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Los accidentes de tránsito, entre las principales causas de muerte

Hoy (10 de junio) en Argentina se celebra el Día de la Seguridad Vial, dedicado a promover la educación vial como estrategia para reducir los accidentes de tránsito, causa importante de morbimortalidad.

La fecha elegida se debe a un curioso suceso de la vida nacional: el “cambio de mano” de circulación. En nuestro país regía la norma que ordenaba el sentido del tránsito por la mano izquierda, al igual que en Gran Bretaña. Pero el 10 de junio de 1945 se decretó el sentido del tránsito por la derecha, tal como es norma generalizada en la mayoría de los países.

Según establece “Pensar Salud”, sitio web dedicado a estadísticas y buenas prácticas sanitarias, los accidentes de tránsito se posicionan dentro del top 5 de los motivos de muertes en el país.

Los accidentes automovilísticos están en 4º lugar de los hechos que mayor cantidad de muertes producen a nivel nacional.

El listado se compone así: en 1º lugar, por enfermedades del corazón y el sistema circulatorio; en 2º, por tumores y cánceres; 3º, por enfermedades respiratorias; 4º, por los accidentes de tránsito y la violencia; en 5º lugar, por infecciones y parásitos.

Durante el año 2022, de acuerdo a las estadísticas producidas por la ONG Luchemos por la Vida, se produjeron 6.184 muertes por esta causa. La cifra es mayor de la informada de manera preliminar por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), la cual determinó que fueron 3.828 víctimas fatales.

Una de las razones del sub-registro de la agencia oficial estatal es que de manera preliminar incluye sólo a las víctimas en el lugar del hecho y la ONG abarca, además de ellas, a los fallecidos dentro de los 30 días posteriores al siniestro.

Por lo que se estima que unas 2.000 personas fallecieron en los días posteriores al accidente, aunque los datos de la asociación no son oficiales ni fueron aún constatados por el Consejo Federal de Seguridad Vial (CFSV).

Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, entre las víctimas fatales por accidentes, el 75% de los casos fueron hombres menores de 35 años. El 52% de los accidentes ocurren en las rutas, el 20% en las calles y el 14% en las avenidas.

A modo de desglose, los tipos de usuarios fueron: 40%, ocupantes de motos; 27% de autos; 10% de peatones; 8% de camionetas; 4% de ciclistas; 3% de transportistas de carga.

Los motivos que ocasionan un accidente no solamente se dan por una mala maniobra o un simple hecho de “mala suerte”. Son muchos los factores que deben ser tenidos en cuenta y que convergen a la hora de establecer los causantes de un siniestro vial.

De manera general, las causas son: el error humano (89,5%), el medio en el que se produce el siniestro (8,8%) y muchísimo más lejos, el estado del vehículo (1,6%).

De esta forma, se confirma que en la mayoría de los casos los “accidentes” son por culpa del conductor: ya sea por alguna actitud negligente, una distracción o la propia impericia. De manera particular, la principal causa de siniestros viales en Argentina, es el uso de celular mientras se conduce.

Otro factor que tiene un alto grado de implicancia en los accidentes de tránsito, es el alcohol. Según los datos relevados, en 1 de cada 4 accidentes viales hay presencia de alcohol, estipuló Seguridad Vial de la Nación Argentina.

Otros de los factores determinantes es la falta de los elementos de seguridad entre los motociclistas nacionales, como luces, chaleco refractario y casco.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 11/06/2023 en Uncategorized

 

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La inseguridad vial empaña las vacaciones

En Entre Ríos, ya son 18 los muertos por accidentes en ruta en lo que va del año, de tal manera que la provincia se encuentra bajo “alerta epidemiológica” ante la cantidad de siniestros.

Así calificó el cuadro de situación la ministra de Salud, Sonia Velázquez, para quien el problema sanitario que genera más preocupación actualmente son los heridos y muertos en accidentes viales.

“La accidentología vial conforma una gran alerta epidemiológica”, sentenció la funcionaria, la cual confirmó que el saldo luctuoso de los accidentes viales se nota en las terapias intensivas de los hospitales provinciales.

“Hay unos ocho pacientes internados por Covid, otros por eventos cardiovasculares y una gran accidentología que nos está atravesando, por lo que estamos en una labor estratégica con la Policía”, informó Velázquez.

En tanto, el comisario inspector a cargo de Operaciones Viales de la Policía de Entre Ríos, Luis Báez, admitió que “este mes vemos estadísticas que sorprenden en relación a la accidentología vial y tiene que ver con el aumento de circulación en rutas, pero sobre todo con la imprudencia y la falta de conciencia y responsabilidad ciudadana”.

Desde la fuerza de seguridad informaron que las mayores causas de siniestros en rutas entrerrianas se deben a “excesos de velocidad, adelantamientos en doble línea amarilla y no respetar las señales de tránsito” e insistieron en respetar las señales y los límites de velocidad.

Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por siniestros de tránsito. Según la Asociación Luchemos por la Vida en el país mueren diariamente 19 personas por accidentes en rutas y caminos.

Además, hay más 7.200 víctimas fatales por año y unos 120.000 heridos de distinto grado y miles de discapacitados.

“Pero no se trata de números, sino de vidas humanas. De hombres, mujeres, jóvenes y niños, que vieron truncadas sus vidas a causa de un accidente de tránsito”, refiere la asociación civil.

El hecho de no respetar el límite de velocidad o las señales de tránsito –dos de las causas de las tragedias viales- revela que los argentinos tienen un problema con las normas.

En muchos casos no se cumplen las recomendaciones básicas, a saber: no consumir alcohol si se va a conducir; colocarse el cinturón de seguridad; controlar el vehículo antes de salir a la ruta; no exceder la velocidad máxima indicada; no sobrepasar vehículos si hay línea amarilla en la ruta.

Además, a la estadística de muertos en accidentes de tránsito hay que sumarle el otro costo humano: los heridos de gravedad, que muchas veces mueren a los pocos días de los siniestros.

Hay una discusión respecto de si es correcto seguir empleando la palabra “accidente” para referirse a los hechos dolorosos que se producen durante la circulación vehicular por autopistas, calles y rutas.

El “accidente” es un “suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”, según el diccionario, de lo cual se deduce que se está en presencia de un hecho casual, fortuito, y por tanto involuntario.

Pero no siempre un accidente vehicular implica un comportamiento casual. La mayoría de las veces es causal, es decir que es consecuencia de una acción voluntaria, intencional o dolosa.

Algunos expertos viales consideran que el 90% de la responsabilidad en el siniestro vial no es atribuible ni al factor vehicular ni al medioambiental, sino al factor humano.

Eso significa que la clave de todo pasa por prevenir, por consolidar una cultura de la conducción segura y responsable.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/01/2023 en Uncategorized

 

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Accidentes de tránsito: la clave es la prevención

Hoy (10 de junio) en Argentina se celebra el Día de la Seguridad Vial, dedicado a promover la educación vial como estrategia para reducir los accidentes de tránsito, causa importante de morbimortalidad.

La fecha elegida se debe a un curioso suceso de la vida nacional: el “cambio de mano” de circulación. En nuestro país regía la norma que ordenaba el sentido del tránsito por la mano izquierda, al igual que en Gran Bretaña. Pero el 10 de junio de 1945 se decretó el sentido del tránsito por la derecha, tal como es norma generalizada en la mayoría de los países.

En Argentina, el índice de víctimas fatales causadas por accidentes viales alcanza casi los 8.000 casos por año, sin contar las otras 120.000 personas que sufren lesiones por este tipo de accidentes. Así, nuestro país se posiciona entre los que tienen más muertes producidas por accidentes viales.

El concepto de seguridad vial se utiliza para referirse a todo el conjunto de medidas, disposiciones, normas, entre otras, que existen en torno a la circulación de personas y automóviles por las calles y autopistas, y que tiene la clara misión de prevenir accidentes de tránsito que involucren a los sujetos mencionados.

El exceso de velocidad, la falta de señalización, las fallas mecánicas, los animales sueltos, las distracciones causadas por el uso de dispositivos mientras se conduce —como el teléfono celular, radios, pantallas, etc.—, la ingesta excesiva de alcohol son, entre otras, las causas recurrentes de los accidentes de tránsito.

Sin embargo, podría decirse que la principal causa de víctimas fatales por accidentes viales es el exceso de velocidad: no es lo mismo chocar, por accidente, a 80 km/h que hacerlo a 120 km/h.

Al respecto las Naciones Unidas (ONU) celebraron en mayo de este año la 6ª Semana Mundial para la Seguridad Vial, con el lema “Streets for life” (“Calles para la Vida”).

La iniciativa promueve que en las calles se establezca una velocidad máxima de 30km/h para salvar vidas al disminuir la velocidad de circulación, en especial la de los más vulnerables en el tránsito, y lograr ciudades más seguras, saludables, verdes y habitables.     

Asociado con esto, los expertos señalan que el uso del cinturón de seguridad en los vehículos, el casco en las motos y las bolsas de aire —airbag— son las precauciones más eficientes al momento de disminuir los riesgos que presenta cualquier accidente de tránsito.

Se suman a ellos, los permanentes controles de tránsito, principalmente en las rutas, efectuados por los entes u organismos competentes.

Hay una discusión respecto de si es correcto seguir empleando la palabra “accidente” para referirse a los hechos dolorosos que se producen durante la circulación vehicular por autopistas, calles y rutas.

“Suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”, así define a “accidente” la Real Academia Española. De lo cual se deduce que se está en presencia de un hecho casual, fortuito, y por tanto involuntario.

Pero no siempre un “accidente” vehicular implica un comportamiento casual. La mayoría de las veces es causal, es decir que es consecuencia de una acción voluntaria, intencional o dolosa.

Algunos expertos viales consideran que el 90% de la responsabilidad en el siniestro vial no es atribuible ni al factor vehicular ni al medioambiental, sino al factor humano.

Eso significa que la clave de todo pasa por prevenir, por consolidar una cultura de la conducción segura. De lo que se trata, de última, es de educar la conducta de los conductores.

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Publicado por en 12/06/2021 en Uncategorized

 

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La ebriedad y el descontrol al volante en esta época

Un desarreglo general, seguido de la toma innecesaria de riesgos, puede hacer que los festejos de fin de año se traduzcan en una experiencia amarga o en accidentes mortales.

La locura automovilística preside en muchos casos las calles y las rutas. El descontrol al volante -esta manía de desafiar estúpidamente a la muerte-, parece potenciarse en un tiempo festivo y vacacional, y cuando las rutas están atestadas de vehículos.

Querer llegar más deprisa que los demás, pretender ganar algunos minutos en la ruta, o la vana satisfacción de superar al vehículo que va adelante.

Nada de eso justifica el riesgo que se corre: la muerte, ya sea la propia o la de otros. Ni hablar del absurdo de conducir alcoholizado, lo que los convierte directamente en enajenados al volante.

La recomendación es no conducir vehículos si uno ha consumido bebidas alcohólicas, ya que esto aumenta el riesgo de sufrir accidentes viales, de suerte que quien conduce en estas condiciones se expone a provocar una tragedia.

La ingesta de bebidas alcohólicas, por otro lado, está estrechamente ligada a riesgos de accidentes automovilísticos. La asociación civil Luchemos por la Vida calcula que este consumo es el factor determinante en el 50% de las muertes por colisiones en el tráfico.

Conviene recordar que las bebidas alcohólicas son sustancias psicoactivas que tienen la propiedad de generar cambios en el organismo tales como modificar el ánimo, la memoria, el pensamiento, las sensaciones y la voluntad.

En realidad, las defunciones por accidentes relacionados con el alcohol (choques y atropellamiento) ocupan los primeros lugares entre las causas de muerte en muchos países.

Todas las estadísticas en Argentina muestran una estrecha relación entre la bebida y las víctimas fatales en el tránsito. Según cifras difundidas por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, durante el 2018 el 43,8% de las víctimas fatales se transportaban en motocicletas; el 42,8% tenían entre 15 y 34 años y el 51,4% sucedió en horario nocturno de 19 a 7 horas. El 77,9% de las víctimas eran hombres.

“Los datos oficiales demuestran que los jóvenes que circulan en motocicleta son los más vulnerables. El alcohol y la nocturnidad son factores que influyen en la cantidad de hechos viales que ocurren”, puntualizó Facundo Jaime, vocero del Observatorio Vial de la Cecaitra, cámara que nuclea a las empresas productoras de software vial.

En los horarios de salida de bares y boliches, los jóvenes con más alcohol en sangre que el permitido son los más afectados.

El Observatorio Vial de la Cecaitra realizó un sondeo en más de 1.600 hogares. Consultó a conductores y no conductores si estarían de acuerdo con que los controles de alcoholemia en bares, locales bailables y restaurantes fuesen obligatorios. Los resultados fueron similares entre los que manejan y los que no: 9 de cada 10 apoyan la obligatoriedad de la posible medida.

“Es importante que reconozcamos la importancia de estos controles, ya que hay un sector de nuestra sociedad, conformado por jóvenes, que lamentablemente protagonizan cientos de siniestros viales diarios, dejando muchos su vida en ellos. Que la gente esté a favor de los controles de alcoholemia obligatorios, demuestra que hay conocimiento de la problemática. Sin embargo, que se piense que solo la obligatoriedad de estos test los harían efectivos, da cuenta del rechazo que se les tiene. Generar conciencia vial es explicarle a la sociedad que los test son herramientas de prevención y no de control”, destacó Jaime.

 

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Publicado por en 23/12/2019 en Uncategorized

 

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El factor humano detrás de los accidentes viales

Diversas estadísticas dan cuenta que entre los factores que influyen en un accidente (contexto, vehículo, conductor) el factor humano aparece como responsable en casi un 90 por ciento de las ocasiones.

Este dato sugiere que la forma de conducir es una manifestación de la personalidad y que nuestro cuerpo dota de sentimientos al vehículo. ¿Conducimos, acaso, como vivimos?

Al respecto distintos especialistas en materia vial consideran que el carácter y el estado de ánimo influyen notablemente a la hora de conducir, siendo variables más complejas de determinar y prevenir que, por caso, el cansancio o la distracción.

Como la psicología es clave para desentrañar la conducta al volante, varios estudios viales se enfocan en la personalidad de las personas, estableciéndose correlaciones de diverso tipo.

Por ejemplo, cabría postular que quien es prudente en su trabajo y con su familia lo es también al volante y que, en paralelo, quienes son irascibles en lo cotidiano son más propensos a sufrir accidentes viales.

En este sentido, sería posible descubrir el carácter de una persona con solo viajar a borde de su automóvil. De hecho alrededor de este tópico –la traslación de los rasgos de personalidad del sujeto en el volante- giran los estudios de la Psicología del Tránsito.

Esta nueva especialidad tiene como objetivo principal trabajar en la solución de la problemática de los accidentes de tránsito aplicando técnicas psicodiagnósticas. Lo que se busca, al respecto, es una mejor evaluación de las personas que acceden a la licencia de conducir.

También se trata de evaluar a las personas que controlan el tránsito, los inspectores, al tiempo que se busca capacitar a los choferes profesionales, asesorar en el manejo defensivo, y trabajo con peatones, entre otras prácticas.

En el país existe la Comisión Nacional Psicología del Tránsito, integrada por un grupo de psicólogos pertenecientes a distintas provincias argentinas que trabajan en la red de tránsito en todo el territorio argentino.

Desde ese ámbito, y con base en la investigación de la personalidad de los conductores, se busca desarrollar una estrategia preventiva orientada a detectar las variables del carácter que pueden influir en la accidentalidad y, de tal modo, reducir las fatalidades en calles y carreteras.

La doctora en psicología Marta Díaz de Dragotta, que integra la Comisión Nacional de Psicología del Tránsito, opina que si bien es cierto que los accidentes de tránsito son multicausales, sin embargo el principal protagonista y factor es el ser humano.

“Todos y cada uno atravesados por estilos de personalidad diferentes y formas de resolver una situación frente al volante”, refiere al señalar que es clave en la prevención la dimensión psico-social.

Al respecto, resalta la importancia de  la evaluación psicodiagnóstica-clínica de los futuros conductores, en aspectos como madurez emocional, madurez perceptivo-motriz, niveles de tolerancia (que va de la mano con el manejo de la ansiedad y la capacidad del sujeto de esperar), y el manejo de los impulsos.

Por lo demás, se cree que en Argentina gran parte de los problemas, incluidos los de tránsito, tienen importantes raíces culturales. Es decir, están relacionados con ciertos valores, creencias, normas y hábitos arraigados en nuestra sociedad.

Sobre el particular, se estima que el in­cum­pli­mien­to de las nor­mas de trán­si­to re­fle­ja el estado de ano­mia que pa­de­ce la so­cie­dad ar­gen­ti­na.

 

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Publicado por en 29/11/2019 en Uncategorized

 

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Conductores y peatones: una convivencia difícil

¿Por qué se tiene la impresión de que conductores y peatones rivalizan en esa selva que suele ser el tránsito? ¿Es que acaso son dos especímenes distintos?

Mientras unos no ceden el paso, porque van arriba de un vehículo, circunstancia que les daría sensación de poder, otros cruzan la calle por cualquier lado sin medir los riesgos.

Sin embargo, no se trata de dos razas diferentes sino de dos roles distintos que cada uno de nosotros interpreta en el espacio público, dependiendo de las circunstancias.

En definitiva, somos peatones cuando vamos a pie y conductores cuando vamos al mando de un vehículo. Curiosamente, a poco que cambiarnos de rol olvidamos el hecho de que somos la misma persona que circula, aunque bajo modalidades distintas.

Es interesante la etimología de la palabra peatón. Del latín “pedís” pasó al francés como “piéton”, aplicándose al soldado que combatía a pie. A partir del siglo XVI pasó al español para designar a aquellos que deambulan caminando por cualquier espacio público, y no utilizan ningún tipo de vehículo de transporte.

Se diría que los peatones son los conductores de su propio cuerpo. Pero por esto mismo, en la calle, son más vulnerables al atropello. Aparecen como los protagonistas más débiles.

Demás está decir que aquellos peatones que tienen alguna discapacidad o que simplemente son mayores, con dificultades objetivas para desplazarse, están más expuestas a sufrir lesiones en la vía pública.

Alguien ha dicho, por otro lado, que el transeúnte tiene una desventaja: los modelos de autos vienen cada vez más veloces; en cambio, el de los peatones es el mismo modelo de la antigüedad.

Y la tendencia de mayor hegemonía de los vehículos parece confirmar la sospecha de que el peatón es el eslabón más débil. “En el mundo, cada año, hay un millón de autos más, y como esta tendencia se va a acentuar, conviene cruzar las calles ahora”, se dice con humor.

Gran parte de las estadísticas sostienen que la mayoría de los conductores no les da la prioridad de paso a los peatones. Automovilistas, motociclistas y colectiveros suelen ser desconsiderados con los transeúntes.

Sin embargo, no toda la carga de la responsabilidad en el tránsito pasa por los conductores. La Ley de Tránsito desmiente esta creencia, toda vez que fija obligaciones para los peatones.

De hecho muchos de ellos no respetan la luz roja del semáforo peatonal, no caminan por la vereda, cruzan por el medio de la calzada, cruzan corriendo o van hablando por celular.

Cualquier observador atento podrá corroborar que no son pocos los que cruzan a mitad de cuadra. Hay quienes, además, cruzan las esquinas en diagonal, lo que está prohibido.

Después están los que caminan por la calle en vez de utilizar la vereda. En algunos casos, es cierto, se lo impiden obstáculos ubicados en plena acera (montículos, escombros o vehículos atravesados).

Pero en otros nada justifica circular por la calle, con lo cual se exponen a que algún vehículo los choque. Además, ¿no se ve gente apurada y distraída que camina mal por la ciudad?

En suma, cabe decir que existen malos hábitos en unos y en otros. Los conductores sienten que no tienen por qué darle prioridad al peatón, incluso aunque ellos mismos en otro momento del día ocupen ese rol y la reclamen.

Y a esto se suma que los peatones también transgreden permanentemente las normas y circulan mal. Sólo el respeto de las normas posibilitaría la convivencia entre ambos actores.

 

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Publicado por en 22/10/2019 en Uncategorized

 

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Hacia una cultura de la conducción segura

Todo cuanto se haga para generar una cultura responsable en los conductores (automovilistas, motociclistas, etc.) puede salvar miles de vidas que, año a año, se pierden en accidentes de tránsito evitables.

Tanto desde los gobiernos como desde la sociedad civil se debe seguir insistiendo en la necesidad de crear conciencia en la población, para que aprenda algunos comportamientos y hábitos que la ayuden a proteger sus vidas en rutas y calles.

La morbimortalidad por lesiones viales es uno de los principales males de las sociedades. Razón por la cual las medidas de seguridad para los conductores adquieren una relevancia de primer orden para la salud pública.

La situación de la seguridad vial en Argentina es dramática, según todas las estadísticas. De acuerdo a la asociación civil ‘Luchemos por la Vida’, el país ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por esta causa.

El dato es que 21 personas mueren por día, casi 7.000 muertes por año, y se registran más de 120.000 heridos anuales de distinto grado, además de cuantiosas pérdidas materiales.

Estas cifras resultan muy altas comparándolas con las de los países desarrollados, que son ocho veces más bajas (considerando la cantidad de vehículos en circulación), según Luchemos por la Vida.

“Sabemos que en los países desarrollados existe un esfuerzo constante y sistemático para reducir el número de accidentes de tránsito, a través de campañas diseñadas para educar a la población y concienciarla de este peligro, como también a través de leyes apropiadas”, refiere esta organización no gubernamental sin fines de lucro, cuyo propósito es prevenir los accidentes de tránsito en nuestro país.

Hay una discusión respecto de si es correcto seguir empleando la palabra “accidente” para referirse a los hechos dolorosos que se producen durante la circulación vehicular por autopistas, calles y rutas.

“Suceso eventual que altera el orden regular de las cosas”, así define a accidente la Real Academia Española. De lo cual se deduce que se está en presencia de un hecho casual, fortuito, y por tanto involuntario.

Pero no siempre un “accidente” vehicular implica un comportamiento casual sino causal, es decir que puede ser consecuencia de una acción voluntaria, intencional o dolosa.

Algunos expertos viales consideran que el 90% de la responsabilidad en el siniestro vial no es atribuible ni al factor vehicular ni al medioambiental, sino al factor humano.

Eso significa que la clave de todo pasa por prevenir, por consolidar una cultura de la conducción segura. De lo que se trataría es de educar la conducta de los conductores.

Por eso existen las llamadas “medidas de seguridad” vial, una serie de normas y dispositivos que deben adoptarse para disminuir la morbimortalidad de adultos y niños, como el hecho de respetar las velocidades máximas o no manejar alcoholizado.

La forma de conducir es una manifestación de nuestra personalidad, al tiempo que expresa un modo de ser colectivo. ¿No se hace patente en el tránsito, acaso, la “viveza criolla”, como filosofía de progresar siguiendo la línea del menor esfuerzo y buscando el atajo para eludir la norma?

A propósito se ha dicho con razón que “conducimos como somos o como vivimos”, sugiriéndose que el tránsito es sobre todo un reflejo de conductas arraigadas, individuales y colectivas.

De ahí que una política de prevención vial debe apuntar a un cambio en la conducta de los actores del tránsito.

 

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Publicado por en 14/01/2018 en Uncategorized

 

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Perder la vida en las rutas argentinas

Para algunos observadores es un genocidio por goteo del que nadie habla. Se refieren a las 7.500 muertes por accidentes de tránsito por año en el país.

Eso quiere decir que en Argentina, país que ostenta uno de los índices más altos de mortalidad en ruta en el mundo, la inseguridad vial produce un verdadero genocidio que pasa desapercibido, porque ocurre hora a hora.

Visto en perspectiva histórica el fenómeno es escalofriante. En efecto, entre 1992 y 2014 fallecieron 175.050 personas, lo que equivale, por ejemplo, a toda la población de la capital de La Rioja o toda la población de Comodoro Rivadavia.

Lo cierto es que la cantidad de muertos en accidentes de tránsito se mantiene más o menos estable en las últimas décadas: 22 personas por día, casi 8.000 muertos por año, y más de 120.000 heridos anuales de distinto grado.

Esto ocurre mientras el resto de los países ve caer la cantidad de gente que muere en rutas y calles. España, por ejemplo, que arrancó con alrededor de 9.000 muertes por año, disminuyó esa cifra a 1.680, una reducción del 81%.

Los países con las tasas de mortalidad más bajas se encuentran en Europa: Suecia y Reino Unido registraron menos de 3 muertes por cada 100.000 habitantes en 2013, por ejemplo. Esta tasa en nuestro país sigue siendo superior a los 10/100.000.

Entre Ríos, con una trama vial que deja mucho que desear, exhibe indicadores de accidentes viales preocupantes. En el primer mes de este año murieron 20 personas en 14 siniestros viales.

En la provincia la estadística revela una realidad que se agrava año a año, según la Asociación Civil Luchemos por la Vida. Según sus números, en 2015 fallecieron 244 personas como consecuencia del tránsito, y en 2016 hubo 298 víctimas fatales.

Las cifras publicadas por esa ONG incluyen tanto los muertos en accidentes, como quienes fallecen hasta 30 días después de haber sufrido uno. Esa forma de conteo hace que las estadísticas de la entidad difieran por ejemplo de las que publicita la policía de Entre Ríos.

En su sitio web, Luchemos por la Vida aclara que “como la gran mayoría de las cifras originales sólo computan los muertos en el momento del accidente, las mismas también han sido corregidas según índices internacionalmente aceptados, a fin de permitir una apreciación, estudio y comparación seria de la mortalidad en la accidentología vial argentina”.

Al parecer en las rutas reina la ley de la selva. Durante el operativo vial de verano, hasta fines de enero, la policía provincial labró 14.000 multas a conductores, en su mayoría por exceso de velocidad, no usar el cinturón de seguridad, no encender las luces bajas o cruzar en lugares indebidos.

Según los expertos, los accidentes viales son un problema de conducta: más del 90% de las muertes se debe a errores humanos, es decir por conductores que se distraen, no cumplen con las leyes de tránsito, realizan maniobras arriesgadas o marchan a velocidades elevadas.

También por peatones, ciclistas y motoqueros que circulan por espacios no habilitados, cruzan por cualquier lugar o no prestan atención al entorno en el que se mueven.

Dado que las tragedias en el tránsito se producen por goteo, reinan la indolencia y la indiferencia. La sociedad argentina no toma nota de las muertes en rutas y calles, es decir parece no interesarle el saldo luctuoso.

Hay razones para pensar que en materia vial tampoco funciona un sistema de premios y castigos, como si para los argentinos fuese lo mismo manejar bien o hacerlo mal, cumplir la ley de tránsito o no cumplirla.

 

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Publicado por en 31/03/2017 en Uncategorized

 

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Distracción en el tránsito a causa de la tecnología

El uso de aparatos, como celulares y auriculares, causa distracción tanto en conductores como en peatones, aumentando así la siniestralidad vial. Un inquietante fenómeno en expansión que debe ser corregido con educación.

La tecnología, que constituye una herramienta muy útil en la comunicación actual, se está convirtiendo en un problema muy serio en el tránsito, ya que su uso distrae a quienes conducen o cruzan como peatones calles y avenidas.

La cantidad de accidentes causados por personas que hablan por teléfono mientras conducen, está creciendo en todo el mundo y también en la Argentina, según refiere la Asociación Luchemos por la Vida.

La Ley de Transito prohíbe el uso de la comunicación telefónica mientras se conduce un vehículo. Porque parte del supuesto de que disminuye la atención del conductor, quien puede perturbarse además por la tensión que provoca el contenido de la llamada.

Es decir, la cuestión no pasa por la manipulación o no del teléfono, sino por tener la mente libre de cualquier otra preocupación que no sea la conducción. Parece bastante obvio, en este sentido, que el uso del teléfono móvil aparece como un distractor cuando se conduce.

Así, al perder la capacidad de concentración necesaria al volante, ocurren cosas que multiplican por cuatro el riesgo de sufrir accidentes de tránsito, según diversos estudios.

Por ejemplo: no se mantiene una velocidad constante, la distancia de seguridad no es suficiente con el vehículo que circula delante y el tiempo de reacción aumenta considerablemente entre 0,5 y 2 segundos, dependiendo del conductor.

La distracción también afecta a los peatones que cruzan calles y avenidas al tiempo que usan aparatos electrónicos. Muchos de ellos circulan por la vía pública teniendo la mirada fija en el celular.

Los “peatones tecnológicos”, como se les llama, avanzan por la calle haciendo uso de aparatos electrónicos que afectan principalmente sus sentidos de la vista y al oído.

No prestar atención al entorno, por ejemplo escuchando música a través de auriculares, aumenta los riesgos de ser atropellados por vehículos de todo tipo. Algunas personas dicen “no escucho, pero veo”.

Pero esa gente no es consciente de “que si hay un vehículo en emergencia (ambulancia, bomberos o policía) circulando, por ejemplo, de contramano, ellos no se van a enterar. Hoy, un teléfono con música puede tener más decibeles que la bocina de un tren”, refiere Fabián Pons, presidente del Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam).

La cuestión de la distracción de los peatones es de tal magnitud que, como una forma de protegerlos cuando caminan mirando el móvil, en países de Europa han instalado “semáforos en el suelo”.

El sistema ‘Light Line’ consiste en una línea de luces LED empotradas en el piso que muestra los dos estados de marcha: rojo (detenerse) y verde (avanzar), y además parpadea cuando se va a realizar el cambio de color. Estas líneas de luces se ubican al lado de los tradicionales semáforos para peatones.

Los especialistas aseguran que el uso de auriculares genera la distracción más frecuente. En este sentido, recalcan que el sentido del oído es vital para moverse en la calle, ejemplificando que algunos modelos de auriculares aíslan el sonido ambiente y no permiten  escuchar la bocina de los vehículos o la sirena de una ambulancia.

Si se quieren modificar estas conductas en el tránsito, habrá que hacer pedagogía sobre el riesgo de accidentes que trae aparejado la distracción causada por los aparatos tecnológicos.

 

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Publicado por en 24/03/2017 en Uncategorized

 

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Alcohol y tránsito, relación peligrosa

En la actualidad, el consumo de alcohol se convirtió en un importante problema de salud pública a nivel nacional. Sobre todo es inquietante la incidencia de la bebida en los accidentes de tránsito.

El alcohol es la primera causa de adicción en Argentina, seguido por los medicamentos, el tabaco y la marihuana. Pese a las campañas oficiales y a los cambios en leyes para prevenir el consumo excesivo, la bebida impacta con fuerza en todas las clases sociales.

En la Argentina se mantiene un importante núcleo duro de bebedores compulsivos: se calcula que hay más de un millón de alcohólicos en el país, más allá de los llamados “consumidores sociales” (los que toman ocasionalmente).

La ingesta de bebidas alcohólicas, por otro lado, está estrechamente ligada a riesgos de accidentes automovilísticos. La asociación civil Luchemos por la Vida calcula que este consumo es el factor determinante en el 50% de las muertes por colisiones en el tráfico.

En relación con esto, acaban de trascender los resultados de una encuesta reciente en la cual se dice que el 29% de los jóvenes admite haber manejado alcoholizado.

Realizada por Safe Roads 4 Youth y la Cruz Roja Argentina, y difundida por el diario ‘La Nación’, el relevamiento que involucró a 11.000 jóvenes entre 2012 y 2015, reveló además que el 38% aseguró que viajó como acompañante de un conductor alcoholizado.

Y también, el 25% consideró que puede conducir “con cuidado” si bebe. Y, como corolario, el 23% de los entrevistados dice que estuvo involucrado en un accidente de tránsito en los últimos tres años.

La encuesta estuvo a cargo del psicólogo francés Jean Pascal Assailly, autor del libro “Por qué toman los jóvenes”, y quien tiene la idea de que los riesgos del alcohol al conducir tienen que enseñarse desde el preescolar.

Según el psicólogo francés la Argentina necesita un buen registro sobre el consumo de alcohol, discriminado por edad, por sexo, por zona y por nivel socio-económico. “Esto es sumamente importante para empezar a elaborar políticas de prevención y control exitosas”, explicó.

Los hábitos de los jóvenes no ayudan a que éstos adquieran conciencia sobre los riesgos de tomar alcohol al conducir. En efecto, la bebida preside sus ratos de ocio y la costumbre de ir a los boliches los fines de semana, con la denominada “previa” de juntarse en una casa a tomar.

El consumo excesivo de alcohol es uno de los problemas de salud de los adolescentes y jóvenes argentinos. Este consumo ha aumentado en cantidad y frecuencia, mientras que la edad en la que se comienza a beber ha descendido.

No sólo eso. Si antes los hombres consumían alcohol en forma privilegiada, ahora las mujeres no se quedan atrás. Estas últimas beben a la par de los varones, generando un cambio de hábito notable en el último tiempo.

Los menores y jóvenes constituyen el grupo social más vulnerable a adquirir el hábito del “uso y abuso” de alcohol. En el marco de una sociedad que es tolerante con esta sustancia psicoactiva.

Esto ocurre pese a que la ciencia alerta sobre los efectos psicológicos y cognitivos producidos por el consumo desmedido de alcohol. Se sabe, al respecto, que dicho consumo es causa de trastornos en el funcionamiento normal de las facultades cognitivas, las habilidades video-espaciales y las velocidades psicomotoras.

Se entiende, entonces, porque razón el alcohol incrementa de manera importante los choques automovilísticos: inhibe mentalmente al conductor, volviéndolo incapaz de tomar decisiones correctas al volante.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 30/03/2016 en Uncategorized

 

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