En el país donde la inflación vuela y el objeto más preciado por los argentinos es el billete verde, crece el comercio ilegal del dólar blue ya que el gobierno aplica ferreos controles para su compra en el mercado oficial.
De más está aclarar que estos lugares operan en negro, y pueden ser casas particulares, kioscos, bares, oficinas o cualquier tipo de lugar seguro que se encuentre lejos del control oficial.
Los “arbolitos” en el país de la especulación financiera gozan de buena salud. En el argot popular argentino así se llama a los particulares que se encargan de vender el dólar paralelo o blue, dinero que se encuentra por fuera del sistema financiero o de las casas de cambio.
“En este laburo te la vivís jugando. Es timba pura. Hasta hace unos años comía arroz todos los días. Empecé en esto con 100 dólares y hoy vivo en un country. Conocí la plata gracias a esto. Pero me estoy quedando pelado. A veces me levanto de madrugada y no puedo dormir de pensar en cómo será el día. Cuánto compraré, cuánto venderé. Es una adrenalina muy grande”, es el testimonio de uno de estos operadores, recogido por el diario Clarín.
El origen histórico de los “arbolitos” se remonta a la década de 1980, época en la que se incubó la hiperinflación de fines de ese período. Por entonces surgieron las personas que se pasaban largas horas en las veredas enfrente de las casas de cambio del microcentro de Buenos Aires.
Se paraban como arbolitos, justamente, llamando la atención de sus posibles clientes al grito de “¡cambio!” o directamente mencionando la palabra mágica “dólar”, práctica que todavía continúa, aunque ahora todo se ha transformado con las tecnologías digitales (por ejemplo, a través de WhatsApp).
Esta actividad nace al calor de los controles regulatorios del gobierno sobre la divisa. Los economistas alegan que cuando falta un bien, sube la demanda de los sustitutos más próximos. En este caso cuando quien desea comprar dólares en un mercado liberalizado no lo puede hacer, demanda en el segmento informal.
La restricción del gobierno a la compra de la divisa, dispara su precio. Los crecientes controles en el mercado oficial, hacen que nazca uno paralelo. Cuando los compradores que quieren adquirir dólares en casas de cambio y bancos se retiran frustrados, recurren a los cambistas que ofrecen el billete a un precio más alto, aunque no queda registro de la operación.
Mientras el Banco Central (BCRA) lucha por retener las escasas reservas de dólares en sus arcas, y el gobierno cada tanto endurece el “cepo” para encarecer su acceso en el sistema legal, en el sector clandestino la cotización del tipo de cambio duplica a la formal: ante un dólar oficial a $365, el paralelo supera hoy los $800, una brecha superior al 100%.
Ante un sinfín de restricciones para el acceso a la divisa oficial, el dólar blue supone una alternativa para los ahorristas que buscan resguardar su poder adquisitivo frente a una inflación que supera el 130% interanual.
Los arbolitos son apenas la punta del iceberg de una compleja maquinaria, según el relato de sus operadores. Cuando un cliente es cautivado por la oferta, el agente, por motivos de seguridad, lleva al comprador hacia una cueva, el espacio donde se concreta la transacción: puede ser desde una lujosa oficina hasta un consultorio o incluso un pequeño kiosco.
Es que la fijación del valor de cada intercambio se orienta en torno a las actualizaciones constantes que proveen los “corredores” con quienes estos agentes operan y que tienen alguna vinculación con el circuito formal.
© El Día de Gualeguaychú