Cada 20 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Libertad de Expresión del Pensamiento, un derecho que es freno a los totalitarismos de distinto cuño.
Esta efeméride conmemora la “Brecha de la Porta Pía” en Roma, un hecho que aconteció el 20 de septiembre de 1870, protagonizado por las fuerzas garibaldinas y libertarias, las cuales derrotaron a las fuerzas del Vaticano aliadas al Imperio francés.
Ese episodio significó la caída definitiva del poder temporal del papado y de sus regímenes políticos de “Derecho Divino”, representando un triunfo para las fuerzas democráticas, republicanas y secularizantes del mundo.
Por otra parte, constituyó una derrota simbólica del dogmatismo, del oscurantismo, y fue la esperanza del renacimiento de la luz, representando el triunfo de la razón y de la libertad de conciencia.
La importancia de este principio deriva de la propia Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de 1948 que en su Artículo 19 reconoce que “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión”, un derecho que “incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
La libertad de expresión no es una libertad más. Es el sustento de las sociedades libres y abiertas donde rige el Estado de Derecho. Es un derecho es un derecho básico y un freno a los totalitarismos.
Dos grande escritores del siglo XX, el inglés George Orwell y el francés Albert Camus, creían en el valor de la libertad, rechazando los dogmas y las dictaduras tanto de derechas como de izquierdas.
“La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”, dijo Orwell, enemigo del totalitarismo nazi y del comunismo estalinista por igual.
En su distopía “1984” describía un “Ministerio de la Verdad”, nombre irónico que designaba a una oficina encargada de la manipulación y distorsión de los hechos históricos.
Bajo la dictadura no es posible expresar una opinión que no sea la impuesta oficialmente, ni divulgar una información o un conocimiento objetivo de los hechos.
Por su parte Camus, premio Nobel de Literatura, escribió en 1939 un artículo sobre el papel del periodista, que fue entonces censurado. Descubierto años después, fue difundido en París.
Contiene ideas que, según su autor, pueden servir de adecuada guía para el libre ejercicio del periodismo, sobre todo en épocas de peligro para la libertad de información y de opinión.
“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, nunca será otra cosa que mala” -dice Camus- y concluye que para proteger éticamente su conducta en épocas de persecución, un periodista debe recordar que las tiranías no se construyen sobre las virtudes de los déspotas sino sobre las cobardías de los demócratas. Por eso, debe fortalecer su conciencia mediante la práctica de la lucidez, el rechazo, la ironía y la obstinación.
“Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco”, refiere el escritor y humorista español Jaime Perich.
Por su parte Liu Xiaobo, líder del movimiento democrático chino, afirmó: “La libertad de expresión es la base de los derechos humanos, la raíz de la naturaleza humana y la madre de la verdad. Matar la libertad de expresión es insultar los derechos humanos, es reprimir la naturaleza humana y suprimir la verdad”.
© El Día de Gualeguaychú