Se cumplen 50 años de una de las convulsiones energéticas que produjo una crisis de proporciones en la economía mundial, resultado de la guerra de Yom Kipur en 1973.
El acontecimiento se recuerda ahora que el largo conflicto entre israelíes y palestinos se ha reactivado tras los ataques perpetrados por Hamás en territorio de Israel el pasado 7 de octubre, y el mundo teme un posible contagio al resto de Oriente Medio.
Después de que Estados Unidos decidiera apoyar con armamento a Israel en la guerra del Yom Kipur, que enfrentó a Israel con Egipto y Siria, los países árabes exportadores de petróleo, liderados por Arabia Saudita, decidieron en octubre de 1973 imponer un embargo petrolero sobre Washington y sus aliados.
La decisión instrumentada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) disparó los precios del crudo y estremeció las economías estadounidense y mundial.
Además de suspender sus envíos de petróleo a Estados Unidos, esa organización decidió recortar su producción y fijar precios de exportación más altos, que pasaron de US$2,90 a mediados de 1973 a US$5,12 en octubre y a US$11,65 en diciembre de ese año.
La multiplicación por cuatro del precio del petróleo dejó atrás abruptamente una era en la cual el “oro negro” era barato y accesible para los países occidentales, cuyas compañías lo obtenían a precios ventajosos en los países productores, principalmente en Oriente Medio.
En 1973 el mundo se hallaba en plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética y los bloques que ambos lideraban. Aunque por entonces el mundo aún temía el fantasma de una guerra nuclear, el petróleo movía una sociedad de consumo cada vez más voraz que tenía su símbolo en el uso global del automóvil.
Cinco décadas atrás, el 6 de octubre de 1973, los países árabes liderados por Egipto y Siria se unieron contra Israel, lo rodearon de manera sorpresiva con el único objetivo de lograr su completa aniquilación. Era Yom Kipur, el día más sagrado para los judíos.
El presidente egipcio, Mohamed Anwar el-Sadat, y su homólogo sirio, Háfez al-Asad, querían recuperar los territorios ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967.
Once días después, Arabia Saudita, que ejercía un papel líder dentro de la OPEP, encabezó un movimiento que tendría consecuencias económicas y geopolíticas duraderas y que mostró a Estados Unidos que no podía dar por sentado su suministro de petróleo.
Según Bessma Momani, experta en Oriente Medio en la Universidad de Waterloo (Canadá), por entonces “había un sentimiento de unidad árabe mucho más fuerte que el actual y los países que llevaban tiempo buscando liberar a los palestinos con opciones diferentes a la militar que impulsaba Egipto, se dieron cuenta de que el petróleo les daba una potente palanca para hacerlo”.
El impacto de la crisis desatada por la OPEP, que había sido fundada en 1960, tuvo múltiples repercusiones. El brutal cambio de precios relativos sumergió en la recesión y disparó la inflación en gran parte de la economía mundial.
El PIB de Estados Unidos se hundió un 6,8% entre el último trimestre de 1973 y el primero de 1975. La economía de Japón se contrajo por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial en el mismo período.
En muchos países, el costo de vida trepó a tasas de dos dígitos por primera vez en el siglo. El shock petrolero de 1973 es considerado un punto de inflexión en la historia económica del Siglo XX.
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