Hoy (4 de noviembre) se cumplen 172 años del decreto del entonces gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, por el cual la villa fundada por Tomás de Rocamora fue elevada a la categoría de ciudad.
Se cuenta que el 4 de noviembre de 1851 los vecinos de Gualeguaychú celebraron con regocijo el nuevo estatus. Festejaron, así, el decreto firmado por el gobernador Justo José de Urquiza, quien había fijado por esos días su residencia provisoria en la localidad.
De esta manera, la villa hispana fundada por Tomás de Rocamora el 18 de octubre de 1783, en virtud de la dinámica mercantil que había adquirido tras casi 70 años de vida organizada, daba un giro decisivo hacia la modernidad.
Atrás había quedado ese caserío de ranchos de adobe y paja, que llevaba una vida apacible y que durante los años de anarquía vio pasar por sus tierras varios ejércitos.
Es que “la villa de San José de Gualeguaychú, por la extensión de su población, por su comercio y por los importantes servicios que ha prestado, es acreedora a las consideraciones y alto aprecio del gobierno”, refiere el decreto oficial que hoy se conmemora.
La decisión de Urquiza revelaba, en principio, que esta localidad a mediados del siglo XIX -que según algunas fuentes tenía poco más de 4.000 residentes-, ya sobresalía por su dinamismo en el conjunto provincial.
Pero los historiadores marcan también el hecho de que era de la preferencia del gobernador. Unían al caudillo con Gualeguaychú razones geopolíticas, la adhesión de sus pobladores a la causa federal y fuertes motivos sentimentales.
“A juzgar por los sucesos y por lo que dicen los documentos, evidentemente, en la relación entre el gobernador y el pueblo de Gualeguaychú existió un reconocimiento mutuo por los favores y apoyos prestados desde una y otra parte, en distintos momentos”, refiere la historiadora local Delia Reynoso en el libro “Historia de San José de Gualeguaychú”.
Para ilustrar el alto aprecio que tenía Urquiza por los locales se suele mencionar su opinión sobre el carácter terco y bravo pero justo del pueblo del sur entrerriano: “Es difícil hacerle doblar el cogote, tardío, pero seguro para atropellar, parco y justo para pedir, pero cuando embiste hay que abrirle cancha y complacerlo en lo que pide”.
El decreto que elevó a Gualeguaychú a la categoría de ciudad en tono elogioso, debe leerse a la luz del momento histórico y de los planes políticos de Urquiza.
Hay que pensar que pocos meses antes, concretamente el 1º de mayo de 1851, el caudillo entrerriano, a través del célebre “Pronunciamiento”, había desafiado el poder del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
En este contexto, el caudillo eligió a Gualeguaychú para ajustar los preparativos del Ejército Grande. Fue así que se reunió en la Isla de Fraga (hoy Libertad), a fines de junio de 1851, con sus aliados militares uruguayos y brasileños.
Según la historiadora local Elisa María Fernández la estrecha relación que tenía Urquiza con Gualeguaychú despertaba celos en el resto de la provincia.
Ocurre que el gobernador fue un activo impulsor de emprendimientos locales (hospital militar, comandancia, teatro 1º de Mayo, capitanía del puerto, entidades diversas), en los cuales involucraba al erario público.
Además, fue en esta ciudad que el General de 51 años, durante una fiesta conoció a una joven muchacha veinteañera, Dolores Costa, con quien Urquiza se casó y fundó luego una numerosa familia.
La gualeguaychuense acompañó al caudillo en sus viajes, le dio 11 hijos, fue su confidente, participó en las decisiones políticas y se convirtió en la “señora del Palacio San José”.
© El Día de Gualeguaychú