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El juicio que acaparó la atención del mundo

Millones de espectadores en todo el mundo siguieron la batalla legal entre dos pesos pesados ​​de Hollywood: Amber Heard y Johnny Depp. ¿A qué atribuir tanta curiosidad y por qué el impacto que generó el fallo del tribunal?

El atractivo que despertó este juicio en el público es atendible si se piensa que en él se ventilaron aspectos de la vida íntima de esta pareja hollywoodense, una relación marcada por la violencia, el alcohol y las drogas.

¿Por qué nos interesan tanto las celebridades? Al parecer la fama es un poderoso imán cultural. Como especie hipersocial prestamos atención a la conducta de los demás, sobre todo de aquellos que están siempre en la televisión y los medios de comunicación.

El tema se vuelve más atractivo cuando en el universo de las superestrellas de Hollywood tiene lugar un escándalo, que a veces les sirve a los protagonistas para alcanzar más notoriedad.

Lo cierto es que la disputa entre Amber Heard y Johnny Depp ha reunido todos los condimentos para atrapar el interés del público mundial. Ha sido de hecho uno de los casos de ruptura más truculentos.

Todo comenzó cuando Depp, el célebre protagonista de la saga “Piratas del Caribe”, demandó a su ex esposa Heard por difamación por el artículo de opinión que escribió en el Washington Post en 2018, donde ella contó  sus experiencias de abuso doméstico.

Allí describe a Depp como un hombre celoso y violento cuyo comportamiento errático, provocado por el uso de las drogas, derivó en constante maltrato.

Los abogados del actor, en cambio, dijeron en el juicio que el artículo está lleno de detalles falsos, donde Heard insinúa que fue víctima de abusos físicos y sexuales durante su matrimonio con Depp. 

Ahora un jurado popular de siete miembros en Virginia dictó por unanimidad un fallo a favor del demandante, condenando a la actriz a pagar US$15 millones al actor.

El jurado también consideró que Heard fue difamada, pero por Adam Waldman, abogado de Depp, y solo en una de las tres afirmaciones que ella presentó en su contrademanda. Por ello, el actor deberá compensar a su ex esposa con US$2 millones.

Johnny Depp, tras conocerse el fallo a su favor, rompió una lanza a favor de la presunción de inocencia en el ámbito público: “espero que ahora la posición, tanto en los tribunales como en los medios de comunicación, vuelva a ser de (considerar a alguien) inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

Pero el verdadero trasfondo de esta pelea se conecta con  la causa del feminismo. Luego de la sentencia, Heard apeló a su condición de mujer y aseguró que todas las mujeres en general salieron perdiendo luego de este juicio. “Estoy aún más decepcionada con lo que significa este veredicto para otras mujeres”, señaló desde sus redes sociales.

¿Qué impacto tiene el fallo del tribunal de Virginia en relación con la cuestión de género?  “El fallo Depp-Heard levantará salvaguardas contra las falsas denuncias y los excesos de una corriente que pasó del empoderamiento a la soberbia”, escribió la periodista argentina Claudia Peiró, al señalar que esta vez no funcionó la lógica binaria según la cual siempre la mujer es buena y el varón es malo. 

En su opinión esta sentencia “será positiva para la gran mayoría de las mujeres que no nos sentimos representadas por un feminismo que promueve el apartheid sexual y sostiene que en todo varón se esconde un depredador de la mujer”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 04/06/2022 en Uncategorized

 

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Comentarios que difaman a otros

Hablar mal de otras personas en su ausencia, dañando así su reputación, es una práctica antiquísima, aunque repudiable por todos los códigos de moral. Se conoce como chisme, maledicencia o murmuración.

“Sacar el cuero” se suele decir en Argentina. Una expresión elocuente que designa el acto de despellejar a alguien. Efectivamente, hay un nexo entre desollar (quitar la piel del cuerpo) y mancillar la honra de alguien.

Esta expresión gauchesca, sin embargo, deviene de una práctica habitual en el campo argentino en el siglo XIX, cuando era común que los bebes fueran envueltos en cueros de cordero mientras dormían.

Según cuenta Roberto J. Payró “cuando estos cueros se muestran a la luz, ya se adivina el resto”. Hoy la expresión sacar el cuero, resignificada, equivale a hacer revelaciones negativas sobre alguien.

Se dice que el chisme tiene dos leyes fundamentales. Una es que su víctima nunca se da cuenta de que están hablando mal de ella. La otra es que tampoco toma noción del increíble alcance de esa marea de información calumniosa.

La Real Academia Española (RAE) define chisme en estos términos: “Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna”.

Es decir, se está ante un comentario que busca descalificar a las personas, haciendo que su fama o nombre, queden dañados ante los demás. Para tener dimensión del daño hay tomar nota que el respeto público, para decirlo de alguna manera, es inherente a la condición humana.

“El hombre, como ser social, siempre está orientado al exterior. Logra la primera sensación básica de la vida a través de la percepción de lo que los demás piensen de él”, decía el filósofo Jean-Jacques Rousseau.

En este sentido las personas desean, como una inclinación natural, una opinión favorable de la sociedad en que viven. La estima ajena funda el honor y el respeto público.

Ahora bien, hablar con desaprobación sobre alguien, por tanto, hace que esa imagen caiga en descrédito. Mover la “opinión pública” contra alguien, mediante el chisme, tiene por tanto un poder destructivo notable.

La mayoría de los códigos morales y religiosos reprueba esta práctica. En la tradición judeo-cristiana está fuertemente condenada, porque la murmuración es vista como un pecado contra la caridad o el amor.

En la Biblia, donde se condensa esa tradición espiritual de Occidente,  abundan los textos al respecto. El murmurador (o chismoso) en hebreo  significa difamador o llevador de cuentos.

Con respecto a Jesús, en los Evangelios se habla de que los líderes religiosos de Israel murmuraban contra él, diciendo que andaba con recaudadores y prostitutas. También la “multitud” lo criticaba en secreto porque no llenaba sus expectativas.

Ya en el Antiguo Testamento, en el libro de Proverbios, compuesto por extensas sentencias y máximas sapienciales, atribuidas tradicionalmente al rey Salomón, hay varias advertencias contra los chismosos y maliciosos.

“El que anda en chismes descubre el secreto. No te entremetas, pues, con el suelto de lengua”, se lee allí. Además se afirma: “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos”.

También en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, se condena la calumnia y la difamación. “Y no os espiéis ni habléis mal del ausente, pues ello es tan repulsivo como comer la carne de un hermano muerto. ¿Acaso alguno de vosotros desearía hacerlo? Por supuesto que os repugnaría”, se lee.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 30/08/2015 en Uncategorized

 

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La reputación de las personas en la Web

Las redes sociales como Facebook o Twitter pueden convertirse en plataformas peligrosas que arruinan la reputación. Pero cualquiera que daña la imagen de otra persona tiene que responder penalmente.

Para mucha gente, la web es una selva en la que reina la anarquía. Un espacio en el cual se puede acusar alegremente a otra persona, injuriarla o difamarla, sin reparar en las consecuencias de esos actos.

La sensación de impunidad al usar las redes sociales es un arma peligrosa en manos de quien no conoce sus límites. Pero algunos fallos y sentencias judiciales advierten que “no todo vale” en la red.

Si acusar sin pruebas es un delito en la vida real, nada debería hacer pensar que en Internet tenga que ser diferente. En San Juan, por caso, una mujer que sindicó a un hombre como supuesto secuestrador, por las redes sociales, ahora afronta un proceso civil.

La información indica que Andrea Famía, una madre sanjuanina de 39 años, recibió un mensaje en WhatsApp en el que se advertía sobre un secuestrador que se estacionaba en los colegios.

Sin pensarlo mucho, subió la foto del individuo a Facebook, creyendo haber cumplido su deber ciudadano. Pero compartir una denuncia contra una persona, publicar su nombre o su imagen, acusándola de algún delito, conlleva una responsabilidad civil y penal.

De eso se enteró Femía cuando el hombre de la foto, Orlando Heredia, un albañil desocupado que alega que estaba esperando a su primo en una camioneta cuando le tomaron la imagen, fue a la Justicia a defender su buen nombre.

Ahora el Juzgado de Faltas de Segunda Nominación, a cargo de Ricardo Grossi Colombo, va a determina si se debe indemnizar a Heredia por una acusación sin pruebas. Esta historia revela que la justicia está actuando ante la práctica de denuncias infundadas en la web.

Algunos usuarios creen que ejercen “justicia ciudadana” porque exhiben online a supuestos violadores, padres violentos, ladrones, maltratadores de animales o infractores de tránsito.

Pero no se percatan que compartir denuncias infundadas (que no pueden probarse) contra terceros en redes sociales conlleva una responsabilidad civil y penal. En la web también se pueden cometer delitos de calumnias e injurias, o actuar en contra del honor de otros.

La difamación, por ejemplo, consiste en la comunicación que un sujeto o varios realizan sobre una persona, con el ánimo de dañar su reputación, acusando de manera falsa, de modo que la persona resulta perjudicada y afectada en su honorabilidad y su dignidad.

“La difamación es un delito, y como tal debe ser perseguido, tenga lugar dentro o fuera de la red”, le dijo a BBC Mundo, Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información de Business School de Madrid.

Los expertos en el tema aclaran que a menudo lo que circula por la web puede tratarse de una opinión y el planeamiento puede no necesariamente encajar en los parámetros legales de difamación, injuria o calumnia.

En todos los casos, señalan, quien cree sentirse dañado por alguna de estas acciones, debe aportar pruebas materiales a la justicia, señalándole por ejemplo que han ocurrido en un sitio web en particular y aportando imágenes de lo publicado.

Siempre es aconsejable leer los términos de uso del sitio donde se publicó el comentario, pues ellos reflejan la prohibición o condena a ese tipo de publicaciones.

El abogado constitucionalista argentino Gregorio Badeni, considera que “si existe un delito de calumnias e injurias, o un delito contra el honor, corresponderá a la Justicia determinar qué alcance tiene y también la reparación”.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 16/05/2015 en Uncategorized

 

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