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Las narrativas ideológicas sobre Malvinas

El 2 de Abril se celebra el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, una conmemoración en la que se pueden constatar varios relatos, algunos antagónicos, sobre la significación de este hecho de la historia argentina contemporánea.

Suele haber una brecha entre el conocimiento histórico de los acontecimientos y los relatos sociales que se montan alrededor de los mismos, elaborados estos últimos desde necesidades políticas del presente. 

El punto es que el vínculo entre el pasado y el presente siempre ha sido problemático. Malvinas reúne los rasgos típicos de los acontecimientos cruciales susceptibles de un uso discursivo interesado, contaminado por posturas ideológicas.

La posibilidad de hacerle decir a la historia lo que cada uno quiere está siempre latente. En este sentido, se puede hacer justicia con el pasado, con vocación desinteresada para comprenderlo, o se lo falsifica mediante una lectura facciosa. 

En este último caso la historia aparece como botín, como insumo habitual para componer un “relato” de conveniencia. Aquí no importan la verdad de los hechos y los personajes, sino el uso ideológico de ellos.

A este respecto, en Argentina al menos circulan seis relatos sobre la guerra, según el politólogo Vicente Palermo. El primero de ellos se inscribe en la narrativa nacionalista que exalta el episodio como una épica.

Las fuerzas armadas, así, lucharon por la patria y los soldados conscriptos cumplieron con su deber. Los cultores de la gesta reivindican a Malvinas como la quintaesencia de la identidad nacional.

Esta lectura es consistente con la adhesión popular que en su momento concitó la toma argentina de Malvinas, aquel 2 de abril de 1982. De hecho, el presidente de la junta militar, Leopoldo Galtieri, tuvo la satisfacción de arengar a una multitud que se congregó en la Plaza de Mayo.

El gobierno militar, así, había obtenido en aquellos días una cabal victoria política al identificarse con una reivindicación de la sociedad que arraigaba en un profundo sentimiento, alimentado por una tradicional cultura política nacionalista y antiimperialista, tanto de la derecha como de la izquierda ideológica.

El segundo relato de Malvinas, según la clasificación de Palermo, es el de la “causa justa en manos bastardas”, según la cual la confrontación militar de 1982 fue legítima y justa, y el heroísmo estuvo presente, pero estuvo en manos de altos mandos militares corruptos.

El tercer relato es el de la “guerra absurda”, que ve los hechos bélicos como un evento infausto carente de sentido de principio a fin. Una suerte de chirinada alucinante perpetrada por militares desnortados en la que los soldados conscriptos aparecen como víctimas (imagen que se plasma en los “chicos de la guerra”, infantilmente indefensos).

El otro relato es el de la “herida abierta”, mentada por una literatura que concibe Malvinas como una pesadilla aún no terminada, una confrontación que sigue en pie y a la que le restan nuevos capítulos.

Luego está el relato de la “aventura militar” -que se contrapone al de la épica nacionalista- el cual se solaza en la criminalidad de los altos mandos, devenidos en dictadores lunáticos e insensibles, únicos responsables de la derrota.

Por último, la guerra de Malvinas es vista como la continuación de la “represión” militar, aunque aquí la violación de los derechos humanos habría afectado a los soldados conscriptos, vistos como representantes del pueblo mancillado por las botas militares.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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Malvinas, entre el hecho y los relatos ideológicos

Al realizarse hoy (2 de abril) una nueva conmemoración de la guerra de Malvinas, se pueden constatar varios relatos, algunos antagónicos, sobre la significación de este hecho traumático de la historia argentina.

Suele haber una brecha entre el conocimiento histórico de los acontecimientos y los relatos sociales que se montan alrededor de los mismos, elaborados estos últimos desde necesidades políticas del presente. 

El punto es que el vínculo entre el pasado y el presente siempre ha sido problemático. Malvinas reúne los rasgos típicos de los acontecimientos cruciales susceptibles de un uso discursivo interesado, contaminado por posturas ideológicas.

La posibilidad de hacerle decir a la historia lo que uno quiere está siempre latente. En este sentido, se puede hacer justicia con el pasado, con vocación desinteresada para comprenderlo, o se lo falsifica mediante una lectura facciosa. 

En este último caso la historia aparece como botín, como insumo habitual para componer un “relato” de conveniencia. Aquí no importan la verdad de los hechos y los personajes, sino el uso ideológico de ellos.

A este respecto, en Argentina al menos circulan seis relatos sobre la guerra, según el politólogo Vicente Palermo. El primero de ellos se inscribe en la narrativa nacionalista que exalta el episodio como una épica.

Las fuerzas armadas, así, lucharon por la patria y los soldados conscriptos cumplieron con su deber. Los cultores de la gesta reivindican a Malvinas como la quintaesencia de la identidad nacional.

Esta lectura es consistente con la adhesión popular que en su momento concitó la toma argentina de Malvinas, aquel 2 de abril de 1982. De hecho el presidente de la junta militar, Leopoldo Galtieri, tuvo la satisfacción de arengar a una multitud que se congregó en la Plaza de Mayo.

El gobierno militar, así, había obtenido en aquellos días una cabal victoria política al identificarse con una reivindicación de la sociedad que arraigaba en un profundo sentimiento, alimentado por una tradicional cultura política nacionalista y antiimperialista, tanto de la derecha como de la izquierda ideológica.

El segundo relato de Malvinas, según la clasificación de Palermo, es el de la “causa justa en manos bastardas”, según la cual la confrontación militar de 1982 fue legítima y justa, y el heroísmo estuvo presente, pero estuvo en manos de altos mandos militares corruptos.

El tercer relato es el de la “guerra absurda”, que ve los hechos bélicos como un evento infausto carente de sentido de principio a fin. Una suerte de chirinada alucinante perpetrada por militares desnortados en la que los soldados conscriptos aparecen como víctimas (imagen que se plasma en los “chicos de la guerra”, infantilmente indefensos).

El otro relato es el de la “herida abierta”, mentada por una literatura que concibe Malvinas como una pesadilla aún no terminada, una confrontación que sigue en pie y a la que le restan nuevos capítulos.

Luego está el relato de la “aventura militar” -que se contrapone al de la épica nacionalista- el cual se solaza en la criminalidad de los altos mandos, devenidos en dictadores lunáticos e insensibles, únicos responsables de la derrota.

Por último, la guerra de Malvinas es vista como la continuación de la “represión” militar, aunque aquí  la violación de los derechos humanos afectó a los soldados conscriptos, vistos como representantes del pueblo mancillado por las botas militares.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 08/04/2022 en Uncategorized

 

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Malvinas: la hipótesis de la guerra no querida

¿Qué llevó a la Junta Militar argentina a ocupar las islas Malvinas, el 2 de abril de 1982? Una hipótesis historiográfica sugiere que Leopoldo Fortunato Galtieri nunca imaginó la reacción inglesa.

Desde 1980 los militares, encaramados en el poder tras el golpe de 1976, andaban buscando una salida política al régimen, acosado por la crisis económica interna, y la adversa opinión internacional.

Intentaban minimizar los reclamos desde el exterior por los derechos humanos, tachándolos de “campaña antiargentina”. En esa respuesta ya se dibujaba el uso discursivo del chauvinismo nacionalista.

En efecto, la recuperación de las islas Malvinas, que la diplomacia argentina viene reclamando a Inglaterra desde 1833, apareció de pronto como una salida al atolladero.

Concentrar las hostilidades en un enemigo externo –explotando el patriotismo vernáculo- y una acción militar exitosa harían ganar, de un golpe, la cuestionada legitimidad de un régimen ante una sociedad visiblemente disconforme.

¿Acaso los militares argentinos pensaron que ganarían una guerra contra Inglaterra? Más allá de los actos de heroísmo de los soldados argentinos, la patética impericia que demostraron los estrategas, y la no equivalencia de las fuerzas en disputa (de lo cual da cuenta el Informe Rattenbach), vuelven más acuciante ese interrogante.

Pero no, lo que falló fue el cálculo político que animó el desembarco en las islas aquel 2 de abril, que en principio pareció darle la razón a la Junta Militar, ya que la ocupación argentina se logró con escasa resistencia británica.

Esa es la hipótesis que suscriben muchos analistas del episodio bélico. Como el historiador Luis Alberto Romero, para quien Galtieri (que tenía delirios de grandeza) se creyó su propio relato, el cual ignoraba datos elementales de la política internacional.

Quedó fascinado, dice Romero, por esta idea atractiva: “Luego del golpe de mano, que presentaba pocas dificultades, se contaba con el apoyo norteamericano y la reluctante reacción de Gran Bretaña, que finalmente admitiría la ocupación, a cambio de todas las concesiones y compensaciones necesarias. En ninguna de las hipótesis entraba la posibilidad de una guerra”.

De modo que la reacción inglesa, que supuso la reconquista militar de las islas, resultó inesperada para los miembros de la Junta que gobernaba la Argentina. Ante el hecho consumado, no pudieron entonces retroceder porque la sociedad argentina vivía en éxtasis patriótico.

Esta versión de los hechos coincide con el testimonio posterior del general norteamericano Alexander Haig, quien negoció en esa época con Galtieri un cese de hostilidades.

“La Junta –Galtieri me lo dijo- nunca creyó que los británicos darían pelea. Él creía que Occidente se había corrompido, que los británicos no tenían Dios, que Estados Unidos se había corrompido (…) Nunca lo pude convencer de que los británicos no sólo iban a pelear, sino que además iban a ganar” (declaraciones ante el diario La Nación, agosto de 1997).

El general Mario Benjamín Menéndez, que fue nombrado por entonces gobernador militar de Malvinas, y quien negoció luego la rendición, tras 74 días de control argentino sobre las islas, entrevistado por el periodista Alberto Amato para Clarín en 2002, ratificó la hipótesis de la guerra no querida.

“Le diría que nos encontramos envueltos en una guerra que Argentina no había buscado, que no había previsto. Se llevó a cabo un acto militar que debía motivar una negociación política. Lamentablemente los supuestos no se dieron”, confió el militar.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 07/04/2020 en Uncategorized

 

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Malvinas, historia con varias interpretaciones

Al cumplirse hoy una nueva conmemoración de la guerra de Malvinas, se pueden constatar varios relatos, algunos antagónicos, sobre la significación de este hecho traumático de la historia argentina.

Suele haber una brecha entre el conocimiento histórico de los acontecimientos y los relatos sociales que se montan alrededor de los mismos, elaborados estos últimos desde necesidades políticas del presente.

El punto es que el vínculo entre el pasado y el presente siempre ha sido problemático. Malvinas reúne los rasgos típicos de los acontecimientos cruciales susceptibles de un uso discursivo interesado, contaminado por posturas ideológicas.

La posibilidad de hacerle decir a la historia lo que uno quiere está siempre latente. En este sentido, se puede hacer justicia con el pasado, con vocación desinteresada para comprenderlo, o se lo falsifica mediante una lectura facciosa.

En este último caso la historia aparece como botín, como insumo habitual para componer un “relato” de conveniencia. Aquí no importan la verdad de los hechos y los personajes, sino el uso ideológico de ellos.

A este respecto, en Argentina al menos circulan seis relatos sobre la guerra, según el politólogo Vicente Palermo. El primero de ellos se inscribe en la narrativa nacionalista que exalta el episodio como una épica.

Las fuerzas armadas, así, lucharon por la patria y los soldados conscriptos cumplieron con su deber. Los cultores de la gesta reivindican a Malvinas como la quintaesencia de la identidad nacional.

Esta lectura es consistente con la adhesión popular que en su momento concitó la toma argentina de Malvinas, aquel 2 de abril de 1982. De hecho el presidente de la junta militar, Leopoldo Galtieri, tuvo la satisfacción de arengar a una multitud que se congregó en la Plaza de Mayo.

El gobierno militar, así, había obtenido en aquellos días una cabal victoria política al identificarse con una reivindicación de la sociedad que arraigaba en un profundo sentimiento, alimentado por una tradicional cultura política nacionalista y antiimperialista, tanto de la derecha como de la izquierda ideológica.

El segundo relato de Malvinas, según la clasificación de Palermo, es el de la “causa justa en manos bastardas”, según la cual la confrontación militar de 1982 fue legítima y justa, y el heroísmo estuvo presente, pero estuvo en manos de altos mandos militares corruptos.

El tercer relato es el de la “guerra absurda”, que ve los hechos bélicos como un evento infausto carente de sentido de principio a fin. Una suerte de chirinada alucinante perpetrada por militares desnortados en la que los soldados conscriptos aparecen como víctimas (imagen que se plasma en los “chicos de la guerra”, infantilmente indefensos).

El otro relato es el de la “herida abierta”, mentada por una literatura que concibe Malvinas como una pesadilla aún no terminada, una confrontación que sigue en pie y a la que le restan nuevos capítulos.

Luego está el relato de la “aventura militar” -que se contrapone al de la épica nacionalista- el cual se solaza en la criminalidad de los altos mandos, devenidos en dictadores lunáticos e insensibles, únicos responsables de la derrota.

Por último, la guerra de Malvinas es vista como la continuación de la “represión” militar, aunque aquí  la violación de los derechos humanos afectó a los soldados conscriptos, vistos como representantes del pueblo mancillado por las botas militares.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2019 en Uncategorized

 

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