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Agua: combatir el derroche hogareño

En estos días de calor y ante la presencia de turismo el agua potable se convierte en un bien muy demandado en Gualeguaychú, lo que coloca al servicio público al límite de sus posibilidades.

Ante este cuadro de eventual escasez, los vecinos deberían proponerse cuidar el recurso hídrico, asumiendo prácticas orientadas a combatir en los hogares su derroche, especialmente los fines de semana, cuando se concentra la mayor cantidad de turistas.

Uno de los síntomas que revela que el servicio de agua de la ciudad entra en un estado de estrés se ve en el hecho de que en muchas viviendas merma la presión y el líquido no sube al tanque de reserva.

Por otro lado, la escasez se ha detectado en algunos barrios, al tiempo que la municipalidad, prestadora del servicio, dice haber recibido denuncias de ciudadanos por el derroche de sus vecinos.

El director de Obras Sanitarias Municipal (OSM), Hugo Sacre, en declaraciones a la prensa, admitió que en los últimos días por las altas temperaturas y el elevado consumo se produjeron problemas de presión de agua en los barrios más alejados de la planta potabilizadora.

“En otra época nos ayudaban los pozos de bombeos, y el caudal que brindaban antiguamente ya no lo aportan, y esa merma nos afecta un poco, a pesar de que se han hecho ciertas obras. Pero el consumo es muy alto, y se complica, especialmente, en aquellos lugares que están muy alejados de la planta”, explicó el funcionario.

El funcionario apeló a la conciencia de la ciudadanía: “Hay pequeñas cosas que podemos ir haciendo, si regamos hacerlo a través de baldes, el lavado del auto lo mismo, ver que no haya perdidas de agua en nuestra casa, bañarse el tiempo preciso. Gualeguaychú se caracteriza por ser una ciudad solidaria”.

Como todos los años, para esta época, desde la administración municipal, se recomienda un uso racional del recurso hídrico. Por ejemplo, se recuerda a los vecinos lavar las veredas sólo los días lunes, y usar balde en lugar de manguera.

Cabe consignar que a las altas temperaturas se suma una persistente sequía que genera dos efectos negativos, el primero es que bajan las napas subterráneas desde donde OSM extrae el líquido a través de bombas que abastecen a la red pública. Y segundo, acentúa la práctica de riego de plantas y calles de tierra por parte de los vecinos.

Por otro lado, se insta a usar el lavarropas en ciclos cortos; al lavar platos, se recomienda no dejar la canilla abierta y utilizar el tapón o un recipiente, para ahorrar hasta 50 litros por lavado.

Al ducharse, además, se sugiere cerrar la canilla del agua al momento de enjabonarse. Por otro lado, se exhorta a no lavar el auto innecesariamente y en último término se recomienda utilizar un balde para reducir el consumo.

En cuanto al uso recreativo de piletas de lona, se recomienda la práctica de volcar un pocillo de cloro todos los días en la misma, y cuando no se usa, taparla con una lona para que no se ensucie.

En otro orden, se recuerda la importancia de reparar las canillas que gotean, en tanto que se exhorta a utilizar lavarropas y lavaplatos sólo a plena carga. Todas medidas que permiten un significativo ahorro del líquido vital.

Otros consejos para no malgastar agua, tienen que ver con no dejar las mangueras abiertas en el jardín, abrir la ducha en el momento de entrar, mantener la canilla cerrada mientras se cepilla los dientes, evitar pérdidas de agua en inodoros o mingitorios, entre otras medidas.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/01/2023 en Uncategorized

 

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En año y medio se triplicó la emisión de billetes de $1.000

Cuando asumió el gobierno de Alberto Fernández había 373 millones de unidades monetarias de máxima denominación ($1.000). Ahora hay más de 1.100 millones de esos billetes.

Frente a la fabricación frenética de dinero por parte del Banco Central (BCRA) –con el argumento del gobierno de que “hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente”– la pregunta que cabe es si no hay una relación directa entre esa emisión y el hecho de que con los pesos cada vez se puedan comprar menos productos.

Días pasados Emmanuel Álvarez Agis, economista vinculado al oficialismo y funcionario nacional durante la gestión de Axel Kicillof como ministro de Economía, ironizó diciendo que si no se para con la devaluación del peso y se le pone coto a la inflación “vamos a usar los billetes de $1.000 para empapelar paredes”.

Álvarez Agis parece señalar que la imparable inflación genera la necesidad de la economía de contar con mayor cantidad de billetes en circulación para las transacciones corrientes, aunque es la contrapartida de la pérdida de su poder adquisitivo.

Una frase repetida en la calle es que “la plata no alcanza”, porque los billetes salen cada vez más rápido de los bolsillos, por una causa preponderante: la alta inflación, que según la última medición del Indec se situó por encima del 51% en un año. (Argentina es el país con la segunda inflación más alta de América Latina, después de Venezuela).

Una situación que golpea de lleno a la máxima denominación monetaria que tiene el país, que es el billete de $1.000, cuya depreciación no se detiene, licuando el poder adquisitivo de los salarios e ingresos.

En los últimos meses surgieron varias voces pidiendo “papeles” de mayor denominación, ante el cuello de botella que se arma en bancos y comercios, por la dificultad de canalizar la mayor cantidad de billetes que se requiere para las transacciones cotidianas.

Puntualmente, hubo numerosas voces pidiendo billetes de $5.000 y $10.000, pero todo, por ahora, quedó en la nada.

Al parecer, el gobierno peronista se niega a emitir billetes de mayor denominación para evitar reconocer en los hechos que existe un grave problema inflacionario.

Y ahí justamente finca la advertencia que hace Álvarez Agis, cuando pide enfrentar la inflación para “evitar empapelar las paredes” con los billetes con la figura de hornero.

Lo concreto es que ese billete tiene cada vez menos poder de compra, y obviamente también medido en dólares. Presumiblemente la depreciación continuará a la par de una mayor emisión del billete desde el BCRA.

Según los analistas, la Argentina sufre la inflación más grande y persistente en la historia de la humanidad. Y esto se refleja en el deterioro de su moneda en dos de sus funciones esenciales: ser “unidad de medida” confiable y “reserva de valor”.

El peso argentino ha quedado limitado tan solo a su tercera función: ser un “instrumento de cambio”, en este caso imprevisible. Por esta razón muchos argentinos han adoptado al dólar como moneda fuerte, dejando al billete nacional como instrumento para las transacciones cotidianas.

Los economistas críticos del actual gobierno dicen que éste no tiene ninguna estrategia antiinflacionaria. Y esto porque niega la causa real del aumento de precios: la escasez de bienes y servicios que hace que los precios suban; y la imparable emisión monetaria por parte del Banco Central a pedido del gobierno, que echa mano a la fabricación de billetes para financiar el gasto público desbordado.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 15/08/2021 en Uncategorized

 

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Geopolítica del agua: el conflicto por el oro azul

El agua dulce, llamada “oro azul”, se está convirtiendo en un recurso estratégico para los países. La perspectiva de escasez, por la creciente demanda del recurso y el cambio climático, genera conflictos e inestabilidad política.

A menudo derrochada por la falta de concientización de las personas que la utilizan, el agua dulce ha aumentado su cotización en todo sentido, y ya se encuentra en el centro de las geoestrategias y geopolíticas de las diversas naciones del planeta.

Desde el 2010 las Naciones Unidas (ONU) han declarado el acceso al agua potable como un derecho humano. Sin embargo, la disponibilidad del recurso se ha convertido un problema global.

El recurso agua parece no responder en la actualidad a las necesidades de la población mundial. Las razones de esta “crisis” que padece este elemento fundamental para la vida son numerosas.

Al respecto se mencionan: aumento de la población, cambio en las costumbres alimenticias (tendencia global creciente al consumo de productos que precisan más irrigación), y el cambio climático (el recalentamiento global no hace más que empeorar el panorama acuífero mundial, afectando fuertemente el circuito hídrico mediante la sobreevaporación de las reservas de agua dulce).

El informe especial sobre cambio climático y tierra que emitió el IPCC, el panel internacional de expertos que asesora a la ONU, sostiene que el planeta necesita un cambio del modelo alimentario para combatir la crisis climática.

El diagnóstico es que el crecimiento de la población mundial y los cambios en las dietas y el consumo desde mediados del siglo pasado han llevado a “tasas sin precedentes de uso de la tierra y el agua”, apunta el IPCC.

Por ejemplo, alrededor del 70% del consumo mundial de agua dulce se destina a la agricultura. “Estos cambios han contribuido al aumento de emisiones netas de gases de efecto invernadero, pérdida de ecosistemas naturales y disminución de la biodiversidad”, señala.

El dato es que el crecimiento poblacional, el modelo alimentario y la intensificación de la actividad económica vienen presionando en forma creciente los recursos hídricos del mundo.

Habitantes de casi 400 regiones del planeta ya están viviendo en condiciones de “estrés hídrico extremo”, según un nuevo informe del World Resources Institute (WRI) un centro de estudios con sede en Washington.

El estrés hídrico mide la cantidad de agua extraída de fuentes subterráneas y superficiales en comparación con el total disponible. Según WRI, casi un tercio de la población global, cerca de 2.600 millones de personas, vive en países en situación de estrés hídrico “extremadamente alto”.

A eso hay que sumar que 1.700 millones de personas en 17 naciones padecen de “escasez extremada de agua”. Según el informe, Argentina es uno de los países donde la competencia por agua es menos preocupante.

Está ubicada en el puesto 92 entre los 164 países de los que se ocupa el estudio, donde el país más altamente estresado por la falta de agua es Qatar, en el puesto número 1 y el menos Surinam, en el 164.

Según el estudio de WRI hay una tendencia histórica de consumo explosivo del oro azul: entre 1961 y 2014, la tasa global de retirada de agua, o la cantidad de agua dulce extraída de fuentes subterráneas y superficiales, aumentó 2,5 veces.

La demanda por alimentos, en una población creciente, ha hecho disparar el uso del recurso para irrigar cultivos. Se calcula que el 70% del agua consumida anualmente a nivel global es para irrigación.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 29/08/2019 en Uncategorized

 

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No puede pensarse la vida sin el agua

Resulta paradójico que la contracara de la humanización de la naturaleza, cuya transformación ha sido radical, sea la pérdida del agua, sin la cual el hombre no puede vivir.

Más allá del aire contaminado por los desperdicios de la industria o de los paisajes afeados por horribles construcciones, que emergen como efectos colaterales del “progreso”, contaminar las fuentes de agua es algo cualitativamente peor.

Y esto por la sencilla razón de que sin agua no hay vida en el planeta. Es decir, no estamos hablando de un mero recurso minero –como pueden ser el cobre o los combustibles fósiles- sino del líquido sin el cual peligra la supervivencia de la especie humana.

Que se haya instituido el 22 de marzo como Día Mundial del Agua, revela que el hombre tiene que fijar algunas fechas para recordarse sus obligaciones con respecto al hábitat.

Es la manera que tiene de tomar conciencia, en este caso, de que en la disponibilidad del agua para su uso se juega su destino biológico y el de su descendencia.

Los ríos manchados y las fuentes de agua degradadas, producto de la acción del hombre, debieran interpelar la conciencia, sobre todo de quienes más poder tienen en la sociedad, acerca de la necesidad de cuidar los recursos hídricos del planeta.

No hay bienestar humano posible sin agua limpia y sana. Y no hay agua limpia y sana sin ecosistemas armónicos, preservados en su equilibrio fundamental.

Según Naciones Unidas (ONU), las fuentes de agua “son cada vez más vulnerables y están más amenazadas, mientras que las víctimas más afectadas por la contaminación y la falta de saneamiento adecuado son los pobres”.

Por lo demás, hay indicios ciertos de que son  más las muertes atribuibles al agua contaminada, que las causadas por todas las formas de violencia, incluida la guerra. Lo cual en sí mismo constituye una afrenta a la condición humana.

En este contexto de escasez, en todas las ciudades debería haber un efectivo plan de ahorro del líquido, que penalice por ejemplo su derroche.

Entre las estrategias mundiales hay coincidencia, en tanto, en que las corporaciones y los países, como ya está ocurriendo, competirán por el apoderamiento del agua dulce.

Será, en realidad, una guerra feroz que marcará el desenvolvimiento del siglo XXI, en la cual aquellos países como la Argentina, con grandes reservorios de agua, estarán en la mira de muchos interesados.

Que el hombre se pelee por el agua es todo un símbolo de que ha sobrepasado el punto crítico a partir del cual su dominio sobre la naturaleza se ha vuelto destructor.

Durante largo tiempo nos hemos portado ante la naturaleza como ante un material indeterminado al que se podía impunemente extraer, amasar y descomponer en cualquier sentido y sin ningún límite.

No hemos sabido ver que ella está hecha de un conjunto de realidades ya organizadas y que no se pueden modificar positivamente sin respetar sus estructuras y leyes.

Lo más grave es que no hemos percibido que la recaída de la naturaleza, por intervenciones que han ignorado sus íntimas armonías, supone la recaída simultánea del hombre, como especie viva dentro del planeta.

Esto se echa de ver en el caso del agua: la extensión y profundidad de su degradación, ataca directamente al bienestar humano, instalando una situación difícil de comprender.

La perspectiva de un mundo sediento, en el que el hombre se convierta en un lobo para el hombre, por la posesión del preciado líquido, dibuja un horizonte aterrador.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 08/04/2017 en Uncategorized

 

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El arte de lograr más con lo mismo

La idea ha estado en la base del empeño del hombre por derrotar la escasez: cómo producir más utilizando mejor la cantidad de recursos y tiempo. Para muchos autores aquí reside la clave de la prosperidad económica.

Aunque el término “productividad” –de eso se trata- puede referirse a distintos aspectos de la vida humana, es en la esfera de la economía donde ha adquirido carta de ciudadanía.

De hecho dentro del sistema capitalista se trata de un concepto nuclear, al punto que hace a la esencia de la creación de la riqueza. Y marca, al mismo tiempo, la diferencia de prosperidad entre los países.

“La productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo”, resume elocuentemente Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, y en la actualidad profesor de Economía y Relaciones Internacionales en la Universidad de Princeton.

“Puede decirse sin exagerar que a largo plazo probablemente nada sea más importante para el bienestar económico que la tasa de crecimiento de la productividad”, dicen por su lado los economistas William Baumol, Sue Anne Blakman y Edward Wolff.

Ya Adam Smith, el célebre autor de “La Riqueza de las Naciones”, publicado en 1776, dio lecciones de productividad al postular que se podía producir muchos más y mejor si se divide el trabajo y cada uno se especializa en lo que es bueno.

El pensador escocés empleó el ejemplo de una fábrica de alfileres en la Gran Bretaña del Siglo XVIII, donde éstos se hacían a mano. Hoy en día, decía, un hombre normal y corriente apenas podría hacer un alfiler al día, pero en la fábrica el trabajo se divide entre varios especialistas.

“Uno alarga el alambre, el otro lo endereza, un tercero lo corta, un cuarto lo afila, un quinto prepara el otro extremo para ponerle la cabeza; para hacer la cabeza se requieren dos o tres pasos distintos”, escribió Smith.

Elevar la productividad significa encontrar mejores formas de emplear todos los factores que hacen a la producción (capital humano, dinero, tecnología, naturaleza, y demás).

Ricardo Esteves, empresario argentino y cofundador del Foro Iberoamérica, define la productividad como la cantidad de bienes que pueden producirse por trabajador. Y considera clave la tecnología y la inversión que intervienen en el proceso.

“Si una fábrica de zapatos produce 5 pares por día por trabajador, e incorpora una máquina gracias a la cual y con la misma cantidad de obreros pasa a producir 30 pares/día/hombre, con esa inversión está incrementando la productividad”, ejemplifica

Ahora bien, dice, “si ese proceso es algo que está sucediendo a gran escala en toda la sociedad, esa comunidad está aumentando la productividad general”.

Eso quiere decir que ese país “está produciendo cada vez mayor cantidad de bienes, que dispone para consumir o para exportar, con lo cual aumenta también su capacidad para comprar artículos que producen otras sociedades”.

Este es el “sendero virtuoso” del desarrollo económico, dice Esteves, para quien Argentina es un país que hace tiempo olvidó la agenda de la productividad, prefiriendo en su lugar “soluciones fáciles y demagógicas” asociadas a modelos de consumo artificiales.

En su opinión el logro de una productividad más alta debe ubicarse en el epicentro del debate económico en Argentina, un país cuya población “realiza tareas que están por debajo de su potencial”.

“Amén del recurso humano, que es el más importante, al país le sobran recursos naturales como para tener un despegue rutilante”, sostiene en relación a que están dadas las condiciones para el desarrollo económico.

 

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Publicado por en 09/09/2014 en Uncategorized

 

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Sudamérica, región riquísima en acuíferos

En un contexto global marcado por la escasez de agua dulce, Brasil anota nuevos recursos hídricos hasta ahora ignorados. Se trata de Alter do Chao, una reserva de agua subterránea descubierta en la Amazonia, que puede superar en volumen al acuífero Guaraní.

Hace tiempo que está instalado entre los científicos dedicados al medio ambiente que el agua es un bien escaso. Y que este recurso será, en un futuro no muy lejano, motivo de guerras y su posesión el trofeo más preciado.

Sudamérica, en este mundo sediento, es sin lugar a dudas un subcontinente estratégico, toda vez que cuenta bajo tierra con cuantiosos reservorios de agua dulce.

La importancia de la región se redimensionó en 2010 cuando geólogos brasileros dieron a conocer la existencia de otro gran acuífero que superaría al Guaraní como el más grande de América.

La reserva subterránea Alter do Chao, así, está situada al norte de Brasil, en el corazón de la Amazonia. Los expertos han asegurado que sólo este nuevo acuífero podría abastecer de agua por cien años a la población entera de Brasil.

La reserva tiene una extensión de casi 500.000 kilómetros cuadrados, por lo que es de menor extensión que el Guaraní, con cerca de 1,1 millón de kilómetros cuadrados. Sin embargo, los geólogos brasileños estiman que el Alter do Chao podría contener más agua.

Además se halla entre unos 300 a 350 metros de profundidad, por lo que sería mucho más fácil llegar hasta el vital elemento, a diferencia del acuífero Guaraní, donde éste se encuentra a partir de los 1.000 metros.

Los acuíferos son formaciones geológicas de la litósfera de la Tierra que permiten la circulación o el almacenamiento del agua subterránea en la grava o roca porosa que la va filtrando lográndose un recurso de gran pureza y calidad.

Por su carácter subterráneo, no siempre se conoce la existencia del acuífero y hay que realizar investigaciones. Los técnicos de la Universidad Federal de Pará (UFPA) en Brasil, vienen diciendo que se podría estar en presencia, en la Amazonia, del acuífero más grande del mundo.

Según los estudios preliminares, el Alter do Chao contendría 86.000 kilómetros cúbicos de agua, casi tres veces lo que contiene el Acuífero Guaraní (30.000 Km³) que se extiende bajo la cuenca de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay (y que por tanto comparten Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).

Entre los acuíferos más grandes del mundo varios están en el continente africano: Areniscas de Nubilla (2.500.000 Km³ de agua); Norte del Sahara (1.030.000 Km³); Cuenca de Taoudeni (800.000 Km³); Cuenca de Murzuk (800.000 Km³); y Cuenca de Illurmeden (525.000 Km³).

Los otros acuíferos importantes son: Guaraní; Gran Cuenca Artesiana en Australia (1.750.000 Km³); Acuífero Ogallala en Estados Unidos (450.000 Km³); Canning Officer en Australia (400.000 Km³); Acuífero Saudí en Asia (160.000 Km³).

Sobre el Alter do Chao, trascendió que se gestionan créditos a nivel internacional para realizar un estudio más detallado sobre su potencial. Dicha investigación puede confirmar si realmente se trata del mayor del mundo o no. Como sea, las reservas sudamericanas de agua dulce están entre las más importantes del planeta.

El Cono Sur se ha convertido, por esto, en un espacio geográfico estratégico. Al respecto, hay que pensar que aunque la Tierra está cubierta en más de dos terceras partes de agua, sólo el 2,5% de esa cantidad de líquido es potencialmente potable, y para usos agropecuarios e industriales.

 

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Publicado por en 17/10/2013 en Uncategorized

 

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¿Fin del dólar barato en América Latina?

Varios economistas consideran que uno de los factores del “milagro latinoamericano”, la inundación de dólares baratos, va camino a desaparecer, siendo Brasil uno de los principales afectados.
El crecimiento de América Latina en la última década se explica por una coyuntura global excepcional: liquidez de dólares por bajo interés en Estados Unidos, y alta cotización de los productos tradicionales que exporta la región.
El mundo globalizado depende en gran medida del comportamiento de las tasas de interés de países como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Cuando en EE.UU., por ejemplo, el interés del dólar es bajo, los inversionistas prefieren migrar a otros lados en busca de rentabilidad.
Eso ha ocurrido estos años, producto de que el país del norte relajó su política monetaria para reactivar su economía, inundando de esta manera el mundo de dólares.
Los países de la región, así, vienen gozando del dinero fácil. Los dólares han venido fluyendo en cantidades asombrosas, como inversión directa en sectores de alta rentabilidad, asociados a la exportación, o para financiar el consumo y las empresas.
Esto ha permitido, además, que la “deuda externa” de la región, que en otra época resultaba impagable, haya dejado de ser un problema (ya sea porque se ha saldado gran parte de ella o porque se ha podido refinanciar).
El contexto de liquidez ha hecho que la mayoría de los países latinoamericanos, a través de sus Bancos Centrales, generen mecanismos para controlar el flujo de los “capitales golondrinas”.
El efecto indeseado de este ingreso son las burbujas que se crean –las familias y las empresas se endeudan más de la cuenta- al tiempo que se produce una artificial apreciación del tipo de cambio frente al dólar, lo que complica las exportaciones y alienta las importaciones.
Argentina también se ha beneficiado con este ciclo bajista del dólar. Aunque desde octubre de 2011, el gobierno empezó a implementar controles especiales a la compra de billetes estadounidenses, generando la aparición de un dólar negro.
Estos días ha decidido un “blanqueo” de capitales, en teoría para frenar la escalada del dólar marginal y atraer divisas. Es decir, mientras en Argentina hay fuga de dólares, en el resto de la región no saben qué hacer con esos billetes que les llueven.
Sin embargo, algunos economistas vienen advirtiendo que Estados Unidos se apresta a subir la tasa de interés. ¿Y esto por qué? Porque ya no necesitaría estimular su economía (está creciendo y baja el desempleo) y ahora teme un rebrote inflacionario.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) había tomado la decisión de mantener bajo el interés hasta finales de 2014. Pero el presidente de la Fed de San Luis, James Bullard (que participa de las reuniones de aquel organismo) sostuvo que la situación amerita elevarlo a fines de este año.
A todo esto Walter Molaro, director de BCP Securites, le aseguró al Cronista Comercial que “la recuperación de Estados Unidos es lo peor que le puede pasar a América Latina” porque mucho del capital que llegó en los últimos años va a desaparecer.
Como ha ocurrido otras veces –generando crisis de deuda externa en la región- el aumento del tipo de interés, mejora el rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, los cuales se convierten en un imán para los inversionistas internacionales.
Molaro cree que Brasil va a “sufrir mucho cuando ese capital empiece a regresar” y eso impactará en Argentina, porque se resentirá uno de sus principales compradores.

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Publicado por en 26/05/2013 en Uncategorized

 

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