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Uruguay busca combatir la diferencia cambiaria

El gobierno de Luis Lacalle Pou anunció medidas para evitar que los uruguayos crucen a comprar a Argentina por “los precios extremadamente bajos”.

Se busca de esta manera mitigar el impacto devastador que implica para el comercio oriental el derrumbe del peso argentino, que alienta a los uruguayos a realizar tours de compras en este lado de la frontera.

Las medidas incluyen descuentos en las naftas, estímulos al empleo y beneficios para compras en farmacia. Y beneficia sobre todo a los comercios radicados en los departamentos sobre la costa del río Uruguay.

“A raíz de la diferencia cambiaria que el país tiene con Argentina, que afecta principalmente a los departamentos fronterizos y al litoral, el gobierno ha adoptado un paquete de medidas para esas zonas del país”, afirma el comunicado del gobierno uruguayo.

Según el escrito, estas medidas previstas para los comercios “dentro de un radio máximo de 60 kilómetros del paso de frontera” con actividad “al por menor”, alcanzan potencialmente a unos 10.000 contribuyentes.

La desgravación impositiva en los combustibles, que pasará de 30% a 40%, involucra a estaciones de servicios “ubicadas en un radio máximo de 20 kilómetros de los pasos de fronteras terrestres”. Esto es: Fray Bentos-Puerto Unzué; Paysandú-Colón; Salto-Concordia, Chuy, Aceguá, Río Brando, Rivera, Artigas y Bella Unión.

Sin embargo, incluso con esta iniciativa se mantendrá la brecha de precios en este rubro: mientras que en Argentina 1 litro de combustible cuesta US$0,6 (al tipo de cambio blue), en el lado uruguayo ahora saldrá US$1,14.

Uno de los sectores más golpeados en el litoral uruguayo por la diferencia cambiaria con Argentina es el de las farmacias. Por esta razón, el gobierno de Lacalle Pou dispuso descuentos para las compras en esos comercios en los departamentos de Colonia, Soriano, Río Negro, Paysandú, Salto y Artigas.

En Uruguay hay preocupación por la inestabilidad económica de Argentina, un país donde el peso cae en picada, en un contexto donde el gobierno peronista busca con desesperación evitar una brusca devaluación de la moneda frente al dólar.

Los problemas de “competitividad” atados a la diferencia cambiaria con Argentina descolocan a las firmas uruguayas, produciendo quebrantos y agudizaron el desempleo en la otra orilla.

El propio Lacalle Pou manifestó su preocupación por la situación. “Los precios de bienes básicos argentinos son extremadamente más baratos y naturalmente los vecinos de las ciudades del litoral consumen donde les es más barato”, dijo en declaraciones al diario El Observador.

“Es difícil seguir el ritmo de la economía argentina y de su relación peso-dólar”, se lamentó el mandatario uruguayo.

Por otro lado, la oposición política en Uruguay también viene pidiendo medidas para mitigar las consecuencias por las corridas cambiarias argentinas. El opositor Frente Amplio pidió “medidas de impacto” en la frontera con Argentina, como un descuento mayor al precio de combustibles o habilitar la “microimportación”.

En tanto en el mundo mercantil se cree que lo peor de la brecha cambiaria con Argentina aún está por verse. Al respecto se espera que el dólar libre llegue a $600 pesos en Argentina para el cierre del año.

“Con Argentina hace veintipico de años que venimos así y lo que parecía ser una excepción o algo coyuntural terminó siendo algo estable y estructural”, dijo en marzo de este año el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, al considerar que la brecha cambiaria se quedará por mucho tiempo.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 16/05/2023 en Uncategorized

 

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El desafío democrático: gestionar el pluralismo

Aunque la polarización es un fenómeno global, podría decirse que la sociedad argentina, con su historia de intolerancia política, tiene su propia pulsión cainita (de Caín) de unos contra otros, lejos del ideal democrático del respeto a las diferencias.

En toda democracia hay diferencias de opiniones, orientaciones, disposiciones de los individuos que reflejan la existencia de sociedades diversas y plurales. Pero el problema es cuando la inevitable divergencia se troca en oposiciones irreductibles, que ponen en vilo la convivencia social.

De esta manera la democracia, en lugar de ser un espacio para la discusión, la deliberación y la competición de ideas, deviene en una confrontación amigo-enemigo, en la cual la política es la continuación de la guerra por otros medios.

Se sabe que en los últimos años ha aumentado el grado de “polarización” en las democracias occidentales. Se trata de fracturas sociales y políticas que en un punto vuelven inviable la gobernabilidad al interior de los países, deviniendo el fenómeno en uno de los más inquietantes del siglo XXI.

En este sentido, cabría postular como hipótesis política que a mayor polarización mayores son las dificultades para generar consensos entre grupos, en aras de la gobernabilidad del propio sistema.

En la Argentina el fenómeno tiene nombre propio: “grieta”. Y algunos analistas sugieren que refleja en realidad la existencia de “dos países” en uno, en tanto que otros aluden a un proceso psicosocial perturbador que fractura el tejido social, a nivel familiar, de amistades, y finalmente comunitario.

La mentalidad divisoria que predomina en la sociedad argentina, en realidad no es nueva y hay quienes creen que se remonta a los orígenes, es decir al tiempo en que intentó darse una organización política propia.

“La Argentina es una casa divida contra sí misma y lo ha sido al menos desde que Moreno se enfrentó a Saavedra”, es el balance que hace el historiador norteamericano Nicolas Shumway, en su ensayo “La invención de la Argentina”.

Según su tesis, la elite que se encargó de forjar la primera idea de la Argentina, durante el siglo XIX, fracasó en su intento de dotar al naciente país de una “ficción orientadora” común.

Estas ficciones de las naciones suelen ser creaciones artificiales como las ficciones literarias. Pero son necesarias para darles a los individuos de ese país un sentimiento de pertenencia, de identidad colectiva y un destino común nacional.

Pero resulta que la Argentina nunca se puso de acuerdo respecto de sus ficciones orientadoras. En su lugar creó una “mitología de la exclusión”, una receta para la división antes que un pluralismo de consenso.

El fracaso en la formación de un marco ideológico para la unión ayudó a producir lo que el escritor Ernesto Sábato ha llamado una “sociedad de opositores”, más interesada en humillar al otro que en desarrollar una nación viable y unida.

Por eso la Argentina contemporánea es un país que le ha dado carta de ciudadanía a los fanáticos, sujetos que adhieren a una creencia incondicional, incapaces de moverse en un escenario de opiniones divergentes.

El fanático se cree dueño de la verdad, rechaza la crítica y atribuye valor absoluto a sus ideas. La violencia acompaña su comportamiento, impulsado por el deseo de imponer su dogma por la fuerza.

A la vista de esta realidad, la cultura de la pluralidad sigue siendo el talón de Aquiles de Argentina, cuya democracia está infectada de intolerancia sectaria donde no se acepta la opinión diferente.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 27/03/2023 en Uncategorized

 

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La otredad: cómo tratar al otro que es diferente

El 12 de octubre, fecha en la que tradicionalmente se conmemoró la llegada de los españoles a América, es un día de reflexión histórica acerca de la diversidad cultural y étnica.

Los antropólogos utilizan la palabra “otredad” para explicar el descubrimiento del “otro”, que es cualquier persona percibida como diferente y que nos sirve para “interdefinir” nuestra identidad.

“A la pregunta acerca de cómo comportarse frente al otro no encuentro más manera de responder que contando una historia ejemplar: la del descubrimiento y conquista de América”, refiere el filósofo y escritor búlgaro-francés Tzvetan Todorov.

Eso dice en “La conquista de América”, un ensayo sobre la confrontación cultural en el Nuevo Mundo, cuyas implicaciones van mucho más allá de la América del siglo XVI.

Esta obra, convertida en un clásico del género, ofrece una original interpretación del descubrimiento de América por Cristóbal Colón y la subsiguiente conquista y  colonización de México y el Caribe realizadas por los españoles.

El tema principal del libro es el “otro”, el diferente, el extraño. Todo eso que se resume en el término “alteridad” (del latín “alter”= “otro”). En el reconocimiento y la valoración de la existencia de ese “otro”,  exploramos y construimos nuestra identidad.

“Quiero hablar del descubrimiento que el yo hace del otro”, refiere Todorov en su ensayo donde expone la idea de que el “otro” nos perturba porque no es “uno de los nuestros”, y frente al cual nos podemos parar de tres maneras.

“Uno puede descubrir a los otros en uno mismo. Porque los otros también son yos, sujetos como yo”, afirma el escritor al señalar que esta percepción nos ayuda a entender que todos somos seres humanos y entonces somos en gran medida semejantes.

Pero aclara que también hay “otros” que pertenecen a sociedades muy lejanas en lo cultural, moral, histórico y de esta manera percibimos a los demás como “diferentes”.

Por último pueden aparecer como radicalmente extraños. En efecto, “pueden ser desconocidos, extranjeros cuya lengua y costumbres no entiendo, tan extranjeros que dudo, en el caso límite, en reconocer nuestra pertenencia común a una misma especie”.

En gran medida españoles y aborígenes americanos, en el siglo XVI, se vieron como “radicalmente otros”, no prevaleció la idea de que eran, más allá de las diferencias,  semejantes entre sí.

Imbuidos de eurocentrismo, creídos de su superioridad humana, los españoles sometieron a los pueblos nativos de América. La historia se conoce: los poderosos imperios azteca e inca fueron pronto derrotados, su oro y plata saqueados, y los pueblos indígenas esclavizados y convertidos a la fe católica a la fuerza.

Millones murieron a causa de enfermedades europeas contra las que no estaban inmunizados. Aunque pronto surgieron voces, como la de Bartolomé de las Casas, a favor de la protección de los indígenas.

En realidad, lo que pasó en América fue un capítulo más de la historia de la  humanidad donde el “otro” es visto con desconfianza, con hostilidad o simplemente es discriminado como un ser inferior.

La esclavitud, por la que las personas se convierten en una cosa o mercancía, quizá sea la forma más aberrante de otredad. El tema es universal y toca las problemáticas de las sociedades contemporáneas, donde se impone reflexionar acerca del “otro”, del extranjero, del forastero, del diferente cultural, del inmigrante, del pobre, del que tiene distinta religión, el de distinta ideología, el viejo o el que tiene una discapacidad.

© El Día de Gualguaychú

 
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Publicado por en 15/10/2021 en Uncategorized

 

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