Un estudio muestra que 1.000 millones de jóvenes corren el riesgo de perder la audición. Y esto producto de la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos
Cuando se trata de teléfonos, música, películas y programas, es habitual que los adolescentes y adultos jóvenes escuchen a un volumen demasiado alto y durante demasiado tiempo, según el estudio publicado en la revista académica BMJ Global Health.
“Calculamos que entre 670 y 1.350 millones de personas de entre 12 y 34 años en todo el mundo tienen prácticas auditivas poco seguras” y, por tanto, corren el riesgo de sufrir una pérdida de audición, afirma la autora principal del estudio, Lauren Dillard, de la Universidad de Medicina de Carolina del Sur.
El ser humano posee un sistema auditivo apto para percibir los sonidos y ruidos que pueblan la naturaleza. Pero el mundo cultural creado por el hombre, donde los tonos agudos se elevan artificialmente, produce trauma acústico.
Se diría que los problemas de audición han crecido a medida que se extendió la civilización “problemática y febril”, con sus fábricas y sistemas de transportes ensordecedores.
Según los especialistas, biológicamente el hombre está dotado para percibir frecuencias de tonos graves e intensidades que no superen los 90 decibeles (dB).
Pero en nuestros entornos urbanos y artificiales, donde abundan máquinas e instrumentos incorporados a la actividad cotidiana, se producen tonos agudos que llegan a intensidades que pueden superar los 150 dB y deteriorar de manera irreversible el oído interno.
El trauma acústico de la sordera por el ruido era una enfermedad profesional y afectaba, generalmente, a la gente que estaba expuesta a ruidos muy importantes por su trabajo.
Pero ahora, eso pasó a ser una cuestión de la juventud, fundamentalmente por el volumen al que escuchan la música y la participación en actividades donde predomina el ruido.
Incluso también pasó a ser un problema de la niñez, por el uso de los dispositivos tecnológicos y de los juguetes extremadamente ruidosos en edades tempranas
La fatiga de los oídos puede tener como resultado un desplazamiento temporal o permanente del umbral auditivo, limitando la cantidad de sonidos que se puede llegar a oír.
La exposición al sonido a un volumen demasiado alto puede fatigar las células sensoriales y las estructuras del oído, explicó Dillard, al exponer el estudio donde se alerta que 1.000 millones de jóvenes corren el riesgo de perder la audición.
Los investigadores realizaron un metaanálisis de artículos científicos sobre prácticas auditivas inseguras publicados entre 2000 y 2021 en tres bases de datos.
Se realizó un seguimiento de las prácticas inseguras según el uso de auriculares y la asistencia a lugares de ocio, como conciertos, bares y discotecas.
Las personas que escuchan música o archivos de audio a través de auriculares conectados a un teléfono inteligente, suelen elegir volúmenes de hasta 105 dB, y en los locales estos suelen oscilar entre los 104 y los 112 dB, muy por encima de lo recomendable, según el estudio.
El análisis del estudio fue riguroso, y las pruebas son convincentes de que la pérdida de audición debería ser una prioridad de salud pública, dijo por su lado De Wet Swanepoel, profesor de Audiología de la Universidad de Pretoria en Sudáfrica.
“La música es un regalo que hay que disfrutar durante toda la vida”, dijo Swanepoel, pero aclaró: “El mensaje es que hay que disfrutar de la música, pero con seguridad”.
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