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Mantener siempre la mente abierta

21 Jun

“Todo el mundo es extraño y maravilloso para unas pupilas bien abiertas”, decía el ensayista y filósofo español José Ortega y Gasset, recordándonos la importancia de mantener la mente abierta.

El autor de “La Rebelión de las Masas”, invitaba así a mirar el mundo con los ojos bien abiertos y dispuestos a ser sorprendidos por lo nuevo. Por eso la diosa antigua de la sabiduría, Minerva, tenía como símbolo a la lechuza, el pájaro con los ojos siempre deslumbrados.

Esto es consistente con el “perspectivismo” que cultivaba Ortega y Gasset, que no es un relativismo, sino la aceptación de que nuestra mirada subjetiva siempre es insuficiente respecto de la realidad, que posee en sí la capacidad de sorprendernos.

Contra los escépticos, Ortega y Gasset enseñó que el hombre tiene afán de conocer, pero la realidad siempre le queda grande. Es decir, el hombre necesita saber, y de hecho le duele su ignorancia, pero a la vez sabe secretamente que sus facultades intelectuales no son suficientes.

Como la realidad es multidimensional, como tiene una ilimitada multiplicidad de aspectos, siempre nuestra versión parcial peca de insuficiente. Esta indigencia cognoscitiva se remedia, en parte, teniendo la mente abierta a nuevos significados.

“Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender”, refiere el filósofo español al explicar la importancia de ser receptivos a nuevas ideas, a ser capaces de aprender nuevos enfoques comprensivos del mundo.

Querer aprender supone, por otro lado, una actitud previa de “humildad intelectual”, que surge de darse cuenta de la propia ignorancia, del hecho de no saber o no conocer lo suficiente.

Esta virtud nos predispone a revisar nuestros propios puntos de vista, a desconfiar de nuestras tomas de posición, a separar el ego del intelecto y a estar dispuestos a considerar la perspectiva de los demás.

Al respecto Jason Baehr, profesor de Filosofía en la Universidad Loyola Marymount (Los Ángeles) define la mentalidad abierta como la característica de estar “dispuesto y dentro de límites capaces de trascender un punto de vista cognitivo predeterminado para tomar en serio los méritos de un punto de vista cognitivo distinto”.

En tanto el epistemólogo Wayne Riggs refiere que la apertura mental surge de la conciencia de la falibilidad inherente de las propias creencias. Por lo tanto, las personas con esta virtud están más inclinadas a escuchar y considerar seriamente puntos de vista alternativos.

Lo opuesto a ser abierto es ser cerrado de espíritu, dogmático, tendencioso,

parcial, o prejuiciado. Se diría que quienes tienen una mentalidad cerrada odian que sus ideas sean desafiadas.

No quieren entender por qué hay personas que piensan de manera contraria. Es la postura del fanatismo, que encierra a los individuos en una cárcel ideológica, donde sólo se acepta una única verdad y se rechaza cualquier otra perspectiva.

Tener la mente abierta no quiere decir tener poca convicción o una convicción débil hacia las propias creencias. Se puede estar seguro de una posición, pero al mismo tiempo reconociendo la falibilidad constitutiva de nuestra mirada, lo que conduce a no descartar enteramente que se puede estar errado.

Riggs apuntala esta tesis: “Tener la mente abierta es ser consciente de la falibilidad de uno como creyente, y estar dispuesto a reconocer la posibilidad de que cada vez que uno crea en algo, es posible que esté equivocado”.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 21/06/2024 en Uncategorized

 

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