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Mujer, la celebración dentro del contexto de la pandemia

La crisis generada a causa del Covid-19 ha puesto de manifiesto la contribución de las mujeres en la lucha contra el virus, pero al mismo tiempo las ha expuesto a una situación de mayor vulnerabilidad.

La celebración hoy (8 de marzo) del día Internacional de la Mujer tiene lugar en un contexto histórico particular. Todos los años se elige para esta fecha un tema y en 2021 se ha puesto el acento en su protagonismo en la actual emergencia.

“Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo del Covid-19”. Así reza la temática introducida por la ONU para homenajearlas por su aporte en la crisis sanitaria y recordar a la vez las cargas desproporcionadas que soportan en la actualidad

En efecto, las mujeres están en primera línea de la lucha contra la pandemia, como trabajadoras de la salud, cuidadoras, investigadoras y líderes comunitarias. Al mismo tiempo ellas han quedado más expuestas a situaciones de vulnerabilidad.

Al respecto el confinamiento social, que ha obligado a que las personas se refugien en sus casas, si bien se trata de una medida de protección, conlleva un peligro mortal para muchas mujeres.

Los reportes internacionales dan cuenta de cómo aumenta una pandemia en  las sombras: la violencia contra las mujeres, que se ha traducido en muchos casos en un salto en el número de femicidios.

En Argentina semanas atrás la opinión pública se vio conmovida por el caso de 

Úrsula Bahillo, una joven de 18 años, que fue asesinada de 15 puñaladas por su ex pareja, Matías Ezequiel Martínez, de 25 años.

Este hombre, un policía que tenía antecedentes psiquiátricos, tenía una orden de alejamiento o restricción perimetral, y había sido denunciado varias veces por violencia de género.

Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), los asilamientos han provocado un aumento de las quejas o llamadas para denunciar abusos domésticos en todos los países.

A medida que los países informan sobre la infección y el confinamiento, cada vez son más las líneas de atención y los refugios para la violencia doméstica de todo el mundo que notifican un incremento de llamadas en busca de ayuda.

Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, ha hecho una descripción del contexto en el cual han aumentado los peligros para madres, hijas y parejas.

“El confinamiento aviva la tensión y el estrés generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud y el dinero. Asimismo, refuerza el aislamiento de las mujeres que tienen compañeros violentos, separándolas de las personas y los recursos que mejor pueden ayudarlas”, ha escrito.

Y añade: “Es la situación perfecta para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar. De forma paralela, al tiempo que los sistemas sanitarios se esfuerzan al límite, los refugios para la violencia doméstica alcanzan también su máxima capacidad, agravándose el déficit de servicio al readaptar dichos centros a fin de ofrecer una respuesta adicional al Covid”.

Pero al mismo tiempo, en el día de la Mujer 2021, se celebran los enormes esfuerzos realizados por mujeres y niñas de todo el mundo en la recuperación ante la pandemia de Covid-19

“La igualdad de género y los derechos de las mujeres son esenciales para superar juntos esta pandemia”, ha dicho António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU).

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 14/03/2021 en Uncategorized

 

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Las redes sociales, ¿creaciones dañinas?

Dos creadores de Facebook se declaran objetores de conciencia de esa red, a la que acusan de romper el tejido social y de ser una droga que daña del cerebro.

La objeción de conciencia es la negativa a acatar órdenes o leyes o a realizar actos o servicios invocando motivos éticos.

Bajo esta condición dos ex ejecutivos de Facebook, Chamath Palihapitiya y Sean Parker, dispararon contra esta red social, sugiriendo que se sienten culpables por haber ayudado a crearla.

Palihapitiya señaló sentirse “terriblemente culpable” por haber contribuido a desarrollar “herramientas que están rompiendo el tejido de cómo funciona la sociedad” y recomendó “una larga pausa” de las redes sociales.

“El círculo que creamos de feedback basado en el corto plazo y la dopamina está destruyendo cómo funciona la sociedad. Ningún diálogo civil, ninguna cooperación, desinformación, mentira”, dijo Chamath Palihapitiya, ex vice presidente para el crecimiento de usuarios de Facebook, durante un encuentro en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford.

“Este no es un problema estadounidense. Esto no es sobre los anuncios rusos”, aseguró. “Este es un problema global (…) está erosionando los fundamentos de cómo la gente se comporta e interactúa”.

“No los puedo controlar”, dijo Palihapitiya sobre Facebook. “Puedo controlar mi decisión, que es que yo no uso esa mierda. Puedo controlar la decisión de mis hijos, que es que no tienen el permiso de usar esa mierda”.

Luego invitó a la audiencia a reflexionar sobre su relación con las redes sociales. “Sus comportamientos, ustedes no se dan cuenta, pero están siendo programados”, dijo. “No era intencional, pero ahora ustedes tienen que decidir cuánto van a resignar, cuanto de su independencia intelectual”.

Palihapitiya es el último de una serie de destacados representantes de Silicon Valley que criticaron las dinámicas detrás del éxito de las redes sociales.

El mes pasado Sean Parker, quien fue presidente fundador de Facebook, confesó que los creadores de esa red social, y de otras, explotaron “una vulnerabilidad en la psicología humana” al diseñar las plataformas, para que causaran conductas similares a la adicción.

Parker volvió a repetir estos conceptos durante un evento organizado por Axios en Filadelfia. Reconoció que las redes sociales deliberadamente nos enganchan a ellas y potencialmente pueden ser dañinas para nuestra mente, afectando así a varias generaciones

“Cuando Facebook se estaba poniendo en marcha, tenía a estas personas que se acercaban a mí y decían: ‘No estoy en las redes sociales’. Y yo decía, ‘OK, lo estarás’. Y luego decían: ‘No, no, no. Valoro mis interacciones en la vida real. Valoro el momento. Valoro la presencia. Valoro la intimidad’. Y yo decía, ‘Te atraparemos eventualmente’”, contó durante el evento.

Parker reconoció que en su momento no entendía las consecuencias de lo que estaba diciendo, porque cuando la red creció “a mil millones o dos mil millones de personas” literalmente cambió a la sociedad y la forma en la que las personas interactúan entre ellas.

“Probablemente interfiera con la productividad de maneras extrañas. Sólo Dios sabe lo que le está haciendo al cerebro de nuestros hijos”, reconoció.

Otro de los ingredientes de este cocktail es el factor social: “La validación en bucle de los contactos, eso es exactamente lo que se buscaba. Eso explota una vulnerabilidad de la psicología humana. Los inventores de esto (….) lo sabíamos. Y lo hicimos igualmente”, contó Parker.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 31/12/2017 en Uncategorized

 

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Los apátridas como grupo vulnerable

Alrededor de 12 millones de personas en el mundo viven en un limbo legal en condición de “apátridas”, circunstancia que los coloca en situación de vulnerabilidad.

En efecto, al no estar adscrita a un Estado, esta población tiene que sobrevivir sin la protección y los derechos que concede pertenecer a un país, de suerte que son blanco de discriminación por etnia, religión o género.

Se calcula que cada diez minutos nace un niño en el mundo sin nacionalidad. De ahí que desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se les viene pidiendo a algunos países que reconozcan ciudadanía a determinadas comunidades.

Según la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de la ONU, firmada en Nueva York el 28 de septiembre de 1956, un apátrida es definido como cualquier persona a la que ningún Estado considera destinatario de la aplicación de su legislación.

Algunos sufren arrestos porque no pueden probar quiénes son ni de dónde vienen. Al no ser ciudadanos de ningún país, con frecuencia se les niegan derechos básicos, como recibir atención médica, conseguir un empleo calificado, votar en elecciones, entrar y salir del territorio o inscribir a sus hijos en las escuelas, entre otras restricciones.

Según la ONU, los países con más apátridas son Birmania (minoría rohingya), Costa de Marfil (minoría voltense), Letonia y Estonia (minoría rusa), y República Dominicana (haitianos).

Pero también hay apátridas porque el país en el que nacieron ya no existe. Tras la desintegración de la Unión Soviética, por caso, cientos de miles de personas se quedaron sin vínculos, y desde entonces no pertenecen a ninguno de los países que se constituyeron tras la ruptura.

Por otra parte, nacer siendo desplazado interno o refugiado también es una razón para no poseer ciudadanía. En este sentido, el 70% de los niños sirios nacidos en el exilio no cuentan con un registro de nacimiento.

En otros lados, la condición de apátrida se debe a que las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres. En muchos países las mujeres no pueden transmitir su nacionalidad a sus hijos. De esta manera, si es madre soltera, el padre no se conoce o está muerto, el niño queda sin nacionalidad.

Algunos de estos países que discriminan a las mujeres son Arabia Saudita, Bahréin, Barbados, Bahamas, Burundi, Irak, Jordania, Líbano, Malasia, Nepal y Omán.

En el pasado, el criterio para la nacionalidad se basaba en la etnia. Un individuo pertenecía a una familia o a una tribu, no a un territorio, reflejo de un principio básico del derecho romano.

Bajo este criterio, los hijos de los apátridas eran apátridas, “al transmitirse la nacionalidad como una enfermedad genética”, señala la ONU.

Más tarde, la independencia de las colonias inglesas en América y la Revolución Francesa sentaron las bases para el “ius soli” (derecho del suelo). Según éste, cualquiera que nazca en el territorio de un Estado tiene el derecho a la nacionalidad o a la ciudadanía.

La nacionalidad brinda a las personas un sentido de identidad, pero más importante aún, les permite ejercer una amplia variedad de derechos. Por lo tanto, la apatridia puede devastar la vida de las personas afectadas.

A pesar del reconocimiento internacional del derecho a una nacionalidad, han seguido surgiendo nuevos casos de apatridia. La lucha contra este fenómeno social todavía representa un importante reto en el siglo XXI.

 

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Publicado por en 25/07/2017 en Uncategorized

 

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Un mundo convulso donde gana el miedo

Los ataques terroristas, las corrientes masivas de refugiados, la crisis del Estado de Bienestar y su ola de descontento, la aceleración del cambio climático, son algunos fenómenos que generan un creciente alarmismo global.

La decisión de los británicos de abandonar la Unión Europea –que ha sacudió el sistema político mundial- debe entenderse también como una reacción defensiva ante la angustia que genera un peligro inminente.

Es que Europa está asediada por el miedo. El europeo medio, no sólo el británico, ha entrado en pánico ante la posibilidad de perder antiguas seguridades de bienestar económico.

Además su territorio se ha vuelto multicultural en las últimas décadas y en este contexto el vecino, mucho más el extranjero o el desconocido, se ha vuelto un enemigo.

Freud describió la “regresión” como un mecanismo de defensa psíquica ante la vuelta a un nivel anterior del desarrollo. ¿No será ésta la clave psicológica que explica este retorno al viejo nacionalismo?

Hay una generación de europeos, hoy mayores de edad, que crecieron al calor de instituciones políticas hechas a medida de la soberanía territorial y de los Estados de Bienestar.

Pero desde hace décadas estas realidades están siendo socavadas por la globalización económica y sobre todo por la circulación de personas, en especial las migraciones.

Se observa así una radical incompatibilidad entre el mundo global en que se habita y las políticas y las leyes de matriz nacional. Este nuevo escenario comporta múltiples amenazas que han vuelto vulnerable al ciudadano europeo.

En este contexto, los movimientos nacionalistas agitan el miedo hacia los inmigrantes musulmanes, a los que acusan de todos los males. La islamofobia es un insumo político clave para aquellas propuestas que articulan un discurso xenófobo alrededor de la dicotomía “nosotros” y “ellos”.

Los significativos flujos migratorios hacia Europa, provocados en gran medida por el conflicto en Siria, junto con la propagación de los ataques contra civiles en nombre del grupo extremista Estado Islámico, son el telón de fondo de la expansión del miedo en el viejo continente.

La potencial amenaza que encierra el islamismo radical ha contaminado a Estados Unidos, donde un candidato a presidente hace campaña proponiendo cerrar las fronteras del país a los musulmanes.

Cabe especular que vivimos en una coyuntura histórica donde el miedo se ha globalizado. El cambio climático, la inestabilidad económica y el terrorismo yihadista, figuran entre los principales temores globales, según un reciente estudio elaborado por Pee Research Center.

Nos hemos vuelto más miedosos e inquietos ante las amenazas inminentes. En la atmósfera global persiste un sentimiento de que las cosas no están como deberían estar, que amenazas latentes están allá afuera.

Según el diccionario de la Real Academia Española, miedo (que procede del latín “metus”) es “la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”.

Los antropólogos lo consideran un esquema adaptativo, mecanismo de supervivencia y de defensa, que permite que el hombre responda ante situaciones adversas.

El problema es cuando este sistema de alarma se sale de cauce, cuando empieza a detectar peligros donde no los hay o a evaluar exageradamente los riesgos. Y dado que las emociones son contagiosas, el miedo exagerado puede extenderse hasta convertirse en pánico colectivo.

En este contexto de temor intenso las sociedades pueden tomar malas decisiones e incluso estigmatizar a ciertas personas o grupos.

 

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 14/07/2016 en Uncategorized

 

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