La rica historia de la ciudad fundada por Rocamora y los hermosos parajes naturales de la zona (((volanta)))
Gualeguaychú más allá del carnaval
La hegemonía que ejerce la fiesta carnavalera eclipsa otras virtudes turísticas de la ciudad y de la zona. A veces se olvida que Gualeguaychú tiene otras facetas para disfrutar en el verano, como su cultura y sus espacios naturales.
Por Marcelo Lorenzo
En verano, se sabe, el Carnaval es el principal motor de la actividad turística, es su producto estrella. Aunque esta supremacía suele dejar en segundo plano el patrimonio cultural-histórico de la ciudad y la belleza del entorno natural.
¿Quién no ha escuchado alguna vez que, sacando el Carnaval, aquí no hay nada más para los turistas? Se trata de una observación que subestima los otros atractivos, los que al ser ignorados refuerzan la carnaval-dependencia.
No es que haya que discutir lo mucho que le debe la ciudad a su principal fiesta de verano, que hace las veces de marca identificatoria como destino turístico nacional. Simplemente se trata de no reducir a Gualeguaychú a la fiesta del Rey Momo, haciendo abstracción de los otros encantos.
En otros términos, vale remarcar que la ciudad fundada por Rocamora posee un acervo histórico y cultural interesante. Y tiene una variada y rica oferta para experimentar la naturaleza.
En este sentido, hay que decir que Gualeguaychú tiene un rostro antiguo fascinante. Reflejo de un pasado que late en edificios y lugares cargados de historias, envueltas muchas de ellas en un halo mágico.
Todas las ciudades tienen ese costado donde afloran, sobre todo en su arquitectura, las huellas del pasado. Pero acaso no muchas tengan esa presencia histórica tan fuerte que caracteriza a la ciudad fundada por Rocamora. Los que vienen de afuera se topan -y suelen decirlo con asombro- con una faz antigua que despierta lógica curiosidad.
La ciudad invita en esta época, cuando arriban tantos turistas, a adentrarse en su historia y en sus tradiciones. Recorrer sus variados museos, por caso, es una experiencia enriquecedora que permite descubrir el alma de una comunidad orgullosa, celosa de sus tradiciones y orígenes.
Gualeguaychú cuenta con edificios emblemáticos, como son el Teatro, la casa de Haedo, la casa de Fray Mocho, la casa de Andrade, el Palacio Clavarino, la Azotea de Lapalma, y el ex Frigorífico Gualeguaychú, entre otros.
No hay que perder de vista el hecho de que una ciudad es un todo cultural, en un doble aspecto: inmaterial o simbólico (que incluye el lenguaje, las creencias y la conducta de sus habitantes) y en su faz material (edificios, infraestructura, etc.).
Pero además Gualeguaychú tiene espacios verdes únicos, donde predomina el factor fluvial, característico de Entre Ríos. Un dato significativo, al respecto, es que nuestra zona es doblemente ribereña.
La postal más característica de la ciudad es el río que le da nombre, con su paseo del Puerto y la extensa y hermosa costanera cuyo punto culminante es el puente Méndez Casariego.
Espacio icónico
Pero si hay un espacio verde icónico de la ciudad es el Parque Unzué, soberbio paseo que los nativos disfrutan todo el año, y los turistas, sobre todo en verano. Éstos últimos, de hecho, no se cansan de elogiarlo, admirados de su estética natural.
Ubicado a la vera del río Gualeguaychú, conformado por el “Parque Chico” y el “Parque Grande”, este enclave verde ocupa 116 hectáreas totalmente arboladas y con caminos pavimentados y naturales.
El Parque Unzué se ha convertido en sitio privilegiado para que personas de todas las edades practiquen rutinarias caminatas, ejercicios físicos al aire libre, recorridos en bicicleta, jueguen al fútbol en alguna de sus canchas o simplemente lo usen con fines recreativos.
Reservas naturales
Además, existen en la zona las reservas naturales, sitios donde se conserva la biodiversidad, los cuales aparecen como una excelente opción para el llamado “ecoturismo”.
En estas áreas se pueden realizar caminatas, recorridos con vehículos 4×4, avistaje de aves, astroturismo, glamping, observación de huellas y fotografía, entro otras actividades.
Hay dos enclaves naturales administrados por el municipio. Uno de ellos es el “Parque Florístico” en el Parque Unzué. El otro es “Las Piedras”, situado a 15 kilómetros de la ciudad, donde se pueden recorrer distintos senderos hasta llegar al río Gualeguaychú,
Bajo administración provincial existe la “Isla Banco de la Inés”, situada sobre el río Uruguay. Para recorrerla se pueden contratar servicios privados de lanchas y guías.
En cuanto a las reservas privadas, se pueden mencionar:
>“La Serena del Gualeyán”: tiene servicios gastronómicos, alojamiento, y un museo de campo con carruajes. Cuenta con varias hectáreas de monte nativo, donde se pueden ver aves y flora autóctona.
>“Termas del Guaychú”: el visitante puede disfrutar de las aguas termales del complejo y además puede realizar recorridos caminando por los senderos de la reserva que bordean el Arroyo Gualeyán. También se ofrecen recorridos en vehículos 4×4.
>“Senderos del Monte”: hay un centro de interpretación de la naturaleza y se pueden realizar caminatas nocturnas y diurnas. Ofrece la posibilidad de hacer astroturismo, es decir observación guiada del cielo por las noches. Y cuenta con servicio de glamping, un espacio donde los turistas pueden hacer camping con mucho glamour. También hay un vivero de plantas nativas y una huerta agroecológica.
>“El Potrero de San Lorenzo”: una parte del predio sobre el río Uruguay es reserva de fauna y flora. En el centro de interpretación de la naturaleza hay un guía que acompaña por los senderos donde es posible avistar animales y conocer plantas autóctonas.
>“Santa Isabel”: tiene una propuesta de caminatas en la naturaleza y tomar contacto con la producción agroecológica.
Otro enclave es “La Estopona”, sobre el río Uruguay, con barrancas, arenales y sitios arqueológicos de importancia, donde además se pueden apreciar la flora y fauna nativa.
El atractivo de las aves autóctonas
Gualeguaychú es un lugar privilegiado para el avistaje de aves. Existen casi 300 aves en la zona, que equivale a un 30% de las que hay en el país.
Es un paraíso para los observadores de aves que pueden hacer un seguimiento de todos los ejemplares que hay en los distintos ecosistemas. Hay aves que son propiamente del lugar, que sólo se pueden ver acá, como el tordo amarillo, que es la especie de pastizal emblemática.
Cabe consignar que empresas de Buenos Aires llevan a grupos de turistas extranjeros a observar aves a los caminos rurales de Ceibas, en el sur provincial.
Mirar el cielo nocturno
Gualeguaychú se ha abierto en el último tiempo al astroturismo, una rama de la astronomía aplicada al turismo, aunque con una mirada nativista que hace eje en la interpretación del firmamento que hacían los pueblos originarios litoraleños, como los guaraníes y los chanáes.
Esto implica poner en valor el patrimonio natural de su cielo, al igual que recuperar el saber ancestral de los primeros pobladores de la zona, que eran avezados contempladores de los movimientos de los cuerpos celestes.
Visita a los viñedos de la zona
Desde hace unos años Gualeguaychú se ha sumado a la actividad vitivinícola. De esta manera, ha devenido en un nuevo atractivo la visita a viñedos y bodegas, para conocer la propiedad y las variedades de uvas en producción.
Quienes visitan estos sitios pueden aprender, así, sobre los vinos de la región mientras disfrutan de comidas preparadas con productos locales y saborean los diferentes vinos producidos en la finca.
Dos son los enclaves para visitar a nivel local: “Altos del Gualeguaychú” (bodega Ianni), situado en Calle 4, entre calles 7 y 8 de colonia El Potrero; y “Las Magnolias”, que es una bodega-boutique con alojamiento, ubicada en el Acceso Sur a la ciudad.
Como febrero coincide con la vendimia, estos enclaves suelen programar visitas guiadas para experimentar la cosecha de uvas, es decir la primera parte en el proceso de elaboración del vino.
© El Día de Gualeguaychú