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El sueño científico de prolongar la vida

16 Jun

El hombre se ha empeñado, desafiando su condición mortal, en extender su tiempo biológico, y de hecho hoy se vive más que en épocas pretéritas. Y es la ciencia la que incuba el sueño de eternidad.

Según el pensador español Miguel de Unamuno a la humanidad la mueve el hambre de inmortalidad. Este es el motor que explica, de última, la conducta de las personas.

La idea de la perpetuación se puede rastrear tanto en los mitos y las teorías teosóficas como hasta en el simple afán de gloria, refiere Unamuno. Y acaso sea lo que legitime, también, el deseo científico por vencer la vejez y la muerte.

Como ha explicado el doctor Rodolfo Goya, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata, para quien la derrota del envejecimiento “es una tarea monumental que puede considerarse como el objetivo último de la medicina”.

Goya, precisamente, estudia los mecanismos básicos biológicos del envejecimiento, un fenómeno universal entre los animales superiores (ratones, perros, gatos, ser humano).

En una entrevista concedida a Nora Bär, del diarioLa Nación, el científico explicó que la ciencia y la tecnología han logrado avances de tal magnitud que la expectativa de vida de las personas se ha duplicado en el último siglo.

¿Acaso la ciencia está a punto de hallar la piedra filosofal, la fórmula secreta que permita detener el deterioro biológico del hombre, el remedio a la mortalidad, lo que equivaldría poco menos que alcanzar la eternidad?

“La ciencia todavía no sabe por qué envejecemos”, contesta Goya, desinflando cualquier expectativa al respecto. No obstante, sostiene que existen varias teorías materialistas al respecto.

“Una de las más difundidas es que el oxígeno que respiramos produce los denominados ‘radicales libres’, que son compuestos dañinos para las células, y que los daños se van acumulando progresivamente”, responde el científico.

Por ahora sólo se puede aspirar a que las personas vivan más tiempo y en plenitud. Es decir, “lograr que a los 90 tengamos una edad biológica de 40 o menos”, refiere Goya.

“Hay otra aspiración, que es la de rejuvenecer a las personas ancianas, pero éste es un objetivo más difícil”, refiere el científico, para quien la longevidad es algo que está condicionado tanto por la constitución genética como por el medio ambiente.

¿Hay un límite para la prolongación de la vida? le pregunta Bär al investigador del Conicet, quien responde que hay opiniones divididas. “Algunos piensan que el constante avance de las tecnologías médicas permitirá ir reparando las alteraciones que nuestro organismo sufre con la edad y que en el futuro incluso se podrá llegar a restaurar el organismo a nuevo”, dice.

Otros, en cambio, creen que “en muy pocas décadas la especie humana deberá fusionarse con su tecnología a través de implantes de chips de memoria, microimplantes retinales y auditivos que nos den acceso directo a Internet, miembros biónicos y demás”.

¿Ciencia ficción, acaso? No tanto, dice el científico, porque hoy existen los stents intracoronarios en cardiología, los implantes cocleares para revertir ciertas sorderas, los implantes neurales o retinales para corregir cegueras, las prótesis para brazos y piernas, entre otros avances.

La opinión del científico no hace más que confirmar que el sueño que alienta la ciencia empalma con la vieja aspiración humana a perdurar, y con el hambre de inmortalidad del que hablaba Unamuno. Alrededor de lo cual, por otro lado, giran las respuestas de todas las religiones.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 16/06/2012 en Uncategorized

 

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