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La economía boliviana sufre una fuerte corrida bancaria

Los ahorristas bolivianos llevan semanas haciendo filas en los bancos para reclamar la conversión de sus ahorros de pesos bolivianos a dólares, en lo que se configura como un episodio de evidente corrida contra la moneda nacional.

El esquema monetario y cambiario de Bolivia enfrenta la crisis más importante de los últimos años. Semanas atrás el diario “El País” (España) tituló “El milagro económico de Bolivia se agrieta”, al dar cuenta que los bolivianos corren a los bancos con el objetivo de dolarizarse.

La corrida hizo descender significativamente las reservas del Banco Central de Bolivia (BCB), el cual decidió comprar dólares a los exportadores a un precio “especial”, un poco más alto, de 6,95 bolivianos por dólar.

Según lo publicado en El País, la medida provocó que se empezará a hablar de “desesperación” de las autoridades económicas por conseguir dólares provocando una “demanda inusitada y especulativa” de divisas.

La incertidumbre creció aún más cuando el fiscalizador gubernamental de los bancos amenazó con procesar a quienes fueran descubiertos especulando con divisas.

Si bien el BCB estuvo inyectando dólares al mercado, las cantidades dispuestas no consiguieron tranquilizar completamente la situación.

A todo esto, la calificadora de riesgo Moody’s rebajó este viernes las calificaciones del Gobierno boliviano de emisor de largo plazo en moneda local y extranjera y de deuda senior no garantizada de B2 a Caa1 y las colocó en revisión a la baja.

“La decisión de rebajar la calificación refleja la evaluación de Moody’s de que una serie de factores relacionado con una gobernabilidad muy débil han contribuido a disminuir la disponibilidad de moneda fuerte y elevaron las presiones de liquidez externa hasta un punto que amenaza la estabilidad macroeconómica”, señala un comunicado de la calificadora.

Según Moody’s, la “defensa insostenible” de la paridad del tipo de cambio con el dólar estadounidense que ha venido haciendo el gobierno boliviano provocó que el “stock de reservas de divisas” del BCB caiga “significativamente” desde principios de año, alcanzando los niveles “más bajos en más de 20 años”.

La caída de las reservas internacionales líquidas precipitó un choque de confianza que “ha socavado la estabilidad macrofinanciera” y “sin una acción rápida y significativa para revertir la situación y restaurar la estabilidad, la capacidad soberana para pagar su deuda está en riesgo”, indica el reporte.

El Ministerio de Economía de Bolivia, por su parte, respondió en un comunicado de prensa a la calificadora de riesgo Moody’s diciendo que su evaluación era “apresurada porque no toma en cuenta todas las variables macroeconómicas que contribuyen a la estabilidad económica de Bolivia”.

“Tampoco evalúa el impacto devastador de la guerra Rusia-Ucrania sobre la economía mundial con el alza de precios de alimentos, inflación descontrolada, subida de tasas de interés, quiebra de bancos, entre otros”, señaló la entidad.

Mientras tanto, los economistas de la oposición política consideraron que la escasez de dólares prueba su tesis sobre la poca solidez del “milagro económico” boliviano, como lo llamó la prensa internacional en 2014.

Sostienen que el gobierno encara la peor crisis económica desde que Evo Morales llegó al poder en 2006 y se benefició con los fabulosos precios de las materias primas que exportaba Bolivia.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 04/04/2023 en Uncategorized

 

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La estrategia de Occidente de atacar la moneda rusa

Rusia ha sufrido la embestida de las nuevas sanciones occidentales, que ponen en el punto de mira al Banco Central ruso, lo que se ha traducido en el desplome de casi un 30% del rublo.

La devaluación de su moneda obligó a Moscú a tomar una batería de medidas económicas para asegurar la estabilidad financiera. El Banco Central de Rusia, por caso, aumentó las tasas de interés de 9,5% a 20% para compensar la rápida depreciación del rublo.

Para los rusos, el tipo de cambio rublo-dólar ha sido durante mucho tiempo un tema delicado. En la década de 1990, tras el colapso de la Unión Soviética (URSS), el dólar era la única moneda fuerte en la que los rusos guardaban sus ahorros: la apuesta más segura estaba debajo del colchón.

Sin embargo, durante la década siguiente, varias medidas de su Banco Central ayudaron a tranquilizar a los ciudadanos sobre el rublo. Pero cada vez que hay incertidumbre, los rusos corren al cajero automático más cercano para retirar dólares o euros.

Y esta vez no ha sido diferente. Tan pronto como se desató la invasión del gobierno de Moscú a Ucrania el 24 de febrero, los rusos acudieron en masa a los cajeros automáticos, para retirar sus depósitos bancarios.

Muchos sacaron los ahorros en moneda extranjera, pero los dólares y los euros comenzaron a agotarse un par de horas después de la invasión. Desde entonces, han estado disponibles cantidades muy limitadas de esas monedas y hay un tope en la cantidad de rublos que se pueden sacar.

Hoy en día, cuando el poder adquisitivo del rublo cae considerablemente, los consumidores en Rusia están encontrando que cada vez pueden comprar menos con su dinero. En términos reales, se han vuelto más pobres.

Una inestabilidad económica así podría azuzar la insatisfacción popular e incluso ocasionar agitación. Justamente a eso apuntan las medidas económicas de los gobiernos de Occidente, que en lugar de enviar tropas a Ucrania para defenderla, han decidido atacar frontalmente a la moneda del país agresor, Rusia.

Hasta ahora la estrategia de los aliados occidentales consistió en debilitar las reservas del Banco Central de Rusia, inmovilizando sus activos convertibles (monedas de otras naciones y oro) que Rusia ha acumulado en bancos occidentales.

Gran parte de ese dinero el gobierno de Vladimir Putin lo fue atesorando mediante ventas de petróleo y gas a Europa y a otros importadores de energía.

Michael S. Bernstam, investigador en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, comenta que a pesar de que el Banco Central de Rusia es dueño de esos activos, ahora no los controla.

Según su explicación, la entidad rusa tiene alrededor de 640.000 millones de dólares en reservas de divisas en papel, o más bien, en depósitos electrónicos. Pero una gran parte de ese dinero no se halla en bóvedas ni en instituciones financieras rusas, sino que lo guarda en bancos centrales y comerciales en Nueva York, Londres, Berlín, París, Tokio y en otros lugares del mundo.

En los países como Rusia, donde la moneda no es tan estable, resulta crucial contar con la capacidad de convertirla a una más sólida y de confianza, como el dólar o el euro.

Eso evidencia que la moneda nacional -en este caso, el rublo ruso- tiene valor. Si se socavan las reservas de divisas extranjeras que lo respaldan, que garantizan que los hogares y las empresas puedan convertir sus rublos siempre que así lo quieran, entonces la moneda doméstica se deprecia.

Los analistas creen que si el rublo colapsa podría traer inflación severa (hiperinflación) y empeorar una recesión en ciernes.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 06/03/2022 en Uncategorized

 

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En Argentina los bancos ganan, pero ¿a quién le prestan?

Mientras el crédito hipotecario es prácticamente inexistente, y los industriales se quejan de que no tienen financiación, el sector financiero argentino es uno de los que más gana.
Es una de las contradicciones del actual modelo económico, que en teoría alienta la producción y la inversión: mientras los bancos muestran jugosos dividendos, los industriales despotrican porque no tienen crédito.
Hoy los bancos lideran el ranking sectorial de beneficios. En el primer trimestre, las cinco principales entidades sumaron ganancias por más de $1.300 millones de pesos.
La analista bursátil Martina Gallardo aclaró no obstante que ese resultado estuvo un poco por debajo del registrado a fines de 2011, debido a una reducción de los márgenes financieros.
Lo llamativo es que los bancos con más ganancias son subsidiarios de grupos españoles -el Santander Río, que en el último trimestre ganó 416,5 millones de pesos, y el BBVA Francés que obtuvo beneficios por 240,5 millones- cuyas casas matrices enfrentan la peor crisis de las últimas décadas.
Los resultados de los bancos en Argentina contrastan con la inserción del crédito para la producción, en una economía que tras la crisis de la convertibilidad, en 2001, mejoró sustantivamente los precios relativos para fabricar internamente.
La Unión Industrial Argentina (UIA), una cámara que aplaude la política oficial de “sustitución de importaciones”, suele quejarse de que en estos años han sido los industriales quienes se han autofinanciado, en lugar de ser apalancados por los bancos.
Hace poco el titular de ese nucleamiento empresario, José Ignacio de Mendiguren, en declaraciones al Cronista Comercial, habló de los problemas fabriles en lo tocante a la financiación.
“Todo lo que el sector financiero presta al sector privado está en torno al 13% del producto. En Chile esa cifra está en el 70% y en los países más desarrollados por arriba del 100%”, afirmó.
“Además un 87% de ese financiamiento proviene del consumo y no es difícil entender que si eso no se acompaña con un equivalente en la inversión, entonces hay un desequilibrio que trae problemas”, explicó.
“Por otra parte –añadió-, estamos atravesando una etapa en la que la capacidad instalada es alta y la rentabilidad clara ha bajado en los últimos períodos y ese proceso de autofinanciamiento, es decir a través del propio capital, está llegando a un agotamiento que requiere que sí o sí se resuelva este tema”.
La tarea central de un banco –parece decir De Mendiguren- es motorizar la economía, financiando mediante préstamos a las empresas y emprendedores, usando para ello los dineros que depositan los clientes.
Sin embargo, los bancos no están haciendo nada de eso. En realidad, sólo financiarían el consumo, a través de las tarjetas de crédito, los pequeños (en monto) créditos personales, y los créditos prendarios para la adquisición de automóviles.
Por otra parte, mientras el público se endeuda para cambiar el televisor, la computadora, la heladera y el celular, a los sectores medios les resulta imposible contar con crédito hipotecario que les facilite acceder a una vivienda.
Por lo visto el negocio de los bancos ha sido todo este tiempo financiar el consumo de bienes durables. La contracara del fenómeno es un mercado de hipotecas escuálido, de los más bajos del mundo.
Un número importante de familias está marginado del mercado de la vivienda, entre otras razones por falta de crédito. Según una encuesta del BID, el 67% de las familias de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires carecen de los recursos para acceder a una casa propia.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 03/06/2012 en Uncategorized

 

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Los bancos financian electrodomésticos, no casas

Mientras en Chile los créditos para la vivienda representan más del 7% del PBI, en Argentina, en cambio, no superan el 1%. Ocurre que aquí los préstamos hipotecarios son prohibitivos. Eso dice la consultora abeceb.com, que además informó que en Brasil el monto otorgado en préstamos para hacerse la casa propia supera el 3% del PBI. En realidad en Argentina los asalariados cuentan hoy con mayores facilidades para adquirir electrodomésticos que inmuebles. De hecho los bancos se encuentran focalizados en el consumo.
No es que no existan los créditos hipotecarios. El problema es que no resultan atractivos para la clase media en términos de costos. Los requisitos dejan afuera a la mayoría de los asalariados.
Se exigen ingresos familiares que no condicen con la realidad del mercado laboral. No obstante lo cual esto no ha sido una limitante para que los sectores con capacidad de ahorro inviertan en ladrillos.
La construcción ha tenido un crecimiento notable estos años, no a causa del financiamiento bancario a los asalariados, sino a partir de que los inversionistas argentinos siguen viendo en los inmuebles un activo libre de riesgo ante la inflación y la inestabilidad del país.
La preferencia de los ricos por los ladrillos viene produciendo un efecto de “sobreinversión” en el sector inmobiliario, lo que hace que el valor de las propiedades se aprecie en dólares.
De ahí que los asalariados, cuyos ingresos van a la saga de esa suba, se alejan cada vez más de la posibilidad de hacerse propietarios. A muchos de ellos, sin líneas hipotecarias accesibles, no les queda más remedio que alquilar o anotarse en algún plan estatal de vivienda social.
¿Por qué es inexistente el crédito hipotecario en Argentina? Según abeceb.com, las razones obedecen a la alta inflación y al cortoplacismo de los depósitos.
“Es muy difícil que una institución financiera privada acepte otorgar fondos a plazos mayores a 10 años en pesos cuando la inflación erosiona el valor de la moneda a través del tiempo y los ahorristas optan por colocar sus fondos en plazos fijos menores al año”, refiere.
Según la consultora, hoy los fondos de la Anses financian la oferta a bajos costos financieros y tasa fija en pesos. Pero aún así “los montos totales otorgados son muy inferiores a los verificados en tiempos de la convertibilidad”.
Que las líneas de crédito para vivienda que ofrecen los bancos resulten inalcanzables para la clase media, en realidad es un síntoma de una economía argentina que sufre escasez de crédito.
En efecto, el crédito al sector privado en nuestro país sólo llega al 11% del BPI en 2009, en tanto que en Asia (en promedio) llega al 77%, en los países desarrollados al 74%, en América Latina al 31% y en África al 18%.
Esas son cifras que se encuentran en el libro del BID “La era de la Productividad” (2010), de las cuales se hace eco el economista Orlando Ferreres, para quien la Argentina adolece de un mercado de capitales que financie su desarrollo.
La inflación y la falta de confianza, en su opinión, hacen que los argentinos saquen sus ahorros en dólares para depositarlos en el exterior, esconderlos en el colchón o para invertir en ladrillos.
De esta manera el sistema bancario queda con muy pocos recursos monetarios. “Sólo queda allí el dinero necesario para las transacciones (cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos a 30 días o a muy corto plazo”, sostuvo.
“Con este ahorro, sólo se puede prestar dinero para consumo, a corto plazo, pues de lo contrario se corre con mucho riesgo de descalce de plazos”, resumió Ferreres.

© El Día de Gualeguaychú

 
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Publicado por en 17/10/2010 en Uncategorized

 

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