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La reputación o lo que los demás piensan de nosotros

¿Importa lo que los demás piensen o digan de uno? La reputación es un factor clave en la autoestima, aunque eso no justifica que se deba estar pendiente de la opinión ajena.

En el mundo asiático la reputación, el honor y el orgullo de una persona o familia es un rasgo cultural muy fuerte. En Japón está asociado a un concepto, sekentei, que significa cómo se es percibido por la sociedad.

Es una sensación que impregna el ambiente, invisible pero colectiva de la sociedad nipona. Afecta a todas las instituciones, desde las familias a las empresas. Y se diría que al país en general.

El sekentei crea una distancia muy grande entre la esfera pública y la privada, por el miedo a lo que pueda pensar la gente.

Perder el honor debido a errores y fallos es algo dramático en Japón. Y está asociado íntimamente al sentido de la vergüenza, que tiene relación con la presencia de la mirada ajena, sea de las personas o de los dioses.

En Japón los funcionarios que son sorprendidos en hechos de corrupción se suelen suicidar, porque no toleran la ignominia pública. (Algo que no suele ocurrir en países occidentales, con sociedades más permisivas con la corrupción).

En esta parte del mundo muchos no entienden las historias de esos funcionarios públicos nipones que ante un traspié que compromete su patrimonio moral, prefieren suicidarse, que arrastrar el estigma del deshonor.

El hecho de quitarse la vida por honor o por vergüenza, para escaparle a la humillación pública, tienen una larga y romántica tradición en Japón. Y al parecer es una herencia del espíritu samurai.

Eso sostiene Ruth Benedict, antropóloga estadounidense, quien  en su libro “El crisantemo y la espada” (The Chrysanthemum and the Sword) publicado en 1946, expuso que Japón es un país al que le importa la vergüenza.

“Opinión, idea o concepto que la gente tiene sobre una persona o una cosa”, así define el diccionario a la reputación, que desde el punto de vista axiológico es ambivalente, ya que puede connotar algo negativo o algo positivo.

La buena reputación, así, es sinónimo de prestigio, notoriedad y buen nombre; la mala reputación equivale a deshonra o descrédito.

Es un dato antropológico que las personas tenemos un deseo innato de agradar, de ser reconocidos, de contar socialmente, de tener prestigio, de ser comparado favorablemente frente a los demás.

El filósofo inglés David Hume (1711-1776) justificó su búsqueda al señalar que “el deseo de fama, reputación o crédito ante los demás está tan lejos de ser condenable que parece inseparable de la virtud”.

Otro inglés, John Locke (1632-1704), recalcó la desgracia que caía sobre quienes perdían reputación: “Nadie escapa al castigo de su censura y desagrado si atenta contra la moda y la opinión de las compañías que frecuenta (…) No hay uno entre diez mil lo suficientemente firme e insensible como para soportar el desagrado y la censura constantes de su propio círculo”.

En la actualidad, por el avance de Internet y de las redes sociales, ha surgido el concepto de “reputación online”. Se trata de un término que se utiliza para hacer referencia a la construcción del “yo digital”.

En Occidente se vive obsesionado por la imagen pública, y al mismo tiempo la reputación puede destruirse rápidamente por un desliz o un malentendido surgido en las redes sociales.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 12/09/2021 en Uncategorized

 

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