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Menos oscuridad por efecto de la contaminación lumínica

La iluminación artificial permanente en las ciudades está llevando a que la oscuridad nocturna desaparezca. Esto no sólo bloquea la visión del cielo estrellado a quienes quieren verlo a simple vista, sino que tiene efectos tangibles sobre el medio ambiente.

Estos acontecimientos no son independientes, sino que son parte de la contaminación lumínica, un fenómeno que empeoró a pasos agigantados en los últimos años.

Algunos astrónomos ya vienen advirtiendo que la Vía Láctea ya no es visible para un tercio de la humanidad (principalmente europeos y norteamericanos).

En un informe de 2016, Fabio Falchi (del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica en Italia) ya hablaba de una “pérdida cultural de una magnitud sin precedentes”.

El mayor uso de diodos emisores de luz (LED) en iluminación exterior, alumbrado público, publicidad e instalaciones deportivas y su uso indiscriminado en aras de la “seguridad” (¿más luz reduce la cantidad de delitos?) está cegando nuestra visión de las estrellas, indicó por su lado el periódico The Guardian.

De acuerdo a una investigación del físico Christopher Kyba (del Centro Alemán de Geociencias) el cielo nocturno se ilumina (con luz artificial) a un ritmo de un 10% más cada año, aumento que amenaza con borrar de nuestra vista, progresivamente, las estrellas menos brillantes.

Así, un niño nacido donde hoy se ven 250 estrellas por la noche solo podrá ver unas 100 cuando cumpla los 18 años (en el mismo lugar), lamentó Kyba en un comunicado de prensa de enero de 2023.

Publicado en la revista Science, el estudio del físico consistió en el análisis de más de 50.000 observaciones a simple vista realizadas por colaboradores de todo el mundo entre 2011 y 2022 como parte del Proyecto de ciencia ciudadana “Globe at Night”.

“Nuestros ojos son más sensibles a la luz azul por la noche, y es más probable que la luz azul se disperse en la atmósfera, por lo que contribuye más al brillo del cielo”, explicó Kyba y advirtió que “la velocidad a la que las estrellas se vuelven invisibles para las personas en entornos urbanos es dramática”.

En tanto, el doctor en Astrofísica Alejandro Gangui, en su cuenta de Twitter, consideró que la contaminación lumínica es “perder el cielo nocturno, es perder parte de nuestra naturaleza, de nuestra cultura y de nuestras memorias. Es perder para siempre la mitad del paisaje que nos rodea”.

Por otro lado, se sabe que la contaminación lumínica altera comportamientos y procesos fisiológicos de los seres vivos que están determinados por los ciclos diarios de noche y día.

Está contribuyendo a un “apocalipsis de insectos”, según un estudio de 2019 que evidenció cómo la luz tiene un gran impacto en la forma en que las especies se mueven, buscan comida, se reproducen, crecen y se esconden de los depredadores, según informó New York Post.

En este campo ha sido de gran trascendencia la publicación en 2020 de “The Darkness Manifesto” (“Manifiesto contra la contaminación lumínica”), el libro del científico sueco Johan Eklöf.

“Perder la conexión con el cielo nocturno es perder nuestra conexión con la naturaleza, pero también es perder parte de nuestra historia”, señala este zoólogo, quien confiesa que empezó a plantearse este problema en 2015, cuando verificó la desaparición de murciélagos en iglesias del sur de Suecia.

Como explica Eklöf en su libro, todos los organismos vivos se rigen por ritmos circadianos sensibles a la luz que, si se trastornan, pueden desencadenar efectos que van desde una alteración del sentido de la orientación hasta mortandades en masa.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/12/2023 en Uncategorized

 

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Analogías con animales para caracterizar humanos

La utilización de las metáforas o términos zoológicos para designar a las personas o a determinados atributos de las mismas, forma parte de la tradición popular y revela la capacidad figurativa del idioma.

Aunque toda persona es única, inabarcable y cambiante, el “animalario” se trata de una operación semántica consistente en capturar rasgos comunes a partir de la diversidad humana.

La tradición popular recurre a las analogías con animales (en apodos, dichos, refranes y relatos breves) para subrayar algunos rasgos que distinguen, caracterizan o caricaturizan a las personas.

Por ejemplo, la construcción “qué bestia”, puede aludir a la persona ruda o ignorante o también puede reflejar admiración ante la capacidad de alguien para una tarea o ante alguna de sus cualidades: “¡Qué bestia, que rápido lo hiciste!”.

Ser un “águila” para algo es un elogio para aquella persona que es vista como lista o que ve detalles que otros no ven, en tanto que a quien se muestra astuto y sagaz se lo suele caracterizar como “zorro”.

A la persona trabajadora se la llama “hormiga”, al sujeto inepto e ignorante “burro”, al que sigue ciegamente la moda o la multitud “borrego”, y al que es algo rústico y atropellado “caballo”.

En México es un “cabrón” alguien al que le gusta molestar, un ser sádico. En tanto que en varios países ser un “gallo” es ser valiente, aunque decir “ése es mi gallo” implica celebrar al que puede enfrentarse a algo, y se utiliza “gallito” para designar al bravucón.

La expresión “puerco” suele reservarse a la persona grosera, descortés o malcriada, en tanto que “pulga” caracteriza a alguien pequeño de estatura.

La frase “está esperando a la cigüeña” es para quien está embarazada; “lágrimas de cocodrilo” sirve para describir actitudes fingidas; y “cotorrear” es conversar ociosamente.

La metáfora del “camaleón” en el mundo humano tiene connotaciones morales negativas, ya que sugiere hipocresía, aunque en algunos casos puede implicar la virtud para adaptarse a un medio cambiante.

En política, por ejemplo, “delfín” es el señalado como posible sucesor, “dinosaurio” es un político de otra época, “halcón” designa al partidario de estrategias más agresivas mientras que el más pacifista es “paloma”.

Sin importar el ámbito profesional, a la persona vil se la suele llamar “gusano”, a la intrigante y venenosa “serpiente”, al hombre sanguinario “chacal”, a la persona aprovechada y cruel “hiena”, y al tacaño “rata”.

En Argentina al que es hábil en las relaciones interpersonales o exitoso con las mujeres se lo llama “tigre”, en tanto a que la mujer calculadora y de ética cuestionable se le reserva el calificativo de “víbora”.

Hay metáforas zoológicas sexistas, que ensalzan al hombre y denigran a la mujer. Por ejemplo, mientras “zorro viejo” designa a un hombre astuto, se emplea “zorra” para señalar una mujer promiscua o bien que ejerce la prostitución

Mientras “toro” alude a un varón con vigor, fuerza física y buena salud, en oposición “vaca” alude a una mujer con sobrepeso, obesidad o incluso falta de atractivo.

Por otro lado, a la vecina mirona y chismosa se le dice “lechuza”, a la persona lenta y que no razona bien se la califica de “marmota”, y se le suele decir “perro” a la persona torpe o muy poco hábil para un deporte.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/07/2023 en Uncategorized

 

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Nuestro parque, un imán para nativos y visitantes

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Parque Unzué, el enclave verde más representativo de la ciudad

Un paraje nativo para disfrutar y que es una marca distintiva de Gualeguaychú

El Parque Unzué es la zona preferida por los vecinos para el disfrute al aire libre, al tiempo que es un sitio característico del Gualeguaychú turístico. Es lugar de esparcimiento durante las cuatro estaciones del año.

Por Marcelo Lorenzo

Si hay un espacio verde icónico de la ciudad ése el Parque Unzué. Soberbio paseo que los nativos disfrutan todo el año, y los turistas, sobre todo en verano. Éstos últimos, de hecho, no se cansan de elogiarlo, admirados por su estética natural.

Ubicado a la vera del río Gualeguaychú, conformado por el “Parque Chico” y el “Parque Grande”, este enclave verde ocupa 116 hectáreas totalmente arboladas y con caminos pavimentados y naturales.

Este representativo paseo de la ciudad lleva el nombre de un poderoso hacendado del siglo XIX, Saturnino Enrique Unzué (1828-1886), dueño en el pasado de estas tierras, las cuales fueron donadas al municipio por sus herederos.

Así como el Parque Urquiza es símbolo de la ciudad de Paraná, el Parque San Carlos lo es de Concordia y el Parque Quiróz lo es de Colón, el Parque Unzué es el icono de Gualeguaychú. Verdadero pulmón verde, espacio recreativo elegido por los vecinos y por los que visitan la ciudad sin importar la época del año.

Este enclave cumple los requisitos de toda zona verde en cuanto ayuda a mejorar el bienestar urbano. Más allá de ser sitio para la biodiversidad, contribuye a renovar el aire de Gualeguaychú –haciéndolo más limpio y respirable– y funciona como moderador térmico de la zona.

Se sabe, además, que este tipo de áreas son un elemento preventivo y de mejora de la salud mental de los habitantes urbanos. El impacto que el verdor tiene en la salud mental colectiva está estudiado ampliamente. Una de las recomendaciones habituales para reducir el estrés es la de salir a pasear y contemplar la naturaleza.

En este sentido, no es casual que el Parque Unzué se haya convertido en sitio privilegiado para que personas de todas las edades practiquen rutinarias caminatas, ejercicios físicos al aire libre, recorridos en bicicleta, jueguen al fútbol en alguna de sus canchas o simplemente lo usen con fines recreativos.

Por otro lado, es lugar para la reunión familiar o de amigos, personas que suelen juntarse, aprovechando las distintas instalaciones, para compartir una comida o para celebrar la amistad alrededor de la costumbre del mate.

En líneas generales, toda zona verde ayuda a mejorar la cohesión social, la relajación, el sentirse descansado y a bajar el estrés.

Para todos los gustos

El Parque Unzué se encuentra a un paso de la ciudad, desde donde se accede luego de atravesar el tradicional Puente Méndez Casariego. La Ruta Provincial 42 lo divide en dos zonas: la del este, denominada Parque Chico, la del oeste conocida como Parque Grande.

En el Parque Chico los visitantes encuentran clubes náuticos donde existen amarras y servicios para embarcaciones, lugares de pesca -actividad que se desarrolla todo el año-, juegos infantiles, áreas de recreación y servicios.

Entre los clubes se encuentran el Neptunia, en cuyo ámbito se puede practicar distintos deportes; el Náutico, que concentra la casi totalidad de veleros de Gualeguaychú; ambas instituciones están conectadas por calles interiores pavimentadas. Y en el acceso, en tanto, se ubica la cancha de fútbol del Club Central Entrerriano, institución tradicional de la ciudad.

En cuanto al Parque Grande, se trata de una zona más amplia y más agreste, con vegetación autóctona, en la que se han efectuado mejoramientos urbanístico y paisajístico en los últimos tiempos.

En este sector se levanta el Velódromo municipal con una pista totalmente pavimentada de 500 metros de perímetro, que permite el entrenamiento de ciclistas y la realización de competencias ciclísticas.

A su lado, está la Pista de la Salud para realizar actividad física. Se trata de 550 metros de sendas dotadas de estaciones con equipamiento e indicaciones que permiten llevar a cabo distintos ejercicios para fortificar el cuerpo. El espacio posee iluminación nocturna para hacerlo utilizable las 24 horas del día.

Aquí también se halla el Club Hípico, que posee amplias instalaciones, canchas de tenis y una cuidada cancha de polo. Actualmente, en su predio funciona el Centro Municipal de Día para Adultos Mayores. Y un poco más allá, está el Club Carpinchos, con sus canchas para la práctica del rugby y el hockey. 

Dos campings reciben al turista en el Parque Grande: el del Centro de Empleados de Comercio y el del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales.

El emblemático edificio de La Delfina, que en las décadas de 1980 y 1990 fue el centro de un camping importante y luego fue museo naturalista, está siendo hoy restaurado para albergar el “Centro de Interpretación de las Reservas Naturales”.

En otro sector, aparece la Laguna del Parque, un sitio icónico del paraje, que fue una bella forma de cambiar un pantano en una reserva natural, para exhibir fauna autóctona de nuestra región.

Frente a ella se erige el Jesús de la Laguna, una escultura de 4 metros de alto tallada en el tronco de un viejo eucaliptus seco, por la artista autodidacta Susana Báez. La imponente figura de Cristo es centro de atracción para vecinos y turistas.

En las inmediaciones, se halla el Vía Crucis, una escenificación de la pasión de Cristo, a través de grupos escultóricos distribuidos en 14 estaciones.

La Avenida de las Américas, en tanto, es un paseo característico del Parque Unzué, por el magnífico arbolado de añejos eucaliptus, que invita a la caminata y al solaz.

Otro atractivo del espacio es el Parque Florístico, una reserva natural situada en la zona cercana a El Mangrullo y La Delfina. Allí pueden observarse la variada flora nativa, aves y mariposas.

Por último, no es imaginable el Parque Unzué sin el río Gualeguaychú, cuyas aguas y costas ofrecen un paisaje ribereño característico. Por eso el enclave es ideal para disfrutar los días de sol y los atardeceres litoraleños.

Lo cierto es que los amantes de la naturaleza encuentran aquí un sitio ideal.

Un poco de historia

El predio junto al río Gualeguaychú pertenecía a la jurisdicción del departamento Uruguay y era propiedad de la familia Unzué, la cual cedió esa fracción de tierra “con destino de bien público y utilización general para Gualeguaychú”.

El 26 de diciembre de 1922 se firmó la escritura correspondiente donde se estableció la cesión del terreno “cuya superficie de ciento quince hectáreas y sesenta y ocho áreas, de acuerdo con en el plano de ubicación (…) destinada al Parque que se denominará Saturnino Unzué”.

Los donantes fueron los hijos de Saturnino Enrique Unzué: Angela Unzué de Alzaga, María Unzué de Alvear, Concepción Unzué de Casares y Saturnino José Unzué, que habían heredado en la zona la estancia “El Potrero de San Lorenzo”.

Pese a la voluntad de ellos, y dado que el predio en cuestión estaba en jurisdicción del departamento Uruguay, el reconocimiento y los trámites legales de la donación demoraron varios años, hasta que concluyeron en 1936.

El actual Parque Unzué fue anexado ese año al departamento Gualeguaychú por Ley de la Provincia, pasando así a ser patrimonio de la ciudad. El predio ha sido de uso público masivo desde la construcción del puente de hierro (1931) que permitió sortear el cauce del río Gualeguaychú de una forma eficiente, ya que antes se cruzaba en balsa.

Cabe consignar que los Unzué vinieron del país vasco o Euskadi (España). El primero en llegar en 1778 fue Francisco de Unzué y Echeverría, quien fuera capitán de milicias urbanas, regidor del Cabildo de Buenos Aires, y además activo comerciante.

El parque de la ciudad, con nombre de abolengo

La figura de Saturnino Enrique Unzué es emblemática de un sector social, los estancieros, que en su momento estuvo asociado al poder, el prestigio social y la confianza en el futuro.

En el libro “Los Estancieros, desde la época colonial hasta nuestros días” (2010), la historiadora María Sáenz Quesada sitúa a nuestro personaje como un verdadero dueño de la tierra.

“Un caso prodigioso es el de Saturnino Unzué, propietario de grandes estancias en Mercedes y en Ramallo, de campos en Leubucó (Adolfo Alsina), de casi la mitad del partido de Rojas y de gran parte del de 25 de Mayo. En Entre Ríos era, de acuerdo a datos de Oddone, el hacendado que venía en segundo término luego de los Urquiza”, relata Sáenz Quesada.

Hábil para los negocios, tuvo un extraordinario instinto para adquirir solares a bajo precio. Y al promediar su vida activa se convirtió en una de los terratenientes más grandes de la Argentina llegando a contar con alrededor de 500.000 hectáreas (el equivalente al departamento Paraná, en Entre Ríos).

Aunque básicamente su fortuna la construyó dedicándose a la actividad ganadera, en 1854 funda la Sala de Comercio de Frutos del País, convirtiéndose en un distribuidor de granos, carnes y lana.

En 1870 obtiene la concesión de la línea de tranways de los hermanos Lacroze, e integra como principal accionista la Compañía de Gas Argentino que levanta la usina oeste en Los Corrales.

La vida de Saturnino Enrique fluctúa entre acrecentar su fortuna y la política, aunque ambas dimensiones se potencian mutuamente. Cuando en 1851 Justo José de Urquiza organizó el Ejército Grande para derrotar a Juan Manuel de Rosas, Saturnino lo ayudó con recursos.

A cambio de esto, el estanciero recibió en pago por lo prestado al caudillo entrerriano unas 70.000 hectáreas en provincia de Buenos Aires, datos que aportan historiadores bonaerenses.

Un beneficio similar obtuvo Saturnino por su aporte a la campaña del desierto encabezada por Julio Argentino Roca. Unzué había adquirido 100 acciones en la “suscripción de tierra”, decretada por ley nacional de 1878, que se había creado para juntar fondos para aquella empresa.

Como retribución, el gobierno nacional le donó 10.000 hectáreas (4 leguas cuadradas, así se medía) en el centro oeste de la provincia de Buenos Aires.

Por otro lado, la casa familiar de los Unzué de Rivadavia 176, en Buenos Aires, fue sede de importantes encuentros en búsqueda de la pacificación nacional. De hecho, allí se firmó el cese de hostilidades entre Buenos Aires y la Confederación Argentina.

Fervoroso mitrista, Saturnino Enrique fue electo diputado nacional y ocupó una banca en el Congreso en el período 1880-1883.

Sus hermanos (Santos y Mariano) y su hijo Saturnino José también fueron grandes estancieros y lograron acrecentar la fortuna de la familia Unzué, un apellido que adquirió un prestigio casi mítico en la Argentina tradicional.

© Semanario de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 16/05/2023 en Uncategorized

 

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Sin agua no hay vida en el planeta

Hoy (22 de marzo) se celebra el Día Mundial del Agua, un elemento vital para la vida de todas las especies de la Tierra. Un compuesto natural formado por moléculas de hidrógeno y oxígeno, que es indispensable para la vida.

No es casual que Tales de Mileto, uno de los siete sabios de la Grecia antigua, también fundador de la filosofía natural, haya encontrado en el agua el principio y realidad última de todas las cosas.

A Tales, que según la tradición no dejó nada escrito, se le atribuye la afirmación “todo es agua”. Algunos intérpretes aseguran que llegó a esta conclusión por la experiencia de lo húmedo en el desarrollo de la vida.

Es el caso de Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) quien escribió en el libro “Metafísica” que probablemente Tales “observaba que la humedad alimenta todas las cosas, que lo caliente mismo procede de ella, y que todo animal vive de la humedad; y aquello de donde viene todo, es claro, que es el principio de todas las cosas”.

Agregó Aristóteles que esta concepción del agua como elemento originario es antiquísima. “Algunos creen que los hombres de los tiempos más remotos y con ellos los teólogos muy anteriores, se figuraron la naturaleza de la misma naturaleza que Tales. Han presentado como autores del universo el Océano y a Titis, y los dioses, juran por agua, por esa agua que los poetas llaman el Stigio”, dijo.

Afirmar que el agua es el principio o materia originaria de la que han surgido todas las realidades que componen el variopinto y complejo tejido cósmico, quizá hoy pudiera parecer extravagante.

Como sea, lo cierto es que Tales no estaba tan equivocado al vincular el agua a la vida del Planeta, una intuición que nadie discutiría en el Siglo XXI, atravesado por una crisis ecológica que involucra una emergencia hídrica persistente.

Tampoco nadie discute que este “oro líquido” hace posible que todas las especies terrestres continúen creciendo y desarrollándose cada día. La verdad es que, en este planeta, ningún organismo vive sin agua.

Y en este sentido todo está hecho de este elemento, coincidiendo con la tesis de Tales. Respecto a los seres humanos, es antiquísima su preocupación por proveerse de agua dulce, que es la que puede consumir, y hace crecer plantas y animales.

Es llamativo que este recurso sea tan escaso en el planeta –presente básicamente en lluvias, lagos, ríos y acuíferos- dada la alta dependencia que se tiene de él. Según los ecólogos, suma menos del 1% de toda el agua disponible en el planeta, ya que la restante se encuentra como agua salada o en forma de hielo en los polos y en los glaciares.

La presencia del agua en la historia humana es muy marcada. No hay que perder de vista que las primeras civilizaciones surgieron al lado de grandes ríos (Nilo, Indo, Tigris, Éufrates).

El déficit de abastecimiento es una realidad con la que la humanidad ha convivido siempre. Por eso el hombre se ha vuelto experto en la construcción de represas, acueductos, tanques, canales, pozos y estaciones de tratamiento, purificación y desalinización.

La demanda por agua potable creció notoriamente durante el siglo XX, a la sombra de la explosión demográfica, las megalópolis, la industria y la agricultura.

Se trata de un recurso limitado, en el que hace falta una mayor toma de conciencia para su preservación, porque si algún día llegara a faltar, traería consecuencias dramáticas para la humanidad.

Que se haya instituido el 22 de marzo como Día Mundial del Agua, revela que el hombre tiene que fijar algunas fechas para recordarse sus obligaciones con respecto al hábitat.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 27/03/2023 en Uncategorized

 

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La importancia del arbolado para mitigar las olas de calor

En estas latitudes se atraviesa un verano caliente, con récord de altas temperaturas. Un verdadero desafío medioambiental para las ciudades, que deben reforzar su flora urbana como factor refrigerante.

A nivel global, la frecuencia de las olas de calor se ha casi triplicado en comparación con lo que ocurría a principios del siglo XX, según los expertos en clima. En la década de 1900 ocurría, en promedio, 1 ola de calor cada 10 años. Hoy, ese valor se incrementó a casi 3 cada 10 años.

Se estima que este tipo de temperaturas extremas, en el país y en el mundo, van a ser más intensas y más frecuentes. En Argentina, las olas de calor de este verano han ido acompañadas de una fuerte sequía.

Se sabe que el calor extremo afecta a todas las personas por igual, aunque la población más vulnerable a las altas temperaturas son los adultos y los niños, así como aquellos sectores sociales desfavorecidos, que no cuentan con infraestructura para refrigerar sus casas.

En el mundo se llama efecto “isla del calor” al fenómeno de elevación de la temperatura en zonas urbanas densamente construidas. Los estudios han determinado que por lo menos son 2ºC más a la temperatura registrada por los termómetros de los entes oficiales.

Ocurre que, el asfalto, el hormigón y el cemento, absorben e irradian calor durante el día y lo emiten por las noches, haciendo que la temperatura sea más alta que en lugares cercanos donde predominan la tierra y los árboles.

En cuanto a la trama vial, que posee mezclas asfálticas de tonos oscuros, las temperaturas en su superficie pueden incrementarse hasta 4ºC por encima de la ambiental, según los especialistas, circunstancia que vuelve más intolerable para los transeúntes desplazarse por ellas en verano.

Entre las estrategias con que cuentan las ciudades para minimizar los impactos de las olas de calor se halla el arbolado urbano, dado que la presencia de vegetación contribuye al balance energético a escala local.

La sombra que dan los árboles, durante la época estival, supone un control de la radiación solar, que beneficia a edificios y viviendas. La capacidad de atenuar los efectos de esa radiación y bajar la temperatura, contribuye a que el clima sea tolerable.

En el caso de Gualeguaychú, la falta de sombra en muchas áreas del ejido se ha hecho sentir en este caluroso verano, un indicador inequívoco de déficit de árboles.

El dato es que hay cuadras que aparecen despobladas, o a lo sumo hay algún ejemplar solitario. Algo que se echa de ver en el verano, con la falta de sombra, complicando la vida de los transeúntes.

Según se informó, el municipio busca remediar esta situación mediante una ordenanza que exigirá a los frentistas tener al menos un ejemplar arbóreo delante de sus propiedades.

El concepto de “arbolado urbano” implica mantener vegetación en un núcleo poblacional dotado de infraestructura (viviendas, calles, construcciones subterráneas, edificios y demás).

En Gualeguaychú el desarrollo óptimo de la vegetación colisiona con un problema estructural: el trazado originario, de veredas angostas en algunas zonas. Es decir, el típico modelo español del siglo XVIII, dotado de veredas angostas, no tenía previsto el arbolado.

Como sea, se cree que esto no debería impedir la presencia de un ejemplar en el frente de cada vivienda. Y al respecto, se trata de elegir la especie vegetal que mejor se ajuste a las dimensiones de cada vereda.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 13/03/2023 en Uncategorized

 

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Celebrar la riqueza de la flora y la fauna silvestre

El 3 de marzo se celebra el Día Mundial de la Vida Silvestre, una ocasión para sensibilizar sobre la importancia de los vegetales, los animales, y otros organismos no domesticados que habitan en ecosistemas naturales.

La mayoría de los científicos concuerdan que la vida silvestre alrededor del planeta sufre, de un modo u otro, el impacto de las actividades humanas. Se calcula que la biodiversidad se redujo en un 52% entre 1970 y 2020, según un informe de World Wildlife Fund.

Entre las causas de extinción se mencionan matanzas, destrucción o fragmentación de hábitats, especies introducidas y cadenas de extinción.

Al respecto, los especialistas en conservación llaman continuamente la atención sobre las amenazas de extinción que pesan sobre la fauna emblemática de la región y el país.

Argentina está bendecida por un rico patrimonio natural. Se trata de un país que tiene 18 regiones ecológicas diferentes. Pocos lugares en el planeta tienen esa megadiversidad.

Entre Ríos, igual: posee una exuberante variedad de población vegetal y animal. Las especies animales se desarrollan en tres biomas, determinados por la relación entre clima, flora y fauna.

En el bosque en galería, o selva mixta, que se prolonga a lo largo de los ríos Paraná, Uruguay y afluentes más importantes, abundan liebres, vizcachas, carpinchos, nutrias, guazunchos, zorros del monte y de las pampas, loros, palomas, horneros, cardenales, patos sirirí, garzas y gran cantidad de ofidios.

En el bioma del pastizal, o pradera herbácea pampeana, que cubre el centro sur de la provincia, donde el hombre más ha modificado el entorno (por la agricultura), la fauna es la más comprometida, peligrando guazunchos, zorrinos, mulitas, ñandúes, cisnes de cuello negro, martinetas, perdices y cigüeñas, tordos amarillos, entre otros.

Después está el bioma del espinal, que se desarrolla en los departamentos Feliciano, Federal, Villaguay, Nogoyá, La Paz y Paraná. Allí los animales que esquivan la acción depredadora del hombre son similares a los de los otros biomas, agregándose pecarí de collar, gato montés y gato moro.

La forma más eficaz de extinguir una especie, dicen los conservacionistas, es erradicarle el ambiente donde vive. Al respecto, en Entre Ríos son varios los factores de transformación.

Por un lado, el desgaste del suelo, por la intensidad del laboreo agrícola, que provoca desertización. A eso se suma la tala indiscriminada de bosques y montes, que agotan las especies. Por esta razón, la fauna del bosque talado disminuye o se ve obligada a emigrar.

En el mundo se está extendiendo un nuevo concepto de conservación a gran escala. El enfoque se llama “rewilding” o “resilvestración”, que como su nombre lo sugiere busca restaurar la integridad ecológica del ambiente y reducir el impacto humano sobre el mismo.

No solo se trata de reintroducir especies, sino que se busca una restauración ecológica hasta el punto en el que el ecosistema sea capaz de autorregularse de forma natural de nuevo.

Es decir, se trata de devolver a los ecosistemas su modo de vida antes de la intervención humana, y después dejar que la naturaleza haga su trabajo, encargándose ella de autoabastecerse.

Esto implica construir pasos por encima de las carreteras para que los animales puedan cruzar, abrir el acceso a los ríos y recuperar canales antiguos, o reintroducir a los carnívoros originales de cada zona en lugares con abundantes herbívoros.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/03/2023 en Uncategorized

 

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Un manifiesto contra la contaminación lumínica

La alteración de la oscuridad natural de la noche, provocada por la luz artificial de las ciudades, no tiene un efecto neutro. Globalmente considerado, está contribuyendo a una gran mortandad de insectos que repercute en la ya amenazada biodiversidad en todo el mundo.

Ésa es la tesis de “The Darkness Manifesto” (“Manifiesto contra la contaminación lumínica”), el libro del científico sueco Johan Eklöf, quien hace allí un llamado de advertencia sobre la desaparición de la oscuridad natural.

“Perder la conexión con el cielo nocturno es perder nuestra conexión con la naturaleza, pero también es perder parte de nuestra historia”, señala este zoólogo, quien confiesa que empezó a plantearse este problema en 2015, cuando se encontraba contando murciélagos en el sur de Suecia.

Verificó que las poblaciones de murciélagos en las iglesias de la región, cuyos campanarios son muy apreciados por esos mamíferos alados, desaparecieron luego de que esos espacios fueron iluminadas con luz artificial.

Eklöf descubrió que en 30 años (el periodo de vida promedio de un murciélago) había desaparecido la mitad de las colonias de la zona.

Esa investigación llevó al científico sueco a investigar cómo afectaba la iluminación artificial a otras especies y eso derivó en el libro de marras, que desde que se publicó en 2020 ha tenido una amplia repercusión en Europa, continente donde los gobiernos han empezado a combatir la “contaminación lumínica”.

Los astrónomos empezaron a utilizar ese término en la década de 1960 y en la actualidad se refiere sobre todo al resplandor persistente que emana de las ciudades cuando cae la noche, que no permite ver las estrellas y desdibuja el cielo nocturno.

En 2016, el 80% de la población mundial (y el 99% de la población de Estados Unidos y Europa) vivía bajo cielos contaminados por la luz.

Un estudio publicado este año en la revista Science reveló que, entre 2011 y 2022, la contaminación lumínica en la Tierra aumentó un 9,6% anual.

En la actualidad, una tercera parte de la población mundial no puede ver la Vía Láctea, ni siquiera en las noches más despejadas, pero el impacto de toda esa luz artificial va mucho más allá de impedir la observación de las estrellas.

Como explica Eklöf en su libro, todos los organismos vivos se rigen por ritmos circadianos sensibles a la luz que, si se trastornan, pueden desencadenar efectos que van desde una alteración del sentido de la orientación hasta mortandades en masa.

“Muchas mueren antes del amanecer, a veces de puro agotamiento”, escribió Eklöf. Incluso las que sobreviven, añade, “no han alcanzado sus objetivos nocturnos. No han conseguido su néctar (y transportado el polen de las plantas), no han encontrado pareja y no han puesto huevos”.

Pero esto no solo afecta a los insectos. Las tortugas marinas recién nacidas se dirigen hacia tierra, hacia el resplandor de las ciudades, en vez de hacia el mar iluminado por la Luna.

Además, engañados por la iluminación exterior, los árboles urbanos permanecen verdes más tiempo que sus homólogos rurales. Según Eklöf, la contaminación lumínica también impacta en la salud humana al agravar el insomnio, la depresión e incluso la obesidad en las personas.

“El cielo nocturno ha sido el mismo durante miles de millones de años y lo que vemos ahora es el mismo cielo que miraban nuestros antepasados y sobre el que creaban historias”, refiere el zoólogo sueco al explicar cómo la contaminación lumínica afecta nuestra visión humana de las estrellas.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/03/2023 en Uncategorized

 

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Resilvestración, la nueva forma de cuidar la naturaleza

En el mundo se está extendiendo un nuevo concepto de conservación a gran escala, que trata de devolver a los ecosistemas su modo de vida antes de la intervención humana.

El nuevo enfoque se llama “Rewilding” o “Resilvestración”, que como su nombre lo sugiere busca restaurar la integridad ecológica del ambiente y reducir el impacto humano sobre el mismo.

En un principio, el término se acuñó para poner en marcha ciertas estrategias enfocadas en reintroducir especies superdepredadoras clave en un ecosistema, buscando así la restauración del equilibrio trófico del mismo.

Un claro ejemplo de esto son los lobos de Yellowstone, que fueron liberados en el parque tras el crecimiento masivo de alces por la desaparición de este cazador en el año 1926.

Pero hoy en día la resilvestración abarca un paraguas terminológico multidisciplinar. No solo se trata de reintroducir especies, sino que se busca una restauración ecológica hasta el punto en el que el ecosistema sea capaz de autorregularse de forma natural de nuevo.

Es decir, se trata de devolver a los ecosistemas su modo de vida antes de la intervención humana, y después dejar que la naturaleza haga su trabajo, encargándose ella de autoabastecerse.

Esto implica construir pasos por encima de las carreteras para que los animales puedan cruzar, abrir el acceso a los ríos y recuperar canales antiguos, o reintroducir a los carnívoros originales de cada zona en lugares con abundantes herbívoros.

Esta filosofía conservacionista, muy exitosa en varios lugares, también se ha extendido en nuestro país, donde funciona Rewilding Argentina, una fundación creada para enfrentar y revertir la extinción de especies y la degradación ambiental.

La entidad, por ejemplo, busca devolver el guanaco a las provincias de La Pampa y Santa Cruz. Esta especie, uno de los mayores herbívoros de Sudamérica, fue muy abundante en el pasado en zonas llanas y montañosas, frías y subtropicales a lo largo de todas las latitudes de Argentina.

Su persecución desde la llegada del hombre blanco produjo una retracción notable de individuos en su área de distribución. Como resultado, el guanaco se encuentra casi extinto en las regiones chaqueña, pampeana y del espinal.

El ser humano aumenta cada vez más el consumo de recursos naturales, lo que se traduce en cambios ambientales a nivel ecosistémico y global. Según la Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), 32.000 especies de seres vivos se encuentran, ahora mismo, en peligro.

El panorama no es mucho más alentador si se miran cifras más específicas. Por ejemplo, científicos teorizan que se están extinguiendo entre 150 y 200 especies cada día. Muchas de ellas, de hecho, nunca llegarán a ser descubiertas ni clasificadas.

A veces las modificaciones antrópicas son completamente irreversibles, pero en otras ocasiones la biología de la conservación tiene ciertas herramientas como la resilvestración para revertir la degradación ambiental, reintroduciendo la vida silvestre donde estaba en peligro de extinción.

De lo que se trata es de salvar la biodiversidad, recuperando en su mayor grado la autorregulación que un día caracterizó al ecosistema dañado. Una vez restaurados los ecosistemas originales, la naturaleza se encargará de mantenerlos con vida, como ha hecho durante millones de años.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 26/12/2022 en Uncategorized

 

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Una semana mundial del agua para aprender a valorarla

El agua dulce del mundo está bajo una presión sin precedentes debido al rápido aumento de las temperaturas, de la población y de los patrones de consumo.

Para abordar esta crisis mundial se lleva a cabo en Estocolmo (Suecia) la Semana Mundial del Agua 2022, un evento que arrancó el 23 de agosto y culminará 1 de septiembre.

Bajo el lema “Ver lo invisible: el valor del agua”, el encuentro ecuménico, a través de conferencias y seminarios, pretende revelar y hacer comprensible la importancia de este líquido del que depende la vida del planeta y sus habitantes.

La misión es dar visibilidad al agua que está escondida en los acuíferos subterráneos o en la atmósfera, y al mismo tiempo desencadenar decisiones, innovaciones e inversiones para gestionar este recurso esencial.

En este foro se reúnen expertos de todo el mundo para analizar y brindar soluciones a los desafíos hídricos más acuciantes del planeta.

Por ejemplo, el cambio climático ha trastocado drásticamente el régimen de lluvias, provocando sequías inquietantes en muchos rincones de la Tierra. A este ritmo, habrá problemas a futuro para la provisión de agua para las poblaciones.

A la vez, la sequía no sólo implica no poder beber agua, sino que las plantas también sufren por ello, ocasionando que no den sus frutos y eso conlleva a la falta de alimentos.

Es decir, el agua tiene un ciclo que se está cumpliendo con alteraciones y eso afecta negativamente su reabastecimiento. Cuesta imaginar un escenario donde falte el agua para el consumo humano.

Es irónico que en un planeta que es 70% agua, las personas no tengan suficiente agua limpia y segura para beber. Sin embargo, el agua dulce en la Tierra representa sólo el 3% del total. Y menos de un 1% es de libre acceso, estando el resto contenido en hielo, como en icebergs, glaciares y ventisqueros.

Este hecho ha llevado a las Naciones Unidas (ONU) a hablar de la “crisis del agua”. Para algunas personas, el problema es la falta de agua limpia. Al respecto, mucha gente muere cada año a causa de enfermedades prevenibles, después de beber agua de una fuente insalubre.

Según UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 2 billones de personas en el mundo carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura.

Por otro lado, 4,5 billones de personas carecen de servicios de saneamiento seguros, en tanto que 340.000 niños menores de 5 años mueren cada año por enfermedades diarreicas.

Además, al menos 1.800 millones de personas en todo el mundo beben agua que no está protegida contra la contaminación de las heces.

Podría decirse que el agua es el recurso natural más importante de la humanidad. Mantiene todas las demás actividades, es la base esencial de las economías, de las sociedades y de la vida de los humanos, de los animales y de las plantas.

A medida que crece la población, la presión de demanda sobre el recurso hace peligrar su abastecimiento. Es un hecho que la gente debe ser alimentada, y la agricultura debe disponer de agua para los cultivos y el ganado.

El agua está llamada a ser para la geopolítica del siglo XXI lo que fue el petróleo para el siglo XX, por lo que se convertirá en motivo de grandes conflictos.

Eso predijo el ex vicepresidente del Banco Mundial (BM), Ismail Serageldin, cuando en 1995 señaló que “las guerras del próximo siglo (XXI) serán por el agua”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 28/08/2022 en Uncategorized

 

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Mascotas, los otros miembros de la familia

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El efecto compañía de las mascotas en la sociedad nativa

La pandemia reforzó en la ciudad la adopción de animales de compañía

Los animales de compañía cobraron un protagonismo inusual durante el duro período de restricción social asociado a la crisis sanitaria. En Gualeguaychú el fenómeno reforzó la cultura mascotera entre los vecinos, quienes no reparan en medios cuando se trata de cuidar a sus perros y gatos.

Por Marcelo Lorenzo

El sentimiento de soledad asociado a la cuarentena por la crisis sanitaria de la Covid-19 hizo que mucha gente adoptara animales de compañía para lidiar con la pandemia de coronavirus. El vacío abierto por las políticas de aislamiento social impulsó el boom de las mascotas, en especial de perros y gatos.

El fenómeno ha sido global y Gualeguaychú, idiosincráticamente muy vinculado a las mascotas, no fue la excepción. “Muchos vecinos adoptaron animales. Personas que se sentían solas se hicieron de la compañía de un perro, por ejemplo”, reconoció ante Semanario Inés Raffo, del equipo de profesionales de la veterinaria Tellechea (Ayacucho 24), un centro de atención de extensa trayectoria en la ciudad.

“La gente se quedó en casa y vio en la adopción de animales una posibilidad de afrontar la soledad. Y, una vez en la casa, la mascota se vuelve parte de la familia”, señaló la médica veterinaria, quien agregó que se vio a muchos hijos regalando mascotas a sus padres mayores.

“Paralelamente, quienes ya tenían mascota, en la nueva circunstancia, le empezaron a prestar renovada atención. Es decir los empezaron a ver con otros ojos. Incluso descubrieron nuevas patologías en sus animales”, refirió.

Se diría que la pandemia, así, ha venido a reforzar el vínculo estrecho que ya tenían los vecinos con estos seres que se muestran incondicionales, que están presentes, dan cariño y alegran sus vidas.

“Nosotros como veterinarios –apunta Raffo– estamos trabajando de hecho más que antes. No hay que olvidar que durante la pandemia fuimos una de las actividades consideradas esenciales”.

Por otro lado, se sabe que la crisis económica hace que mucha gente recorte gastos en el hogar. Pero eso no afecta la mantención y cuidado de las mascotas. “No ha habido una retracción en las veterinarias. Yo diría que al contrario”, reconoce Raffo, para quien incluso hay gente que deja de gastar dinero para sí destinándolo a su perro o gato.

“Para entender esta conducta tenemos que comprender que estamos hablando se seres que son vistos como un miembro más de la familia. Nuestra experiencia indica que las personas no reparan en gastos a la hora de atender a su mascota”, destacó la entrevistada.

Las mascotas preferidas

La palabra “mascota” tiene dos acepciones según el Diccionario de la Real Academia: por un lado “animal de compañía”, y por otro remite a cualquier persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae suerte.

Este segundo significado proviene del término francés “mascotte” (amuleto), el cual se hizo muy popular en Francia y en todo el mundo en 1880, con el estreno de una opereta titulada “La mascotte”.

Y fue así que a los animales domésticos se los empezó a llamar con este galicismo universal,  pensando que aportaban buena suerte a todos aquellos a los que acompañaban.

Argentina es uno de los países con mayor cantidad de mascotas por habitante del mundo. El 80% de los argentinos tiene al menos un animal doméstico en su casa, en su mayoría perros, el animal históricamente más apreciado en estas pampas.

¿Cuántas mascotas existen en Gualeguaychú? Se cree que al menos hay un animal por familia, aunque algunos tienen más de uno. Se presume, por tanto, que habría alrededor de 40.000 animales domésticos.

Aunque la mayoría de los vecinos prefieren perros y gatos, algunos optan por otro tipo de mascotas, en una mezcla variopinta. Están los que, por caso, son fans de los canarios y otras aves.

Hay quienes tienen como compañía animales de granja (gallinas, cerdos, patos, etc.), en tanto que  otros tienen preferencias por los hamsters, conejos o peces.

En cuanto a la población canina, se calcula que más del 60% son perros de raza chica, como caniche, chihuahua, terrier, bull dog francés o cocker, entre otros. “En Gualeguaychú se verificó en el último tiempo un cambio en la preferencia por los perros. Pasó de los de raza grande -que estaban en el patio de la casa- al chico o mediano, que está adentro del hogar, incluso en la cama”, graficó Raffo.

En general, la compañía de un animal mejora la calidad de vida de los seres humanos, siendo un aliado muy importante en determinadas edades. Las mascotas, por ejemplo, ayudan a aliviar la sensación de soledad entre los adultos mayores, en tanto que contribuyen al desarrollo educativo y social de los más pequeños.

Pero además la presencia animal se potencia ante la realidad de tantas personas solas y de parejas sin hijos. Los animales de compañía, así, encajan perfectamente con esta realidad sociológica. Los psicólogos muchas veces recomiendan a los matrimonios sin hijos que adopten una mascota, como un modo de sublimar su situación.

En materia de mascotas, ¿cómo se manejan los gualeguaychuenses en el espacio público?  Para cualquier observador son evidentes dos cosas: 1-muchos animales sueltos en la vía pública; 2- veredas sucias con excrementos de perros.

“Las personas deben mejorar su comportamiento cuando salen a la calle con su mascota. Por una cuestión de higiene y de respeto. Hay que evitar que los animales orinen y defequen en cualquier lugar, por ejemplo en la vereda de los vecinos. Esto es parte de las cosas que se deben cambiar”, reconoce Raffo en relación a la negligencia vecinal con respecto al uso del espacio público.

“No tenemos incorporado culturalmente salir con una bolsita para juntar lo que nuestro perro hace en la vía pública. Además, hay una tendencia a largar al perro solo a la calle, para que se recree en el vecindario. Esto no se ajusta a una tenencia responsable”, destacó la entrevistada.

Expansión del entorno local para el cuidado de los animales

En el último tiempo, acorde con la nueva sensibilidad de época hacia los animales, se ha verificado en Gualeguaychú una expansión de la medicina veterinaria, a la par que han crecido las entidades orientadas al bienestar animal.

Por otra parte, al ser considerados miembros de la familia, la muerte de estos seres produce un impacto significativo en sus dueños, muchos de los cuales, para lidiar con el duelo, buscan mediante la cremación mantener el recuerdo de su mascota.

En Gualeguaychú hay un servicio privado que recoge los restos del animal luego de su fallecimiento, y entrega posteriormente las cenizas a su dueño, junto con un certificado, sellado y firmado por el médico veterinario, en el que se garantiza que las cenizas pertenecen a la amada mascota.

¿Cuántos veterinarios trabajan en Gualeguaychú? No hay una cifra exacta, pero se calcula que serían más de 100 profesionales activos, repartidos en distintos servicios.

Los servicios destinados al cuidado de las mascotas han ido creciendo a la par de la preferencia de los vecinos por estos animales de compañía. Desde el punto de vista sanitario, la ciudad cuenta desde febrero de 2021 con un Hospital Veterinario privado que atiende las 24 horas en Urquiza 225.

Se trata del primer centro de atención de este tipo de la región sur de la provincia de Entre Ríos, donde trabajan ocho veterinarios que se ocupan de consultas habituales, realizan estudios complementarios de diagnóstico (análisis, ecografías, radiografías) y cirugías, al tiempo que atienden emergencias las 24 horas todos los días.

Desde hace un tiempo, en tanto, ha se han multiplicado los paseadores de perros, a los que se contrata para que saquen a los animales a hacer actividad física en paseos públicos, porque sus dueños no tienen espacio en sus viviendas, o ellos no tienen tiempo o posibilidad de salir.

Paralelamente, existen en la ciudad servicios privados destinados a cuidarlos en guarderías y a realizarles tratamientos estéticos (peluquería, baños, etc.), algo de lo que se ocupan veterinarios y particulares.

Que Gualeguaychú es mascotero se ve reflejado en la actividad de grupos defensores de los animales, que están nucleados en sociedades protectoras, como “Patitas” y “Provoin”, las cuales hacen campañas públicas varias a favor de la tenencia responsable y en lo tocante a la necesaria castración de animales para evitar la superpoblación.

También las redes sociales se hacen eco del amor hacia las mascotas. Por ejemplo hay sitios como “Perros perdidos y robados Gualeguaychú”, con miles de seguidores en Facebook, o “Ayuda perros Gualeguaychú” en Twitter, entre otros.

Por otro lado, algunos prestadores turísticos locales se declaran “pet friendly”, es decir amigos de las mascotas. En este sentido, permiten el alojamiento de turistas con sus amigos perrunos y gatunos.

Vale mencionar que también existen “seguros para mascotas”, un tipo de póliza mediante la cual los dueños de los animales se cubren si éstos se extravían, ante fallecimiento, para estancia en residencias, por responsabilidad civil por daños a terceros o por asistencia veterinaria por accidente.

Las razas peligrosas

Cada tanto la opinión pública se conmueve ante la noticia de ataques trágicos a personas por parte de mascotas violentas.

Gualeguaychú tiene vigente desde 2002 una ordenanza que regula la tenencia de perros peligrosos, por lo que los dueños de las razas objetadas deben pedir licencia en la municipalidad.  

Las razas consideradas peligrosas son: American Staffordshire Terrier, Bang-Dog, Bull Terrier, Bullmastiff, Bulldog Americano, Doberman, Dogo,Fila Brasileño, Mastín Napolitano, Pit Bull, Terrier, De presa Canario, Rottweiler, Tosa Japonés, Pastor del Cáucaso.

La ordenanza dispone que los propietarios de este tipo de perros “deberán contratar un seguro de responsabilidad civil que cubra la indemnización de los daños que el animal pueda provocar a las personas y/u otros animales, según determine la autoridad de aplicación”.

Se prohíbe la presencia de estos perros peligrosos en varios lugares públicos, sobre todo en aquellos dedicados a la recreación de niños. En los casos en que pueden circular en espacios públicos, éstos tienen que estar delimitados, y los perros deben andar con su dueño y provistos de un bozal.

El problema de la superpoblación

Las asociaciones protectoras de animales vienen haciendo una intensa campaña para solucionar la excesiva presencia de perros callejeros. Hace poco hubo una movilización importante de vecinos pidiendo a la autoridad municipal que emprenda una campaña general de castración gratuita, que incluya a perros y gatos, machos y hembras, jóvenes y adultos.

Entre otros reclamos, estas entidades piden que el castrador móvil municipal incremente el número de intervenciones, pasando de las actuales 10 o 12 por día a por lo menos 60, es decir multiplicándolas por cinco.

Con esta medida masiva se lograría, dicen, evitar problemas como la zoonosis, los accidentes de tránsito, las mordeduras, la contaminación por las heces de los animales en la vía pública y el sufrimiento animal.

Al mismo tiempo, reclaman un programa integral de cuidado animal que incluya campañas de concientización a favor de la tenencia responsable, la vacunación, la adopción de mascotas y el tema del maltrato animal.

Cómo tratar a las mascotas

En cuanto a la tenencia responsable de una mascota se insiste en estos puntos:

  • Darle agua y alimentos diariamente
  • Brindarle un espacio confortable
  • Integrarlo a la familia y darle cariño
  • Pasearlo siempre con correa
  • Realizarle la atención médica cuando sea necesario
  • Vacunarlo
  • Desparasitarlo
  • Castrarlo
  • No abandonarlo

Elogios a perros y gatos

La conexión vital con las mascotas ha hecho que algunos pensadores y escritores hayan elogiado la lealtad de esos seres amistosos, que no hacen preguntas y no critican.

Quizá haya sido Arthur Schopenhauer el que ha ido más lejos en las alabanzas. El filósofo alemán lo que más apreciaba de su perro era su transparencia, la cual comparaba con el cristal. Y para redondear su concepto, llegó a decir: “Si no hubiera perros, no querría vivir”.

El trato que damos a nuestros animales es un indicador de humanidad, según el líder pacifista Mahatma Gandhi, para quien “un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”.

En tanto el médico y teólogo Albert Schweitzer, escribió: “Yo no sé si los animales son capaces de razonar, sólo sé que son capaces de sufrir y por ello los considero mi prójimo”.

Los felinos más pequeños también han sido homenajeados como amigos del hombre. “Dios hizo al gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre”, dijo el escritor francés Víctor Hugo.

Y el célebre escritor estadounidense Mark Twain expresó que “si el hombre pudiera ser cruzado con un gato, mejoraría al hombre, pero deterioraría al gato”.

© Semanario

 
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Publicado por en 15/08/2022 en Uncategorized

 

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