Hoy (22 de marzo) se celebra el Día Mundial del Agua, un elemento vital para la vida de todas las especies de la Tierra. Un compuesto natural formado por moléculas de hidrógeno y oxígeno, que es indispensable para la vida.
No es casual que Tales de Mileto, uno de los siete sabios de la Grecia antigua, también fundador de la filosofía natural, haya encontrado en el agua el principio y realidad última de todas las cosas.
A Tales, que según la tradición no dejó nada escrito, se le atribuye la afirmación “todo es agua”. Algunos intérpretes aseguran que llegó a esta conclusión por la experiencia de lo húmedo en el desarrollo de la vida.
Es el caso de Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) quien escribió en el libro “Metafísica” que probablemente Tales “observaba que la humedad alimenta todas las cosas, que lo caliente mismo procede de ella, y que todo animal vive de la humedad; y aquello de donde viene todo, es claro, que es el principio de todas las cosas”.
Agregó Aristóteles que esta concepción del agua como elemento originario es antiquísima. “Algunos creen que los hombres de los tiempos más remotos y con ellos los teólogos muy anteriores, se figuraron la naturaleza de la misma naturaleza que Tales. Han presentado como autores del universo el Océano y a Titis, y los dioses, juran por agua, por esa agua que los poetas llaman el Stigio”, dijo.
Afirmar que el agua es el principio o materia originaria de la que han surgido todas las realidades que componen el variopinto y complejo tejido cósmico, quizá hoy pudiera parecer extravagante.
Como sea, lo cierto es que Tales no estaba tan equivocado al vincular el agua a la vida del Planeta, una intuición que nadie discutiría en el Siglo XXI, atravesado por una crisis ecológica que involucra una emergencia hídrica persistente.
Tampoco nadie discute que este “oro líquido” hace posible que todas las especies terrestres continúen creciendo y desarrollándose cada día. La verdad es que, en este planeta, ningún organismo vive sin agua.
Y en este sentido todo está hecho de este elemento, coincidiendo con la tesis de Tales. Respecto a los seres humanos, es antiquísima su preocupación por proveerse de agua dulce, que es la que puede consumir, y hace crecer plantas y animales.
Es llamativo que este recurso sea tan escaso en el planeta –presente básicamente en lluvias, lagos, ríos y acuíferos- dada la alta dependencia que se tiene de él. Según los ecólogos, suma menos del 1% de toda el agua disponible en el planeta, ya que la restante se encuentra como agua salada o en forma de hielo en los polos y en los glaciares.
La presencia del agua en la historia humana es muy marcada. No hay que perder de vista que las primeras civilizaciones surgieron al lado de grandes ríos (Nilo, Indo, Tigris, Éufrates).
El déficit de abastecimiento es una realidad con la que la humanidad ha convivido siempre. Por eso el hombre se ha vuelto experto en la construcción de represas, acueductos, tanques, canales, pozos y estaciones de tratamiento, purificación y desalinización.
La demanda por agua potable creció notoriamente durante el siglo XX, a la sombra de la explosión demográfica, las megalópolis, la industria y la agricultura.
Se trata de un recurso limitado, en el que hace falta una mayor toma de conciencia para su preservación, porque si algún día llegara a faltar, traería consecuencias dramáticas para la humanidad.
Que se haya instituido el 22 de marzo como Día Mundial del Agua, revela que el hombre tiene que fijar algunas fechas para recordarse sus obligaciones con respecto al hábitat.
© El Día de Gualeguaychú