RSS

Archivo de la etiqueta: halagar

Saber dar y recibir elogios resulta sano y beneficioso

La alabanza de las cualidades y méritos de una persona es una práctica muy humana que, como todas las cosas, suele tener un lado oscuro, aunque también representa un gesto positivo. 

Se sabe que las felicitaciones excesivas, inoportunas o mal planteadas tienen sus riesgos y pueden resultar contraproducentes. En el caso de los niños, por ejemplo, no se puede pecar de halagos y olvidarse de corregir las malas conductas. 

Además, siempre descreídos de los demás, cuando nos elogian sospechamos que somos objeto de algún tipo de manipulación. Vemos en ello un tipo de soborno verbal que nos ofrecen a cambio de satisfacer los intereses de la persona que los brinda. 

Por otro lado, por regla general hemos sido educados contra la vanidad, que en la tradición cristiana es pecado capital. El elogio, en efecto, puede alimentar la presunción, el envanecimiento y la arrogancia y no está bien ser una persona vanidosa. 

Por esta razón, aceptar los cumplidos no resulta sencillo: exige grandes dosis de humildad, evitar caer en la tentación del engreimiento y saber distinguir entre los interesados o tóxicos y los verdaderamente sinceros. 

Como se ve, el elogio tiene un costado inquietante, un lado oscuro, que opaca sus grandes posibilidades humanas, es decir su costado positivo y luminoso. Ocurre que la alabanza de los méritos y cualidades positivas de una persona puede tener un efecto positivo en su salud mental, produciendo una influencia bienhechora en su personalidad. 

Algunos psicólogos sostienen que dar y recibir elogios resulta sano y beneficioso, ya que contribuye a mejorar la autoestima. Recibir un reconocimiento por parte de un jefe en el trabajo o de un docente en el aula, mejora notablemente el desempeño de ese trabajador y de ese alumno. 

Sin embargo, hay razones para sospechar que el elogio es un bien escaso, como si en nuestra sociedad fuese algo reprochable. No aceptar los aplausos, por caso, se ha vuelto casi una cuestión de educación. Como si con su aceptación estuviéramos sugiriendo que creemos merecerlo. 

Cabría preguntarse ¿cuándo fue la última vez que a uno lo felicitaron sin ser su cumpleaños? ¿Y cuántas veces hemos halagado alguna conducta de nuestra pareja, hijos, amigos o compañeros de trabajo? 

Hay cierta unanimidad entre los psicólogos en que nos falta cultura del reconocimiento y que por eso nos resulta mucho más difícil felicitar que criticar. “Estamos entrenados en la autoexigencia y la exigencia a los demás, pero no en ver lo positivo y realzarlo; damos por supuesto que las cosas han de ir bien y que si van mal hemos de quejarnos”, afirma Purificación Sierra, profesora de Psicología del Desarrollo de la UNED.  

Por otro lado, al parecer tendemos más a criticar porque la crítica tiene que ver con la rabia, con manifestar nuestro disgusto, y es más fácil expresar la rabia que las emociones positivas. 

Francisca Berrocal, profesora del máster de Psicología del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, coincide en que no tenemos cultura del premio, ni en el ámbito familiar ni en el de las empresas: “Sólo se felicita lo excelente, y eso es muy difícil de alcanzar, así que sólo se hace una vez de cada muchas o de cada nunca”.  

Por lo visto, siempre proclives a la crítica, somos tacaños en nuestro reconocimiento a los demás; en tanto que nos causa incomodidad la alabanza porque sospechamos que nunca es sincera. 

Pero esa actitud nos impide ver la fuerza liberadora y movilizadora del elogio en los demás y en nosotros mismos. 

© El Día de Gualeguaychú

 
Deja un comentario

Publicado por en 14/08/2022 en Uncategorized

 

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , ,