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Un manifiesto contra la contaminación lumínica

La alteración de la oscuridad natural de la noche, provocada por la luz artificial de las ciudades, no tiene un efecto neutro. Globalmente considerado, está contribuyendo a una gran mortandad de insectos que repercute en la ya amenazada biodiversidad en todo el mundo.

Ésa es la tesis de “The Darkness Manifesto” (“Manifiesto contra la contaminación lumínica”), el libro del científico sueco Johan Eklöf, quien hace allí un llamado de advertencia sobre la desaparición de la oscuridad natural.

“Perder la conexión con el cielo nocturno es perder nuestra conexión con la naturaleza, pero también es perder parte de nuestra historia”, señala este zoólogo, quien confiesa que empezó a plantearse este problema en 2015, cuando se encontraba contando murciélagos en el sur de Suecia.

Verificó que las poblaciones de murciélagos en las iglesias de la región, cuyos campanarios son muy apreciados por esos mamíferos alados, desaparecieron luego de que esos espacios fueron iluminadas con luz artificial.

Eklöf descubrió que en 30 años (el periodo de vida promedio de un murciélago) había desaparecido la mitad de las colonias de la zona.

Esa investigación llevó al científico sueco a investigar cómo afectaba la iluminación artificial a otras especies y eso derivó en el libro de marras, que desde que se publicó en 2020 ha tenido una amplia repercusión en Europa, continente donde los gobiernos han empezado a combatir la “contaminación lumínica”.

Los astrónomos empezaron a utilizar ese término en la década de 1960 y en la actualidad se refiere sobre todo al resplandor persistente que emana de las ciudades cuando cae la noche, que no permite ver las estrellas y desdibuja el cielo nocturno.

En 2016, el 80% de la población mundial (y el 99% de la población de Estados Unidos y Europa) vivía bajo cielos contaminados por la luz.

Un estudio publicado este año en la revista Science reveló que, entre 2011 y 2022, la contaminación lumínica en la Tierra aumentó un 9,6% anual.

En la actualidad, una tercera parte de la población mundial no puede ver la Vía Láctea, ni siquiera en las noches más despejadas, pero el impacto de toda esa luz artificial va mucho más allá de impedir la observación de las estrellas.

Como explica Eklöf en su libro, todos los organismos vivos se rigen por ritmos circadianos sensibles a la luz que, si se trastornan, pueden desencadenar efectos que van desde una alteración del sentido de la orientación hasta mortandades en masa.

“Muchas mueren antes del amanecer, a veces de puro agotamiento”, escribió Eklöf. Incluso las que sobreviven, añade, “no han alcanzado sus objetivos nocturnos. No han conseguido su néctar (y transportado el polen de las plantas), no han encontrado pareja y no han puesto huevos”.

Pero esto no solo afecta a los insectos. Las tortugas marinas recién nacidas se dirigen hacia tierra, hacia el resplandor de las ciudades, en vez de hacia el mar iluminado por la Luna.

Además, engañados por la iluminación exterior, los árboles urbanos permanecen verdes más tiempo que sus homólogos rurales. Según Eklöf, la contaminación lumínica también impacta en la salud humana al agravar el insomnio, la depresión e incluso la obesidad en las personas.

“El cielo nocturno ha sido el mismo durante miles de millones de años y lo que vemos ahora es el mismo cielo que miraban nuestros antepasados y sobre el que creaban historias”, refiere el zoólogo sueco al explicar cómo la contaminación lumínica afecta nuestra visión humana de las estrellas.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/03/2023 en Uncategorized

 

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«Coronainsomnio»: dormir mal a causa de la peste

Desde que se declaró la pandemia de coronavirus descansar bien por la noche se ha vuelto muy difícil. La cantidad de personas que experimentan insomnio va en aumento, fenómeno asociado al estrés de la vida cotidiana.

Con la pandemia en su segundo año, meses de distanciamiento social han sacudido nuestras rutinas diarias, han borrado los límites de la vida laboral y han traído una incertidumbre constante a nuestras vidas, con consecuencias desastrosas para el sueño.

La pandemia del insomnio que surgió por el coronavirus está impactando en Argentina, según  los especialistas. “Lo que se está viviendo con respecto al sueño es caótico”, alerta Mirta Averbuch, especialista en Medicina del Sueño.

En tanto que el biólogo e investigador del Conicet Diego Golombek refiere: “Dormimos más pero ese sueño no parece muy reparador porque la gente está estresada, muy ansiosa, entonces la calidad del sueño no es muy buena y nos dormimos más tarde, algo que no está recomendado”.

En el marco de un estudio referido a hábitos saludables, la Universidad Siglo 21 publicó un relevamiento sobre cómo duermen los argentinos y cerca del 65% de las personas encuestadas aseguró tener dificultades medias o elevadas para conciliar el sueño.

La deficiencia más frecuente está asociada con la sensación de necesitar más descanso (60%), seguida por las interrupciones en la continuidad del sueño durante la noche (50%).

Para muchas personas, dormir bien era la norma antes de la pandemia. Después, el estrés, la ansiedad y las interrupciones empeoraron nuestro sueño nocturno, dando lugar a términos como “coronainsomnio” para describir el aumento de las alteraciones del sueño en este contexto.

Los especialistas de todo el mundo coinciden en que tras más de un año de pandemia, el sueño de la mayoría de las personas no ha hecho más que empeorar.

Según el último relevamiento de la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño, aproximadamente el 60% de las personas dijo que tenía problemas de insomnio relacionados con la pandemia, y casi el 50% informó que la calidad de su sueño había disminuido.

No dormir lo suficiente o hacerlo mal debilita el sistema inmunitario, reduce la memoria y la capacidad de atención, y aumenta la probabilidad de padecer afecciones crónicas como la depresión, la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardíacas.

Los estudios sugieren que cuanto menos se duerme, menos se vive. Y para las personas mayores de 50 años, dormir menos de 6 horas por noche puede aumentar el riesgo de demencia.

“En el último año hemos tenido la tormenta perfecta de todas las cosas malas posibles para el sueño”, afirma Sabra Abbott, profesora adjunta de Neurología en Medicina del Sueño de la Facultad de Medicina Feinberg (Chicago).

Muchos estudios han demostrado que la insuficiencia del sueño afecta el trabajo al aumentar las probabilidades de cometer errores, arruinar la concentración, y afectar el estado de ánimo.

La extensión en el tiempo de la pandemia agrava el cuadro: al principio la gente tendía a sentirse motivada para superar el estrés de la crisis sanitaria, pero la continuidad de ésta, vuelve a las personas menos capaces de afrontarla, lo que genera problemas de salud mental, siendo el insomnio uno de ellos.

Los expertos sostienen que es importante buscar ayuda cuando persisten los problemas para dormir.

 © El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 18/06/2021 en Uncategorized

 

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El reto de dormir bien en época de pandemia

Varias encuestas y estudios revelan una tendencia: la pandemia está  trastornando el descanso de mucha gente, a quienes les cuesta conciliar el sueño o caen en el insomnio.

Un tercio de la vida la pasamos durmiendo. Eso quiere decir que el sueño ocupa un lugar central en la salud psicofísica. Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que la pandemia ha trastocado esta función vital.

Está claro que la falta de sueño aumenta el malhumor y a la vez dispara una serie de problemas de salud crónicos, entre ellos diabetes, obesidad, hipertensión arterial, enfermedad renal, enfermedades cardiovasculares y depresión.

El sueño es un componente esencial de la función inmunitaria. Si no se satisface la necesidad de sueño del cuerpo, puede aumentar el riesgo de contraer infecciones, explican los profesionales.

Los factores pandémicos que contribuyen a los problemas de sueño tienen que ver, por ejemplo, con la ansiedad, el estrés y el miedo vinculados con la crisis sanitaria y económica.

El estrés elevado ocasionado por la pérdida de un empleo, las preocupaciones por la salud y el miedo a lo desconocido son motivos por los que las personas informan que duermen poco y mal.

“El principal culpable del insomnio es el estrés”, dice Michael Perlis, director del programa de medicina conductual del sueño del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina Perelman (Universidad de Pennsylvania).

El insomnio crónico, que es un trastorno caracterizado por la incapacidad de conciliar o mantener el sueño tres o más veces por semana, se ha multiplicado por efecto de la vulnerabilidad económica y la incertidumbre general.

Hay muchas personas cuya calidad de vida se ha visto amenazada y esto hace que aumenten considerablemente los problemas relacionados con el sueño y el descanso.

El cuerpo y la mente necesitan estar en un “estado más tranquilo” para hacer la transición de la vigilia a la relajación, explica Lisa Medalie, especialista en medicina conductual del sueño (Universidad de Chicago).

Pero el alto estrés dificulta la transición al sueño porque “nos agita y acelera el latido del corazón”. Y si persiste, una persona puede volverse vulnerable al insomnio.

Por eso, los expertos aconsejan hacer ejercicios físicos, consumir comidas bien equilibradas y evitar el uso excesivo de alcohol o estimulantes, al tiempo que recomiendan abordar el estrés y la ansiedad, para poder descansar.

“Las personas se encuentran en un estado de alerta permanente y con una angustia constante que afecta, entre otras cosas, la función del dormir y el descanso”, explicó la psicoanalista Agustina Fernández, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Cabe consignar que para el psiquiatra e investigador Augusto Cury, autor de “Ansiedad, cómo enfrentar el mal del siglo”, la sobrecarga de información falsa y la acumulación de preocupaciones tienen nefastas consecuencias en el bienestar físico y psicológico y pueden acelerar la mente a una velocidad aterradora. En la era digital, esto está pasando con una intensidad nunca antes vista.

Para garantizar un mejor descanso, los expertos en sueño recomiendan establecer rutinas estrictas, ajustando el reloj biológico. Insisten, además, que es fundamental evitar las pantallas durante al menos dos horas antes de acostarse.

Puede parecer un consejo trivial, pero puede hacer una gran diferencia si se aprende a dejar a un lado los dispositivos y se cambian por una actividad relajante como leer o escuchar música.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 26/01/2021 en Uncategorized

 

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La lectura, un plan para sortear el confinamiento

¿Cómo se puede viajar con la imaginación sin moverse de casa? ¿Cómo evadirse de la obligada clausura? La lectura, en este sentido, es un plan que no defrauda.

El periodo de cuarentena general en que nos hallamos puede servir para distintas cosas. Si nos cansamos de mirar la pared, una opción  productiva para nuestro tiempo de ocio pueden ser los libros.

Los que tienen hijos pequeños pueden leer con ellos. Porque se sabe que para el desarrollo de los niños y las niñas en su etapa de crecimiento es de vital importancia adentrarlos en el mundo de la lectura.

Los adultos, en tanto, pueden leer ahora lo que no leyeron en su momento: esa novela, ensayo, o cuento que se había pospuesto por falta de tiempo y que en estos días se da la ocasión de abordar.

Los lingüistas y psicólogos coinciden en que el hábito de la lectura incentiva la creatividad, diversifica los esquemas de representación del mundo y fortalece los procesos cognitivos.

Sobre todo le da alas a la imaginación, permitiéndonos viajar mágicamente por geografías distantes, transportándonos a mundos paralelos y viviendo vidas ajenas, como alternativa a la dura realidad.

La lectura da placer, como reconocía el escritor argentino Jorge Luis Borges: “La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos posibles lectores que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único modo de leer”.

En un reciente artículo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa comentó que por culpa del coronavirus y el aislamiento forzoso lee desde el amanecer hasta la medianoche: “diez horas diarias en un estado de felicidad absoluta (morigerada por el miedo a la plaga)”.

El escritor confiesa que nada le ha dado tanto placer y felicidad como los buenos libros, los cuales además le han ayudado a sortear los momentos más difíciles de su vida.

Los beneficios de la lectura están conectados con el crecimiento personal y la conciencia cívica. “Las buenas lecturas –dice– no sólo producen felicidad; enseñan a hablar bien, a pensar con audacia, a fantasear, y crean ciudadanos críticos, recelosos de las mentiras oficiales de ese arte supremo del mentir que es la política”.

Para Vargas Llosa, la vida que no vivimos podemos soñarla y al respecto los buenos libros son otra manera de vivir, más libre, más bella, más auténtica.

“Esa vida alternativa tiene, además, la suerte de estar fuera del alcance de las plagas demoníacas que aterraron siempre a los seres humanos porque en ellas veían a los diablos, que, a diferencia de los enemigos de carne y hueso, eran difíciles de derrotar”, reflexiona.

La lectura de libros, según los especialistas, es una vía de escape que favorece nuestra salud. Puede al respecto actuar como una higiene mental frente a la saturación informativa que se canaliza a través de Internet, la radio y la televisión.

La lectura que permite poder salir de casa hacia otros lugares y tiempos a través de la imaginación es un factor de equilibrio frente a la fatiga digital y la “infoxicación” (intoxicación informativa) durante la cuarentena.

La lectura ayuda a desconectarse y combatir el aburrimiento; evita que nos sintamos solos, favoreciendo el proceso emocional al sentirse acompañado; crea vínculos con personas cercanas o que compartes inquietudes; activa la memoria y favorece la capacidad de pensamiento crítico; al tiempo que previene el estrés y combate el insomnio.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 11/04/2020 en Uncategorized

 

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El sueño es clave para llevar una vida saludable

Hoy (15 de marzo) se celebra el Día Mundial del Sueño, una fecha que intenta aumentar la conciencia social sobre la importancia de dormir lo suficiente para la salud psicofísica.

Este evento, que es celebrado el viernes anterior al equinoccio de marzo, es promovido por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (en inglés WASM: World Association of Sleep Medicine).

Se cree que la mitad de la población duerme poco y mal y algunas de las patologías más comunes son el insomnio, las apneas, la somnolencia diurna y los ronquidos.

“El sueño es el lujo del pensamiento”, escribió el poeta y dramaturgo francés Jules Renard, para significar que se está hablando de una función cerebral sumamente especial.

Por su lado Jorge Luis Borges pensaba esto: “Dormir, según se sabe, es el más secreto de nuestros actos. Le dedicamos una tercera parte de nuestra vida y no lo comprendemos”.

Por qué dormimos es algo que todavía se está estudiando, según reconoce Luis de Lecea, catedrático del departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford (Estados Unidos).

Aunque el científico aclara que el sueño es importante para la atención, para la memoria, para la actividad, para el bienestar. “Si conseguimos controlar el sueño lo más probable es que tengamos una vida más llena y más productiva”, refirió en una reciente entrevista para el diario ABC (España).

A Lecea, que ha dedicado la mayor parte de su vida a estudiar el sueño, le preocupa el insomnio, un mal todavía sin cura efectiva, y le mueve el misterio que entraña esa “caja negra” que tenemos entre las orejas.

“Hay mucha gente que sufre trastornos del sueño, como el insomnio relacionado con la depresión y la ansiedad, que todavía no tienen cura. Realmente no hay un tratamiento efectivo contra este tipo de insomnio. No sabemos muy bien por qué pasa y estamos obligados a encontrar una solución a este tipo de problemas”, destacó el profesional.

El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño y quienes suelen sufrir este mal hablan lastimeramente de su condición. Como es el caso del escritor húngaro Emil Cioran, quien se quejaba amargamente de no poder conciliar el sueño.

“El sueño hace olvidar el drama de la vida, sus complicaciones, sus obsesiones, cada despertar es un nuevo comienzo y una nueva esperanza. La vida conserva así una agradable discontinuidad, que da la impresión de una regeneración permanente”, escribió.

Según datos de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, en el país un 40% de la población padece trastornos para conciliar el sueño y, además, duerme poco y mal.

No dormir lo suficiente causa muchos problemas que van desde pérdida de la concentración, pasando por el debilitamiento de la memoria hasta provocar accidentes de tránsito o laborales.

“Las personas sanas, que no tienen enfermedades del sueño, duermen mal por pautas culturales, demandas sociales, horarios rotativos o características de su trabajo, ven deteriorada su cantidad y calidad de sueño”, sostiene por su lado el doctor Daniel Pérez Chada, director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral (Argentina).

La falta de sueño representa uno de los problemas habituales en las personas. Dormir menos horas de lo recomendado induce de manera directa a trastornos fisiológicos y psíquicos, como el estrés o la ansiedad.

El Día Mundial del Sueño este año incorpora el eslogan “Sueño saludable, envejecimiento saludable”, destinado a enfatizar la importancia del sueño en la salud general a cualquier edad.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 21/03/2019 en Uncategorized

 

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