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Clima para el verano: ¿Argentina será un horno?

Los meses del verano argentino serán de normales a más cálidos de lo habitual en las regiones del norte y centro del país, según advirtió el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

“Para estos próximos tres meses se prevé que las temperaturas sean superiores a las normales para el centro y norte de Argentina”, anticipó la meteoróloga del SMN Cindy Fernández.

Estas térmicas más elevadas que las normales también se registrarán en la región del Litoral, Córdoba y Santa Fe, mientras que en La Pampa y provincia de Buenos Aires se prevé que sean de normales a más cálidas de lo habitual, precisó la especialista.

En tanto el vocero de Meteored Argentina, Mauricio Saldívar, afirmó que “el verano en el centro del país será normal a algo más cálido, mientras que en el norte (especialmente en el NOA) será más cálido que lo normal”, según las estimaciones del organismo.

Cabe consignar que durante el verano 2022/23 la Argentina atravesó el peor período de calor jamás registrado y los especialistas recalcan que en realidad estamos en un contexto de calentamiento que se está acelerando.

Luego de tres años con el fenómeno climático La Niña instalado, ahora se está desarrollando El Niño, el cual ya provocó que en otoño-invierno hayamos tenido más calor de lo normal en el centro y norte del país.

La pregunta es si Argentina volverá a transitar, durante los próximos meses, olas de calor parecidas, a las del verano anterior. Las estimaciones, en principio, indican que no estarían dadas las condiciones para que se repita algo similar, entre otras razones porque habrá más lluvias.

“Con un Niño instalado no debería pasar”, refiere José Luis Stella, que es especialista en climatología y forma parte de la dirección central de monitoreo del clima del SMN.

Y agrega: “El Niño modera más las temperaturas, hace que los veranos sean más húmedos, más nublados, con más lluvia. Si bien en invierno tiende a que las temperaturas sean más altas de lo normal, ya entrada la primavera y en el verano, El Niño hace que se inhiban esas temperaturas tan altas y no favorecería a las olas de calor, por lo menos en la zona del centro y sur de Argentina. De todos modos, seguimos observando que los veranos son cada vez más y más cálidos”.

Los especialistas hablan de que a nivel global entramos en la era de “ebullición”, que es el nuevo término que se emplea para denominar la fase del cambio climático en que está el planeta.

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas (ONU), habló sobre esta situación y realizó un llamado de atención: “La única sorpresa es la velocidad del cambio. El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y es apenas el comienzo. La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado”.

Esto quiere decir que las temperaturas seguirán peligrosamente en aumento y que hay que imaginarse un mundo más caliente. Que aumente la temperatura significa que se van a potenciar los fenómenos extremos y de ahí la idea de “ebullición”.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM), por ejemplo, estimó en un 98% las probabilidades de que “al menos uno de los próximos cinco años sea el más cálido registrado, y en un 66% las de superar temporalmente la marca de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales durante al menos un año del lustro por venir”.

Según los expertos de las organizaciones climatológicas, el principal impulsor de las temperaturas elevadas son las emisiones antropogénicas. Es decir, generadas por los seres humanos.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 07/12/2023 en Uncategorized

 

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Clima: dudas sobre la intensidad de El Niño

El ENOS (El Niño-Oscilación del Sur), conocido popularmente como fenómeno “El Niño”, ya se ha instalado en nuestra región. ¿Acaso viene un ciclo de intensas lluvias e inundaciones en la zona litoral?

El primer síntoma de que el clima ha virado en la zona es la crecida que ha experimentado el último tiempo el río Uruguay, producto de abundantes lluvias en las altas cuencas.

“Asistimos al despertar de ‘El Niño’, que tantas veces se anunció, y en la zona de la cuenca del río Uruguay se manifestó con una crecida importante”, explicó el ingeniero Cristian Gietz.

“El río Uruguay tuvo la crecida más importante del último año y en algunos puertos, sobre todo en los de la provincia de Corrientes, alcanzó los niveles de alerta”, agregó el profesional.

En esencia, el último verano estuvo bajo la influencia de la condición “La Niña”, con pocas precipitaciones. Pero eso se está revirtiendo con la aparición de una fase climática más húmeda y con más precipitaciones.

En el caso del río Uruguay, la cuenca se va recargando de agua por crecidas que vienen del norte (Brasil, Misiones y Corrientes) y a la altura de Concordia esa mayor cantidad de agua llena el embalse de Salto Grande, que ha abierto sus compuertas para dejar pasar más caudal aguas abajo de la central hidroeléctrica.

Debido a esta mayor cantidad de agua del río Uruguay, uno de sus afluentes, el río Gualeguaychú ha venido experimentando una crecida que ha despertado lógica inquietud en la ciudad.

El estado de alerta a nivel local se decreta cuando el río alcanza los 3,50 m. y la etapa de evacuación se activa cuando el agua llega a los 3,80 m. Por estos días, ha sido la sudestada sumada al mayor volumen de agua lo que ha elevado el nivel del río.

¿Qué depara el fenómeno de El Niño para esta zona? El exdirector de Defensa Civil de Gualeguaychú, Daniel Hernández, en diálogo con la prensa local, comentó que no hay una amenaza inminente, aunque aclaró que hasta el mes de marzo hay que aguardar crecidas de los ríos, vinculadas a mayores volúmenes de precipitaciones.

Los especialistas advierten que no es lo mismo estar ante un El Niño “normal”, que ante uno muy intenso, que le sume por ejemplo un plus de potencia a las temperaturas y también a las tormentas, dando lugar a eventos más continuos y extremos.

Al respecto, habrá que esperar más tiempo para saber si El Niño será “débil a moderado” en la región o será “fuerte” trayendo inundaciones a raíz de las intensas y prolongadas lluvias. Lo que sí se sabe es que este fenómeno climático durará hasta fines del verano de 2024.

Desde la década de 1960 hasta la actualidad se han registrado 21 fenómenos ENOS durante la primavera. Estas extensas estadísticas permiten conocer cómo se comporta el clima en nuestro país bajo condiciones El Niño.

Al respecto, las estadísticas revelan que este fenómeno climático coincide con abundantes precipitaciones en la región, que generalmente se traducen en temporadas donde se incrementan las inundaciones, las crecidas de los ríos, y tormentas intensas, entre otros impactos.

También hay que destacar que las primaveras con El Niño suelen ser más lluviosas en la provincia de Buenos Aires, el sur del Litoral y el noroeste de la Patagonia.

Desde el punto de vista del campo, la llegada de este nuevo ciclo implica que se terminó la sequía que duró dos años y que produjo estragos el último tiempo en la producción agropecuaria.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/10/2023 en Uncategorized

 

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El mes de julio evoca el nombre de un célebre romano

Entramos al mes cuyo nombre fue puesto en homenaje a Cayo Julio César, el célebre emperador de la Antigua Roma y una de las figura más importantes e influyentes de la historia.

El origen del calendario que se utiliza actualmente en Occidente, conocido como el calendario gregoriano, se remonta a la Roma antigua, aunque ha sufrido modificaciones y ajustes a lo largo de la historia.

Primitivamente fue establecido por Rómulo, el legendario fundador de Roma, y constaba de diez meses. Sin embargo, ese calendario era más corto que el año solar, por lo que el rey Numa Pompilio, quien le sucedió, decidió hacer ajustes.

Numa Pompilio añadió dos nuevos meses, enero y febrero, para que el calendario coincidiera mejor con el año solar. Aunque el calendario aún no estaba perfectamente alineado con las estaciones.

En el año 45 a.C., Julio César introdujo una reforma conocida como el calendario juliano, que se basaba en un año solar de 365,25 días.

Tras la muerte de este célebre emperador, Marco Antonio decidió renombrar el antiguo quinto mes del calendario, llamado «Quintilis» en latín, como «Julius» (Julio) en honor del influyente líder y estadista romano que vivió entre los años 100 a.C. y 44 a.C.

Julio César es ampliamente conocido por su destacada carrera militar y por su papel en la transformación de la República Romana en un imperio.

Nació justamente el 12 de Quintilis del año 100 a.C. en Roma, en una familia patricia de la aristocracia romana. A lo largo de su vida, desempeñó diversos cargos políticos y militares, consolidando su poder y ganando seguidores leales.

Julio César es famoso por sus conquistas militares. Lideró campañas exitosas en la Galia (la región que comprende gran parte de la actual Francia) y en Britania, expandiendo el territorio controlado por Roma y obteniendo gran riqueza y prestigio.

En el año 49 a.C., cruzó el río Rubicón con sus tropas, un acto que desencadenó una guerra civil contra el senado romano y el general Pompeyo. Tras una serie de victorias militares, emergió como el gobernante supremo de Roma y fue nombrado dictador perpetuo en el año 44 a.C.

Sin embargo, su mandato como dictador fue efímero. El 15 de marzo del año 44 a.C., Julio César fue asesinado en el senado romano por un grupo de conspiradores, encabezados por Bruto y Casio, quienes temían la concentración de poder en manos de un solo individuo.

Así como el mes Quintilis pasó a ser conocido como Julio, posteriormente, el siguiente mes, Sextilis, fue renombrado como Augustus (Agosto) en honor a Augusto, el sucesor de Julio César y primer emperador romano.

Se sabe que el nombre de enero proviene del dios romano Jano, el dios de las puertas y los comienzos. Aunque el origen del nombre de febrero no está claro, se cree que proviene de Februa, un festival de purificación que se celebraba en la antigua Roma durante ese mes.

Marzo, en tanto, deriva de Marte, el dios romano de la guerra y la agricultura.  Por su parte Mayo proviene de Maia, una diosa romana de la primavera y el crecimiento. Junio, por su lado, lleva el nombre de Juno, la diosa romana del matrimonio y la reina de los dioses.

Cabe consignar que, en el siglo XVI, el papa Gregorio XIII reformó al calendario latino y así se estableció una forma más precisa de medir el tiempo. El calendario gregoriano fue introducido en 1582 y ha sido ampliamente adoptado en el mundo desde entonces.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/07/2023 en Uncategorized

 

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La anomalía climática

<<< Semanario – Marzo 2023 >>>

Gualeguaychú deja atrás un verano atípico con persistencia de jornadas muy cálidas

Las olas de calor, insoportables, indican que hay que lidiar con factores ambientales extremos

El fenómeno de La Niña ha significado un verdadero shock climático. Gualeguaychú ha superado todas las marcas térmicas, en medio de una sequía que golpea fuertemente al campo. Como contrapartida, los días soleados y calurosos han garantizado una excelente temporada turística.

Por Marcelo Lorenzo

El verano 2022-2023 se desarrolló con anomalía climática. Fue extremadamente cálido y con una brutal sequía. Y una seguidilla de olas de calor inusuales, que han abatido el ánimo de los más optimistas. Al punto que Gualeguaychú, en varias jornadas, devino en la ciudad más calurosa del país.

Y con un impacto ambiguo en lo económico. Ya que si la falta de lluvias y las altas temperaturas allanaron las condiciones para un boom turístico, por otra parte, arruinó las cosechas y complicó la cría de animales.

La inyección de divisas en la Capital del Carnaval, fiesta garantizada por un clima propicio, estuvo apalancada este verano por el ingreso de extranjeros, sobre todo de uruguayos, que desde hace por lo menos un año vienen arrasando en los comercios locales, aprovechando la diferencia cambiaria.

Paralelamente ha sido fulminante La Niña -el fenómeno climático que se reitera por tercer año consecutivo- para las actividades agropecuarias, de las cuales depende el departamento Gualeguaychú.

La escasez hídrica y las elevadas temperaturas han tenido un efecto letal para los cultivos y para la cría de animales. Las pérdidas son dramáticas para los productores, algo que resiente la economía del interior del país, trayendo recesión.

Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) que recopila datos desde 1961, este es el verano más cálido desde entonces y febrero fue el segundo más seco, con 41,9% menos de lluvia que el promedio.

Afortunadamente, La Niña está cerca de llegar a su fin ya que semana a semana las condiciones del océano Pacífico tropical y la circulación atmosférica acoplada así lo demuestran.

Como sea, la variable climática se está volviendo un aspecto crucial para la vida cotidiana. En la comunidad científica hablan de “anomalías” por efecto del calentamiento global.

Con ese concepto aluden a una desviación del valor de un elemento del clima respecto a su valor normal. Los científicos coinciden en que el aumento de las temperaturas que se están alcanzando es mucho mayor que las fluctuaciones en los últimos 2.000 años y culpan a la actividad del ser humano de esta situación.

A nivel global, la frecuencia de las olas de calor se ha casi triplicado en comparación con lo que ocurría a principios del siglo XX. En 1900 ocurría, en promedio, 1 ola de calor cada 10 años. Hoy, ese valor se incrementó a casi 3 cada 10 años.

En este sentido, Gualeguaychú ha sufrido uno de los veranos más caluroso y secos de su historia. De hecho, la ciudad ha ostentado en varias oportunidades el récord de ser la de mayor temperatura del país, superando ciudades tradicionalmente cálidas como las situadas en el norte argentino.

En forma concomitante con el clima extremo, los vecinos han padecido interrupciones periódicas del servicio eléctrico, colapsado por las olas de calor, al tiempo que los bomberos voluntarios han trabajado más de la cuenta apagando incendios forestales y rurales.

Cortes irritantes

Durante las olas de calor, se produjeron nuevos récords de demanda de energía eléctrica, lo cual derivó en interrupciones del servicio que provocaron en algunos casos la airada reacción vecinal.

En varias oportunidades la Cooperativa Eléctrica, encargada de la distribución del fluido en Gualeguaychú, hizo “cortes programados” porque no podía atender al mismo tiempo la demanda de viviendas y de empresas.

Los cortes, además, ocurrían por la salida de servicio de algún transformador o la rotura de algún dispositivo, por la presión derivada de la mayor demanda por las altas temperaturas. Y en otros casos ocurrían fallos en el sistema eléctrico a nivel nacional.

“Venimos de récord tras récord en consumo de energía a nivel país. Se superaron los 28 mil megavatios y nosotros estamos insertos en la Región Centro con una ola de calor que colapsa el sistema”, se justificó la Cooperativa ante los reclamos de los vecinos.

En un comunicado el 11 de marzo, la entidad informó que la mayoría de los cortes prolongados se debían a fallas en el Sistema Argentino de Interconexión (SADI). “El sistema de energía está interconectado a nivel nacional por lo que cualquier falla provoca problemas o perturbaciones en el mismo y repercute en distintas localidades”, se excusó.

Por otro lado, la Cooperativa argumentó que viene haciendo inversiones en el servicio. “De hecho, en 2022 se realizaron más de 30 de distinto tipo y magnitud, pero con este escenario de calor y demanda nada alcanza. Es un fenómeno que abarca a toda la Argentina y dónde no somos una excepción”, refirió en su comunicado

Bomberos al límite

En medio de la ola de calor, la combinación de altas temperaturas y una sequía histórica propició incendios de todo tipo haciendo que los Bomberos Voluntarios de la ciudad se mostraran muy activos en la emergencia.

Concurrieron a sofocar siniestros de todo tipo. Desde incendios forestales y rurales, pasando por focos ígneos en terrenos baldíos de la ciudad, hasta la propagación de fuego en transformadores eléctricos y postes de la red eléctrica en zona rural.

Además, los bomberos asistieron con agua potable, como suele ocurrir en todos los veranos, a vecinos que se quedaron sin el vital elemento en un contexto donde el servicio de Obras Sanitarias se vio sobrepasado.

En esos días de altísimo calor el servicio público de agua fue puesto al límite de sus posibilidades, algo que se reflejó en que en muchas viviendas mermó la presión y el líquido no subía a los tanques de reserva.

El director de Obras Sanitarias Municipal (OSM), Hugo Sacre, en declaraciones a la prensa, admitió que se produjeron problemas: “En otra época nos ayudaban los pozos de bombeo, y el caudal que brindaban antiguamente ya no lo aportan porque las napas han bajado por la sequía, y esa merma nos afecta un poco, a pesar de que se han hecho ciertas obras. Pero el consumo es muy alto, y se complica, especialmente, en aquellos lugares que están muy alejados de la planta”, explicó el funcionario.

Qué hacer

La opinión mayoritaria de los especialistas es que las olas de calor, en el país y el mundo, van a ser más intensas y frecuentes. Ya se habla de una nueva “normalidad” climática mucho más caliente.

Esto plantea que, a menos que la dinámica y el desarrollo de las ciudades se planifiquen considerando esta amenaza, las olas de calor traerán efectos dramáticos.

Las olas de calor repercuten negativamente en la dinámica de diferentes áreas que hacen a las ciudades: en la salud pública, el funcionamiento de la infraestructura urbana, la productividad laboral, así como también en el comercio y en la economía

El desafío que esto implica interpela primeramente a quienes gestionan municipios. Eso piensa Daniel Hernández, muchos años vinculado a Defensa Civil en Gualeguaychú, quien en diálogo con Semanario consideró que las ciudades deben elaborar estrategias que minimicen los impactos externos, como es el calor extremo, al tiempo que debe haber un compromiso ciudadano en este sentido.

“Tenemos que hacer un uso racional de los recursos ante este tipo de situaciones. Y esto es algo que involucra no solo a las autoridades sino a los vecinos en general. Pienso en el consumo de energía y de agua, por ejemplo”, explicó.

“Gualeguaychú consume el doble del agua que necesita. Y esto no puede ser. Estamos derrochando injustificadamente. A esto me refiero con la falta de uso racional. Es cierto, no hay medidores. Pero no deja de ser una cuestión de conciencia ciudadana”, argumentó el entrevistado

Según dijo, un manejo de las crisis responde a la pregunta de “qué pasa si”, es decir implica razonar cómo cambiaría una situación si se modifican algunas variables que la conforman.

“Ante un verano tórrido, como el que hemos tenido, una ciudad turística como la nuestra tiene que evaluar el impacto que genera un atracón de turistas en el puente internacional por cuestiones burocráticas, algo que es un riesgo humano considerable”, graficó.

Hernández consideró importante la labor de los Bomberos Voluntarios de la ciudad y en su opinión están adquiriendo mayor protagonismo ante el clima cada vez más extremo.

“Es esperable la estupidez humana de prender fuego el pasto para limpiar. Pero es difícil prever la generalización de esta práctica”, comentó, tras señalar que mientras la energía de una autobomba se puede reponer con combustible, “es difícil reponer la energía de un bombero que se agotó peleando un incendio de campo y monte durante ocho horas, como pasó con nuestros bomberos que concurrieron a El Potrero un 31 de diciembre”.

Hernández dijo que hay responsabilidad ciudadana en la clasificación domiciliara de la basura. “Cuando no separamos termina yendo todo a un volcadero. Los residuos allí fermentan creando así las condiciones para un incendio en días calurosos”, precisó.

En su opinión las inundaciones son la principal amenaza natural de Gualeguaychú. Un modelo que prevea posibles riesgos, comentó, debe contemplar todo el tiempo al régimen de lluvia, sobre todo en la cuenca, así como la orientación de los vientos (sube el río con la sudestada).

Al mismo tiempo que se debe seguir el contenido de los partes del Servicio Meteorológico Nacional, debe vigilarse el comportamiento de los ríos Paraná y Uruguay, incluyendo el funcionamiento de la represa de Salto Grande.

“Una mirada integral a esta problemática no puede pasar por alto la perdida de vegetación en los campos, por efecto de la agricultura. El desmonte en Entre Ríos ha sido infernal. Y los suelos desnudos impiden la absorción de las lluvias y ese exceso de agua causa inundación”, explicó.

Según Hernández, Gualeguaychú ha demostrado gran capacidad de respuesta a los desafíos ambientales a lo largo del tiempo. Al respecto mencionó el consenso que se consiguió para minimizar el impacto de las inundaciones por lluvias a través de las obras de desagües pluviales.

“Somos una ciudad plana y, por tanto, cada vez que llovía barrios enteros se inundaban. Afortunadamente se logró solucionar este problema gracias a un acuerdo de todos los sectores sociales y políticos en torno a la Sistematización de las Cuencas Pluviales”, recordó.

La apuesta por el arbolado

Entre las estrategias con que cuentan las ciudades para minimizar los impactos de las altas temperaturas se halla el arbolado urbano, dado que la presencia de vegetación contribuye al balance energético a escala local.

La sombra que dan los árboles, durante la época estival, supone un control de la radiación solar, que beneficia a edificios, viviendas y vecinos. La capacidad de atenuar los efectos de esa radiación y bajar la temperatura, contribuye a que el clima sea tolerable.

En el caso de Gualeguaychú, la falta de sombra en muchas áreas del ejido se ha hecho sentir en este caluroso verano, un indicador inequívoco de déficit de árboles.

El dato es que hay cuadras que aparecen despobladas, o a lo sumo hay algún ejemplar solitario. Algo que se echa de ver en el verano, con la falta de sombra, complicando la vida de los transeúntes.

Ranking horno

La recurrencia de olas de calor en el semestre cálido 2022/2023 no registra precedentes en el país, según el SMN. Entre el 11 de noviembre de 2022 y el 14 de marzo de 2023 se verificaron 9 eventos de este tipo.

Cabe aclarar que nunca se habían producido más de 4 o 5 episodios por temporada ni habían sido tan prolongados.

Hay un evento de ola de calor cuando las temperaturas máximas y mínimas superan o igualan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores umbrales. Para el caso de Gualeguaychú los valores umbrales son: Temperatura Máxima = 34,1ºC y Temperatura Mínima = 20,7ºC.

Además, en este verano Gualeguaychú fue en varias ocasiones la ciudad con temperatura más elevada de la Argentina. La Capital del Carnaval llegó a liderar el “Ranking horno”, con días francamente agobiantes.

La tardía e inédita ola de calor de marzo tuvo muchos días consecutivos con temperaturas de más de 34°C. Por ejemplo, el martes 14, a las 14:00 horas, la ciudad fue la más cálida del país con 37,8ºC.

En tanto, el día 10 Gualeguaychú, con 39,1ºC, quedó segunda en el podio nacional y en la jornada del 8 estuvo en el tope de las ciudades argentinas más calurosas con 36,4ºC y una térmica que alcanzó los 39,1°C.

© Semanario de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 16/05/2023 en Uncategorized

 

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El tiempo cronológico y el que indica una oportunidad

Existe el tiempo histórico general, lineal y cronológico, que es el que impera de un modo objetivo y cuantitativo. Pero también existe el tiempo irrepetible que se presenta en instantes cruciales, de índole cualitativo.

Los griegos antiguos llamaron “Cronos” al tiempo reglado, ordenado, metódico, principal, en tanto que, a diferencia de ese monótono tiempo secuencial, denominaron “Kairós” a ese instante fugaz, momento adecuado, en el que algo importante sucede.

En la mitología griega Cronos es hijo de Urano (el Cielo) y de Gea (la Tierra). Tuvo la osadía de derrocar a su padre y de casarse con su hermana Rea, asumiendo el control del reino de los dioses.

Gobernó durante la mitológica edad dorada, pero conociendo que estaba destinado a ser derrocado por uno de sus hijos decidió devorarlos a todos a medida que nacían.

Sin embargo, su sexto hijo, Zeus, escondido por su madre, se salvó y tras abrir el vientre de su padre liberó a sus hermanos. Junto con ellos libró una guerra cruel y prolongada en la que consiguieron derrotar a Cronos, conocido como Saturno en la mitología romana.

El mito de “Saturno devorando a su hijo” ha sido reproducido en el arte en numerosas ocasiones, siendo fascinantes los cuadros pintados por el alemán Peter Paul Rubens y el español Francisco de Goya.

Cronos permaneció como el dios remoto e incorpóreo del tiempo que rodeaba el universo, conduciendo la rotación de los cielos y el eterno paso de las horas. Era considerado el padre del “tiempo humano”, es decir de los calendarios, las estaciones y las cosechas.

En tanto, Kairós es considerado el hijo divino más joven de Zeus (y por tanto es nieto de Cronos, heredando así el tiempo), pero se desconoce su madre o descendencia.

Se lo describe como un dios eternamente joven y hermoso: las alas en sus pies sugerían su rapidez, y llevado por las estaciones, andaba rondando por toda la eternidad.

Kairós representa la oportunidad y trae las cosas en el momento adecuado de la manera más conveniente, incluso si es en el último segundo. Cuando surge el momento de la oportunidad, se vuelve imparable y es tan poderoso que ni siquiera Zeus, el más fuerte de los dioses, puede detenerlo.

Así, Kairós es el momento justo, no el tiempo cuantitativo sino el tiempo cualitativo de la ocasión, la experiencia del momento oportuno.

En la teología cristiana se lo asocia con el “tiempo de Dios”, en que la divinidad se revela en la historia y va al encuentro del hombre.

El término aparece mencionado en versiones griegas del Nuevo Testamento, por ejemplo, en el Evangelio de Marcos, donde significa “el momento señalado en el propósito de Dios”, que representa el tiempo necesario para que la voluntad divina se cumpla.

Actualmente, Kairós es un concepto utilizado en diferentes ámbitos con significados variables, a veces relacionados con un espacio de tiempo y otras con un tiempo y lugar específicos.

El autor estadounidense Eric Charles White, por ejemplo, lo define como “el instante fugaz en el que aparece, metafóricamente hablando, una abertura (o sea, el lugar preciso) que hay que atravesar necesariamente para alcanzar o conseguir el objetivo propuesto”.

En este sentido, Kairós es el momento en que una mujer se sabe madre, en que un general intuye el triunfo en la batalla, en que el ideal de un político cautiva a su pueblo o en que un joven descubre su vocación.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 13/02/2023 en Uncategorized

 

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Nuestra biografía está atravesada por crisis vitales

La vida de las personas nunca es homogénea ni transcurre en un mismo tono vital sino que sufre cada cierto tiempo sobresaltos psicológicos significativos, eventos que la hacen girar de repente.

“Crisis vitales”, así se denomina a estos cambios que suelen venir acompañados de malestar y desasosiego. Se suelen describir estos estados de trastorno como una incapacidad de la persona para dar respuestas desde sí a aquello que la desafía radicalmente.

Hay crisis vitales esperadas y crisis inesperadas. Las primeras atañen a toda biografía porque son universales, ya que pueden estar motivadas por la edad (adolescencia, mediana edad o tercera edad).

Hay crisis previsibles, que generan ansiedad y confusión, cuando la personas finaliza sus estudios y se apresta a incorporarse al mundo laboral. Acá hay que incluir, además, el abandono del domicilio familiar de los hijos, también llamado síndrome del nido vacío.

En cuanto a las crisis inesperadas ocurren ante la pérdida de un ser querido; la necesidad de emigrar a otro país (que dispara el síndrome de Ulises); frente a una ruptura sentimental importante; ante la perspectiva de tener que lidiar con una enfermedad grave; como consecuencia de un accidente, entre otros.

Cuando estos eventos acontecen las personas suelen describir lo que les pasa diciendo que “les cuesta hacer pie” o ven que los cimientos de su mundo conocido hasta el momento, al que estaban confortablemente acostumbrados, se “tambalean”, y esto produce una gran ansiedad.

Se dice que las crisis vitales son momentos en que las personas deben tomar decisiones importantes, ya que las nuevas circunstancias obligan a enfrentarlas, tomando opciones que pueden resultar en crecimiento personal o, en su defecto, significar un estancamiento o agravamiento del cuadro vital.

El ciclo vital suele dividirse en tres grandes periodos del desarrollo: infantil, adolescente y adulto; dentro de los cuales pueden surgir diferente crisis a lo largo de la vida.

Estos ciclos evolutivos son atravesados por todas las personas y cada uno representa un desafío distinto. En la pubertad, por ejemplo, comienzan a producirse las hormonas sexuales.

No sólo se dan cambios físicos (como el crecimiento del vello o el desarrollo de los genitales) sino también cambios psicológicos. Estos cambios influyen en el carácter de todo adolescente y en sus relaciones con los demás.

Desde el punto de vista individual el adolescente busca la “autoafirmación”, ser él mismo y salir de la niñez. Necesita lograr cierta independencia de las personas más cercanas con las que se convive (padres, hermanos, etc.).

Es frecuente una excesiva preocupación por el aspecto físico. Además los sentimientos son cambiantes e incluso contradictorios, provocando inestabilidad de ánimo y reacciones bruscas.

Al tiempo que surgen temores y complejos, inseguridad y dudas, el adolescente valora mucho el sentimiento de la amistad. Busca amigos en quienes confiar y un grupo al que estar integrado.

En el ciclo vital adulto, en tanto, se suele hablar de la “crisis de los 40”, que es el momento en el que cada persona toma conciencia que ya ha pasado la mitad de su existencia y eso la empuja a reflexionar si la vida que tiene es la que quiere o la que alguna vez soñó.

Otra crisis se vincula a la entrada a la vejez, considerada como la etapa del ciclo vital que empieza alrededor de los 65 años y que finaliza con la muerte.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 07/08/2022 en Uncategorized

 

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Mantenerse joven a toda costa o el miedo a envejecer

A merced de una cultura que homenajea todo el tiempo a la juventud resulta lógico el mandato de una belleza corporal perenne. Y en contraposición, el terror que genera el deterioro asociado al paso del tiempo.

Mantenerse joven en nuestra cultura se considera un valor en sí mismo, y esto supone que el estatus que ocupan hoy en día las personas de la tercera edad, es una posición subalterna.

Lejos del reconocimiento que tienen todavía en Oriente los mayores, donde se consideran valiosas la experiencia y la sabiduría vinculadas al paso del tiempo, en Occidente la vejez es un estigma social.

Por esta razón cada vez más personas padecen de pánico a envejecer. Es lo que en psicología se conoce como “gerascofobia” que suele ir vinculada a un componente irracional que hace obsesionarse por lo inevitable: el transcurso de los años y los cambios en el cuerpo asociados a la pérdida de juventud y belleza.

El rechazo visceral a todo lo que tenga que ver con la vejez puede llevar a actitudes poco éticas con las personas mayores, al desprecio e incluso al maltrato o agresión, fenómeno que se conoce como “gerontofobia”.

Aunque la dicotomía belleza-vejez ha estado presente en cierto modo en el pasado de la sociedad occidental –en la Antigua Grecia o en la Edad Media estaba muy presente la fantasía de la eterna juventud–, el culto a la imagen se ha convertido en una preocupación constante en la era posmoderna.

Hay toda una industria montada en torno al discurso de cómo mantenerse joven, algo característico de la vida contemporánea. La mayoría de los mensajes que nos llegan a través de distintas vías pretenden detener u ocultar el paso inexorable del tiempo biológico.

Abundan, así, los anuncios de productos regeneradores del organismo, las invitaciones a realizarse retoques físicos, la publicidad de cremas antiarrugas y de tinturas para ocultar las canas, entre otros.

Según los especialistas, los mandatos de belleza que imponen la idea de la juventud conllevan una insostenible presión sobre los cuerpos, especialmente de las mujeres, principales víctimas de un discurso donde se demoniza el ineluctable paso de lustros y décadas.

De esta manera el miedo a envejecer puede llegar a convertirse en una obsesión. Algo que colisiona frontalmente con el hecho de cumplir años, de suerte que mantenerse joven aparece como una competición perdida de antemano, una frustrante carrera contra el tiempo.

Esto se echa de ver en las innumerables operaciones de cirugía estética a las que se someten las estrellas del espectáculo, muchas veces con resultados desastrosos.

Algunas de ellas han hablado abiertamente de sus experiencias con los retoques y el bótox, mostrándose arrepentidas porque las intervenciones han suprimido algunos rasgos o han eliminado expresividad.

Según los psicólogos, la angustia intensa respecto al hecho de envejecer es multicausal y suele estar vinculada a una imagen negativa de la vejez, normalmente asociada a la decadencia, la soledad, la enfermedad y las limitaciones.

Desde el punto de vista cultural, incide mucho la exaltación de los valores de la juventud y la belleza de una sociedad que ve en ellos un símbolo de éxito, bienestar y felicidad.

Todo esto contrasta con la necesidad de aceptar la realidad del ciclo vital -el cual se compone de etapas inexorables- y de abandonar la lucha obsesiva contra el paso del tiempo.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 31/07/2022 en Uncategorized

 

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El árbol, testigo vivo del paso del tiempo

Hoy (28 de junio) se celebra el Día Mundial del Árbol, ser vivo que guarda en sí la historia del clima, de los acontecimientos del medio ambiente y del paso de los seres humanos por el planeta Tierra.

Para el naturalista español Ignacio Abella en los árboles se encuentra la historia de la vida, “porque dan respuestas a tantas incógnitas de la actualidad como son el cambio climático, la sequía o la falta de recursos alimenticios en grandes zonas del planeta”.

“El árbol es el eje alrededor del cual gira toda la humanidad”, refiere Abella, un estudioso del mundo de estas especies vegetales, de los que ha escrito numerosos libros, como “La magia de los árboles”, “El bosque sagrado”, y el “El hombre y la madera”, entre otros.

Para este naturalista, “los árboles han reunido en su entorno a los seres humanos para deliberar, para nacer o para morir, porque las energías que transmiten son reconocidas por todas las civilizaciones y han sido motivo de leyendas, habitáculos de apariciones místicas y receptores de los problemas humanos a los que han sabido dar respuesta y sosiego”.

Por eso, para Abella defender a los árboles es defender la Tierra, la inocencia, la cultura y la belleza y todo aquello que no tiene voz ni armas para defenderse. “Defender el árbol es defendernos a nosotros mismos”, sostiene.

Para quien es capaz de contemplar el mundo vegetal, los árboles tienen mucho que decir, guardan en sí un secreto que urge comprender para el hombre contemporáneo, habitante de las ciudades y tan alejado del mundo orgánico.

“Los árboles son santuarios”, llegó a escribir por su lado el poeta y filósofo alemán Herman Hesse. “Cuando hayamos aprendido a escuchar a los árboles, nos sentiremos en casa. Eso es la felicidad”, señaló.

En su libro “Árboles: reflexiones y poemas”, Hesse ve a los árboles desde un punto de vista filosófico y establece la importancia que tienen para nociones esenciales como la verdad, la belleza, el hogar, el sentido de pertenencia o la felicidad.

Dice Hesse: “En sus ramas más altas el mundo cruje, sus raíces descansan en el infinito; pero no se pierden allí, luchan con toda la fuerza por una sola cosa: cumplir sus propias leyes, construir su propia forma, representarse… Nada es más ejemplar que la belleza de un árbol fuerte”.

La degradación del planeta ha conducido a revalorizar la importancia de estos héroes verdes que contribuyen a disminuir la contaminación ambiental, a moderar el clima, a proteger el suelo y son esenciales para lograr un desarrollo sostenible, siendo imprescindibles para la vida en la Tierra.

En el año 1840 Suecia fue el primer país que celebró el Día del Árbol, para generar conciencia sobre la importancia de los recursos forestales. Ahora en muchos países se celebra el Día Mundial del Árbol cada 28 de junio.

Un efecto inconfundible del proceso civilizatorio es la pérdida de vegetación. Cuanto más aumenta la población humana, y más se extiende su estilo de vida citadino, más disminuye la cuenta de árboles.

Los bosques, que constituyen un reservorio vital de carbono, ocupan grandes extensiones que alcanzan el 28,5% de las tierras, a excepción de la Antártida y Groenlandia.

La mitad de los bosques en el mundo están ubicados en los trópicos y el resto en zonas templadas y boreales. Europa y América del Sur tienen la mayor superficie forestal, seguidos de América del Norte y África.

La actual civilización se ha mostrado particularmente destructiva con los árboles, pese a que se sabe que la deforestación sin control explica en gran medida el desbarajuste climático.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 03/07/2022 en Uncategorized

 

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El tiempo, cada vez más extremo e impredecible

Enero ha tenido en la Argentina una gran variedad de fenómenos meteorológicos: calor extremo, sequía, nieve e inundaciones. Un comportamiento del tiempo meteorológico de carácter turbulento y en cierto modo caótico.

Las temperaturas extremas fueron, quizás, el tema más mencionado de este mes. En lo que llevamos de enero ya se rompieron al menos 50 récords de temperatura en nuestro país. Las térmicas no bajaban de los 40°C.

La ola de calor sofocante fue acompañada de una gran cantidad de incendios forestales. La Patagonia, por caso, fue afectada por numerosos y enormes siniestros. También hubo miles de hectáreas arrasadas por el fuego en las provincias del norte, especialmente en Formosa y Corrientes, y en el Delta del Paraná.

Pero luego se registraron descensos extremos de la temperatura, con la aparición de nieve por ejemplo en algunas ciudades cordilleranas. Esto a solo un par de días de que hubieran tenido temperaturas cercanas a los 30°C.

Enero también tuvo otras situaciones meteorológicas como temporales, caída de granizo, vientos intensos y sudestada.

Se sabe, por otro lado, que desde hace dos años Argentina estaba atravesando una sequía muy extrema. Con el fenómeno de La Niña instalado por segundo verano consecutivo, gran parte del territorio nacional venía sufriendo el déficit de lluvia y la escasa humedad del suelo.

Pero a mediados de mes la presencia de una masa de aire muy húmedo y un frente frío, que avanzó muy lento por las provincias del centro, generaron varios días de lluvias intensas y persistentes.

Como consecuencia se registraron valores mayores a los 200 y 300 mm en ciudades de las provincias de Buenos Aires y Córdoba.

Además, hubo situaciones puntuales de precipitaciones que provocaron, en distintos puntos del país, anegamientos de localidades y crecidas repentinas de ríos y arroyos e inundaciones.

Los fuertes cambios que experimenta cada día el tiempo meteorológico forman parte de alteraciones profundas que aquejan al planeta. Se asiste, de esta manera, ha temperaturas que se desvían de las expectativas estacionales.

Los especialistas vienen advirtiendo hace tiempo que el verdadero problema ocasionado por el cambio climático son los impactos inesperados, frente a los cuales resulta difícil adaptarse, produciendo trastornos de todo tipo en la vida de las personas, y en animales y plantas.

El dato es que el tiempo se ha vuelto más errático e impredecible. La sucesión de fenómenos meteorológicos extremos, como los que se están verificando en el verano argentino, llevan camino de convertirse en la nueva normalidad, según los expertos.

El tiempo meteorológico se ha convertido en un enigma, y son cada vez más frecuentes los eventos extremos. Ya se ha vuelto una constante el hecho de que la previsión meteorológica cambia con frecuencia y no siempre se cumple con exactitud.

Por otro lado, se sabe que millones de personas sufren los efectos catastróficos de desastres naturales extremos exacerbados por el cambio climático: desde las prolongadas sequías en el África subsahariana hasta las devastadoras tormentas tropicales que arrasan todo el sudeste asiático, el Caribe y el Pacífico, pasando por las fuertes tormentas invernales en Europa con abundante cantidad de nieve.

El cambio climático no sólo conlleva un aumento de las temperaturas, sino también fenómenos meteorológicos extremos, la elevación del nivel del mar y cambios en las poblaciones y los hábitats de flora y fauna silvestres, entre otros efectos.

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Publicado por en 28/01/2022 en Uncategorized

 

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La percepción de que cae el temor frente a la Covid-19

Las advertencias de las autoridades sanitarias sobre los efectos de las nuevas variantes del Sars-CoV-2 ya no influyen como al comienzo. Conforme la pandemia no cede, muchas personas ven con cierta indiferencia los llamados a cuidarse.

Sin final epidemiológico a la vista, algunos psicólogos han empezado a hablar del “apocalipsis aburrido” para explicar el hartazgo que supone vivir en una repetida espiral de riesgo.

Casi dos años después de que irrumpiera en nuestras vidas, el coronavirus sigue aquí, y su presencia ya no genera el pánico de antes.

“El flujo aparentemente constante de alertas de emergencia ha embotado la respuesta de miedo de muchas personas a esta pandemia, lo que las ha llevado a bajar la guardia, a relajar sus restricciones o hábitos de usar mascarilla, o incluso a rechazar las vacunas que pueden salvar vidas”.

Ése es el diagnóstico de Adam Grant, uno de los psicólogos más consultados por líderes globales, especializado en comportamiento y psicología en las organizaciones.

En un artículo aparecido en el diario The New York Times, el especialista atribuye esta conducta de relajamiento global a una suerte de familiarización con lo que alguna vez fue fuente de miedo, el virus.

“Todos hemos visto esta película de terror y, después de que has visto diez veces al asesino saltar blandiendo un arma —incluso si lo has visto matar—, simplemente ya no te asusta igual que antes. El mismo refrito se ha reproducido durante más de 20 meses”, reflexiona al buscar una analogía en la experiencia cotidiana con el mundo del cine.

Según Grant, estamos viviendo lo que los expertos en riesgo llaman un “apocalipsis aburrido”, que se refleja en que muchas personas ya no le temen tanto a la Covid-19, lo cual complica los esfuerzos de las autoridades de salud por mitigar la propagación de las nuevas cepas del virus.

Se diría que hubo un experimento a gran escala de ingeniería social para atacar la pandemia en la que miles de millones de personas han sido sometidas a un discurso apocalíptico.

De repente, todo el mundo estaba frente a un patógeno invisible y letal que asesinaba a miles de personas. Y los medios bombardearon con imágenes desgarradoras de pacientes que luchaban por respirar en ventiladores.

“En ese momento, cuando nos enteramos de que había una nueva enfermedad muy contagiosa y mortal sin vacuna ni tratamiento, muchos de nosotros nos abastecimos de alimentos y papel de baño, comenzamos a limpiar nuestros víveres, nos confinamos y solo nos aventurábamos a salir de casa con equipo de protección personal”, recuerda Grant.

Pero tras dos años de pandemia, dice el especialista, se ha producido un proceso de desensibilización sistemática, es decir una extinción del miedo extremo.

“La gente de todo el mundo -apunta- ha pasado por tantas alarmas, tanto reales como falsas, que muchos se han condicionado para dejar de temerle a la Covid-19 de esta manera. Además, cada salida de la casa que no ocasiona que alguien se enferme puede servir para desensibilizar más. En este momento, es como si hubiéramos desarrollado anticuerpos contra el miedo”.

Se trata de un problema para las autoridades sanitarias en todo el mundo, cuyas alertas o amenazas ya no funcionan como antes. Repetir estruendosamente una alerta de emergencia, con una población demasiado aburrida para prestar atención o actuar, no parece ahora la estrategia indicada.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 25/12/2021 en Uncategorized

 

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