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Gualeguaychú deja atrás un verano atípico con persistencia de jornadas muy cálidas
Las olas de calor, insoportables, indican que hay que lidiar con factores ambientales extremos
El fenómeno de La Niña ha significado un verdadero shock climático. Gualeguaychú ha superado todas las marcas térmicas, en medio de una sequía que golpea fuertemente al campo. Como contrapartida, los días soleados y calurosos han garantizado una excelente temporada turística.
Por Marcelo Lorenzo
El verano 2022-2023 se desarrolló con anomalía climática. Fue extremadamente cálido y con una brutal sequía. Y una seguidilla de olas de calor inusuales, que han abatido el ánimo de los más optimistas. Al punto que Gualeguaychú, en varias jornadas, devino en la ciudad más calurosa del país.
Y con un impacto ambiguo en lo económico. Ya que si la falta de lluvias y las altas temperaturas allanaron las condiciones para un boom turístico, por otra parte, arruinó las cosechas y complicó la cría de animales.
La inyección de divisas en la Capital del Carnaval, fiesta garantizada por un clima propicio, estuvo apalancada este verano por el ingreso de extranjeros, sobre todo de uruguayos, que desde hace por lo menos un año vienen arrasando en los comercios locales, aprovechando la diferencia cambiaria.
Paralelamente ha sido fulminante La Niña -el fenómeno climático que se reitera por tercer año consecutivo- para las actividades agropecuarias, de las cuales depende el departamento Gualeguaychú.
La escasez hídrica y las elevadas temperaturas han tenido un efecto letal para los cultivos y para la cría de animales. Las pérdidas son dramáticas para los productores, algo que resiente la economía del interior del país, trayendo recesión.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) que recopila datos desde 1961, este es el verano más cálido desde entonces y febrero fue el segundo más seco, con 41,9% menos de lluvia que el promedio.
Afortunadamente, La Niña está cerca de llegar a su fin ya que semana a semana las condiciones del océano Pacífico tropical y la circulación atmosférica acoplada así lo demuestran.
Como sea, la variable climática se está volviendo un aspecto crucial para la vida cotidiana. En la comunidad científica hablan de “anomalías” por efecto del calentamiento global.
Con ese concepto aluden a una desviación del valor de un elemento del clima respecto a su valor normal. Los científicos coinciden en que el aumento de las temperaturas que se están alcanzando es mucho mayor que las fluctuaciones en los últimos 2.000 años y culpan a la actividad del ser humano de esta situación.
A nivel global, la frecuencia de las olas de calor se ha casi triplicado en comparación con lo que ocurría a principios del siglo XX. En 1900 ocurría, en promedio, 1 ola de calor cada 10 años. Hoy, ese valor se incrementó a casi 3 cada 10 años.
En este sentido, Gualeguaychú ha sufrido uno de los veranos más caluroso y secos de su historia. De hecho, la ciudad ha ostentado en varias oportunidades el récord de ser la de mayor temperatura del país, superando ciudades tradicionalmente cálidas como las situadas en el norte argentino.
En forma concomitante con el clima extremo, los vecinos han padecido interrupciones periódicas del servicio eléctrico, colapsado por las olas de calor, al tiempo que los bomberos voluntarios han trabajado más de la cuenta apagando incendios forestales y rurales.
Cortes irritantes
Durante las olas de calor, se produjeron nuevos récords de demanda de energía eléctrica, lo cual derivó en interrupciones del servicio que provocaron en algunos casos la airada reacción vecinal.
En varias oportunidades la Cooperativa Eléctrica, encargada de la distribución del fluido en Gualeguaychú, hizo “cortes programados” porque no podía atender al mismo tiempo la demanda de viviendas y de empresas.
Los cortes, además, ocurrían por la salida de servicio de algún transformador o la rotura de algún dispositivo, por la presión derivada de la mayor demanda por las altas temperaturas. Y en otros casos ocurrían fallos en el sistema eléctrico a nivel nacional.
“Venimos de récord tras récord en consumo de energía a nivel país. Se superaron los 28 mil megavatios y nosotros estamos insertos en la Región Centro con una ola de calor que colapsa el sistema”, se justificó la Cooperativa ante los reclamos de los vecinos.
En un comunicado el 11 de marzo, la entidad informó que la mayoría de los cortes prolongados se debían a fallas en el Sistema Argentino de Interconexión (SADI). “El sistema de energía está interconectado a nivel nacional por lo que cualquier falla provoca problemas o perturbaciones en el mismo y repercute en distintas localidades”, se excusó.
Por otro lado, la Cooperativa argumentó que viene haciendo inversiones en el servicio. “De hecho, en 2022 se realizaron más de 30 de distinto tipo y magnitud, pero con este escenario de calor y demanda nada alcanza. Es un fenómeno que abarca a toda la Argentina y dónde no somos una excepción”, refirió en su comunicado
Bomberos al límite
En medio de la ola de calor, la combinación de altas temperaturas y una sequía histórica propició incendios de todo tipo haciendo que los Bomberos Voluntarios de la ciudad se mostraran muy activos en la emergencia.
Concurrieron a sofocar siniestros de todo tipo. Desde incendios forestales y rurales, pasando por focos ígneos en terrenos baldíos de la ciudad, hasta la propagación de fuego en transformadores eléctricos y postes de la red eléctrica en zona rural.
Además, los bomberos asistieron con agua potable, como suele ocurrir en todos los veranos, a vecinos que se quedaron sin el vital elemento en un contexto donde el servicio de Obras Sanitarias se vio sobrepasado.
En esos días de altísimo calor el servicio público de agua fue puesto al límite de sus posibilidades, algo que se reflejó en que en muchas viviendas mermó la presión y el líquido no subía a los tanques de reserva.
El director de Obras Sanitarias Municipal (OSM), Hugo Sacre, en declaraciones a la prensa, admitió que se produjeron problemas: “En otra época nos ayudaban los pozos de bombeo, y el caudal que brindaban antiguamente ya no lo aportan porque las napas han bajado por la sequía, y esa merma nos afecta un poco, a pesar de que se han hecho ciertas obras. Pero el consumo es muy alto, y se complica, especialmente, en aquellos lugares que están muy alejados de la planta”, explicó el funcionario.
Qué hacer
La opinión mayoritaria de los especialistas es que las olas de calor, en el país y el mundo, van a ser más intensas y frecuentes. Ya se habla de una nueva “normalidad” climática mucho más caliente.
Esto plantea que, a menos que la dinámica y el desarrollo de las ciudades se planifiquen considerando esta amenaza, las olas de calor traerán efectos dramáticos.
Las olas de calor repercuten negativamente en la dinámica de diferentes áreas que hacen a las ciudades: en la salud pública, el funcionamiento de la infraestructura urbana, la productividad laboral, así como también en el comercio y en la economía
El desafío que esto implica interpela primeramente a quienes gestionan municipios. Eso piensa Daniel Hernández, muchos años vinculado a Defensa Civil en Gualeguaychú, quien en diálogo con Semanario consideró que las ciudades deben elaborar estrategias que minimicen los impactos externos, como es el calor extremo, al tiempo que debe haber un compromiso ciudadano en este sentido.
“Tenemos que hacer un uso racional de los recursos ante este tipo de situaciones. Y esto es algo que involucra no solo a las autoridades sino a los vecinos en general. Pienso en el consumo de energía y de agua, por ejemplo”, explicó.
“Gualeguaychú consume el doble del agua que necesita. Y esto no puede ser. Estamos derrochando injustificadamente. A esto me refiero con la falta de uso racional. Es cierto, no hay medidores. Pero no deja de ser una cuestión de conciencia ciudadana”, argumentó el entrevistado
Según dijo, un manejo de las crisis responde a la pregunta de “qué pasa si”, es decir implica razonar cómo cambiaría una situación si se modifican algunas variables que la conforman.
“Ante un verano tórrido, como el que hemos tenido, una ciudad turística como la nuestra tiene que evaluar el impacto que genera un atracón de turistas en el puente internacional por cuestiones burocráticas, algo que es un riesgo humano considerable”, graficó.
Hernández consideró importante la labor de los Bomberos Voluntarios de la ciudad y en su opinión están adquiriendo mayor protagonismo ante el clima cada vez más extremo.
“Es esperable la estupidez humana de prender fuego el pasto para limpiar. Pero es difícil prever la generalización de esta práctica”, comentó, tras señalar que mientras la energía de una autobomba se puede reponer con combustible, “es difícil reponer la energía de un bombero que se agotó peleando un incendio de campo y monte durante ocho horas, como pasó con nuestros bomberos que concurrieron a El Potrero un 31 de diciembre”.
Hernández dijo que hay responsabilidad ciudadana en la clasificación domiciliara de la basura. “Cuando no separamos termina yendo todo a un volcadero. Los residuos allí fermentan creando así las condiciones para un incendio en días calurosos”, precisó.
En su opinión las inundaciones son la principal amenaza natural de Gualeguaychú. Un modelo que prevea posibles riesgos, comentó, debe contemplar todo el tiempo al régimen de lluvia, sobre todo en la cuenca, así como la orientación de los vientos (sube el río con la sudestada).
Al mismo tiempo que se debe seguir el contenido de los partes del Servicio Meteorológico Nacional, debe vigilarse el comportamiento de los ríos Paraná y Uruguay, incluyendo el funcionamiento de la represa de Salto Grande.
“Una mirada integral a esta problemática no puede pasar por alto la perdida de vegetación en los campos, por efecto de la agricultura. El desmonte en Entre Ríos ha sido infernal. Y los suelos desnudos impiden la absorción de las lluvias y ese exceso de agua causa inundación”, explicó.
Según Hernández, Gualeguaychú ha demostrado gran capacidad de respuesta a los desafíos ambientales a lo largo del tiempo. Al respecto mencionó el consenso que se consiguió para minimizar el impacto de las inundaciones por lluvias a través de las obras de desagües pluviales.
“Somos una ciudad plana y, por tanto, cada vez que llovía barrios enteros se inundaban. Afortunadamente se logró solucionar este problema gracias a un acuerdo de todos los sectores sociales y políticos en torno a la Sistematización de las Cuencas Pluviales”, recordó.
La apuesta por el arbolado
Entre las estrategias con que cuentan las ciudades para minimizar los impactos de las altas temperaturas se halla el arbolado urbano, dado que la presencia de vegetación contribuye al balance energético a escala local.
La sombra que dan los árboles, durante la época estival, supone un control de la radiación solar, que beneficia a edificios, viviendas y vecinos. La capacidad de atenuar los efectos de esa radiación y bajar la temperatura, contribuye a que el clima sea tolerable.
En el caso de Gualeguaychú, la falta de sombra en muchas áreas del ejido se ha hecho sentir en este caluroso verano, un indicador inequívoco de déficit de árboles.
El dato es que hay cuadras que aparecen despobladas, o a lo sumo hay algún ejemplar solitario. Algo que se echa de ver en el verano, con la falta de sombra, complicando la vida de los transeúntes.
Ranking horno
La recurrencia de olas de calor en el semestre cálido 2022/2023 no registra precedentes en el país, según el SMN. Entre el 11 de noviembre de 2022 y el 14 de marzo de 2023 se verificaron 9 eventos de este tipo.
Cabe aclarar que nunca se habían producido más de 4 o 5 episodios por temporada ni habían sido tan prolongados.
Hay un evento de ola de calor cuando las temperaturas máximas y mínimas superan o igualan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores umbrales. Para el caso de Gualeguaychú los valores umbrales son: Temperatura Máxima = 34,1ºC y Temperatura Mínima = 20,7ºC.
Además, en este verano Gualeguaychú fue en varias ocasiones la ciudad con temperatura más elevada de la Argentina. La Capital del Carnaval llegó a liderar el “Ranking horno”, con días francamente agobiantes.
La tardía e inédita ola de calor de marzo tuvo muchos días consecutivos con temperaturas de más de 34°C. Por ejemplo, el martes 14, a las 14:00 horas, la ciudad fue la más cálida del país con 37,8ºC.
En tanto, el día 10 Gualeguaychú, con 39,1ºC, quedó segunda en el podio nacional y en la jornada del 8 estuvo en el tope de las ciudades argentinas más calurosas con 36,4ºC y una térmica que alcanzó los 39,1°C.
© Semanario de Gualeguaychú