Pedro Castillo, el maestro rural que llegó a la presidencia de Perú con promesas de revolución, fue destituido y detenido por rebelión tras año y medio en el poder, en un contexto de creciente turbulencia política.
“Este gobierno ha llegado para gobernar con el pueblo y para construir desde abajo. Es la primera vez que nuestro país será gobernado por un campesino. Yo también soy hijo de este país fundado sobre el sudor de mis antepasados”.
Con ese poderoso discurso asumió Pedro Castillo la presidencia de Perú el 28 de julio de 2021, al frente del partido marxista Perú Libre (PL). Tras aquella comparecencia ante el Congreso, un año y medio después, este miércoles Castillo fue destituido por esa misma cámara y detenido por rebelión.
En su lugar asumió los atributos de Jefe de Estado la vicepresidenta del país, Dina Boluarte. Esta abogada de 60 años, que asume el poder durante la época de mayor turbulencia política de las últimas épocas, aseguró que gobernará hasta julio de 2026, cuando estaba previsto el fin del mandato de Castillo.
El evento principal que detonó la crisis en el Perú fue la decisión de Pedro Castillo de disolver el Congreso y de instaurar “un gobierno de excepción” que, según aseguró, gobernaría a través de decretos ley hasta que un nuevo Parlamento con poderes constituyentes elaborara una nueva Constitución.
El anuncio del mandatario fue inmediatamente respondido con acusaciones de que estaba dando un “golpe de Estado”.
La decisión de Castillo fue cuestionada no solamente por la oposición, sino también por otras autoridades del Estado -incluyendo la Policía y las Fuerzas Armadas- y generó una ola de renuncias de altos funcionarios, entre los que se encuentran varios ministros y embajadores.
Boluarte, que se negó a formar parte del último gabinete como ministra (Castillo realizó más de 70 cambios ministeriales en su gestión de casi 17 meses), había dejado clara su postura ante la decisión de su compañero de fórmula presidencial.
“Rechazo la decisión de Pedro Castillo de perpetrar el quiebre del orden constitucional con el cierre del Congreso –declaró-. Se trata de un golpe de Estado que agrava la crisis política e institucional que la sociedad peruana tendrá que superar con estricto apego a la ley”.
Esta suerte de “autogolpe” evocaba al realizado por el derechista Alberto Fujimori en 1992, quien cumple su condena de 25 años de cárcel, mientras es procesado por rebelión y conspiración.
Tras conocerse el anuncio de Castillo, el Congreso votó por mayoría una moción de vacancia contra él y procedió a destituirlo del cargo. Castillo se presentó después ante la prefectura de la policía en Lima, donde fue arrestado.
Cabe consignar que sobre el mandatario pesan varias acusaciones de corrupción que involucran a miembros de su familia, pero que -en algunos casos- también le tocan directamente.
Con la destitución del primer mandatario Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte, Perú suma ya 6 presidentes de la República desde 2018.
Analistas señalan que, más allá de los posibles casos de corrupción en los que presuntamente puedan estar involucrados estos exmandatarios, los recurrentes cambios en la presidencia del país se explican también por la fragmentación política y por el diseño institucional del país que facilita que tanto el Congreso como el Presidente puedan anular las facultades del otro poder.
© El Día de Gualeguaychú