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Sabiduría antigua para nuestra época

22 Jun

Vivimos en un mundo problemático en el cual se añoran las viejas seguridades y donde crece la sensación de fragilidad y vulnerabilidad de las vidas. ¿Qué ética de la felicidad, acaso, pudiera estar acorde con este contexto?

De un tiempo a esta parte, acorde con una época posmoderna, caracterizada por la crisis de los grandes relatos y a agonía de las utopías políticas, se ha impuesto un género de literatura de “autoayuda”.

Este giro responde a la sensibilidad de un lector para quien la ansiada felicidad no depende de factores externos sino de sí mismo. Hoy la realización personal, en efecto, se transformó en autorrealización.

Aunque pueda resultar extraño, el punto es que algunos sabios antiguos, que concebían su filosofía como arte de vivir, son de consulta asidua por los contemporáneos en su búsqueda introspectiva.

Los estoicos, por caso, se preguntaban a menudo sobre cuál era la mejor forma de vivir para el hombre o cómo conseguir la felicidad. Preguntas de este tipo no han pasado de moda, y por lo visto se las sigue haciendo, sobre todo en momentos históricos como los de ahora, signados por la incertidumbre.

Y el que sobresale hoy por su inspiración es el estoico Epicteto, un esclavo que llegó a ser filósofo y vivió en el año 50 d.C. Su “Manual para la vida feliz”  de hecho ha sido un best seller a lo largo de la historia.

El tratado, que no lo escribió Epicteto, sino su discípulo Arriano, llegó a la China del siglo XVI, tuvo una amplia difusión durante el Renacimiento, y fue el libro de cabecera de personajes tan dispares como Pascal, Descartes, Federico II de Prusia o Leopardi.

Arriano de Nicomedia, pensador y político, viajó a principios del año 100 desde Bitinia (Asia Menor), hasta Nicópolis de Epiro (Grecia). Allí Epicteto, desterrado de Roma por orden del emperador Domiciano, había fundado una escuela filosófica.

La idea de que el secreto de la felicidad reside en el modo como pensamos, cómo interpretamos lo que nos sucede, pertenece a este filósofo estoico.

“Los hombres no sufren por los hechos sino por las representaciones que tienen de los hechos”, explica Epicteto, sugiriendo que debemos aprender a evaluar con criterios más objetivos las cosas que nos suceden.

Desde una forma más exacta, realista y positiva, nuestras emociones se vuelven más serenas. Porque las emociones son siempre producto de nuestros pensamientos o evaluaciones.

Al respecto Epicteto creía que la clave de la vida pasaba por saber distinguir las cosas que “no dependen de nosotros” (el cuerpo, la riqueza, la salud, la fama, etc.) de aquellas que “sí dependen de nosotros” (opiniones, deseos, repulsiones).

Si el hombre escoge las cosas que no dependen de él –decía-, estará a merced de las mismas, de los acontecimientos y de los otros hombres, será víctima de sufrimientos y por lo mismo cosechará infelicidad.

El filósofo nos viene a decir que tenemos que aprender a distinguir qué es lo que podemos cambiar, y de esta forma saber en qué se puede mejorar. Pero hay muchas cosas que no podemos cambiar, entonces, no nos queda más que aceptarlas.

En “Manual para la vida feliz”, Epicteto llama a ser autocríticos. “Sólo aquellos que carecen de educación filosófica convierten a los demás en responsables del hecho de que uno sea desgraciado”, apunta.

También nos recuerda que la vida es imperfecta. “No pretendas que lo que ocurre ocurra como tú quieres”, refiere, dando a entender que demasiados factores intervienen en el contexto para que una idea previa se materialice exactamente como teníamos en mente.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 22/06/2018 en Uncategorized

 

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