútbol mundial, no sólo de Argentina”. La figura del futbolista se potenció, de hecho, tras la victoria de Argentina en la Copa del Mundo de Qatar 2022.

Eso permitió que Messi completara una trayectoria repleta de títulos y reconocimientos. El último de ellos ha sido el de la revista TIME, que ha incluido al argentino entre las cien personas más influyentes del año 2023.

Lio Messi es el héroe favorito de una industria del entretenimiento que colonizó el planeta. En efecto, el fútbol se volvió infinito, derribó todas las fronteras y definitivamente conquistó la aldea global en las dos últimas décadas.

Quizás, sea la más formidable transformación que trajo el siglo XXI en un deporte que adquirido dimensiones planetarias, con millones de adoradores en todas partes, gracias los medios de comunicación.

“Si el fútbol fuera una religión, Messi sería Dios”, llegó a decir Martin Braithwaite, un futbolista del Barcelona, equipo donde el argentino alcanzó popularidad mundial.

En realidad, hay razones objetivas para creer que este deporte se ha convertido en una religión secular, pues en él suceden fenómenos paralelos o similares a las religiones, donde millones de fieles se abandonan a un culto colectivo.

Los aficionados exhiben devoción en los estadios como si estuvieran en un templo. Se adora a los jugadores como a dioses y ellos señalan al cielo como si tuvieran alguna vinculación mística con el más allá.

“El fútbol es mucho más grande que cualquier religión. ¡Mucho más! Sólo hay que hacer las cuentas y comprobar cómo hay más gente futbolera que musulmana, cristiana, judía o lo que tú quieras. Quizá si juntas todas las creencias del planeta, tendrás el número aproximado de fieles del fútbol”, opina al respecto el inglés John Carlin, periodista y escritor, especializado en Política y Deportes.

Para él, “Messi es lo más parecido que tenemos a un milagro secular”. Y añade: “Yo cada vez que veo jugar a Messi me emociono de nuevo. Me encanta: para mí, y creo que, para muchísima más gente, él es una fuente de emoción y admiración inagotable”.

El jugador argentino, que en siete oportunidades ha ganado el Balón de Oro como el mejor jugador de fútbol masculino del mundo, un atleta icónico que ha alcanzado proporciones casi míticas, ya está revolucionando Miami, según los reportes periodísticos.

No hay persona en el mundo que no se haya enterado de que Messi arribó al Inter Miami, donde brilló en su debut marcando un gol fenomenal. El partido se vivió a estadio lleno en la ciudad de Fort Lauderdale con nutrida presencia de celebridades.

“Ese es un regalo que Leo le ha dado al deporte”, ha dicho David Beckham, la exestrella del fútbol y uno de los propietarios del Inter Miami. “Para él, esto se trata del legado. Está en la etapa de su carrera en la que ha hecho todo lo que cualquier jugador de fútbol puede hacer en el deporte”, añadió.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 24/07/2023 en Uncategorized

 

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El carnaval y su vínculo histórico con la cuaresma

La etimología del término “carnaval” proviene del término italiano “carnevale”  y éste a su vez del latín “carnem levare” cuyo significado literal es “quitar la carne” (carnem: carne – levare: quitar).

El origen del término con el que se designa a esta popular fiesta debemos situarlo en la Edad Media. Fue establecida por la Iglesia Católica como una celebración previa a la Cuaresma, período que precede a la Semana Santa.

Es decir, eran los últimos días en los que se podía comer carne antes del ayuno y la abstinencia obligados durante los días preparatorios a la recordación de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

El carnaval, por tanto, nace asociado al tiempo litúrgico del calendario cristiano que incluye un periodo obligado de penitencia, recogimiento, ayuno y oración que dura 40 días (de ahí el término Cuaresma) y llega hasta el Domingo de Resurrección (Semana Santa).

Puesto que durante la cuaresma se suprimían todas las actividades de divertimento, el carnaval constituyó una concentración de actividades lúdicas. Como si se quisiera llegar en tres días a tal saturación de fiesta y diversión, que no se las echara de menos durante los 40 días siguientes.

Fue así que, durante el período en que dominó en la sociedad occidental la llamada “cristiandad”, se introdujo el carnaval, celebración de signo exactamente contrario al de la cuaresma.

Por entonces, las instituciones civiles juntamente con las eclesiásticas estaban integradas en una única unidad sociopolítica. De tal suerte que tanto el carnaval como la cuaresma conservaban sociológicamente su carácter original: diversión en el carnaval, austeridad en la cuaresma.

A medida que la sociedad se ha secularizado, a medida que la creencia y la práctica religiosa no cubren la totalidad de la sociedad, sino una parte de ella, el carnaval y la cuaresma se han independizado uno de otra.

Dadas sus características de jolgorio y diversión, esta fiesta ha podido perdurar en la sociedad secularizada desconectada de sus orígenes medievales.

Por lo demás, dentro del campo religioso cristiano, se mantiene la tradición de vincular la cuaresma con privaciones de tipo corporal: el ayuno, la abstinencia, y la supresión de festejos ruidosos.

Por otro lado, si bien el carnaval está relacionado al mundo cristiano, de acuerdo al origen etimológico del término, se sabe que este tipo de celebraciones tienen orígenes paganos que la Iglesia se vio obligada a “cristianizar”.

Hay muchas especulaciones sobre sus inicios, y mientras unos creen que tuvieron lugar hace unos 5.000 años con los egipcios, otros las atribuyen al mundo griego. En ambas civilizaciones antiguas existían festejos relacionados a los ciclos de la naturaleza y el universo; centrados en los solsticios de invierno y verano, y en los equinoccios de primavera y otoño.

Al final de cada invierno las esperanzas se renovaban en alusión a la fertilidad, en el más amplio de los sentidos, y se daba la bienvenida a la benévola temporada de primavera. De esta manera el carnaval era visto esencialmente como un pasaje espiritual de la oscuridad a la luz, del invierno al verano.

Hoy en muchos lugares el carnaval es un producto sofisticado del mercado, un espectáculo para las masas donde confluyen los intereses de la industria del turismo, la televisión y del Estado.

Bajo este formato comercial, el carnaval ha perdido el sentido religioso o mítico del pasado y se parece más a un artículo de consumo.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/03/2022 en Uncategorized

 

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