Hoy (1er. sábado de julio), en la Argentina y en el mundo, se celebra el Día del Cooperativismo y de su instrumento práctico, las Cooperativas. Un movimiento que, nacido a fines del siglo XIX en Europa, sigue teniendo vigencia.
Esta forma societaria se define como la asociación de personas que se unen en forma voluntaria para satisfacer en común sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales, mediante una empresa que es de propiedad colectiva y de gestión democrática.
El cooperativismo reúne en el mundo a más de 800 millones de “asociados”, es decir los socios de las distintas cooperativas existentes, las cuales pueden tener los más diversos fines (de ahorro y crédito, de servicios, de vivienda, de trabajo, etc.).
Se trata, además, de un sector que es un motor importante de las economías en las que se encuentra, y es una fuente de más de 100 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.
Históricamente el cooperativismo surgió cuando la Revolución Industrial generó un cambio económico y afectó las condiciones de empleo y calidad de vida de muchos trabajadores europeos, producto del reemplazo de la mano de obra por máquinas.
La idea se incubó a partir del pensamiento social de personajes como Charles Fourier y Pierre Proudhon en Francia, y Robert Owen en Inglaterra.
Estos autores lideraron una corriente de oposición al concepto de lucro, que limitaba las posibilidades de vida digna a los obreros del siglo XIX.
Era un momento en que la “cuestión social” interpeló al primitivo capitalismo, que exaltaba la ganancia por encima de cualquier otra consideración, aun al precio de generar injusticia en la sociedad.
El cooperativismo, a la vista de los desequilibrios sociales, apeló a la capacidad de intercambio recíproco de los seres humanos, introduciendo otra filosofía en el proceso económico.
Hoy, el movimiento cooperativo internacional representa una fuerza notable, que en muchos países es factor de estabilidad e integración humana, en un mundo globalizado.
Desde sus comienzos, el cooperativismo fue en Argentina un factor indispensable para el desarrollo económico y social. La primera cooperativa que se constituyó en el país fue de consumo y fue fundada por inmigrantes franceses y alemanes en Buenos Aires en 1871.
La presencia de los inmigrantes, que traían de Europa la idea cooperativa, fue clave para la expansión del movimiento en la Argentina. Así, se crearon distintas cooperativas en la geografía nacional.
Servían para desarrollar actividades diversas (panadería, telefonía, seguros, agricultura, vivienda y demás), satisfacían necesidades sociales, y aportaron al crecimiento de una sociedad pujante e integrada.
Entre Ríos también conoció el desarrollo de esta fuerza económica y social.
En 1900, en Basavilbaso, un grupo de colonos judíos fundó la cooperativa “La Agrícola Israelita”, la que en 1907 cambió su denominación por la de “Sociedad Agrícola Lucienville Cooperativa Ltda.”.
Los gualeguaychuenses también vieron en esta modalidad un modo legítimo de desarrollo. Abrazando, así, la idea de la asociación, la ayuda mutua y la cooperación, se han desarrollado aquí instituciones señeras que responden a este modelo en áreas como servicios públicos; viviendas; consumo; crédito; seguros; actividad agrícola, comercial e industrial.
© El Día de Gualeguaychú