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Las narrativas ideológicas sobre Malvinas

12 Abr

El 2 de Abril se celebra el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, una conmemoración en la que se pueden constatar varios relatos, algunos antagónicos, sobre la significación de este hecho de la historia argentina contemporánea.

Suele haber una brecha entre el conocimiento histórico de los acontecimientos y los relatos sociales que se montan alrededor de los mismos, elaborados estos últimos desde necesidades políticas del presente. 

El punto es que el vínculo entre el pasado y el presente siempre ha sido problemático. Malvinas reúne los rasgos típicos de los acontecimientos cruciales susceptibles de un uso discursivo interesado, contaminado por posturas ideológicas.

La posibilidad de hacerle decir a la historia lo que cada uno quiere está siempre latente. En este sentido, se puede hacer justicia con el pasado, con vocación desinteresada para comprenderlo, o se lo falsifica mediante una lectura facciosa. 

En este último caso la historia aparece como botín, como insumo habitual para componer un “relato” de conveniencia. Aquí no importan la verdad de los hechos y los personajes, sino el uso ideológico de ellos.

A este respecto, en Argentina al menos circulan seis relatos sobre la guerra, según el politólogo Vicente Palermo. El primero de ellos se inscribe en la narrativa nacionalista que exalta el episodio como una épica.

Las fuerzas armadas, así, lucharon por la patria y los soldados conscriptos cumplieron con su deber. Los cultores de la gesta reivindican a Malvinas como la quintaesencia de la identidad nacional.

Esta lectura es consistente con la adhesión popular que en su momento concitó la toma argentina de Malvinas, aquel 2 de abril de 1982. De hecho, el presidente de la junta militar, Leopoldo Galtieri, tuvo la satisfacción de arengar a una multitud que se congregó en la Plaza de Mayo.

El gobierno militar, así, había obtenido en aquellos días una cabal victoria política al identificarse con una reivindicación de la sociedad que arraigaba en un profundo sentimiento, alimentado por una tradicional cultura política nacionalista y antiimperialista, tanto de la derecha como de la izquierda ideológica.

El segundo relato de Malvinas, según la clasificación de Palermo, es el de la “causa justa en manos bastardas”, según la cual la confrontación militar de 1982 fue legítima y justa, y el heroísmo estuvo presente, pero estuvo en manos de altos mandos militares corruptos.

El tercer relato es el de la “guerra absurda”, que ve los hechos bélicos como un evento infausto carente de sentido de principio a fin. Una suerte de chirinada alucinante perpetrada por militares desnortados en la que los soldados conscriptos aparecen como víctimas (imagen que se plasma en los “chicos de la guerra”, infantilmente indefensos).

El otro relato es el de la “herida abierta”, mentada por una literatura que concibe Malvinas como una pesadilla aún no terminada, una confrontación que sigue en pie y a la que le restan nuevos capítulos.

Luego está el relato de la “aventura militar” -que se contrapone al de la épica nacionalista- el cual se solaza en la criminalidad de los altos mandos, devenidos en dictadores lunáticos e insensibles, únicos responsables de la derrota.

Por último, la guerra de Malvinas es vista como la continuación de la “represión” militar, aunque aquí la violación de los derechos humanos habría afectado a los soldados conscriptos, vistos como representantes del pueblo mancillado por las botas militares.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/04/2024 en Uncategorized

 

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